Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

lunes, 30 de marzo de 2015

Las Pastillas de Semana Santa

LAS PASTILLAS DE SEMANA SANTA

    "Por un beso que te di, tu madre llorar quería, dame a mi cincuenta mil a ver si llora la mía...

(De los versos en los envoltorios de los caramelos)



Así rezaba, más o menos, impresa en los envoltorios de los caramelos de Semana Santa, una de las coplas que conservo en los recónditos rincones de mi memoria. La tradición de regalar caramelos en estos días es una de las más arraigadas en nuestras latitudes, aunque a lo largo de los años se haya extendido a otras comunidades. 
Parece ser que nace por la costumbre de los nazarenos de ir provistos con comida —huevos cocidos, bocadillos, fruta, etc.— como refuerzo gastronómico ante los largos itinerarios de las procesiones, en algunos casos hasta 5 o 6 horas. 
El Cardenal Luis Belluga, a la sazón, obispo de Murcia, vio con malos ojos tanta relajación en días que, contrariamente, debieran estar impregnados de penitencia, y dicta un decreto “…y por lo tanto, prohíbo que durante las procesiones los nazarenos ofrezcan o coman dulces ni cosa alguna, haciéndolo extensivo a los que presencien el cortejo. Entonces los nazarenos invocaron al prelado diversos razonamientos y ante la negativa, haciendo caso omiso, recurrieron sagazmente al consumo de caramelos como más discreto y más fácil de camuflar, además por su componente energético de azúcares, proveía debidamente a los cansados estantes —es sabido que en Murcia, a los que cargan con los pasos se les denomina así, como en Sevilla se les llama costaleros porque sostienen los tronos sobre sus costados, aquí en la comarca del noroeste murciano en cambio les llamamos anderos, porque portamos en andas los tronos—.
Pero volvamos al tema que nos ocupa: Otra historia asevera que se aprovisionaban de las viandas para socorrer a los necesitados que se encontraran en el trayecto, como acto de penitencia y desagravio por los pecados cometidos a lo largo del año.
Numerosas versiones nos hacen dudar de una historia fiable, lo cierto es que la costumbre fue progresando y cada año aumentaba el consumo de caramelos, hasta que a uno se le ocurrió imprimir los versos en los papelitos de cada caramelo. Y así nació una dulce tradición extendida a todos los pueblos de la Comunidad Murciana y algunos limítrofes.
En aquellas lastimeras cuaresmas, donde se proscribían hasta los juegos y las imágenes religiosas se cubrían con paños oscuros, especialmente morados, el anatema pendía sobre nuestras cabezas dispuesto a ejercer ante cualquier rasgo de libertinaje.
Con este penoso panorama, se expandían por los aires de la plaza del Mesoncico ceheginero las deliciosas esencias de las pastillas de caramelo que elaboraba la cercana confitería. El anís y la menta, se mezclaban con la fresa y la vainilla, la naranja y el limón, creándose una mixtura de sabores que duraba toda la cuaresma, aliviando de alguna manera aquellos días preñados de abstinencia y expiación.
También se producían bromas pesadas de algunos, que encargaban al confitero caramelos mezclados con aceite de linaza y otros revulsivos que ocasionaban escatológicos efectos laxantes, antiespasmódicos y carminativos. 


En unos envoltorios se aludía con ingeniosas cuartetas a la pasión de Cristo: Mañana de Viernes Santo, / pastillas y caramelos / reparten los nazarenos, / al tiempo que van andando..., otro decía así: Si no quieres que muera como murió el señor, / dime que sí ahora mismo o también moriré yo... En algunos otros la ironía del pueblo se ponía de manifiesto y los mozos escogían simpáticos versos donde declaraban su amor a las zagalas, como aquel que rezaba de esta suerte: Tu madre te está criando como una espiga de trigo / y yo te estoy esperando para casarme contigo.
Y los corteses envoltorios timbrados con ripiosas letrillas protagonizaban el obsequio a la moza de nuestros sueños, o la tradicional bolsa de caramelos a los abuelitos, cuando no al zagalico pidión: «Nazareno, ¿me das un caramelico…?»
Luego los zagales se cuidaban de recolectar aquellos atractivos papeles de caramelo para coleccionar y usar como moneda de pago en las apuestas infantiles del juego de las chapas.
He aquí una cuarteta graciosa, contada por mi amigo Miguel: “Eres mi vida y muerte / para tu boca, niña, nací  / y en tus labios... ¡dulce suerte! / muriendo estoy por ti”
Pero no crean, hay un montón recopilados que guardan pícaros versos casi siempre procedentes de bucólicas costumbres. Por ejemplo esta otra: "No vayas al Escobar en burra, / porque me apuesto un cigarro, que si ha llovido y hay barro / no llegas tú, ni la burra." Y aún hay más: Si tu suegra es muy rabiosa / y la quieres camelar, / con una pastilla de éstas / pronto lo conseguirás.” Otra más: En tu vida te enamores / de mozo que no ha rondao; / que el no ronda de mozo, / ronda después de casao. O esta: Yo no sé cavar ni arar, / ni tampoco coger yerba; / cásate, Juana, conmigo, / verás que gandul te llevas. Y anda que la siguiente: Si este año mi Maruja / en la procesión no va, / no es que no sea penitenta: / es que la tengo  pillá.  Y esta tan dulzona: Quisiera que me chupases / porque eres muy rebonica / Y yo me iré deshaciendo / metidico en tu boquica.Y siguen las cuartetas: La rubia de mis amores / no deja darme achares. / La endulzaré con pastillas / a ver si alivia mis males.”…Y es que no se acaban: Cuando me dieron la nueva / de que tú no me querías,/ a la mar no me tiré / porque estaba el agua fría”.

Guapa nazarenica ofrece caramelos.

Y ya para remate, porque si no sería interminable el catálogo, recuerdo con cariño y añoranza un entrañable verso, que ignoro el autor pero que decía algo así: «Chúpame con deleite que soy de ca’motolite»…


sábado, 28 de marzo de 2015

El Mesoncico -III-




HISTORIAS DE LA “REPÚBLICA” DEL MESONCICO -III-

Placa en la fachada de don Octavio.

La ‘república’ del Mesoncico de Cehegín, no por placentera carece de fantasías, fue una Arcadia delirante donde bullían a diario pintorescos ‘Max Estrellas’. Entre ellos, como no podía ser menos, también solía merodear algún que otro mangante. La fauna era muy variada: gorristas, pillastres..., que si un pelma por aquí, un petardista por allá, simpáticos cuentistas, y como es natural generosos personajes campechanos de buena ley ...
Aunque hay que advertir que pese a la actual ‘alta calidad de vida’, estos sujetos siguen vigentes en nuestra sociedad de consumo, eso sí, seguramente menos pintorescos.

Reinauguración de la taberna "El Mesoncico"-años 80-

Recuerdo a Lorenzo el Majito, un famélico cantaor que presumía de su pertenencia a la compañía de Juanito Valderrama, evocando lances de otras épocas, hasta que algún 'pagano' no le quedaba más opción que ofrecerle una 'convidá' a cambio de una desafinada taranta o una estentórea soleá. También medraban sopistas graciosos, como Juanico el Sieteaños, antiguo plañidero de los entierros, rezador de la tradicional oración en el Puente de los Muertos y ‘proveedor de sillas’ del Sto. Cristo; me pedía casi todos los días un durico para vino, (así de claro). Un amigo me riñó: - "¿Cómo le das a este pájaro sabiendo que es para beber...?" – el dicharachero borrachín le replicó irónico: —"Si le parece a usted puedo comprar la finca del Carrascalejo..."–
Igualmente paseaba a menudo por la ‘república’ en busca de un socorrido marlboro, Mª Paz Peñafiel, según ella hija de un aristócrata ido a menos, se definía la oveja negra de su noble estirpe y contaba que su familia le apodó Lady Godiva por su odio a los recaudadores de impuestos. Contaba enfática que conoció a Dani el Rojo en el Mayo francés; confesaba su debilidad por el café y por el whisky: -"A mí me van a enseñar ahora los médicos que es beneficioso para el corazón..."- me camelaba, prometiendo enseñarme a hablar el ‘Esperanto’, -“…cuyos estudios realicé en la Sorbona.”- decía. Cobraba 25.000 Ptas. de pensión por estar apuntada sólo un día al Retiro Obrero: -“...suerte que tiene una...”- fumaba rubio, mientras le duraba la paga y luego recurría a los Celtas Cortos.

"El tío Juanico"
Y anda que Pedro Trámpalas, viajante jubilado, vendedor de ornamentos sagrados. Aseguraba que sus pies no eran iguales: uno, el bueno, calzaba el 30 y el otro el 48. Y presumía: -“Fíjate si tengo fuerza en mi pie 'malo', que si chuto a ese balón… -y señalaba a unos críos que jugaban al fútbol- “…llega a la torre de la Concepción”. Aseguraba que el mejor equipo de fútbol era el Atlético Bilbao: Iriondo; Venancio; Zarra; Panizo; y el mejor extremo izquierdo español: Piru Gainza…. Vivía en una covachuela de 20 m2., y confesaba con cierto misterio que fue una antigua logia masónica; pretendía venderla por 5.000 Ptas., sin muebles, sólo un jergón sobre seis cajas de fruta a guiso de somier y un retrete sin desagüe, incrustado en un antiguo pozo ciego… Se definía anarquista en el sentido literal de la palabra. No le gustaban las normas, aseguraba que gozaríamos de un mundo mejor sin ellas, pondría en cada pueblo carteles con el siguiente texto: “Prohibido prohibir”. —“¡Pero eso ya es una norma!...”— le argüía yo… —“¡Qué va!, es un axioma, que no es igual”...— replicaba muy ‘enteraillo’. –“¡Antoñico, le quiero..!”—me congratulaba afablemente, dorándome la píldora. –“Ande y no me espete más y déme algún dulcecico aunque esté duro que yo tengo buenas muelas...”- Y así el muy granuja se iba tan contento, silbando viejos boleros y con muy buen oído, por cierto.

"El Alejo" y "El Gordo de la Pavica"
En fin, así se amontonan en el protocolo parte de los duendes de la ejemplar ‘república’ del Mesoncico, retahíla de comediantes que harían bailar de gusto la pluma de Valle Inclán... 
Y como no es el propósito fatigar y la nómina no se acaba, en otra oportunidad seguiremos recordándolos con la dulce melancolía de otra época.



jueves, 26 de marzo de 2015

El Cólera y el amor

LOS TIEMPOS DEL CÓLERA Y EL AMOR

(Cuentecillo de Antonio González Noguerol).

El cólera, había invadido toda la comarca y Cehegín, confiado en su aislamiento entre dos ríos como el Quípar y el Argos, continuaba su vida ordinaria. 
Las entradas a la ciudad estaban totalmente controladas y, previniendo, sólo se abrían las barreras desde el amanecer hasta el ocaso y en los vados de paso de los ríos se estableció una especie de frontera donde los visitantes debían sumergir sus monedas en unos recipientes que contenían agua con vinagre y otros ácidos para desinfectarlas en precaución de un posible contagio.
Los comercios y tiendas abiertas, los clérigos en la iglesia y los ciudadanos en sus labores, todos ignorantes de lo que estaba por llegar.
Estamos en 1830 y un jinete se acerca por Las Caballerías, lugar que fue cría de corceles para la guardia del rey don Alfonso el Sabio. El cuadrúpedo, inexplicablemente, tropieza en uno de altozanos de la acequia de la Vega y el caballero se desploma en un ribazo, herido en la frente. Una bella moza que lava ropa en uno de los lavaderos de la acequia se acerca alarmada y observa al joven caballero herido…, es un hombre atractivo, en su vaina luce espadín ropero y viste ropa elegante y capa, su chambergo de ala ancha, pasado de moda, rueda por el suelo debido al viento cartagenero que sopla inclemente.
Muestra un aspecto extraño y taciturno, excesivamente sudoroso y macilento, además emana un hedor característico, síntoma de un estado febril, la joven lo achaca a la prisa excesiva en el galope y al calor propio del mes de mayo. La muchacha reclama ayuda a su hermano pequeño que le acompaña y lo llevan a una cercana cabaña en el huerto familiar a la orilla de río Argos.
Avisado el médico, con gran preocupación diagnostica: —“Estamos ante un nuevo caso de cólera-morbo… ¡hay que actuar con gran sigilo…!”— sin embargo la infausta plaga ya había hecho su aparición en Cehegín…, la junta local de emergencias estaba movilizada discretamente y al otro lado del río Argos, en la antigua ermita de San Sebastián, custodiada por militares, se instalaba un lazareto para cobijar a los posibles afectados, y cuyos auxilios eran gratuitos para los pobres y de pago para quienes tuvieran medios económicos.

Ruinas de la Ermita de S. Sebastián
La incomunicación con el exterior ha de ser absoluta: en la enfermería de la misma se encerrará un médico, un sangrador que hará de practicante, un cocinero y un sacerdote que procurará la asistencia espiritual.
El contagiado es trasladado rápidamente en un carro al lazareto, donde ya asisten a otros dos enfermos y aíslan también, de momento, al mozuelo y su hermana…, avisando a la familia para que no alarmen a la población.
La jovencita ayuda cordialmente al médico, siente cierta atracción hacia el joven caballero y lo cuida con sumo esmero. Y así corren los días hasta que el doctor aliviado, deja marchar a la muchacha y su hermano, ya libres de cualquier contagio.

Grabado de un lazareto.
Una vez en Cehegín, parece que todo discurre en la normalidad, pero el siniestro cólera se va apoderando de las calles, y la desvencijada ermita de san Sebastián se va llenando de nuevos contagiados…., incluso la bella zagala también ha contraído el mal y ha de volver al lazareto, lo cual le viene de perlas al infortunado gentilhombre…..
 Sólo la zona de la calle de la Fortuna, parece librarse milagrosamente de la epidemia…. —de ahí el nombre con que la bautizaron sus vecinos—….
Mientras, aquel desdichado caballero del espadín, sombrero de ala ancha y levita, está a punto de fallecer. Atravesaba los campos cehegineros hacia La Puebla de don Fadrique, en busca de su prometida para contraer matrimonio en la finca de sus suegros, -gente de alta alcurnia-, pero los ricos también son propensos al contagio de aquella proterva plaga. Al caballero sólo le quedó el consuelo de una cautivadora jovencita ceheginera que le socorrió en la orilla de una acequia y que junto a él, también sucumbió a la epidemia. El destino les deparó unir sus almas en esta suerte de desventura amatoria.

sábado, 21 de marzo de 2015

Silbando en la oscuridad

SILBANDO EN LA OSCURIDAD

Almendros en flor
La primavera alcanza su plenitud a finales de Abril, cuarto mes del calendario gregoriano. Los romanos dieron el nombre de abril, derivado de 'aperire' (“abrir”), probablemente porque es la estación en la que empiezan a abrirse los capullos. Como plasmó magistralmente el maestro Botticelli: "Céfiro insufla vida a Flora, quién se transforma en Primavera y esparce las flores sobre la tierra…"
Prima-vera (primera, prima/vere), la época más templada del año en el hemisferio norte y que corresponde, como es bien sabido, a los meses de marzo, abril, mayo: “Marzo ventoso, Abril lluvioso traen a Mayo florido y hermoso…”- canta el refranero y sigue: “…En abril aguas mil que cogen todas en un barril…”-.
A partir de abril los ruiseñores vuelven a Europa desde sus refugios de invierno en las regiones tropicales de África.
Los machos son los primeros en llegar y aventurarse explorando para su futuro hogar, en cuanto lo hacen, se ponen a buscar sitios para anidar en la espesura de los bosques y en los valles de los ríos. Las hembras los siguen aproximadamente una semana después.

Flores silvestres
La primavera es la estación en la que se manifiestan todos los colores en las plantas, y cuando todo el entorno adquiere su mayor hermosura y vigor, de tal modo que para sí quisieran muchos pintores disponer de tal luz y multiplicidad cromática. Y si no asómense amigos, un día de estos, al mirador del Paseo de la Concepción de Cehegín y contemplarán algo maravilloso: un ubérrimo océano florido, un mar nevado de arboledas; no en vano se cuenta que Zeus, en su viaje hacia la Atlántida en busca de los 'Confines del Mundo', seguramente al surcar el valle del río Canara, creyó sobrevolar los Campos Elíseos del archipiélago canario, y derramó unas gotas del frasco que guardaba para perfumar el Jardín de las Hespérides  y de ahí nació el ubérrimo valle de Canara.

Almendros en flor
En mayo las noches de Luna marcan el clímax del cortejo de los ruiseñores. Ya están delimitados los territorios, las hembras revolotean eligiendo la pareja. No es extraño que los cantos de los machos sean tan intensos: son armoniosas serenatas para atraer a las hembras que vuelan por el cielo. Ya recordé en otra entrada al franciscano Antonio Vidal, amigo de los pajaricos, siempre grabando sus cantos con su magnetófono en ristre.


Otras "primaveras" también se celebran por estas fechas. En España, una de las grandes celebraciones, como todos sabemos, es el Día del Libro, el 23 de abril, efemérides de la muerte de Miguel de Cervantes (1616). Ese mismo día se rememora en Inglaterra la fecha tradicional del nacimiento de William Shakespeare (1564) y la de su muerte (1616). Aunque parezca una extraordinaria señal de los astros, no existe tal coincidencia entre ambos fallecimientos, puesto que los ingleses no habían adoptado aún el calendario gregoriano por aquellos tiempos.


Igualmente se recuerdan 'primaveras' de otra índole, como por ejemplo la del año 1968, cuando así se bautizó a la de Praga que además de propagarse en esa estación, ocasionó grandes expectativas políticas, económicas y sociales para la Europa del Este, aunque luego “vino lo que vino…” –el palo y el tanque-.
No se desarrollaron tan cruentos, sin embargo, los sucesos paralelos del esperanzador Mayo Francés contra la tecnocracia degaullista, donde se puso de manifiesto el descontento de una nueva generación que afloraba en Europa en aquella primavera.
Y ya en el devenir de la Historia occidental, atravesamos otra primavera “la de los recortes”, con un futuro bastante incierto…, y para qué hablar de estos últimos meses, padeciendo la pertinaz y luctuosa pandemia. De cualquier forma, avistemos con esperanza este nuevo escenario de 2021 y las anheladas vacunas.

Antonio González Noguerol

miércoles, 18 de marzo de 2015

El pintor Pareja

EL PINTOR “PAREJA”

Francisco García Arévalo 

–¿UN ARTISTA DESCONOCIDO?-


En una ruinosa callejuela con nombre del Pintor Villacis, que desciende desde el Mesoncico por la estrecha escalinata junto a la capilla del Hospital de la Real Piedad y se prolonga hasta los Olmitos, en el mismísimo corazón del casco antiguo ceheginero, se encuentra la ya desvencijada casa natal del miniaturista García Arévalo, en cuya desconchada fachada una nostálgica lápida reza textualmente: -«Cehegín, a su hijo, el pintor miniaturista Francisco García Arévalo, *31-VIII.1873. +8-III-1937. Fiestas del año 1955  El mejor representante de la floración artística de Cehegín.

Calle Pintor Villacis. (Donde nació Gª Arévalo)

Nos referimos al pintor Francisco García Arévalo, -"el Pintor Pareja"-, como también se le conocía en el pueblo de Cehegín, por ser hijo de don Francisco García Pareja, alcalde durante la dictadura de Primo de Rivera. 

Foto del genial pintor "Pareja"

Estudió dibujo y pintura en Murcia en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde obtuvo una beca de la Diputación para seguir sus estudios en diversas escuelas como la de Bellas Artes de Valencia y San Fernando de Madrid y Roma.
Es paradójico que teniendo tan cerca el paisaje ocre ceheginero, saturado de cromatismos, Arévalo insistiera siempre en el retrato miniatura, dejando a un lado la naturaleza muerta. 

Foto del pintor recogida en una publicación 

En sus temporadas ceheginenses pintó un óleo de la Virgen de las Maravillas, que se encuentra en paradero desconocido, y en Cehegín se conservaban otros tres retratos al óleo (según dicen en casa de Rosita 'Pareja', la sobrina del pintor, ya fallecida y que fue esposa de Antonio de Hita).

Antigua foto de Rosita 'Pareja'.
Un mundo liliputiense, este microcosmos misterioso, donde el cuerpo se resiste a resumirse, cercenado como un busto, asomado al ventanal del ‘dije’ o del medallón descansando en sublime pecho femenino. Y es que el miniaturismo hace de la obra pictórica una singular permanencia de rostros o imágenes encadenadas alrededor del cuello. Seres queridos, devociones religiosas, incluso amores desdeñados, hacen de la miniatura algo que no es del todo ostentoso. No pertenece ni a la intimidad ni a la publicidad. El retrato-miniatura posee un sentido intimista mayor que el resto de la pintura. Algo capaz de permanecer al alcance de la mano como objeto de caricia.

Por eso la capacidad de García Arévalo llega a singulares extremos que parecen penetrar en lo mágico. Su pintura, realizada con pinceles de un pelo o como mucho dos, bordaba los rasgos en las delgadas láminas de marfil, (según cuentan, en épocas precarias, extraía este material de libritos de la primera comunión) con el riesgo de que una mosca traviesa se posara en la pintura aun fresca y le hiciera repetir la faena.
Como asevera un crítico de este minúsculo arte:La miniatura culminó en el siglo XVIII y se divulgó XIX, para ser derrotada por la fotografía. Delicados rostros de mujer que hoy contemplamos sin otro amor que encariñarnos con la obra de arte, en otros tiempos miradas llenas de nostalgia se posarían sobre el sutil esmalte del recuerdo. Muchas veces al contemplar una colección de miniaturas hemos pensado que cruzábamos estremecidos por un cementerio de almas.”
También pintó algunos lienzos que andan en paradero desconocido, sabemos de uno de la Virgen de las Maravillas y así mismo otro grande de sus dos hermanas abrazadas.


Pintura atribuida a Gcia. Arévalo.
 (foto Juan Fco. Fdez.) 

Estamos en 1913, año que Marcel Proust termina su célebre obra "En busca del tiempo perdido", está recién reinaugurado el Teatro de la Zarzuela, después del terrible incendio que lo arrasó, y la reina Victoria y la Infanta Isabel suelen visitar el estudio de García Arévalo en la calle Juan de Austria madrileña, y allí termina dos miniaturas de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia y otra del príncipe de Asturias Alfonso-Pío, plasmadas en sendos huesos de cereza. Estos retratos, junto al de Goya, viajan a Munich donde Arévalo obtiene un premio en la Exposición Universal de Bellas Artes, pero los tiempos son intranquilos estamos al borde de la I Guerra Mundial. Munich fue para el pintor, el arranque, la fama, aunque una fama miniaturizada, pero que él amó en su limitaciones. 

Retrato de Elvira de la Torre, sobre porcelana, del pintor miniaturista.
(Foto gentileza de Encarna Abellán)

Aquí presentamos una reseña del diario "El País", de aquellos años, donde testimonia el éxito de este pintor ceheginero en la corte madrileña:


Le gustaba trabajar en las horas de los noctámbulos, cuando los poetas y los músicos se inspiran en las musas de la noche, acompañado de humeante café cargado de genio, sacando chispa de luz en los colores reducidos a la mínima expresión. Fue el suyo un mundo menor, sin otra peripecia que la de servir al recuerdo.

Calle Pintor Villacis. (donde nació Gª. Pareja).

 ¿Pero quién recuerda hoy, a estas alturas, al "pintor Pareja"?, en este Cehegín ruidoso y amigo de algarabías nocturnas. ¿Cuántos cehegineros conocerán la discreta figura de este genial Francisco García Arévalo que murió a los sesenta y cuatro años, en 1937 en plena guerra civil, lejos de Cehegín...?

Calle del barrio de San Antonio, dedicada al pintor.

La única evocación, -además de la citada placa en su desvencijada casa natal-, fue hace bastantes años con su nombre a una sencilla calle en el nuevo barrio del Almarjal, adyacente al Instituto Vega del Argos.

Antonio González Noguerol
Nota: Fuentes consultadas en diversas publicaciones, fotos: A. González, archivo Fco.Ortega, y otras.

martes, 17 de marzo de 2015

Juan Miguel García Porcel -Un escritor olvidado-

JUAN MIGUEL GARCÍA PORCEL 

-UN ESCRITOR OLVIDADO-

Mármol recordando donde nació García Porcel

Es un deber de ceheginero intentar un estudio serio de la producción literaria de este hijo del pueblo, cuya obra no ha sido estudiada, ni menos aún valorada, sólo algunos retazos de su figura por eruditos como Francisco J. Hidalgo, Desiderio López o Abraham Ruiz ha contribuido a no olvidar a este comediógrafo. Para tal empresa son estas modestas líneas.
Juan Miguel García Porcel nace el día 3 de setiembre de 1884, justo enfrente de la casa de Jaspe, palacio de doña Pepa Massa y hoy sede del Ayuntamiento de Cehegín
Con una inclinación innata desde adolescente, Porcel siente una atracción por la escritura. En aquellas lluviosas tardes del invierno plomizo ceheginero, mientras desde su habitación oye el monótono canto de las gárgolas, desgrana sus románticos argumentos, soñando con el éxito. En esta época realiza sus primeros pinitos periodísticos dirigiendo el semanario independiente local “Cehegín” .
Estrena su primera pieza teatral en el mes de febrero de 1904: una obra titulada ‘Agencia de matrimonios’, representada por la compañía que dirige D. Francisco Molinero, juguete cómico-lírico en prosa y música de Mateo Joaquín Nogueras (a la sazón, ilustre director de nuestra laureada banda de música). En un folleto en el que constan todos estos datos, hay una dedicatoria a su madre con el siguiente texto: "A mi queridísima madre, al ofrecerle mi primera obra teatral: Luchando en el proceloso mar de la vida, llegué a ser un experto marino a los veinte años; sé que la amistad es la más ridícula de las mentiras; el amor de las mujeres el más fugaz de los amores y la felicidad mundana el más engañoso de los sueños... ¡Creo que ya sé bastante! Torpe sería en ofrecerla a una mujer o un amigo; sería tan estúpido en ofrecérsela por galantería como ellos por aceptarla por compromiso... Tómala tú, que a ti te la ofrezco con el corazón y sé que la recibes con el alma. Tu hijo: Juan Miguel". 
Un día decide marcharse en busca de su destino literario y en Madrid se encuentra con la bohemia de los Villaespesa, Martínez Sierra, y otros grandes escritores. Juan Miguel, con su puñado de poemas en el bolsillo se ha ido a la capital de España y con su obra teatral metida en la cabeza espera paciente que los laureles se acerquen a su puerta. Junto a Belda y Puche, también a Porcel y un grupo murciano aun no les ha llegado el hambre, pero la tienen muy cerca, sin una triste perra gorda para justificar las tardes de café con veladores de mármol y tertulia. Así giraba su peregrinaje literario por la capital de España nuestro joven Juan Miguel con sus correligionarios..., en lo más profundo del alma bohemia, como los protagonistas del célebre coro de Bohemios, suponemos que no sería fácil en aquellos tiempos perdidos del siglo XIX.

Tertulia en un café madrileño
García Porcel, publica artículos en periódicos de la capital tan importantes como El Imparcial, mientras escribe poesías y por fin, en 1908, esa primera obra de éxito que le entreabre las tenaces puertas teatrales:  “El más guapo”, un sainete de costumbres con música del maestro Aroca. Y después, su éxito más clamoroso y rotundo, estrena en el Teatro Romea de Madrid la noche del 28 de octubre de 1908 "De corazón a corazón", y el 5 de febrero de 1910, "Una solución". 


Porcel no olvida su tierra y escribe un poema “A la Virgen de las Maravillas” en cuyo camarín se había casado con la bella señorita ceheginera María Josefa de la Torre el día 25 de octubre de 1911. (Que fue publicado en la revista de Fiestas Patronales de 1955),  cuyo fragmento ofrecemos: ... y Cehegín te venera, / Virgen de las Maravillas; / cayó a tus pies de rodillas / y en silencio te adoró. / 
Por ti ves mi fantasía / cuajarse en luz de brillantes / e irisar los deslumbrantes / rayos de su pedrería. / ¡Quién tuviera una Corona / para ofrendarte en tu Convento!...


En el año 1914, la noche del 3 de octubre y en el Teatro Álvarez Quintero, estrena "De cara al Sol". 
A propósito de esta comedia, en la publicación de 1914 "La Voz del Pueblo", que dirigía Mariano Herráiz aparece esta crónica: Cehegín, 8 de noviembre de 1914 - El pasado sábado;  se celebró en los elegantes salones del Casino de este pueblo, el homenaje en honor de nuestro amigo Juan Miguel García Porcel, por su reciente triunfo en  Madrid, de su nueva comedia "De Cara al Sol". Ocupó la presidencia el festejado, teniendo a su derecha al ex-alcalde y jefe del partido liberal d. José de Béjar, junto al Excmo. Sr. Conde de Campillos, senador por Albacete, y a su izquierda don Miguel Mas de Béjar, y el presidente del Casino, don Cristóbal Palud Soriano. Entre los numerosos comensales, se encontraban: los señores, Juez Municipal, Primer teniente de alcalde, don José Clemente, los médicos locales, Sres. Bernal y López Salazar, y entre otros los Sres. Cruz; Vélez; Durán; Robles; Zafra; González; Herráiz; Matamala; García Pareja; García Arévalo; Lorencio y Martínez Rodríguez. 
El banquete servido por la cocina del Casino, fue de gran calidad... a los brindis, usó la palabra don José de Béjar, que ofreció el banquete al joven comediógrafo en nombre de los asistentes, y don Cristóbal Palud, que abogó por los nuevos éxitos del festejado, quien dio las gracias con unas cuartillas, de las cuales extractamos estos versos: Por los amigos queridos, voy mi copa a levantar / que es deber de agradecido la gratitud demostrar... / es tanta mi emoción que, al ir a elevar la copa, presumo y no sin razón, / que no expresará mi boca lo que siente el corazón... /....  -y remata con este verso-: ... Que es tal mi agradecimiento y tal mi noble alegría / que no encuentro un pensamiento que defina / este gran momento de la vida mía.... / .... Para que pudierais ver con cuánto amor / y lealtad he colocado yo en él, / a quien quiso enaltecer, / ¡mi nombre con su amistad!... Al terminar el sr. Porcel su intervención, fue muy aplaudido deseando nuevos triunfos, como el "De Cara al Sol". Los laureles de la fama se encaminen a enaltecer a Cehegín, trabajando por su prosperidad...  firmado: Ansorio.  
Como narra Alemán Sainz en su “Libro de Cehegín: «Hay autores afortunados que mueren con su obra culminada y otros que les traiciona el destino y la esperanza queda seccionada a mitad del capítulo». Y eso le ocurrió a Juan Miguel García Porcel, iba y venía a Madrid, con placenteras temporadas en el hogar familiar, buscando en las raíces sus poemas y su teatro. Un día llega la maldita tos, y los médicos le aconsejan vida reposada y buenos alimentos. Meses después ya no puede más y la funesta expectoración le obliga a volver a Cehegín con su tuberculosis metida en el pecho a punto de caramelo para el luto. Muere el 13 de agosto de 1920.
¿Cuántos personajes perdieron a su autor aquel nefasto día, mientras Valle-Inclán publicaba ‘Luces de Bohemia’, e inauguraba un nuevo género teatral “El EsperpentoY por si contribuye a profundizar en el alma y en las predilecciones poéticas de Juan Miguel añadamos que con su máquina copió dos poesías (conservadas en el mismo archivo familiar del que hemos extraído la documentación precedente): una de Ricardo León, titulada ¡Silencio! Y otra de Menéndez Pidal, titulada Lux Eterna.
Otras  composiciones  del  García Porcel (Con el seudónimo de Félix de Montemar) "El romance" (soneto), Programa de Fiestas 1958.  "La elegía" (soneto). 
Y siempre el recuerdo a la Madre, como este retazo que, para no alargarnos mucho comienza así:  CARTA DE UN SOLDADO.
(Campamento de Taxdir. Madre del alma querida):
¡Cuánto te habré hecho sufrir con esta mi mano herida 
por no poderte escribir!
Pues ya te dijo Vicente / (que para mi es un hermano)
que al perseguir a esa gente, 
vino una bala indecente / 
y me atravesó la mano.
La herida no ha sido nada... / 
Ya apenas me queda huella....
Ya ves, madre idolatrada, que ¡aunque la llevo vendada
te puedo escribir con ella!  Y aunque hubiera sido más, 
por la Patria no se siente...
¡Madre, qué ufana estarás cuando te digan, quizás, 
que tu hijo es un valiente...!
Y termina de esta emocionante forma:
¡Que lloren en todo caso, /  las madres de los traidores!
¡Adiós, mi madre!... Ahí va eso...  ¿Qué es eso?... - Cosa no extraña: un beso para mi maña; /  para ti, madre, otro beso, 
y otro beso ¡para España!...”
García Porcel dejó a medio engalanar otra poesía de la que apenas esbozó la primera estrofa. Y para no variar va dirigida “A MI MADRE” (que aunque sólo fuera por esto, vale la pena recordarla, incluso no está ni acabada, ni menos aún corregida): De los ratos aquellos que en tu regazo / Jugabas con las trenzas de mis cabellos / Aún el calor me resta de tus abrazos /  Aún la luz de tus ojos castos y bellos / Y aquellas oraciones que te….”
De aquel joven escritor sólo queda una placa de mármol frente a la casa de Jaspe de la calle López Chicheri, que dice: «Cehegín, a su hijo, el inspirado poeta, comediógrafo y periodista Juan Miguel García Porcel que nació en esta casa el *3 de setiembre de 1884.  +13 de agosto de 1920. (Fiestas de 1955).»
Y el reconocimiento del pueblo de Cehegín dedicándole una cortita y sencilla calle en el barrio de San Antonio, que desemboca en la de otro escritor y poeta local: Jesús Hernández, (de quien escribiremos en otra ocasión).

Calle del escritor -foto del autor-

Sus restos, reposan en el Cementerio de Cehegín, en una sencilla tumba, como él siempre deseó, junto a las de otros amigos cehegineros:

Lápida del poeta -foto del autor-

(Algunos datos, fotos y trabajos recogidos de diversas publicaciones.)




domingo, 8 de marzo de 2015

El Alpargatero soñador

El Alpargatero soñador. (Cuentecillo)


Escultura del Alpargatero (Plaza del Alpargatero. Cehegin)

Desde niño ya era un soñador. Se había criado entre los desportillados rincones de las callejas y plazuelas descorazonadas del Puntarrón donde sorprendentes coros de alpargateros cantaban rancheras y tangos, mientras hincaban con denuedo la ‘almará’ en la suela de cáñamo. Entrañables melodías, a la sazón, popularizadas por las voces de Gardel y Negrete que rivalizaban con los zarzueleros Marcos Redondo o Pedro Terol. 
Lo que más seducía de aquel ambiente al jovenzuelo eran los olores, perfumes emanados de la mirífica labor del cáñamo. Acaso por ello, esos efluvios, aún no considerados perniciosos, le transportaban a otros lugares más atractivos que aquellas esquinas esquilmadas de las calles del “Pozo” o el despeñadero de la cuesta de “Martín de Ambel”.
Cuando apenas levantaba cinco palmos del suelo, como un zapaterillo prodigioso, ya solía echarle los “clavos” a las dos docenas de suelas que su padre cosía a diario para la empresa Peñalver, -una de las industrias más pujantes entonces-, empeño encomiable, porque no todo el mundo era capaz de semejante hombrada: ¡Nada menos que dos docenas…!
Con el tiempo aquellos pocos palmos de alzada se convirtieron en siete pies de mozarrón que le propició, no solo convertirse en un experto artesano alpargatero, sino también en excelente portero de fútbol de aquel Cehegín C.F. de los años 30.
Pese a su popularidad como ídolo futbolero y ante la decadencia alpargatera, hubo de emigrar como tantos otros en busca de horizontes más prometedores paseando por las tierras del Maresme su aroma cañamero.
En los años setenta, Cehegín ya no era una selva decadente, gozábamos de nuevo de la prosperidad de los viejos pueblos de la frontera andalusí. Como un abuelo con su primer nieto, así encontró aquel cosedor de suelas a su querido y remozado pueblo. Y allí comenzó a gozar de su condición de pensionista, retomando su antigua vocación: esta vez, en actitud más pasiva como espectador de fútbol. En cambio sacó su antañón banco de madera de carrasca, su almará y su chamarí y reanudó la labor suspendida tantos años atrás, convirtiéndose en “El Último Alpargatero” lo que le valió el reconocimiento del ministro de Cultura De la Cierva, en aquellos años de visita por Cehegín. 


Y aquí la “madre del cordero”: años después de aquellas fotos sobresalió una muy especial, pues vino a convertirse en el modelo para una extraordinaria fuente que se proyectaba para la plaza de las Fuerzas Armadas. (Aunque otros afirman que el modelo fue Narciso, o Lázaro, dos veteranos 'apargateros'). 
La efigie fue colocada en "la Frontera" como se le decia al inicio de la Gran Via, aquella encrucijada de calles y avenidas y lugar de encuentro para los ceheginenses del siglo XXI.


Hoy, felizmente convertida en la plaza del Alpargatero, homenaje a todos los afanosos productores de aquella floreciente industria que convirtió en los años anteriores a la guerra civil en uno de los pueblos más dinámicos de la región.
En la madrugada del 13 de setiembre último, cuando empezaban a preparar las estructuras y los enormes cohetes para la gran parada músico-luminosa de fin de fiestas, unos festeros chispados cuentan que vieron traslucirse una figura encorvada que andaba desorientada por las calles adyacentes a la Gran vía, decían que se parecía extraordinariamente al alpargatero de la Fuente, lo siguieron y parece que se introdujo en un portal en cuyo bajo comercial se exhibía un antiguo banco de coser suelas de cáñamo. Pero lo más sorprendente fue cuando regresando hacia la Gran Vía escucharon a unos empleados de la limpieza que alarmados comentaban que había desaparecido de la fuente la figura del alpargatero.
Uno de aquellos trasnochadores parranderos comentó: “Recuerdo a ese alpargatero, le apodaban “El Suelas” y cuentan que fue un gran portero del Cehegín C.F. Por cierto, ¿sabéis que le daban pánico los castillos de fuegos artificiales…?”

Antonio González Noguerol