Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

miércoles, 27 de mayo de 2015

Juan de Gea, "El Corredor"

JUAN DE GEA “EL CORREDOR”

FLORES Y NARANJOS 1928 - Cehegín
de MANUEL GUERRERO TORRES
Vínose en algarada un rey muslín; / tala la vega y a la villa avanza,
y a maldición, y a muerte y a venganza, / tocaron las campanas de Cehegín.
Y fué este toque un toque de clarin; / Caravaca a los moros se abalanza,
y en la morisma rompe con su lanza / Egea el ceheginero paladín.
Y sonaron de nuevo las campanas, / dando paz a las gentes comarcanas;
la vega floreció tras la victoria / y aún pródiga repleta las paneras:
y desde entonces, solamente a gloria / repican las campanas cehegineras.

Placa antigua de la calle Juan de Gea.
Juan de Xea “El Corredor”, ―según narra nuestro legendario historiador Martín de Ambel, en el capítulo veinticuatro de su glorioso manuscrito―, fue un vecino de Cehegín, lancero de las ‘Caballerías Cehegineras’, a las órdenes de los acreditados ‘Cincuenta Caballeros’ del rey sabio, don Alfonso X.

Alegoría de las huestes de Alfonso X.
Hay un viejo romance local que comienza de esta forma: «Por el valle de Burete / un pastor deja el rebaño / por el río Quípar cruza / por el Quípar ya ha cruzado; por las calles de Cehegín / altas voces llegan dando: / “¡Alarma, Alarma, vecinos; / alarma, alarma cristianos!, / que por el Campo de Coy ya están los moros entrando…» Esta copla se refiere al engaño que ocasionó Juan de Gea a una partida de moros con cautivos cristianos, camino de sus territorios andalusíes
La leyenda sobre el tal “Corredor”, es, como veremos, una historia de moros y cristianos. Los musulmanes habían llegado desde los Vélez, ―el ‘Rubio’ y el ‘Blanco’―, hasta las proximidades de Cehegín, saqueando caseríos y robando el ganado, además de capturar, para la cautividad, gran número de granjeros y labradores cehegineros.
Alarmada la tropa local, habían enviado emisarios a Moratalla y Caravaca para que salieran al paso del enemigo uniéndose a los “Cincuenta del rey sabio”. 
Cuando llegaron al paraje de la 'Hoya de don Gil'  (Sierra de Burete), “Juan el Corredor”, -así apodado por sus aptitudes atléticas-, abandonó la hueste, y dando la sensación que huía y poniendo a prueba su corazón, remontó la conocida ‘Cuesta del Reventón’ hasta la cima -como si compitiese en una fatigosa carrera de montaña- y desde allí divisó la tropa mora que persistía en sus rapacerías.
‘El Corredor’ encomendándose a su patrona la Virgen de la Peña, y astutamente camuflado por la pinada, se aproximó a la morisma dando grandes voces llamando a la caballería de Cehegín: ¡A mí, caballeros de don Alfonso!»- y a la de sus vecinos de Caravaca y Moratalla: -«¡Adelante valientes guerreros...!»- A todos los convocaba de inmediato, como si realmente aguardasen detrás de la colina cercana, indicándoles que el enemigo estaba allí. Alarmaba a viva voz, sin pausa el Corredor, como si anduviesen a su lado: «¡¡Apresuraros, acelerad el paso..!!», cuando en realidad no sabía ni por donde vendrían. Y en un alarde de astucia y arrojo se lanzó, como si estuviese respaldado por la mesnada, gritando contra los invasores: «¡¡A por ellos…, que son pocos…!!». 
Fue tan realista la comedia, que, contrario a toda lógica, los moros ni se cercioraron, sólo huyendo desatinados dejaron allí el ganado y los cautivos, los cuales se desataron las ligaduras como pudieron con dientes y piedras afiladas y se dispersaron por los bosques en retirada hacia Cehegín. 
Los sarracenos, agrupados de nuevo, sospecharon que algo raro había sucedido y volvieron sobre sus pasos, pero lo que fue simulacro ahora era realidad, y el alboroto de cabalgaduras anunció la llegada de gran tropel de armas de la comarca, que enfrentándose en dura refriega consiguieron derrotar a la morisma.
Así Juan de Gea, conocido como “El Corredor”, cumplió como Ulises ‘El Astuto’. 

Nuevo Jardín de El Coso.
En recuerdo de este avispado y valeroso vecino, Cehegín le recordó durante siglos con una sencilla calle ubicada en el amasijo de recónditas callejas, junto al recién rehabilitado solar de El Coso, donde se podría reservar cualquier humilde rincón en memoria de este arrojado ceheginero.

Fuentes: Tradición oral, Martín de Ambel, Alemán Sainz y otros archivos.

martes, 26 de mayo de 2015

El viejo castillo de Cehegín.

EL CASTILLO  DE CEHEGÍN.


Vamos a hacer abstracción de la prehistoria, y a comenzar con noticias que se escribieron hace más de cinco siglos sobre los orígenes de Cehegín que figura como villa antigua en el reino de Murcia, situada en la ribera del río de Canara y es discutida que fue poblada por griegos, antes del nacimiento de Jesucristo, cuando una gran flota de navíos arribaron a las costas del Mediterráneo y de la actual Cartagena pasaron a Argos, en la ribera del citado río de Canara.
Los griegos que confraternizaron con los iberos nativos a los que, diríamos, civilizaron, reciben la invasión de los cartagineses y. tres siglos antes del cristianismo la invasión de los romanos.
Con la llegada del cristianismo se realizan conversiones al paso de los Varones Apostólicos y sus discípulos, especialmente San Segundo y San Eufrasio. El año 306 sufrieron martirio en Argos durante la persecución de Diocleciano, San Restituto y San Crispido que sembraron con su sangre la semilla cristiana.
Tras esto tenemos la invasión de los visigodos, que se asentarían en Begastri, y luego a la postre la penetración del Islam.

Cehegín árabe foto virtual

De las ciudades que se incluyen en el pacto entre el conde Teodomiro y el jeque Abdelaziz se encuentra Begastri, ciudad antiquísima muy próxima a la actual Cehegín. Estos hechos los podemos situar en el 713. Años después se produce la llegada de la tribu magrebí de los Sinhagies, Zinhagies o Cehegies, durante el mandato de Almanzor sobre el 950, y aquí es donde podemos aventurar que Cehegín poseía una fortaleza árabe, ya consolidada, que vigilaba desde lo más alto de la ciudad el entorno que bañan los ríos Argos y Quípar (alguien la bautizó como la 'Nueva Babilonia Entre Ríos'), ocupada por esas tribus llegadas de la zona andalusí, y que poco a poco se fue repoblando con las gentes emigradas de la vieja Begastri que aceptaron convivir con los musulmanes.

Begastri (foto virtual).

Siguiendo su costumbre, los moros no se mezclaban con la población conquistada, en este caso Begastri, y se instalaron en el cerro cercano, (Cehegín), donde vigilaban la ciudad ya dominada. Allí convivieron bastantes años las Tres Culturas (Judíos, Cristianos y Musulmanes).

Castillo virtual Cehegín.

Es a partir del siglo XIII cuando Cehegín es reconquistado por los cristianos y se instala la orden del Temple para desaparecer en 1310 y entonces otras órdenes, sobre todo la de Santiago, aprovechan las circunstancias para hacerse con el poder en estas tierras. 
Este castillo, poseía numerosas habitaciones, salas y habitáculos con chimeneas: sala de armas, y varias torres, como la del Alhorí, la del Mirador, la torre Mocha, la del Homenaje, la torre Ciega y la de la Garita.También contaba el castillo con un gran aljibe para recoger las aguas del cielo y suministrar a los vecinos de la fortaleza. Y varias bodegas donde guardar vinos y otros alimentos. Varios dormitorios con chimenea. En la parte baja, se situaban las caballerizas, pesebreras y otras bodegas. Y encima los pajares. En una barbacana, estaban los corrales donde se criaban gallinas ponedoras, pollos y conejos.


Sin duda el castillo era inexpugnable por la parte norte, donde estaba situado el Pozo y el Alcázar. Y por la puerta principal de la plaza Vieja, guardada por dos grandes torres y un extraño foso con puente levadizo, el cual en el tiempo que el Reino de Granada estuvo en poder de los sarracenos, todos los días antes de ponerse el sol se levantaba, y hasta el amanecer no se bajaba.

Antigua Puerta de la Villa.

La única zona accesible era desde el ‘Partidor de Abajo’ —los llamados “Caños del Partidor”— subiendo hasta las “Eras Altas” (cerca de la Ermita de Concepción). —lo cual indica que aun no existía la cuesta del Parador.
Así mismo, en la torre llamada del Pozo, se ubicaba una casa fuerte, donde labraron un pozo, que con notable secreto por debajo de tierra, siempre estaba lleno de agua azucarada abastecida por el Río de Canara (Argos), sin peligro de poder ser descubierta por los enemigos. Y para que los vecinos de la Villa pudiesen coger el agua del pozo con seguridad, tiraron dos fachadas de fuerte muralla (faldones), dejando entre medias una callecita o estrada encubierta, hasta llegar a una escala de piedra espaciosa y fuerte, por donde con seguridad bajaban a coger el agua.

Torre del Ladrón de Aguas.

Todas estas obras son labores de griegos, de donde conjeturamos que esta villa fue presidio y plaza fuerte y aun defensa de aquellas dos belicosas naciones, cartagineses y romanos, cuando fueron ocupadas las Españas.
Transcurridos bastantes años e iniciado el siglo XVIII surgirá un paulatino abandono de aquel hermoso castillo-fortaleza que dio lugar a un notable deterioro, favoreciendo ya a principios del siglo XX el habitáculo para algunos particulares de la ciudad a la vez que un centro docente.
El rápido aumento de población deja pequeña la antigua plaza de abastos existente en los soportales de la Plaza Constitucional, convertidos en carnicerías, pescaderías y otros puestos donde se realizaba el mercado semanal, y se engendra la idea de demoler el Castillo para ampliar el mercado de abastos.
Allí asentaron sus pequeños y humildes negocios innumerables comerciantes:  Elena la Toneja; la barbería de Joaquín el Manías; el bar La Tapa; Una modistilla; La Panadería de Antonio Noguerol; El Gato Negro (Bar); La casa de José el de la Pinisa; El Lavao (primero barbería y luego Comercio de empanadillas y magdalenas); Ana Inés Zapata(salazones); El Amado carnicero; Pepe el Fresco; El Toneja; La Menchas; Taberna del Barras; la casa de la Gaspala; Juana la Menea; Santos Gómez y tantos otros que están cobijados en el arca del olvido.

Restos Castillo.

El desmantelado castillo tenía su entrada frente al actual portalón de la iglesia parroquial, formada por unos anchos escalones cuesta arriba, presididos por un arco bellamente ornamentado.  Fue lo último que se mantuvo en pie pero incomprensiblemente destruido. Todos aquellos restos fueron inhumados en la cimentación de una nueva vía: la conocida calle Camino Verde, que comunicaría el Casco Antiguo con el Barrio de las Maravillas, atravesando la flamante Gran Vía.


Puerta principal del Castillo (Pintura).

Imaginémonos si aquel emblemático pórtico se hubiese entronizado, como reliquia, en el centro de la plaza del Castillo —pero así son las cosas de nuestra villa—.
Lo cierto es que son tantos los vestigios de esta zona ceheginense y tantas las incógnitas, que dan para una apasionante investigación aun pendiente a estas alturas.

FUENTES: Algunas fotos del archivo de Fco. Ortega, datos de diversas publicaciones, y otros de los historiadores Abraham Ruiz, Salvador Martínez y Archivo Municipal.

jueves, 21 de mayo de 2015

La 'Certera' Edad

La “Certera” Edad.

“La vejez tiene dos ventajas: dejan de dolerte las muelas
 y se dejan de escuchar las tonterías que se dicen alrededor.”

George Bernard Shaw.

Se considera personas “mayores” a los que alcanzan más de sesenta años. Esta edad parece “joven” en nuestro mundo desarrollado donde la mayoría de las personas que supera esa barrera goza de una salud estimable y una apreciable calidad de vida, aparte de continuar en activo en sus correspondientes quehaceres.

Jubilados en el Casino.
No obstante, al igual que en nuestra patria hace medio siglo, esa edad es sinónimo de ancianidad en los países en vías de desarrollo, donde infortunadamente no disponen de todas las ventajas que les conduciría a una vejez saludable —alimentación, sanidad, educación, libertad, trabajo estable..etc...-

Rondalla del Club del Pensionista.
Sin embargo no es menos conocida la situación de muchos mayores dependientes que, por desgracia, necesitan los cuidados de terceros. Así, cada día se demandan más Servicios Sociales, Centros de Día, Residencias geriátricas, Ley de Dependencia, etc.

Ancianos en las actividades del Centro de Día.
En Europa ya está desfasado el paradigma según el cual la vejez es inevitable sinónimo de enfermedad, dependencia o falta de productividad y salvo excepciones ya no existe esa lacra de discapacidad en la longevidad y es corriente observar personas con edades superiores a la de la jubilación, disfrutando de una actividad que no tiene nada que envidiar a otros más jóvenes, sea en el aspecto físico como intelectual.
De hecho, es bien conocido que numerosos “prejubilados” al finalizar oficialmente su vida laboral, continúan otras actividades “aparcadas” para cuando llegara este momento o inician un nuevo trabajo para intentar reforzar su pensión, en algunos casos bastante paupérrima, como por ejemplo la de los autónomos que casi les obliga a proseguir con su profesión habitual.
Es corriente incluso, dejarse aconsejar y escuchar sus opiniones sosegadas respecto a los más variopintos temas de actualidad. La práctica acumulada a lo largo de su existencia les autoriza para determinar actuaciones que necesitan de un sensato discernimiento. No en vano se dice que “la experiencia es la madre de la ciencia”. 
La historia nos recuerda que siempre se ha recurrido a los “Consejos de Ancianos” para resolver cualquier laudo. De ahí esa ingeniosa frase de “La Certera Edad”.
 En numerosas culturas se ha considerado al viejo como alguien que “aun tiene mucho que dar”. El dicho popular es explícito al respecto: “Del viejo, el consejo…”.
Especialmente en la sociedad primitiva, y en todas aquellas que se asentaban en un conocimiento telúrico de la realidad, los mayores han gozado de un estatus de prestigio. Constituían el estamento privilegiado por antonomasia, cuya “sabiduría de la experiencia” era un valor absoluto para la educación y la formación —por no decir “el espejo”— de los jóvenes.

Café-tertulia en el Casino.
Cuánto ganarían algunos si atendiesen a estos curtidos jubilados, sus fracasos y sus éxitos servirían de referente para tomar muchas decisiones y que, por empecinamiento y un cierto tufillo pedante, a sabiendas que son sabias recomendaciones, relegan en el armario del olvido. Y así les va. 
 Se puede afirmar que hay “viejos jóvenes” y “jóvenes ancianos”, es cierto que la juventud y la alegría de vivir se aloja en el corazón, pero también en el cerebro. Sin duda que todo proviene cuando se disfruta de una óptima salud.
Para conseguirlo hemos de cultivar nuestro cuerpo en una vida sana y una mente optimista, teniendo siempre en cuenta que la vejez acude cuando ya no sentimos curiosidad por nada. Sobran ejemplos, ahí tenemos grandes personajes rozando la centuria que estuvieron en activo prácticamente hasta su defunción: escritores como Ernesto Sábato, Miguel Delibes o Francisco Ayala, paradigma de longevidad, fallecido no hace mucho con 103 años; gentes del cine como Billy Wilder y Paul Newman o los músicos Joaquín Rodrigo y György Ligeti ..., y tantos otros.

Ancianos en la "República del Mesoncico".
Finalmente, deberíamos aprender a dignificar a nuestros mayores en sus días postreros, las nuevas generaciones han de saber que estamos obligados a ello, se lo debemos, ellos, con aquellos recios soles a cuestas, forjaron en su momento el bienestar que hoy gozamos.



miércoles, 20 de mayo de 2015

PUENTES DEL PADRE PECADOR Y BARRANCO DE BURETE.IV

PUENTE DEL PADRE “PECADOR” 

 BARRANCO DE BURETE - IV

Arroyo del padre Pecador.
Dos puentes olvidados en las otras entradas de este blog, seguramente por su situación entre las villas de Bullas y Cehegín, cerca de los Carrascalejos, son estos dos viaductos, uno el popularmente conocido como el del Padre Pecador, según reza el cartel de la autovía y el otro, aún más oculto a los ojos del viajero, pero, sí en cambio, a los caminantes o ciclistas de la Vía Verde, el del Barranco de Burete, uno de los colosales viaductos de la antigua vía férrea entre Caravaca y Murcia.

Viaducto sobre el barranco de Burete.
Cuando se inauguró la autovía que felizmente nos conduce desde nuestro pueblo a Murcia, o viceversa, se observó entre otras señales un cartel indicador que decía: “Arroyo del Padre Pescador”… sin duda aquello llamó la atención de muchos cehegineros que, toda la vida, hemos sabido que aquel arroyo y puentecillo se le ha nombrado como …del Pae pecaor” o (Puente del Padre Pecador). Y nos preguntábamos: -"¿A ver si es que el nombre de la tradición oral estaba deformado y es Pescador…?"- Pero no, queridos amigos…, corregido el entuerto, en la actualidad indica su verdadero topónimo Padre Pecador
O sea, se refiere al lego franciscano, Francisco Yáñez Espín, que no fue otro que el hijo de Restituto Yáñez, quien, a su vez, fue hijo del doctor Juan Yáñez Espín -como comentábamos en otra entrada referida en este blog -*-.

Escultura del franciscano (Atrio Convento PP.FR.)
Este frailecillo, cuentan que fue un humilde y verdadero santo, un serafín de lo más ‘poverello’, según algunos datos aportados por los cronistas Abraham Ruiz Jiménez y  Gortin. 
Fray Francisco fue conocido como el Padre Pecador, lego franciscano, autodenominado así como símbolo de su humildísima condición. Cuentan las crónicas que fue tan pobre que cuando falleció sólo encontraron en la celda una tarima desnuda y un pedazo de madero como cabecera, un crucifijo, un sombrero, unas disciplinas y un báculo. 
Llevaba el hábito siempre remangado: “…. para … -así decía-  estar pronto a donde le mandaran sus superiores”…. En la abstinencia solía quitarse la comida con gran contento, porque así tendrían más que comer los pobres que acudían a pedir al convento, aseveraba que no se comía su ración de carne de la comunidad porque la carne sólo era buena para los lobos y no para él. En su ejemplar vida solía invocar siempre a su ideal fray Junípero.

Puente del "Pae Pecaor" -según la tradición ceheginera-

¿Por qué se conoce el famoso puente y arroyo del Padre Pecador?..., aquí recurrimos a Gortín, que escribe: “…el camino que hay entre Bullas y Cehegín es muy falto de agua y montuoso. En uno de sus largos recorridos pidiendo para sus pobres por los caseríos y aldehuelas, reparó que en el ribazo de una rambla brotaban unos lacrimales, lo cual indicaba agua cercana, empezó a ahondar en la tierra con su cayado, y observó una vena de agua dulce, que aun brota de vez en cuando y que es conocida como Fuente del Padre Pecador”
Y así fray Francisco recorría a menudo esos parajes con su cayado en ristre y su talego donde recogía lo que podía para los menesterosos, que no eran pocos en aquellos años ceheginenses, y era tal su humanidad que un día colocó un vaso muy limpio dentro del citado brocal para que quien llegase sediento, bebiese cuanto necesitara, lo malo fue que el primero que llegó se llevo el vaso…

Ermita del Sto, Cristo.
El hermano Francisco, religioso lego, conocido como Fray Pecador, murió en el Colegio de Misioneros Apostólicos, un 24 de junio de 1738, festividad de San Juan el Bautista. Sus restos están sepultados en la capilla mayor del Santo Cristo. A mediados del siglo XX, el obispado de Cartagena, abrió expediente para su beatificación, aunque ignoramos la suerte que corrió dicho documento.
De cualquier forma, amigos, cada vez que pasen por aquella curva del Padre Pecador, (que no Pescador), acuérdese de la historia de este humilde frailecillo y si lo desean récenle para tener un feliz viaje.

Fuentes: Diversos archivos y escritores cehegineros. Fotos del autor y otros.




domingo, 17 de mayo de 2015

¿Tiempos de cambio?

 ¿TIEMPOS DE CAMBIO?

 "Las clases dominantes necesitan cambiar algo para que todo siga igual.” 
(El Gatopardo).

Hay mucha ingenuidad en quienes creen que es fácil resolver la organización y el funcionamiento de un partido que se enfrenta al poder establecido, con la aplicación de amplias dosis de democracia interna.
A mayor democracia interna, mayor fortalecimiento y salud del partido en el largo plazo. A mayor centralismo, más eficiencia en el corto plazo.
Podemos y Ciudadanos, se enfrentan a ésta dicotomía con el insólito agravante de que al tiempo que se están estructurando, pudieran ser opción de gobierno, y posiblemente sean gobierno, en poco tiempo. 
Ante los primeros ascensos de 'Podemos' en los últimos comicios europeos, comentábamos entre unos amigos, que no les interesaba ganar en las próximas elecciones locales y autonómicas. Que hacía falta tiempo, militancia probada, cuadros, experiencia. Inmediatamente afloró otro partido similar, 'Ciudadanos', con cierto regusto catalán, pero que también ha calado con ilusionante fuerza a nivel nacional. De esta manera hemos asistido a una eclosión moderada de estas agrupaciones, pero que, de momento, no han conseguido erosionar gravemente el bipartidismo en todo caso sí erigirse en llave o bisagra de muchas comunidades y ayuntamientos.
La gente empuja, necesita creer en estos esperanzadores proyectos, y quisiera llevar al partido en volandas hasta el gobierno. 
Muchas veces los dirigentes de estas nuevas agrupaciones no pueden elegir lo mejor. Tienen que elegir lo que pueden. Esto no es nuevo. Es lo que ocurre desde siempre en las organizaciones populares.
Ninguna puede librarse del acoso del poder establecido, ni de la obligación de jugar la partida, indefectiblemente con las ‘negras’, y siempre con varias piezas menos. Estás jaqueado desde la 'apertura', y no puedes desarrollar tu juego como quisieras. Debes mover ficha como la suerte te encamine, por tanto, no como debes. 
El capitalismo se ha impuesto a la socialdemocracia por la brutal desigualdad de medios, que no por los tan mentados errores de la izquierda con los cuales se fustigan de continuo, aunque caminando, siempre hacia adelante..
 Ya lo escribió el poeta “bueno”: “Caminante no hay camino / Se hace camino al andar…” 

lunes, 11 de mayo de 2015

Democracia en libertad.

Democracia en Libertad


La principal esencia del sistema democrático supone la participación de la población en la designación de sus representantes para ejercer la administración de todos los estamentos del estado. Pero es notorio que a su vez la democracia depende decisivamente del libre acceso a la información, de la libertad de expresión de la opinión pública, y de la posibilidad de comunicarse libremente. Basta recordar el funcionamiento de los países totalitarios para convencernos rápidamente de ello -la URSS de Stalin o la Alemania nazi-, por no mencionar otros modelos cercanos y recientes. E insistimos, lo que sería deseable: el debate público permanente. Cuestión imprescindible para lograr una verdadera atmósfera democrática: espacios de discusión desinteresados y sin manipulación, no sólo en la prensa, radio o TV, sino también en todos los foros de opinión posibles, empezando por las escuelas y universidades, pasando por las bibliotecas, asociaciones, museos y principalmente en las instituciones del Estado. ¿Dónde se encuentra tal quimera…? Por ahí debería comenzar la ensalzada «Señora Democracia», ya que sin libertad y criterio, difícilmente lograremos otros proyectos más tangibles para obtener la legítima democracia universalizada. Por suerte, nuestra Constitución Democrática ya se ha hecho mayorcita y no necesita que nadie la apadrine, tampoco es algo efímero como las canciones de moda sino una forma civilizada de entendernos. Sin embargo, como señalaba acertadamente mi querido tío David: -«¡Cuidado!... la Democracia no es un bien que se adquiere y ahí está para siempre. Contrariamente, hay que vigilarla y guardarla celosamente, es como un jardín al que hemos de cuidar a diario con amor, regarlo con aguas impregnadas de tolerancia y abonarlo con nitratos de libertad. De esta forma obtendremos maduros frutos de justicia y paz para todos…» Y no es que pretendamos a esta alturas impartir clases democráticas a nadie, sino como recordaba el ilustre y descreído Fernando Fernán Gómez sobre ciertas actuaciones de los cómicos en la película ‘Viaje a ninguna parte’: “La sociedad algunas veces se aletarga, es conformista y necesita que la sacudan, la provoquen, la agiten, para que cada cual saque sus propias conclusiones en libertad”. En suma remover las conciencias. Gracias a las nuevas tecnologías informativas la esfera pública parece exigir esas disputas dialécticas en las que se pueda desenmascarar tanto aptitudes mesiánicas como encubiertos oscurantismos y corrupciones latentes. De esta suerte la democracia saldría fortalecida en pro de una mayor justicia y solidaridad entre todos los ciudadanos amantes de la libertad.



Pero esto de momento parece una utopía, ya que también en regímenes absolutamente libres, a veces, quien detenta el Poder –y no aludo a los poderes de Montesquieu: Legislativo, Ejecutivo, y Judicial, si no a la poderosa “Trama”, al Gran Poder Económico y Financiero-, siente la tentación de ocultar a las minorías la debida información de los problemas, tienden a la postergación de siempre y para ello recurre sin escrúpulos al chantaje. 
Y es que en una verdadera Democracia, ha de primar el respeto por el último de los conciudadanos, todos los cuales, sean cuales sean su orígenes y convicciones, merecen los desvelos ofrecidos al resto, esas minorías deben tener los mismos derechos que los demás, pues alguna vez pueden obtener la mayoría, lo cual, les obligaría, a su vez, a seguir respetando a las nuevas minorías. 
Cuando compongo este escrito se acercan jornadas importantes en las cuales vamos a disponer de la ocasión para poner en práctica el libre y noble ejercicio de votar: una de las más importantes tareas de la Democracia. Y de esa abierta alfaguara emanará la legitimidad hacia quien habrá de representar el deseo de la mayoría para representarnos en las altas esferas democráticas.

Votación
Los elegidos es deseable que sean comedidos y generosos con el adversario (que no enemigo), y sobre todo que se dediquen con afán y mano firme a cumplir las promesas del programa electoral, sin tapujos ni excusas hueras, y la oposición, pues eso, que se oponga lealmente, vigilando la gestión y los posibles excesos y arrimando el hombro en la medida de lo posible.
Los demás impidamos que el apasionamiento y los fanatismos nublen nuestro sentido común. Reflexionemos con criterio, sin que nuestros oídos queden seducidos por lo cantos de sirena de acariciadores melodías demagógicas y finalmente que haya ganado honestamente "el mejor", como se suele decir en el deporte.
Es nuestro deseo que la fiesta de la Democracia haya sido eso: un verdadero festejo. 

 Antonio González Noguerol 

domingo, 10 de mayo de 2015

Mazantine (Maestro del hierro)

EL TÍO MAZANTINE

“…aquellos gratos rincones 
                               donde jugué de pequeño…”


“Por todos los diablos del Averno… -gruñó Vulcano la otra noche- “…han derribado la fragua de Mazantine y yo sin enterarme...”- e inmediatamente desató a todos los cancerberos de Pedro Botero para obsequiarnos con una tormenta de ensordecedores rayos y truenos.
Y es que no es para menos, pasó a mejor vida una feria de tiznes y martillazos, de fogatas imprevisibles y refulgentes ascuas de caprichosas formas que aun predominan ostentosas adornando las nobles fachadas cehegineras: “…tras de la reja anhelante / entre suspiro y suspiro / la dulce niña aguardaba / la llegada de su amante…
Balcones y ventanas de Cehegín, con los hierros diseñados con precisión, románticos forjados de 'buche de pichón' que vuela hacia un destino impreciso. Balaustradas y rejas cehegínenses, escoltando los antañones escudos nobiliarios como vestigios de un tiempo que se refugió al camposanto de los recuerdos.

Reja de la casa de Srta. Evangelina (otro paisaje desaparecido)
De las creativas manos de Pedro Carrasco ‘Mazantine’ lo mismo brotaba un crucifijo para entronizar en el ataúd de la abuela que el fornel para el ajuar de una novia. La pieza que le pidieran: un humilde candil para iluminar el comedor que una ostentosa reja para la nueva casa de doña fulana… 
Innumerables piezas de la artesanía local se fundieron en aquel ‘Crisol del Cerrojo y la Ganzúa’: tenazas, faroles, chuminos, badilas, atizadores, adornos de puertas nobles y ‘gonzes’ para el portillo del corral. Desde ganzúas para los 'alzados secretos' hasta gigantescas llaves, como la del Parador de Dª Blanca, que pesa más de un kilogramo.

Llaves forjadas en la Fragua

Seguramente hermanas de bastardas perolas y hierros enrobinados para la lumbre junto a los atizadores y demás utensilios que un lejano día hicieron las delicias de casas pudientes cocinando los averíos de la tradicional matanza del ‘chino’. Exquisita mezcla de sabores cociéndose en el infierno leñoso del rescoldo hogareño: el morcón, los chorizos y rellenos y la fuliginosa butifarra junto a las socorridas morcillas de cuyos jugosos posos resultaba el pringue, popular matahambres de una época y padre de todas las margarinas, patés y demás ungüentos actuales con que engañamos el desabrido apetito de los sufridos zagales.
Pero no sólo era ésto aquel Sancho Panza tiznado.
De los pocos hombres que leía algo –aunque fuesen sobadas novelas del Oeste escritas por Zane Grey- releía y se empapaba decenas de veces e intercambiaba con mi entrañable vecino Rosendo Zafra (otro devorador de Estefanía) con las aventuras de aquellos tipos delgados de seis pies y pico de alzada y de mirada intensa, con sendos pistolones en ambas caderas y espuelas de plata.
La verdad es que la primera vez que acudí a la fragua, siendo niño, me produjo un recuerdo indeleble su figura reservada. Lo asocié con el pavoroso 'Tío de los Saines', -raptor de niños, según nos atemorizaban nuestros mayores-. Y sobre todo porque observando aquel mundillo de hierros y calderas le eché el ojo a un gran cajón oculto debajo de la mesa de trabajo donde brillaba un espléndido Colt 45 niquelado y con preciosas cachas nacaradas junto con dos enormes trabucos de la época de José Mª 'El Tempranillo'. Mientras conversaba mi padre con el patriarcal artesano y con la normal curiosidad infantil cogí ilusionado el revólver apuntando hacia delante. Mazantine, alarmado, me sujetó de pronto el brazo riñéndome con severidad: -Niño, no sabes que las armas las carga el diablo…
Aquel pistolón de seis tiros lo obtuvo el viejo aventurero en la Guerra de Cuba y solía fabular: -…me lo regaló un primo de Billy el Niño por salvarle la vida en aquella maldita guerra…”- tal vez de ahí nació su afición por las novelas del ‘Far West’.

Revolver Colt

La verdad es que el tío Pedro era una institución local, un personaje peculiar con su sempiterna cachimba en ristre, infectando el ambiente con la mezcla de hojas secadas al sol y pestilente tabaco que se recocía en aquella pipa de la paz (lo que daba la economía de posguerra).
Usaba unos viscosos quevedos apañados con un rústico remache e impregnados de cardenillo que hacían dudar de su utilidad. Ya le sugería el Maestro Chupilla, artista de la relojería: -“Pedro, no sé cómo puedes distinguir con esas antiparras, llévamelas a mi taller de la Plaza Vieja y te las repararé con mi pegamento a base de panecicos de beleño y jugo de chupamieles de ”Los Cuatro Caminos”. Se te van a quedar nuevas.”-
Aunque habitaba en casa de su hermana, alardeaba de soltería e individualismo y presumía de buen paladar. Así cuando bajaba de la plaza del Castillo, donde se ubicaba el mercado, solía mostrar la capaza a los amigos diciendo: Lo que come Mazantine no lo come nadie”


Miguel Muñoz Abril

Hasta le cupo el honor de ser inmortalizado en un espléndido lienzo por el famoso pintor Miguel Muñoz Abril, donde podemos recordar su porte enigmático, tocado con una vieja gorra ladeada, gesto adusto pero bonachón, destacando sus habilidosas manos, paradójicamente blancas e impolutas en contraste con su indumentaria desaliñada. 
Un día, Pedro Mazantine se durmió dulcemente con su pipa en ristre, aún humeante dibujando señales oníricas del ‘Lejano Oeste’, dejando huérfano el antiguo taller, hoy desaparecido del paisaje fugitivo del Cabezo, convertido en 'Casa de las Monedas' donde acaso planee su plácido espíritu desde los fogones del Paraíso.

La casa del tesorillo de las monedas

PEDRO DE LA PICHONCHA

LA TABERNA DEL PICHONCHO.

(Pequeña semblanza de un personaje de la bohemia ceheginera)


Pedro Álvarez Moya, popularmente conocido en Cehegín como "Pedro el de la Pichoncha", ha tenido llenazo esta noche, su taberna, colindante con la entrada a la Torraera del Cine Alfaro, repleta de parroquianos, como cada jornada, agotó sus manjares de dioses: los suculentos 'Minchirones' y el sabroso 'Rin-ran', aunque no el vino, pues siempre guarda remanente del caldo acristalado, tanto del Tarato como de Carreño, sus proveedores favoritos.

Restos del Teatro-cine Alfaro (días antes de ser demolido, 1990)

Ya es medianoche y están cerrando el cine Alfaro, ha concluido “La última” —así se cita popularmente al postrero pase—, un gran film de vaqueros: “Dos cabalgan juntos”, del maestro John Ford, protagonizada por Richard Widmark y James Stewart… -aún se oyen las pataletas de la “Torraera” cuando cabalgan los ‘buenos’-. En las tres sesiones se acabaron las entradas. Se nota que era el ‘Día del Productor’, un genial invento del empresario Blas Puerta, rebajando el precio de las entradas al 50% cada miércoles.
Pero sigamos con los últimos devotos de aquella venerable bodega, hombres de tango y mostrador, cada jornada ventilan afanosamente, según afirman, ‘asuntos trascendentes’, esta noche tratan sobre sus días de "mili": el Seperiño, un tipo muy nervioso que tartajea mucho y Juan el ‘Treshuevos’, presume que nació con tres testículos y cuando se los vieron en el campamento, le dijo el sargento: -“Así me gustan mis soldados, no con un par si no con tres…”- y lo nombró furriel.  Juraron bandera en Lorca y ambos narran las típicas aventuras de reclutas, el otro contertulio, un tipo pequeñuso y redicho conocido como el tío Prisuelillo, procedente de Mataró, les cuenta jocoso: “… yo si que se la zampé a los militares, alegué que era estrecho de pecho y que además sufría sordera y me libré de la mili. Y eso que al marcharme el sargento me tiró una caja vacía por la escalera, para comprobar la sordera, pero yo me hice el tonto...”- Cuenta que acaba de regresar de la vendimia de Burdeos (Francia), y asegura que es el mejor vino del mundo. Los otros dos arguyen: -"… tú que pijo sabes de vino, el vino de Cehegín es incomparable, mucho mejor que el francés"-, y siguen apurando la tercera botella.

Pedro de la Pichoncha y su cuñado.-en primer plano 'el 3 huevos-
En otro velador, Frasquito ‘el Majito’ y el tío Juanico ‘el Garranchal’, clientes asiduos, rematan además de otra botella de vino, el pucherico con la cena que cada noche acostumbra a llevarle su mujer al ‘Garranchal’. La esposa siempre le reprende: -“Esta es la última vez que te traigo el puchero, porque este no es sitio para entrar las mujeres”. Así mismo no falta algún cantor improvisado o troveros y poetas sorprendiendo a los parroquianos con los sollozos de Fleta en el “Adiós a la vida”, o los jondos jipíos del cante de Caracol: "Y en el burro mando yo / Yo soy el amo del burro / Y en el burro mando yo / Cuando quiero, digo ¡Arre!/ Y, cuando me paece, ¡Sooo! / ¡¡Arre burro que ya es tarde!!".
Entretanto, Pedro termina de limpiar su taberna, no en vano es el cantinero más pulcro de la localidad, los vasos siempre están impolutos y además antes de servir la bebida, repasa todo con su inmaculada toca, por si acaso. 
Siempre anda tarareando, con muy buen oído, alguna romanza mientras faena, imitando a su ídolo Marcos Redondo, y es que Pedro fue, así mismo, un sorprendente barítono interviniendo en numerosas zarzuelas de aficionados cehegineros, presume de saberse de memoria todos los papeles de Molinos de Viento y de la Marcha de Cádiz.
Inquebrantable forofo del Atlético de Bilbao, aquel de los Zarra, Panizo, Gainza y compañía, también fue Pedro un notable futbolista, le apodaban “la Moto” y junto al gran portero “El Pistolas”, el extremo Bartolo de “Juan Luz” y el médico don Santos, con otros populares cehegineros, alineaban un gran equipo cada domingo en el antiguo campo de tierra del Almarjal.
Una de las peregrinas aficiones de Pedro de la Pichoncha fue su interés por los gatos callejeros. Cada noche, al cerrar la taberna, infinidad de mininos sin amo esperaban las exquisitas sobras, -cabezas y raspas del pescado y algunos pellejos de bacalao-, que Pedro devotamente guardaba.


Era un espectáculo ver al tabernero presidiendo su ejército gatuno en procesión por la ‘Cañaica’ hasta su domicilio en la calle Pintor Villacis. Por la puerta de Antonia "La Pedro-Manuel" había un tronco de noguera utilizado como asiento durante más de sesenta años, allí permaneció perenne como símbolo de la carpintería de su marido el tío Frasquito "el Gachopo ". Los gatos más veteranos se orinaban en el tocón, y cuenta las gentes del lugar que era una venganza de los mininos contra el viejo ebanista, porque le cortó el rabo a uno de ellos que maullaba y se reía insistentemente en su puerta. (Podría ser descendiente del risueño "Gato de Cheshire" el de Alicia en el País de las Maravillas).

Calle Pintor Villacis -Derecha casa de Pedro Álvarez-
Lo cierto es que una vez saciado el cortejo gatuno, los vecinos eran obsequiados, otra noche más, con el melancólico concierto de maullidos. Minutos después con el último “Miau…”, Pedro les ordenaba: -“Ale, cada cual a su casa…” y los damnificados felinos se disgregan por los solitarios callejones del Casco Antiguo ceheginero.

Calle Pintor Villacis
Calle Pintor Villacis

Espero que sirva de sencillo homenaje esta remembranza a un humilde tabernero que entonó los gaznates de tantos personajes de aquel templo de la facundia ceheginera.

Antonio González Noguerol.


NOTA: Algunos datos de la tradición oral y otras publicaciones.


jueves, 7 de mayo de 2015

Casino de Cehegín

NUESTRO VIEJO CASINO

Los casinos se mueren, fenecen de hastío. Por eso el casino de Cehegín está gravemente herido, duerme la placidez del letargo. El círculo perdió hace años su talante prodigioso…. Los casinos inevitablemente naufragan, se hunden….. y dentro de poco quedarán nada más que unos supervivientes preparados para aguantar un poquito más hasta que faltos de vigor tiren la toalla y obliguen al viejo cancerbero a cancelar la puerta para siempre. Son los tiempos que corren…… 


Techo patio andaluz.
El Casino de Cehegín se fundó en el año 1860, cuando en el aire de Europa resonaba triunfante el Brindis de la Traviata, cantando el amor del joven Alfredo Germont hacia la cortesana Violetta, según la Dama de las Camelias, aunque esta vez con música de Verdi. Los suelos de esmeralda del casino armonizan con su decadente patio andaluz con azulejos de Manises, aunque sacados de una casa de Sevilla pero sin limonero y aljibe.

Socios años 50, jugando al dominó.
Y… ¡todos los salones se miran en la profundidad de sus monumentales espejos!, es como si visitásemos la calle del Gato en Madrid, aunque sin deformación grotesca, pero sí biselados y con barrocos marcos de bruñido oropel.

Salón de los Espejos
Sin embargo, estas rectangulares lunas ya no glorifican dentro de ellas los fastuosos escotes danzantes en aquellas noches de valses decimonónicos, cuando el frufruteo de los refajos flotaba sobre los miriñaques, mezclado con el bálsamo melifluo, mientras los impertinentes espejos centelleaban reflejando contenidas miradas delatoras y una música palpitante y alegre, como el latir de un corazón enamorado, revelaba el auténtico espíritu del carnaval.

Carnavales años 60.
El casino de Cehegín también posee sus salones enigmáticos, en la última restauración de la sociedad, al picotear una pared, le caló el pico al albañil y ¡¡sorpresa!!: afloró a la luz el aposento de los misterios, un sala oculta donde quién sabe qué encuentros furtivos se producirían allí. ¿Amores prohibidos…? ¿Reuniones políticas..? ¿Juegos vetados…? Además a la entidad le caracteriza otra cortina velada: una salida secreta siempre dispuesta para liberar posibles ocultaciones.

Antigua Escalera interior.

El casino también gozaba de confortables muebles, como si fuese un marchito balneario del romanticismo, sus singulares butacas de mimbre simbolizaban un tiempo ya efímero. Aquellos sillones se entronizaban en la acera de la calle Mayor, antagonistas de sus primos hermanos de la vecina sociedad ‘La Peña’, en los veranos silentes donde sólo se escuchaba el estridente gorjeo de los 'aviones' en su libérrima algazara cantando una placentera berceuse a los señorones que sesteaban a la sombra de los aristocráticas frontispicios.
Pero el gran mueble de la sociedad era un añoso piano Pleyel con remite de París, hoy como aquella arpa, silencioso y cubierto de polvo, y que sin duda le hubiese gustado a Chopin, en el caso de que el compositor polaco hubiese visitado el casino de Cehegín. Teclado amarillo, como una octogenaria y descolmillada dentadura impregnada de sarro, unos dientes de antigua sonrisa. ¡¡Y cuántos ingrávidas polcas del ciego Medina!! o románticos 'Recuerdos Floridos'.


Lo triste es que el piano está mudo, le arrancaron las entrañas para llevarlas a un afinador que casi lo entrega directamente a la chatarra. Afortunadamente "no llegó la sangre al río", y después de rescatar algunas piezas perdidas entre los trastos de la azotea, y otras dentro del mueble, el Pleyel ha sido felizmente reparado por el musicólogo y virtuoso restaurador Victor Javier Martínez López, que ha sido capaz de realizar un trabajo de orfebre. 
Los tacos de billar duermen huérfanos en un trastero polvoriento, sin zapatillas, descolmillado su suave tacto, añorando aquellas partidas de plato y de “las cuarenta y una”, sin jóvenes billaristas ocupando las tediosas tardes invernales. La mesa de billar olvidada en algún cementerio de la madera, hizo su último viaje desde la añosa bodega donde las ratas querían hacer su hogar.
El casino, como tantas otras casonas ceheginenses no necesita decorar sus paredes con cuadros de paisajes, porque puede presumir de ventanales con terrazas para admirar la singular panorámica de las “Caballerías” solar donde cuentan que se criaban los más esbeltos corceles para los caballeros del Infante don Alfonso. Asomados a su mirador volado, se pueden admirar, allá abajo, las casas techadas con tejas de cañón valentinense.
A las nuevas generaciones no les interesa, al menos por ahora, los casinos tal como se obstinan en continuar siendo, pero es que si cambiasen dejarían de ser casinos.



En la recóndita biblioteca, solitaria y abatida, como en el vecino patio de los duques de Ahumada…, ¡Mutismo…! Polvorientas revistas encuadernadas, la taurina ‘El Ruedo’ o ‘La Ilustración Española y Americana’, junto al prestigioso ‘Espasa Enciclopédico’ incompleto ya, y ‘La Enciclopedia Taurina’ de Cossío, además de los ‘Episodios Nacionales’ galdosianos y otros clásicos españoles de la lectura, frenados en un número impar, carcomidos por el comején y los días, y algunos tomos desorejados por la desidia. Se echa en falta un deslumbrante ‘Quijote’ de dos tomos ribeteados con pan de oro y cuero repujado, adornado con ilustraciones a mano, en suma una obra de arte de la impresión. Pero en paradero desconocido, seguramente en manos de algún intruso que se aprovechó en los años de abandono de la Asociación.
Uno de sus últimos 'quejíos' es la tradición que probablemente viene desde el siglo XVII: las bandas que tocan en las procesiones de semana santa se dan cita el viernes Santo por la mañana en la puerta de la Sociedad para tocar exclusivamente pasodobles.
Se trata de una rivalidad amistosa entre las conjuntos musicales patrocinadas por los caballeros locales de las distintas cofradías penitenciales.






Actualmente ciento y pico de socios y tan sólo la presencia diaria de 8 o diez. Y es que los casinos desaparecen, o todavía peor, se encuentran agitando el pañuelo en el muelle de las despedidas.
Viejo casino de Cehegín… ¿recuerdas cuando se efectuaba el viejo método de bolas blancas y negras para la admisión de socios…? ¡Qué tiempos aquéllos!
¡Quién te ha visto y quién te ve…! 

Antigua tarjeta de invitación -años de esplendor-.





martes, 5 de mayo de 2015

DOCTOR YÁÑEZ ESPÍN

 DR. JUAN YÁÑEZ ESPÍN.

Las noticias sobre el médico Yáñez Espín nos llegan a través de su amigo y mentor el tan nombrado Martín de Ambel. Según parece en su casa se encontraba oculta en una pared una piedra jaspe negra con una extraña inscripción, una historia un tanto misteriosa como lo es este doctor erudito y también historiador. Era descendiente de Lupo Yañez el viejo, asturiano de la Casa de Montejo de San Miguel. y fue uno de los primeros repobladores del Cehegín cristiano.


El primer nombre que figura en una lista de matrícula de la Universidad de Salamanca, del año 1610, es el del médico y humanista ceheginero don Juan Yáñez Espín. Se encuentra en el Archivo Histórico de dicha Universidad, donde entre otras, aparece esta reseña: “Juan Yáñez, natural de Cehegín, diócesis de Cartagena. El rostro flaco y una herida en la frente. Con cédula de examen fecha a veinte de diciembre de seiscientos y nueve -Es evidente que se refiere al año 1.609-. Y desde allí ha estado y estuvo un curso en súmulas con Alonso Marcos, natural de La Vellés, de Salamanca, y Domingo Zamorano, natural de Cardenete, de Cuenca. Juraron, etc.” En aquel tiempo, ir a estudiar a Salamanca era una verdadera aventura, muy lejos de lo que es hoy en día ir a una universidad. Hay que pensar que el mismo viaje desde Cehegín hasta la dicha ciudad duraba alrededor de diez días por caminos habitualmente malos y en condiciones poco agradables y los estudiantes venían muy poco a su casa en los años de estudios (don Juan Yáñez pasó ocho años allí, donde hizo el bachiller en Artes y la carrera de medicina y cirugía).
La Universidad de Salamanca, en aquel tiempo, era un atractivo reclamo donde se juntaban estudiantes de muchas nacionalidades, pues no solo había españoles, que eran la mayoría, sino que también acudía a estudiar gente de buena parte de Europa y también de América, llamados por el prestigio que suponía licenciarse en una de las mejores universidades del mundo en aquella época.
Como escribió Francisco Alemán Sainz en su ensayo sobre Cehegín: "Hay existencias que quizá fueron ‘luminosas’ en su tiempo pero en cambio ocultas sin saber por qué…...”. 
Tampoco sabemos nada de sus actuaciones en la medicina local de aquella época, ¿ejercería la cirugía… amputaría alguna extremidad, extirparía muelas y sanaría ojos…, aplicaría sangrías a sus pacientes, cómo realizaría sus curaciones?, ¿dónde y con quién compartiría tertulias de café ….? ¿tendría buena biblioteca… / …. qué libros le asesorarían de la enfermedades como el garrotillo, el tifus, el paludismo, o las epidemias, entonces tan frecuentes, y la tuberculosis que tanta gente se llevó para el otro barrio?... 

Entrada a la calle Yáñez.
Lo que sí sabemos es que se le recuerda en una calle en Cehegín con su nombre, en pleno corazón del Casco Antiguo, en su ladera que mira al Saliente, concretamente encima de la Ermita del Santo Cristo, por lo que no debió ser una persona sin importancia, gozaría de cierto prestigio, tanto profesional como intelectual, para merecer tal reconocimiento.

Calle Dr. Yáñez Espín
Sólo aparecen algunas hipotéticas crónicas, donde este médico y erudito habla de la fundación de Cehegín, respecto del Diluvio Universal, y de los primeros pobladores. También escribe sobre la ciudadela amurallada con sus 32 torres y su foso inexpugnable, el cual se franqueaba al alba y se cerraba a cal y canto al oscurecer. 
Cómo, en el año 1.635, en base a las investigaciones del doctor Juan Yáñez Espín, se debatió en el Concejo nombrar como patrón de la villa a san Restituto, cuyo culto fue importante durante algunos años, hasta que comenzó a decaer. Es casi seguro que Yáñez Espín tenía acceso a los Falsos Cronicones, y, tomándolos por verdaderos, se gestó la idea de que san Restituto fue martirizado a orillas del río Argos en Cehegín por el año 306. 
De hecho, el Dr. Yáñez, puso este nombre, Restituto, a uno de sus hijos, (que posteriormente fue el progenitor de Fray Pecador, el del famoso puente de la curva del km. 50 hacia Murcia, -que no padre “Pescador”, como algunos creían- y del cual comentaremos en otra entrada de este blog).
Remontémonos a aquellos años del siglo XVII, y vemos a un madrugador doctor Yáñez, ataviado al uso de los médicos de la época, luciendo ostentosamente una sortija en el dedo pulgar y ropaje universitario arropado con la capa y el chambergo, salir de su morada en la calle del Jardín. (Luego Hnos. Carrasco y actualmente calle Picasso, casa adquirida por el Ayuntamiento ceheginero para el primer grupo escolar de Cehegín y hoy su solar convertido en viviendas sociales de nueva construcción, justo encima del remodelado solar de 'El Coso'). Como decíamos, imaginamos a Yáñez ascender por la calle 'Tío Cayetano' hasta el Paseo de la Concepción, y, aspirando el límpido aire de la mañana, otear el horizonte de las Caballerías y los feraces huertos de Canara, deambular y reflexionar sobre los problemas de la vida, mientras observa a las damas linajudas que acuden a la ermita, a misa de alba, escoltadas por sus discretas sirvientas.

Vista del Paseo de la Concepción desde  el 'Saliente'

Más tarde, con la tranquilidad de una villa como el Cehegín de la época y después de saludar a personajes conocidos de la “República del Mesoncico” y la calle ‘Mayor de Arriba’, regresar a sus quehaceres, seguramente abrir su consulta médica, donde ya tendría algún parroquiano esperando sus servicios.


A la hora del café, después del almuerzo y la gratificante siesta, a ciencia cierta, se reuniría con un grupo de caballeros en alguna tertulia de rebotica o cafetín, para debatir los temas de actualidad del restringido mundillo ceheginero.
¡Qué pena que personajes de este perfil no hayan quedado plasmados en la historia de Cehegín con más relevancia…!

Antonio González Noguerol 

NOTA: Algunas fuentes recogidas en Archivo Municipal y otras publicaciones.