Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

La Lisiada

"LA LISIADA

La trucha pica el anzuelo.

Allí era respetada y admirada. Sí, aquella hermosa trucha era la reina del tramo del río Tormes, desde aquel puentecito del Congosto en el curso alto del río, la trucha macho conocida como La Lisiada, campaba por sus respetos. Como su nombre indica, el pez se deformó debido a un accidente de su juventud. Era enormemente larga y pesaba casi cinco kilos. Parecía un submarino decía ciertos exagerados pescadores.
Casi todos los habitantes del pueblo habían tenido algún contacto con la trucha, pero ninguno había conseguido pescarla, los viejos del lugar aseguraban que tenía más de veinte años. Y pese a conocer su escondrijo, debajo del puente, nadie había conseguido engañarla, aunque era tuerta, tenía una fuerza sobrenatural y los pocos que le habían enganchado el anzuelo se pasmaban de la facilidad con que se zafaba de el, parecía burlarse de todos... 
Pero llegó un día, después de tantos años de tomar el pelo a todos, no sabemos si por vejez o por que el obstinado pescador esta vez era más listo que el pez, lo cierto es que consiguió hacer morder el anzuelo a  la Lisiada….., después de una tenaz lucha que duró más de una hora, el pescador, agotado, consiguió meterla en la red...  los moradores del pueblo contemplaban admirados la dura batalla desde el puente.
 Cuando el pescador regresó, exultante, con la trucha moribunda, uno de los ancianos la contempló en silencio, con la mirada de un amante traicionado y murmuró en silencio algo ininteligible mientras se rascaba una oreja….. Ese día El Puente del Congosto se vistió de luto... 

Y para los exquisitos melómanos, en recuerdo de la Lisiada, aquí os ofrezco una deliciosa alegoría, del 4º mov. del bellísimo  (Quinteto la Trucha de F. Schubert).

domingo, 26 de julio de 2015

Mesoncico -II-

MESONCICO -II-

Charlatanes de feria. “Por la boca muere el pez”


En Cehegín, como en cada pueblo, en aquellos años ya remotos en la memoria ciudadana, circulaban ciertos personajes pintorescos que pululaban por nuestras calles y sobre todo por nuestra “república del Mesoncico”:

Mercadillo actual del Mesoncico.
Charlatanes, vendedores, quincalleros, afilaores y paragüeros, buhoneros y mercachifles.….
Un tipo pintoresco fue 'Javier El Limosnero', un ilustre de la prosapia de los santeros y rezadores… que portaba siempre muchos colgantes y amuletos píos, ocultos dentro de los bolsillos y tras las solapas de su raída chaqueta, incluso dentro de las pecheras de la misma y que ofrecía por las casas con la promesa de que intercedería por ellos en el  más allá; crucifijos y cadenas de oro, (¿serían de ‘oropé’?), con una medalla de la Virgen del Pilar. Solía entonar rezos chapurreando un latinajo que sólo él entendía…Y el 'Mudo del Hospital' que ofrecía a los críos por toda la calle Mayor y el mercado, juguetes viejos reciclados por él, con botes de hojalata y otros deshechos; o el 'Tío Menchas' que vendía badilas, sartenes y tenazas y demás adminículos de la lumbre  que fabricaba el 'Tío Mazantine' notable artesano del hierro; y 'El Tío Porrino' que a su vez vendía malguanes y soplillos y demás artes, al igual que 'El Picho', el último de los artesanos del esparto. Otro gran artesano de la hojalata era 'Pepe Macanas', que confeccionaba moldes para los mantecaos, llandas, sartenes y toda clase de utensilios para los guisos y embudos. Ya lo afirmaba 'Pedro el Risicos': “mientras haya hojalata habrá embudos…”.
Además de los clientes asiduos de las tabernas que, así mismo, ejercían de amables recaderos de los innumerables comercios que ocupaban el Mesoncico y toda la calle Mayor.

Parroquianos del Mesoncico.
Recuerdo también un faquir indio espeluznado y barbudo , —engalanado con su turbante— así se autodenominaba aquel espantable personaje, que mostraba hojas de afeitar envueltas en un pañuelo, las cuales mordía para que se oyera cómo cascaba el auténtico acero alemán del que estaban fabricadas y aseguraba que se podía afeitar seis meses seguidos sin que arañara la cara.  

Charlatán ofreciendo un crecepelo.
La verdad es que aquellos mercados de nuestra república del Mesoncico eran pintorescos de verdad, acudían tipos de lo más variopinto, como el tantas veces nombrado…, aquel viejo ennegrecido por el aire y sol de las montañas, el famoso 'tío de la Moa', (seguramente Tío de la Moda)… “Taco, taco, el almanaque zaragozano, el almanaque de la Puebla, conozcan las cabañuelas… también llevo un elixir para las jóvenes en amor… zarcillos y candongas… y colonias traídas directamente del París de Francia” —rezongaba con su ronca voz de bajo bufo….—
Y luego estaban los charlatanes de feria que venían por San Antonio y se ponían a vender sus gangas en el Mesoncico. Recuerdo a dos: “La Albatanera” y un castellano que tenía un lunar en la mejilla derecha y que bajo una sombrilla montaba su tenderete junto al puesto de ‘Andrés el de las Novelas’, en la fachada de don Amancio Marín. 
Pero el que más cautivaba al personal, sin duda un auténtico histrión de la venta ambulante, era Ramón Gabí, el gran Ramonet.

Ramonet 'disertando'.
Lo mismo vendía billeteras de piel de genuino búfalo americano que ofrecía una pluma estilográfica Parker, “con auténtico plumín de oro”, y aseguraba haberla cargado el día del nacimiento de su hijo de 10 años y aún duraba la escritura. — y con su cantarina voz con acento alicantino, invitaba: “¿Y cuánto les voy a cobrar, -¡oiga!-, por esta cartera de piel auténtica, con espacio para guardar fotos y billetes?... Pues, mire, no va a ser ni veinticinco, ni  veinte, ni  quince, ni  diez pesetas... ¡A nueve oiga!, a nueve pesetas. Y además al que se lleve una cartera de estas, digna del marajá, le voy a regalar, para que su esposa vista igualita que una reina, no sólo un par de medias de cristal, si no, también le voy a dar un peine de concha salvaje del Caribe, y al que me compre el lote le voy a obsequiar tres bolígrafos de lujo de esos italianos, de la marca Bic, con su pinza para el bolsillo, y una cadena de oro con una medalla de la Virgen del Pilar.
¡Venga!, todo por nueve pesetas....  Y… -¡¡cállate, chiquet!! ¡coñi!, que el género es mío y hago con él lo que me da la gana- … (le reñía a su ayudante, que teatralmente se echaba las manos a la cabeza como insinuando que el jefe se había vuelto loco) … vamos, dale un lote a ese señor, y otro a ése, y otro a esa señorita rubia  y no se preocupen... que hay para todos, y otro más a aquel mozo de pañuelo al cuello, y otro a la señora del fondo…”— y proseguía con sus paparruchas: —“Hoy las cosas han cambiado mucho. Tanto, que hasta Jueves Santo ya no cae en jueves, se ha adelantado al nueve de Marzo”— e inmediatamente continuaba la reparandoria:—“Y no solamente les voy a incrementar el salario mínimo hasta 60 duros, —¡Cullons!,… ¡calla de una vez chiquet,!... — y por el mismo precio les regalo un llavero para esas llavecitas modernas que pesan muy poco y para las mujeres, ¡amigos míos! para que vistan igual que una princesa esta diadema con brillantes. Y ¡¡atención!! que ahí va la bomba, para quien se quede el lote completo y con esto acabo, tendrá doble cosecha de albaricoques…,  uno por aquí, otro por allí, lleva otro lote a aquel señor, y otro más, y no se preocupen, hay para todos; y otro para la señora del fondo, y ¡dale otro al señor de la visera blanca! y otro a  la señora que lleva el niñito en brazos…
Eran antiguas técnicas de venta, muy peregrinas a los ojos de hoy, pero que guardaban un encanto y una estudiada psicología de las gentes llanas del pueblo.
En la actualidad los charlatanes de feria, están en el baúl de los recuerdos, sin embargo afloran numerosos parlanchines, vendedores de afanes, cronistas de la mentira y la suposición, pregoneros de la impostura, capaces de vender el alma al diablo con tal de lograr sus falsos propósitos.

Mitin en Ciudad de México.
Son los lenguaraces de la superchería del siglo XXI, que lo mismo destruyen que engrandecen a cualquier ciudadano.
Ya lo sentenciaba mi entrañable tío David: “Cualquiera es un señor, cualquiera es un bribón…”

Antonio González Noguerol 

miércoles, 22 de julio de 2015

Mi amiga la Mosca Cojuela.

Mi amiga la mosca Cojuela

...¡Oh, viejas moscas voraces / como abejas en abril, / viejas moscas pertinaces / sobre mi calva infantil!... -Antonio Machado-

Paseaba por las sorprendentes callejuelas del casco antiguo ceheginero, aspirando el suave perfume de los cilindros estivales mientras una luna jugascona se ocultaba entre los velos de bochornosa bruma, cuando, escalando la cuesta del Tobalo, percibí un suave cosquilleo en mi incipiente coronilla: era una extraña mosca follonera, intenté espantarla pero ella volvía contumaz al picoteo. 
Total que anduve toda la proyectada velada de sosiego dando manotazos al aire como si fuese un enajenado en pleno apogeo.

Mosca de la fruta
Desde aquella noche de canícula no se ha despegado de mi lado. Pensé si sería una difunta amiguita de la juventud reencarnada en insecto mosquil, pues no paraba de acariciar mis peludas orejas. Intentaba capearla, pero era inútil, me perseguía y me picoteaba saboreando a capricho mis genes dulciles.
Apenas conjeturaba, por fin, su ausencia, notaba de nuevo su perseverante caricia inmisericorde contra la ternilla de mis apéndices más visibles.
Un día me introduje en el automóvil con sigilo, intentando despistarla, pegué el portazo y ¡zas!... a salir pitando, pero al instante la advertí volar rauda, la muy zorruna, bailando inefablemente por la pantalla panorámica del salpicadero. 
Otras veces llamaba mi atención desplegando sus alitas de un peculiar color púrpura que la semejaba a las abejas… ¿Y si fuese, -recapacitaba-, fruto de los devaneos entre una chocante mosca de la fruta y una abeja meliflua de esas que se alimentan de los violáceos chupamieles que brotan espontáneos por los Cuatro Caminos, allí en las faldas del Paseo de la Concepción... ? 

También pudiera tratarse de una bisnieta de aquellas gordas moscas cojoneras originarias del viejo y yermo Puntarrón donde el Tío Godepe las coleccionaba en tarros de fruta usados. Resignado, ante tanto "amor mosquil" y bastante ‘mosqueado’ con este enigmático asunto, planeaba cómo actuar... 
La otra noche leía yo un rato, tratando de impedir la modorra que me produce la TV, cuando de pronto noté unas cosquillitas, unas dúctiles caricias en los párpados. Naturalmente era mi engolosinada díptera que, contumaz, intentaba relajar mi ánimo, pero yo no sé si injustamente cabreado la quise aplastar con el libro y como mosca muy ‘avispada’ se zafó atropelladamente ocasionándome con el tomo una leve contusión en la frente, mientras que a ella le produje una pequeña lesión en una pata, lo que originó que se contoneara aún más coquetuela, aunque un poquito 'cojuela'...

Mosca pertinaz
¡No aguantaba más...! Proyecté todos los medios a mi alcance para quitármela de encima, pero era imposible ¡Nada, que no se va! Lo intenté con "flit", pero ella se escondía bajo las mangas de mi camisa y cuando se extinguía el olor, volvía rauda a bailarse una rumbita por delante de mis narices. Sospecho que ella debía sufrir cierta misantropía mosquil, pues siempre sobrevolaba solitaria como aquella famosa ave; a no ser que escondiese sus 'secretillos' por ahí.
Alcanzó nuestra ’pegajosa relación’ tal punto que sentí el deseo de apodarla 'Diablesa Cojuela', por aquello de que planeaba descaradamente por el mar de tejados de ese enorme montículo que es el casco antiguo ceheginero, sobre todo de noche y cuando decidía aterrizar confundía mi cocorota con un aeródromo umbrío.
Por tanto resolví adoptar a esta perseverante 'Diablesa' e intentar amaestrarla para poderla arrojar sobre algunos sujetos desagradables, -que me caen mal y no sé por qué-,  para espolearles el sentido del humor; ejercicio muy sano por cierto.


Pero... ¡Ay!, destino irreversible, el otro día charlaba con un amigo por el apacible mirador de la plaza del Castillo ceheginero, lógicamente escoltado por la halagüeña 'Cojuela' planeando en derredor. 
De pronto, exhalé un agradecido bostezo, de esos agrestes pero gratificantes, y mi querida camarada, la mosca Cojuela, que en esta ocasión volaba algo atolondrada, posiblemente debido al bochorno de la noche ceheginera mezclado con las doce campanadas del reloj de la Concepción, se coló en el lóbrego túnel de mi boca acariciando desesperada mis amígdalas y a una vertiginosa velocidad descendente llegó hasta la mismísima laringe, atragantándome la garganta de tal modo que barrunté se marchaba 'por el otro lado'. Después de dos tragantadas de agua fresca de la fuente del jardín de la plaza del Castillo y casi aliviado de las correspondientes carrasperas, supongo que en una desenfrenada carrera por mis entrañas se mezclaría con el resto de materia digestiva con la que viajará hacia donde ustedes y yo sabemos. 
Y esta es la triste historia de la mosca cojonera, mi amiga la 'Diablesa Cojuela', que ya andará integrada en la coctelera común del substrato abonable.
Mientras tanto un servidor, deambula taciturno añorando sus reconfortantes y porfiadas caricias mosquiles.

Antonio González Noguerol  

jueves, 16 de julio de 2015

Una cerveza fresquita.

UNA CERVEZA FRESQUITA

Me hallaba el otro día en la repostería de la piscina dando cuenta de una fresquita cerveza que mitigase los rigores caniculares, cuando observé la gentil figura de una zagala en flor que lucía un esplendido bikini y que mostraba parte de sus tiernos encantos.

Joven bañista.
En ese instante me llamó la atención la deformación que generaba el dichoso cristal cervecero y recordé la reflexión de Max Estrella dialogando con don Latino: -«Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas, por eso, España es una deformación grotesca de la civilización europea…>>-y pensé: -«Sin duda, que Valle tenía razón, los cristales cóncavos deforman fachosamente la realidad española, en este caso transformando a la graciosa jovenzuela, a través del vaso ondeado por el sabroso líquido, en una mozarrona configurada con mullido trasero exhibido sin complejos, como aquel anuncio de cierto güisqui».- 

Espejos calle del Gato.
Como asevera aquel famoso verso de Campoamor: -«todo es según el color del cristal con que se mira…»-, evidentemente tenían razón los espejos de la calle del Gato madrileña. La vida es semejante, aunque algunos se empeñen en dogmatizar cuanto llega a sus manos, como si fuesen secretarios de estado del Altísimo. 
Lo cierto es que todo es relativo en este mundo traidor donde coexistimos, mientras no se demuestre lo contrario. Hasta los sedimentos de una simple cerveza fresquita nos desvela la falsedad de la realidad humana. Porque, ¿quién podría atreverse a galantear a una beldad de ese calibre garbillada por las onduladas espumas del generoso vaso de lúpulo?...

Cerveza fresca.
Y es que permanecemos en una sociedad de tartufos, se aplaude la impostura, está considerada una virtud, y somos incapaces de desenmascararla, no sólo eso, sino que la enaltecemos como algo digno de personas inteligentes que presumen de conocer las miserias humanas, nos deslumbramos con el fulgor de los escaparates pretenciosos
Solamente nos interesa que nos cuenten lo que deseamos escuchar. A eso, toda la vida, se le ha denominado Demagogia. Como si al espejito mágico de la pécora  madrastra se refiriera, nos encanta que adulen nuestra listeza, ¡somos los mejores! o “la excelencia” —que no son sinónimos—, los más guapos, jóvenes, ricos, altos, aunque en el fondo de la cuestión se trasluzca ante los enojosos espejos cóncavos la triste realidad, un microcosmos de narcisistas y pedantes, un taciturno hormiguero que lucha por aplastar al que se atreva a intentar despojarlos del cetro de las vanidades. 
Deberíamos evocar los hermosos versos del mayor de los Machado, Manuel, que cantaban así: «No se ganan, se heredan elegancia y blasón…, Pero el lema de casa, el mote del escudo, es una nube vaga que eclipsa un vano sol».
La disputa por el poder y la gloria está en la palestra, como aseveraba mi viejo tío David, hace bastantes años: «Hazte allá que eres “negro”…»  o lo que es igual, la sentencia de mi querido amigo: Paco el Supersabio: «Quita de ahí para que me ponga yo…»
Por eso no debemos ensombrecer lo por venir, afortunadamente, después de la vorágine, la vida seguirá igual para casi todos.

Antonio González Noguerol 

sábado, 11 de julio de 2015

QUÉ CALOR!!

¡QUÉ CALOR...! -I- (Humorada veraniega)

Cehegín en lontananza.
Pues sí, ya llegó el veraneo, o las vacaciones estivales como diría un 'finodo'. Como cada año por esta época, el sufrido proletario se dispone a afrontar la temida odisea: disfrutar unos días de asueto con la esposa, niños… ¡y suegra!; bien en la montaña, el mar o el campo...., -si la crisis, la maldita pandemia y los poderes económicos lo permiten-, hasta un crucero por esos mundos de Dios.
Así que prepararemos las maletas, el automóvil, comprobemos los niveles y la correcta presión de los neumáticos, etc. y enumerar minuciosamente a los chicos, no se nos vaya a perder alguno, aunque en estos tiempos es raro criar tanto ‘chiguito’; según los informes estadísticos somos uno de los países de la U.E. que menos procrea, como siempre vamos a la contra del resto de nuestro entorno. Ya lo decía el Tío Piadao: “Esta España no hay quien la entienda...”, cuando el mundo occidental observa que hay que aumentar la natalidad, —¡¡que nos estamos aviejando...!! y pronto seremos un país de jubilados— nosotros, ni cortos ni perezosos, para eso somos más quijotes que nadie, a meterle mano al preservativo, que según la estadística, sólo criamos niño y cuarto por familia. 
Pero bueno esta es otra historia; sigamos con las anheladas vacaciones: arrinconemos por unos días la 'corbata windsor', el reloj digital, además del resto de  los atavíos esclavizantes. -¡¡aunque, por Dios, no olvidar el móvil o "seluláh", (como dicen los sudamericanos), que es sagrado!!- y dispongámonos a descansar en plan semisalvaje, echados a la bartola estival, a calzón quitado o con un simple pantalón corto, que nos servirá tanto para bañarnos como para ir al restaurante, hasta no podremos rascar tranquilamente los ‘cataplines’, mientras esperamos la paella. Remedaremos las tribus de gitanos: vida al aire libre para broncearnos debidamente, bien sea en la playa o en algún camping de esos donde guisar, dormir, mear y lavarnos la cara ‘todas y todos’ juntos.

Vacaciones a remojo.
Algunos maridos, exhibirán ante la tribu sus dotes gastronómicas en la barbacoa. Y si somos de los que aún gozan de boyante economía, nos regalaremos de vez en cuando una parrillada en la marisquería “La Melva de Cela”.
Nuestros dirigentes olvidarán por unas semanas darnos la tabarra con los índices bursátiles y demás ‘macros’ y se harán la foto jugando al dominó con gentes del pueblo donde veranean, después se perderán y ya no aparecerán hasta setiembre.
Según algunas fuentes turísticas: “Muchos españolitos ya están preparando el equipaje para sus particulares ‘vacaciones’ por Europa, es decir, en la vendimia. En nuestras costas mediterráneas también se espera la visita de viajeros de todo el mundo: se calcula que al menos cincuenta pateras recalarán cerca de Marbella..., seguramente invitados por los herederos de Gil y Julián Muñoz que les esperan con los brazos abiertos, junto a Briantore & company.”  El precio -de recesión- para la cena de inauguración de la temporada, dicen que es algo menos que el año pasado, o sea, alrededor de 1.500 euros por persona, — y se espera la llegada de rostros famosos del deporte y los toros, además de la gente guapa del corazón. Ningún lugar mejor que la mítica Milla de Oro marbellí para albergar a los mega-millonarios ociosos, con ganas de derrochar su dinero en tiempos de crisis.
Asimismo, —ahora en serio—, en nuestra comarca recibiremos algunos familiares y amigos que hoy tienen su vida en otros territorios. Y es que en nuestros pueblos del Noroeste de Murcia hay suficientes atractivos para descansar unos días del ajetreo de las capitales. Y como todos los años se producirá el tópico saludo: ¿Cuándo has llegado?,... ¿Cuándo te vas?.., no han hecho más que “tomar tierra” y parecemos desear que se “larguen”...
Los que se quedan aquí, no se preocupen, pues disfrutarán de extraordinarios espectáculos al aire libre y del fresco de esta tierra, sobre todo los paseos nocturnos por el casco antiguo de Cehegín contemplando el guiño de las estrellas, mientras damos unos lengüetazos al rico helado.

Panorámica desde la fuente del Recuesto.
Y disfrutar de las exquisitas tapas de la ciudad de las Maravillas, que tanta fama están adquiriendo; unas gambas a la plancha con una cerveza bien fría; un refrescante granizado. Siempre con moderación pues según afirman nuestros sesudos economistas, todo se va solucionando, aunque debemos seguir apretándonos el cinturón; como diría el gran Cantinflas: “¡Truénele, mi compadre!, con el 4% de CPI, más el 0,5% de inflación, restado al I.P.C. favorable, con los beneficios del déficit que se reduce al 1,1, menos el 1,2 de las mermas oficiales, más PIB bruto…que comprime a la prima… ¡casi llega para el veraneo…!”, perdonen el canchondeo pero este galimatías no lo resuelve ni el mismísimo Pitágoras. ¡¡Uf, qué calor!!
Amigos diviértanse y disfruten del veraneo y que Dios reparta suerte en el próximo curso. 
   
Antonio González Noguerol – julio 2021

martes, 7 de julio de 2015

CINES DE VERANO

CINES DE VERANO CEHEGINEROS

Fachada del cine-teatro Alfaro y hotelito que daba a la ctra. Murcia y plaza Alpargatero.

Vamos a recordar las trasnochadas en los cines de verano de Cehegín: por estas fechas, en cierta época funcionaron dos cines a la intemperie: El Cine Avenida, y el Teatro-Cinema Alfaro, ambos regentado por la Empresa Peñalver (Felipe y Francisco Peñalver Palud). (Al jubilarse el Sr. Alfaro, por diversos motivos, traspasó ambos cines, el de invierno y este de verano, a la Empresa Peñalver).
De aquel Teatro Alfaro al aire libre, hasta hace unos años, solo quedaban unos restos y el escenario en estado ruinoso, hoy únicamente perdura el solar utilizado como estacionamiento de vehículos junto a ese hotelito modernista, que fue el capricho de Fernando Alfaro y que aún persevera cobijado entre los edificios recientes de la plaza del Alpargatero.
 El Teatro-cine se configuraba en un extenso patio con sillas de madera, (bastante duras e incómodas), frente a la pantalla, aunque eran más penosos aun los poyos de cemento que se ubicaban como “gallinero” en el extremo lateral del solar. También asistían espectadores furtivos cobijados en la terrazas vecinas mientras cenaban contemplando la película o la función teatral.

El teatro-cine Alfaro -vista desde el escenario y al fondo la sala de proyección.

Una robusta aunque elegante verja cerraba la entrada por la carretera de Murcia, con la puerta que accedía al patio desde la recepción y taquillas en un gran muro donde en la parte alta se ubicaba la sala de proyectores y una coqueta terracita, sólo usada por los empresarios y determinados amigos que gozaban de algunas meriendas contemplando la película, y debajo en la cara que daba al cine se situaba el recoleto ‘ambigú'. 
Una divertida anécdota da fe de aquellas merendolas: Organizó el Sr. Peñalver una cena a base de un gran asado al horno con medio cordero lechal con patatas. Nada más comenzar los trailers previos a la película, apareció el encargado con el asado y los comensales procedieron al asalto de la suculenta llanda, primero las patatas que estaban encima protegiendo la carne, supuestamente debajo. -"Qué ricas están estas patatas". mascullaba uno, pinchando a tientas...- y el resto asentían lo mismo, hasta que uno de ellos preguntó: -"Oye, y... ¿Dónde está la carne que no pincho ningún trozo?"- Y es que otro de los invitados, popular tragón, al estar a oscuras, dio con el 'filón' del cordero, rebuscando por el fondo del recipiente y había devorado casi toda la carne.

Teatro-Cine Alfaro

Además del cine también se representaba funciones de teatro, sobre todo espectáculos arrevistados y de variedades. Una recordada noche del estío de 1949, actuaba una joven Lola Flores con su espectáculo “Zambra”, junto a su mentor Manolo Caracol, ya en el ocaso de su carrera el cual salió a escena con una borrachera impresionante, de tal envergadura que hubieron de retirarlo a los camerinos, menos mal que la gran Lola suplió de sobra la figura del célebre Caracol. Otro polifacético cómico, asiduo de este teatro, fue Ramón Álvarez Escudero, célebre payaso, equilibrista, músico y mago  que destacó con el nombre artístico de Ramper, que dio a conocer a la jovencísima Lolita Caballero (años después Dolores Abril pareja de Juanito Valderrama). Ramper fue un humorista desenfrenado con chistes inteligentes y mordaces, su célebre parodia del ‘hombre del tiempo’ fue un hilarante y arriesgado parte meteorológico para aquella época de censura; con su mapa del tiempo y su varita en ristre señalaba la región gallega: “Un fresco ‘General’, procedente de Galicia se va apoderando poco a poco de toda la península”. (Lo malo fue que después dio con sus huesos en el temido ‘cuartico de repeso’ detenido por los guardias). Contaban que Ramper, en plena Guerra Civil, salía al escenario en Madrid con un cubo tirando serrín al suelo mientras gritaba “¡serrín de Madrid, (se-rinde-Madrid)!”, Ramper fue un genio de la escena cómica, hacia la vela subiendo una escalera de madera, daba volteretas, se reía de todo incluso de él mismo. Imitaba a todo lo que se pusiese por delante. Finalmente dicen que murió en la indigencia.
Igualmente, en aquel espacio se celebraban grandes verbenas en las Fiestas Patronales, con artistas de la talla de Emilio el Moro y Finita Ruffet, o Addy Ventura con su famoso cuplé junto a Pedrito Peña: “¡Lo tengo negro…, lo tengo negro! ¡El tabaco, no sean mal pensados…!” y tantas otras vicetiples, como las famosas chicas de Colsada.- Se improvisaba una amplia pista de baile donde solía saltar al escenario algún improvisado espectador para bailar con la vedette de turno o cantar algún bolero, como “Piel Canela” o “No me vayas a engañar”, tan de moda en aquellos años. Con el sensual aroma de los jazmineros y la hiedra recién regada, que adornaba el recinto, las parejas de enamorados se solazaban al son de las románticas melodías.

Compañía de 'Ramper·(presentación de Lolita Caballero)

El otro cine de verano, el “Avenida” estaba ubicado en el popular 'Cantón' frente a la cuesta de Parador, en el edificio actual del garaje de Antonio de Paco (Veneno), enfrente Bruno García servía combustible a los pocos vehículos que circulaban en aquellos tiempos, así mismo ofrecía servicio de coches de alquiler (taxis), colindaba con la taberna de "El Mocho" (qué ricas aquellas tapas de huevo duro con pimiento morrón y anchoa), más allá se ubicaba un pequeño cuartucho como oficina de los coches de línea, conocidos popularmente como "Alsina", y a partir de la otra esquina de la Cuesta del Parador, la caseta del Fielato o Arbitrios municipales, donde se cobraba toda la mercancía que entraba a la localidad. Además seguían la casa de José "El Tapián", abuelo del torero Pepín Liria, la carpintería de "Los Rosendos" y aún más abajo se encontraba la destilería de aguardientes de "Antonio de la Pura". La verdad es que casi todo ha desaparecido del paisaje. 

Izq. Fachada principal del cine, Drcha. Surtidor de gasolina de Bruno.

Pero sigamos con los cines: La portada de local estaba adornada con un letrero con forma de ave con las alas desplegadas y con centelleantes letras de neón al estilo de la época que anunciaba así: “Cinema Avenida. Empresa Peñalver. Cehegín”. —El equipo doble de máquinas era marca “Super Ossa”, y la  pantalla con lienzo de plata de alta densidad. 

Una curiosa peculiaridad era que se entraba por detrás de la pantalla y lo primero que se veía era a los espectadores sentados en sillas de madera plegables en el patio central, y en la ‘torraera’ o ‘gallinero’ como siempre en un lado de solar con poyos de cemento. La repostería estaba al fondo, una cobachuela donde solían servir, sobre todo, aceitunas y frutos secos —todavía no se consumían pipas, claro está— además de la socorrida bebida española: el vino y las gaseosas, porque la cerveza era aún un lujo exclusivamente al alcance de la gente pudiente. Antes del inicio de la proyección sonaban boleros de los Panchos como “Lo dudo"; "Ladrona de besos"; o “El reloj” y otras canciones de moda: "Luna de miel"; “La Casita en Canadá” o “Raskayú”, mientras aparecían en pantalla las diapositivas publicitarias.
Con un gran llenazo, se estrenó en una noche del 2 agosto de 1959, el film El Príncipe y La Corista. Así señalaba la cartulina “¡¡Majestuoso estreno en deslumbrante Technicolor!!, protagonizada por el famoso actor británico Laurence Olivier y la despampanante estrella de Hollywood, Marilyn Monroe”.




El 22 de agosto de aquel mismo año, otra película muy popular se anunciaba: “La Copla Andaluza ha brotado del manantial, una auténtica sinfonía del cante jondo, sorprendente estreno en Eastmancolor…” Era tal la afición al flamenco que por las terrazas y falsas colindantes solían acudir muchos vecinos a ver gratis los espectáculos, bajo el cielo canicular claveteado de estrellas … 


Eran frescas y gratificantes noches del estío ceheginero, donde se gozaba del cinematógrafo a la luz de la luna junto a un apetitoso bocadillo y una refrescante cervecita. ¡¡Quién las pillara hoy!!


NOTA: Algunos datos y fotos, recogidas en diversas publicaciones. Gracias a mis amigos Francisco Ortega y Javier de Maya por sus contribuciones.