Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

martes, 31 de mayo de 2016

UNOS OJOS...

UNOS OJOS… 

“Cese ya vuestro desvío, /  ojos que me dais congojas; / ojos con aspecto de hojas / empapadas de rocío”.  (Díaz Mirón).

Vista desde el paseo.

En los rincones rebosantes del hambre de aquel sórdido laberinto puntarronero moraba la dulce chiquilla de grandes ojos verdes de mirada lánguida, y al revés que el resto de harapientos jovenzuelos, príncipes de la indigencia, la muchachita de postrada mirada, como un regalo de reyes, se mostraba espléndidamente limpia ante el último sol de cobre que reflejaba sus lozanos cabellos. 

Calle Paisano -Puntarrón-

Esos brumosos rayos de poniente que adormecían a los ‘aviones’ cuando planeaban por el Alcázar hacia su tálamo nupcial en las viejas guaridas de la inexpugnable fortaleza ceheginera, allí donde los gratificantes verdores de la Vega, exhalando sus fragancias huertanas, se enfrentaban a los centelleantes azules celestes que, a la sazón, coqueteaban con los espejos del río.

Torre del Pozo o del Ladrón de Aguas.
Los juegos de la soñadora doncellita se constituían contemplando largas horas el valle de Canara, que sesteaba bajo sus nebulosos embozos estivales, y los huertos de la ribera que ofrecían sus tentadores frutales de oro, mientras escuchaba el monótono croar de las ranas sobre las ‘vaeras’ del Argos, monódica sinfonía acuática en contrapunto con los gorjeos de los gorriones y los vencejos (“aviones” les llamaban los zagalillos) que planeaban alocados y se refugiaban ufanos por los peligrosos precipicios de la ‘Cueva de la Encantá’ y de la torre del ‘Ladrón del Agua’ –una de las treinta y dos del recinto medieval de Cehegín- donde los belitres jovenzuelos se divertían pretendiendo cazarlos con caña y anzuelo, una suerte de pesca aérea, mientras proyectaban otras juguescas de la incipiente y deliciosa incontinencia adolescente.

Vista Cehegín antiguo.
Aunque criada en los abismos de la condición humana, como una infortunada del destino, la niña escapaba de aquellos desvergonzados pilluelos. En las plácidas tardes, al señuelo del onírico atardecer, abrigada con el desmayado silencio de las derruidas esquinas y junto a la callada quietud de los ventanucos que intuían miradas furtivas, como una sugestiva ‘Bella Durmiente’, se amodorraba en un ribazo del despeñadero puntarronense y sus fantasías se encaminaban hacia otros senderos que conducían hasta las nobles casonas y palacios que jalonaban la calle Mayor, donde, como una poderosa frontera, vivían otras niñas tan preciosas como ella, aunque hijas de personajes notables del pueblo. Ya le advertía, enigmática, su madre: -“No te acerques a los señoritos de la calle Mayor, porque te pueden reñir…”-

Plazuela del Mesoncico.
Pero la zagala siempre soñaba ser una de ellas y por eso se acicalaba cuanto podía, pese a no poseer más que un desdentado peine que usaban todos los de su familia y que a veces restregaba con un cansado trapo en la acequia cercana para despegar las liendres acumuladas, además de un pequeño frasquito de colonia “Embrujo de Sevilla”, atesorado en una vieja gatera abandonada, regalo del ‘Tío de la Moa’, por acompañarlo a través de las abruptas callejas e indicarle donde vivía una decrépita vieja que servía de confidente al ronco buhonero en sus apasionadas aventuras nocturnas.
Como afirma de ‘Marianela’ el gran Pérez Galdós, aplicándole el verso de Polo de Medina: “Es tan linda su boca que no pide…”. En efecto; ni hablando, ni sonriendo…, ni mirando, revelaba la miserable zagalica el hábito degradante de la mendicidad. Era una mariposa cautiva, linda, impoluta y espléndida, con esa innata aura distinguida, pero, al modo de una cenicienta, imposibilitada para ejercer ese obsequio de la naturaleza.

"Marianela"
Y es que su único pecado fue nacer en humilde cuna, ausente de manjares regalados, lejos de mimos y zalamerías, carente de fragancias y porcelanas. Como tantos otros seres de su época, marcada con el estigma del infortunio. Y también, como tantos otros, huyó de la salvaje maleza por horizontes perdidos en busca de un idealizado Edén donde rescatar la dignidad expropiada.
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Casa Srta. Evangelina. Pl. Alpargateros. -hoy derruida-
Al cabo de muchos años, estacionó un precioso automóvil gris plateado de última generación en la emblemática plazuela del Mesoncico, del cual se apeó un hombre acompañado de una hermosa señora trigueña de edad madura. Lo que más llamaba la atención era los grandes ojos verdes de mirada lánguida de aquella mujer, unos ojos con un extraño fulgor que atormentaba la conciencia. Incapaz de sustraerme ante tanto donaire mi memoria evocó los versos de Alberti:-“La exhausta flor perdida en su reposo, rompe su sueño en la raíz mojado…”- 
Se acercaron preguntándome: -“Sabe usted si estará en venta alguna de las casas-palacio de la calle Mayor…-“. Les aclaré, un tanto palpitante, que ya no quedaba ninguna: habían sido adquiridas por los ingleses…

Antonio González Noguerol      

miércoles, 18 de mayo de 2016

PUENTES CEHEGINEROS -I-

Los Puentes ceheginenses (I)

Paisaje del puente piedra.
Ya sabemos que Cehegín no es París, ni que los cehegineros se pueden recrear de los innumerables puentes sobre el Sena, tampoco gozamos de aquellos pintorescos ‘Puentes de Madison’ (¡menuda peli!) pero en cambio sí podemos presumir de otros puentes por sus cuatro puntos cardinales que anulan el aislamiento de nuestro fortificado casco antiguo: el Puente de Piedra, megalítico y robusto y que forma parte del peculiar paisaje ceheginero.  En el año 1862, una riada se llevó su cimentación que tenía 2,30 metros de profundidad, y el contratista José Montesinos reclamó los daños producidos por un valor de 2.500 pesetas. 

Última riada el día 22 junio 2023 


Es un hito importante en la historia de las construcciones civiles en Cehegín, en primer lugar porque este puente está íntimamente relacionado con la carretera de Murcia a Caravaca ya que, con anterioridad, había dos caminos para trasladarse a la vecina ciudad, uno, el camino que transcurría por el río y aún existe, pero los problemas eran evidentes en épocas que surgía riadas y el otro, el llamado 'Camino de Caravaca', que hoy se conoce como el 'Camino Viejo', que obligaba a dar un gran rodeo.
La carretera y en este caso el puente facilitaron enormemente las comunicaciones, transacciones de personas y bienes y en general las relaciones de Cehegín con nuestra comarca.


Impresionante riada de hace años.
Se supone que la carretera y el puente estaban terminados totalmente, en el año 1899 al plantar los plátanos orientales que nos dan la sombra en esa gozosa alameda junto a una fábrica de conservas y que fueron hermanos de la luenga alameda que flanquea el último tramo de la antigua carretera hacia la ciudad de la Cruz. Hoy sigue soportando el paso de vehículos y es una cómoda confluencia con las encrucijadas de los pueblos vecinos.
La juventud de los años 50/60 guardan de aquellas alamedas nostálgicos recuerdos, donde solían pasear practicando el ceremonial cortejo de la seducción amorosa, que en lenguaje popular era 'arrimarse' a la niña de nuestros sueños.
También hubo álamos hasta el otro puente que nos abría camino, salvando el río Quípar, hacia Bullas y la lejana Murcia, un Puente de Hierro, construido en el año 1883, por la Sociedad “Cockerill Seraing” de Bélgica, hoy inutilizado y sustituido por otro de factura moderna en la autovía del Noroeste. 

Placa de la empresa constructora del puente de Hierro.
Aquella pasarela de hierro fue montada con las mismas técnicas de la Torre Eiffel, láminas de hierro que en vez de soldadas iban unidas por enormes remaches, y tanto en el anterior Puente de Piedra citado, como en este, "de hierro", fue el preboste ceheginero don Alfonso Álvarez Castellanos quien propició la finalización.


Perspectiva del puente hierro.
Cuentan que Castellanos, a su regreso de la acostumbrada temporada de baños, hubo de pernoctar al otro lado del río en la casa de los labradores de la Pollera, porque se encontró con una riada que le impedía llegar a Cehegín. Al otro día, el señor de Cehegín llamó a su mayoral: “-Marcha inmediatamente a Madrid y entrega esta misiva a don Antonio Cánovas del Castillo…-“ 

En la carta le relataba la inclemente aventura atmosférica y reivindicaba que para la próxima temporada de baños le agradaría no encontrar otro problema de inundación. Justo es decir que Cánovas mandó a la semana siguiente un equipo técnico para estudiar la construcción del nuevo puente sobre el Quípar, que buena falta le hacía a Cehegín.
No sabemos si la anécdota fue verídica, pero esta es otra historia… No obstante en próximas entradas seguiremos relatando historietas de los puentes cehegineros.

domingo, 15 de mayo de 2016

San Isidro "el labrador"

SAN ISIDRO EL LABRADOR

¡Feliz día para todos los del campo...!

"San Isidro el labrador, pájaro que nunca anida, 
no le pegues al chiquillo... que él no perdió la petaca!..."

(Antigua copla)


San Isidro el labrador nació en el Mayrit musulmán (Madrid), fue un labrador mozárabe que estuvo posiblemente al servicio de la familia Vargas y de otros tantos señores terratenientes de aquellos lares.
Parece ser que una de las primeras ocupaciones de Isidro fue la de pocero, o sea, cavar pozos, al servicio de la familia Vera hasta que se trasladó a trabajar a Torrelaguna, donde contrajo matrimonio con una chica del pueblo llamada María Toribia, conocida más tarde con el nombre de Santa María de la Cabeza. 
Fruto de su matrimonio tuvieron un hijo llamado Illán. 
Al cabo de unos años la familia regresó a Madrid, para cuidar las tierras de la familia Vargas. Fue en ese momento cuando Isidro realizó las tareas de labrador y pasó a ser conocido popularmente como "Isidro el labrador". Falleció en el año 1130. 
Sobre la figura del santo se han vertido muchas narraciones populares. La más conocida representa a un hombre muy piadoso que tenía que soportar las burlas de sus vecinos porque cada día iba a la iglesia antes de salir a labrar el campo. A veces, Isidro, llegaba algunos minutos tarde al trabajo y sus compañeros lo denunciaron al patrón Juan de Vargas, por holgazán, éste, lo quiso comprobar personalmente, y un buen día se escondió tras unos matorrales a medio camino entre la iglesia y la finca, Vargas recriminó a Isidro su actitud, sin embargo, cuando llegaron al campo, vieron con sorpresa que los bueyes estaban arando solos la parte que le correspondía al buen Isidro. El amo entendió aquél hecho como un prodigio del cielo.


Así mismo, otro relato nos cuenta que en un año de sequía y temiendo por la rentabilidad de la hacienda de su amo, Isidro con un golpe de su arado hizo salir un chorro de agua de la tierra. Salió tanta agua que pudo abastecer a todo aquel Madrid.

Imagen de San Isidro (Cehegín)
El aprecio a San Isidro es notable para todos los que trabajan en el campo, por ello es el patrón de los campesinos y de los viticultores, así como de los ingenieros técnicos agrícolas.
Cabe recordar que bajo el nombre de "San Isidro" se organizan durante los días colindantes a su onomástica diferentes ferias agrícolas en numerosos pueblos de España.

Agricultores cehegineros con su cabalgaduras.
Y como no podía ser de otra manera, aquí en Cehegín también evocamos la figura de este patrón. El sábado anterior siempre se honra al santo en la tradicional romería de S. Isidro, con desfile de caballerías y carrozas recordando las faenas campestres, y cuadrillas de animeros, cantando y bailando danzas tradicionales de la tierra. Como es costumbre corre el vino y la pitanza.

Cuadrillas de animeros.

Y ya el domingo, se celebra la eucaristía en honor del santo patrón, a la intemperie de los parques cehegineros. 
Una referencia de esta fiesta es la famosa tormenta que cayó cierta tarde de mayo de 1960, cuando la procesión de San Isidro discurría por la Cuesta del Parador. Fue de tal magnitud la granizada que cayó sobre nuestra ciudad que no quedó un albaricoque de aquellas extraordinarias cosechas y que eran el sostenimiento económico de tantas familias cehegineras, en estas fechas ya un fruto afianzado… Los automóviles, algunos tejados u otros ornamentos quedaron señalados o abollados por el pedrisco. Pero lo más recordado fue el abandono del 'Santo' en medio de la cuesta del Parador, frente al antiguo estanco de Julián, y la huida de los fieles para protegerse como mejor pudieron ante la agresividad del torbellino. La imagen del pobre san Isidro sufrió una buena ducha y algún rasguño e incluso una de aquellas bolas de granizo fracturó uno de los dedos.

Romería del Santo.
Lo cierto es que unas veces por el variable tiempo propio primaveral, que nos obsequia con tormentas esporádicas que estropean la fiesta, otras permitiendo no sólo la procesión con el santo patrón de los agricultores, si no el resto de celebraciones que ofrecen un día de asueto para estos hombres del campo en honor de este venerable Isidro el Labrador. 
Y por desgracia, esta funesta pandemia de cuyo nombre mejor olvidarse, sigue amenazándonos por lo que se tendrá que suspender por segunda vez. Tendremos esperanza para poder celebrar al santo el próximo. Dios lo quiera.