Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

lunes, 3 de abril de 2017

CALLE DE LA FORTUNA


CALLE DE LA FORTUNA

Siguiendo con las calles históricas y peculiares de Cehegin.



Hoy le toca a la ‘bienaventurada’ calle de la Fortuna, (denominada hasta 1853 calle de los Cortadores, se cambió al inicio del siglo XX por Ramón y Cajal, para volver a llamarse 'Fortuna' en los 80), parece ser que el topónimo “Fortuna” viene dado a consecuencia de una epidemia de peste o cólera que afectó a todo el pueblo, excepto a dicha calle, que salió indemne; a partir de entonces los vecinos comentaban: -“Qué 'fortuna' la nuestra al salvarnos del contagio”.
 
La Fortuna -pretil Eras Bajas-
Por aquella calle vivieron numerosos personajes locales: el entrañable y socarrón Salvorico 'el Quinto', pintoresco tendero de ultramarinos, que con sus chistes pícaros seducía a sus clientas; y el ‘Nene de La Luz’, popular guardameta del Cehegín C.F. de los años 50, los domingos salía hacia el campo del Armajal y los zagales le rodeaban preguntándole: -¿'Nene', esta tarde qué…? y el 'Nene' comentaba: “esta tarde me voy a tirar a las luces…”-
La Fortuna.
Esta calle, pese a ubicarse en los aledaños de la Cuesta del Parador, era muy concurrida, seguramente porque conduce hasta el paseo de la Concepción, además de apacible mirador, lugar donde se instalaban todos los chirimbolos y casetas de las fiestas patronales.

Inicio calle de la Fortuna desde Cuesta Parador
Vecindario muy conocido dentro de la sociedad ceheginera, como un querido practicante de la sanidad local: Juan 'el Párraga'; las familias Melgares; Béjar; Hita; Zafra; Fernández 'Porrillas'; Andrés de la Luz; Miguel Moreno; Franco; las hermanas Faura, y bastantes más que se me habrán pasado, así mismo estuvo ubicada la oficina de Correos, justo enfrente vivió Pepe 'el Fresco' y Andrés de 'María la Paz', tío del poeta Carranza. Y más abajo estaba la casa de Juanico 'el Pollo', antiguo administrador de las Boticarias y secretario interino del juzgado, sigue la fachada familiar de Juan 'Catarrás', acreditado fabricante de embutidos y helados. En resumen todo un microcosmos vecinal. Y ya desembocamos en la Cuesta del Parador…. y al otro lado el barrio del Cabezo, pero de eso hablaremos otro día.
Fotos: A.G.N. - fuentes Tradición oral.

CALLE DE CIRUGEDA


CALLE DE CIRUGEDA

 

-OTRA DE LA CALLES EXTRAÑAS DE CEHEGIN-

 


Hay calles en Cehegín de las que mucha gente ignora su procedencia. Es el caso, que el otro día mostrando a un amigo el encantador casco antiguo ceheginero, por debajo del paseo de la Concepción, mi amigo me preguntaba: “Tú que siempre estás rebuscando historias, en recuerdo de quién es el nombre de esta calle…?  Se refería a la abrupta calle de Cirugeda, que recibe los primeros rayos del sol a la sombra del mirador del emblemático paseo, y baja desde la calle Diego Chico de Guzmán (Las Ruedas), hasta la calle Zafra.

Placa indicando la fecha que se remodeló el muro de contención del paseo.
 
Pues bien, después de informarle que allí, vivió antaño y tuvo su establecimiento la primera mujer barbera, curandera y sacamuelas de Cehegín, conocida como la Maestra Gañana, a quien el pueblo le atribuye una frase muy conocida, que se le espeta a quien dice alguna sandez: “¡Y el pijo once, como decía la maestra Gañana”).

Calle Cirugeda -parte de abajo-

Según el archivero Municipal, la calle Cirugeda, con anterioridad al año 1896, se hallaba integrada en la calle Saliente, segregándose al año siguiente. Es entonces cuando aparece en dicha calle el nombre de Francisco Cirugeda y Cirugeda. Nacido en Mogente (Valencia). Noble, militar, político y farmacéutico español. Siendo comandante, marchó a la guerra de Cuba, donde se distinguió por su bravura. El 7 de diciembre de 1896 el general cubano Antonio Maceo, conocido como “El Titán de Bronce” uno de los líderes independentistas de América Latina, avanzaba con su escolta personal: (el oficial médico; el Brigadier José Miró y una tropa de 20 hombres), cuando fueron detectados por una fuerte columna española del batallón "San Quintín" capitaneada por el citado Cirugeda, quienes abrieron un intenso fuego. Maceo fue alcanzado por dos disparos al igual que el teniente y otros soldados. Luego los españoles los remataron, dejando los cuerpos abandonados. Los cadáveres de Maceo y el teniente fueron recogidos por el coronel habanero Aranguren, y enterrados furtivamente en la finca de dos hermanos, que juraron guardar el secreto hasta que Cuba fuese libre e independiente.

Escena muerte de Maceo, por las fuerzas de Cirugeda.

Al regresar a España en 1897 entró a formar parte del cuarto militar de la Reina y después del Rey, allí permaneció hasta su ascenso a General de Brigada en marzo de 1908. Al ascender al siguiente año se le confirió el mando de la primera brigada de la 10ª División. En 1918, es nombrado consejero del tribunal supremo de guerra y marina. Madrid también le reconoció colocando su nombre en una de sus calles. Por tantos hechos heroicos, se le otorgó numerosas cruces, entre ellas "la Cruz de San Hermenegildo".
Por lo tanto, ya sabemos el motivo de darle este topónimo a tal calle ceheginera. 
En el año 1900 esta calle tenía 64 habitantes, distribuidos en 25 casas habitadas. Había 15 braceros, una barbera y el resto eran mujeres y niños. En el año 1950 la calle Cirugeda tenía 20 casas habitadas y 55 habitantes. Ya a finales de los años 80 se tramitó expediente de ruina de alguna casa por el peligro de derrumbe que representaba. Con posterioridad se realizaron algunos arreglos en la zona, y fue en el año 2007 cuando se adecuó y arregló definitivamente, estrenando pavimento, jardinería e iluminación.

Fuentes: la tradición oral, diversos archivos y publicaciones y Archivo Municipal.






DON ALFONSO CASTELLANOS (SEÑOR DE CEHEGíN)

 ALFONSO ÁLVAREZ CASTELLANOS  

(SEÑOR DE CEHEGÍN)


Aquí tenemos a Don Alfonso Álvarez Castellanos y López uno de los protagonistas en la segunda mitad del siglo XIX ceheginero del mundo de la política y economía local. Era hijo de don Francisco Álvarez-Castellanos y Carreño y de doña María Isabel López Martínez-Gil, nacido un 14 de abril de 1809 y fallecido el 12 de febrero de 1894.
Don Alfonso fue Abogado de los Tribunales Nacionales, Secretario Honorario de la Reina Isabel II, Maestrante de Ronda y alcalde de Cehegín. La reina quiso otorgarle un título con el nombre de "El Campico" de Cehegín, pero Castellanos renunció al mismo: -Yo solo deseo ser un ceheginero amigo de mis conciudadanos-, así contestó a su majestad. Gozó de gran amistad con el ilustre político Antonio Cánovas del Castillo, a la sazón presidente del Consejo de Ministros, ya hemos contado en otras ocasiones la popular anécdota del Puente de Hierro: Castellanos regresaba de su acostumbrada temporada en los Baños de Mula y se encontró con una gran riada en el río Quípar, que le impidió vadear el torrente y llegar a Cehegín. Según cuentan, a la mañana siguiente mandó a su mayoral a Madrid: -"Esta noche te vas en el correo a Madrid, y vas a tal sitio de mi parte, y le dices a don Antonio Cánovas del Castillo que es necesario y urgente la construcción de un puente sobre el río Quípar a la entrada de Cehegín". (Hay que observar que Castellanos no era amigo de recados por escrito). Ni que decir tiene que las obras, del hoy olvidado Puente de Hierro, no tardaron en comenzar.

Puente de Hierro.

Ostentó la alcaldía de Cehegín en dos etapas, desde primeros de abril de 1844 hasta el 2 de enero de 1846, y en desde el periodo de enero de 1848 y uno de enero de 1852.
En este primer mandato, una de las cuestiones más peliagudas, a nivel local, fue la intención, por orden del Comisario Especial de Ventas, de poner a la venta el Convento de san Esteban, cobijo de nuestra patrona la Virgen de las Maravillas, a lo que se opuso frontalmente el alcalde Castellanos.
No lo consideremos un vulgar cacique de pueblo, ¡ni mucho menos!..., era enemigo de las injusticias, don Alfonso fue hombre generoso, se cuentan numerosas anécdotas, subrayando un buen talante con sus subordinados, a los que ayudaba cada ocasión que era menester, en las enfermedades o por cualquier otro motivo. Consideremos que no eran aun tiempos de reivindicaciones sociales y cualquier gesto del señor era un rasgo de benevolencia hacia sus criados.
Hay un relato de la imprecisa tradición oral, bastante curioso: se dirigía don Alfonso hacia Cehegín desde la pedanía de la Almudema, cabalgando sobre su caballo cuando le hizo el alto un individuo, mal encarado, demacrado y armado con una gruesa faca y le aprestó muy alterado y con poca convicción:—don Alfonso, deme usted todo cuanto lleve encima… — el prócer, echó mano al bolsillo… y  apuntó con un pequeño revolver al desgraciado y le dijo:  Sé quién eres…, no te da vergüenza, andar por estos caminos asaltando a la gente. —el pobre hombre balbució: -Perdone señor, no me mate, estoy sin trabajo, mis hijos no tienen qué comer y mi mujer la tengo enferma… — don Alfonso, observando sinceridad en los afligidos ojos de aquel hombre, alargó su mano con un puñado de monedas y le dijo: Toma estos cuartos y compra comida y lo más apremiante, y mañana te quiero ver en mi casa de Cehegín a tal hora. El hombre, se despojó de su gorra y con una reverencia, se marchó presto, ¡¡y pasmado‼…Como es obvio, al día siguiente se presentó en casa del noble, pensando que lo iban a reprender o incluso mandarlo al calabozo. Cuál fue su sorpresa cuando don Alfonso le dijo: — Si me prometes trabajar honradamente, desde hoy, entras a mi servicio en la finca del Campico y no te faltará la comida y algunas pesetas, ¡ah!, y ahora mismo vas a ir al médico en mi nombre para que remedie a tu esposa.—  Una historia con algún tinte de fábula, aunque pudo ser cierta… ¿no creéis…? Y es que así era Castellanos.
Otra anécdota cuenta que en una ocasión uno de los colonos de su finca disparó fortuitamente contra otro, e inmediatamente fue detenido por la Guardia Civil. Ante el empecinamiento del juez por condenarlo, don Alfonso tuvo un duro enfrentamiento con el magistrado por defender a su empleado. El asunto llegó a tal extremo que a los poco días el juez fue trasladado a la Coruña, y posteriormente a las Canarias (tal era la influencia de don Alfonso en las altas instancias del Estado) y luego entregó unas dádivas a la infortunada viuda del fallecido.
Hombre de buen yantar…, orondo y bonachón. Le encantaban las ‘Perdices en escabeche’, que le solía cocinar una señora llamada ‘La Mata’ y que él pregonaba como lo mejor que había degustado jamás (y mira que había comido en grandes restaurantes).

CASA-PALACIO DE Dª BLANCA -Antes de Castellanos-

Opulento hacendado, llegó a disponer de un patrimonio de valor incalculable. Su residencia habitual estaba al final de la Cuesta del Parador, y calle López Chicheri, donde el espléndido torreón parte en dos ambas vías, en el palacio conocido como de ‘doña Blanca’ donde daba el sol de poniente y podía contemplar el hermoso paisaje del río Argos y la vecina Caravaca. (De ahí el nombre de “Poyos de Castellanos”, a la pequeña subida, justo enfrente de la puerta principal de esa Casa-Palacio).


El edificio que hoy ocupa el Juzgado Municipal y Registro Civil, en la calle Esparteros, fue la casa de sus padres y residencia en su niñez y juventud, pasando luego a su propiedad. Aunque también fue propietario del palacio del Marqués de San Mamés –hoy casino de Cehegín-. Además de innumerables fincas rústicas y otros bienes.

PALACIO DE CASTELLANOS
El 12 de febrero de 1894, en plena Cuaresma, un luctuoso evento enmudece al Mesoncico: ha fallecido el «Señor de Cehegín», don Alfonso Álvarez-Castellanos y López. Las campanas de todos los templos de Cehegín, y así mismo los de Cieza, Caravaca, Mula, Bullas, Vélez Blanco, María, Orce, y Ricote; las espadañas de las ermitas de la huerta; de los oratorios de las múltiples haciendas, todas ellas, no cesan de doblar sus lamentos a los cuatro vientos por el alma del prócer Castellanos.
Se han recibido telegramas de pésame de muchos lugares y en especial de Cánovas del Castillo, presidente del gobierno, del obispo ceheginero Caparrós, del Cardenal Benavides, arzobispo de Zaragoza, y otros ilustres personajes de la Política, la Cultura y la Economía. La corporación municipal, y todo el Clero asisten al sepelio, los franciscanos, los terciarios, los estandartes, las cofradías, los grandes del Partido, los otros políticos, los artesanos, los arrendatarios, aparceros, jornaleros,… y naturalmente los pobres, que bendicen el nombre del difunto patrono, pues ha legado cien duros para que sean distribuidos, a razón de diez reales y una vela por cabeza. Don Alfonso, ha sido amortajado, según su voluntad, con ropa de calle, además le han ‘acicalado’ por última vez con su túnica morada de Hermano Mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.


Sin embargo, según su deseo, sus restos yacen en un modesto nicho del Camposanto de Cehegín, junto a sus estimados conciudadanos.

domingo, 2 de abril de 2017

LAS RUEDAS

BARRIADA DE "LAS RUEDAS"


Callejón del paseo (abajo Las Ruedas).
(A la derecha casa de las Espiritistas).

El otro día hablábamos de la calle Cirugeda y siguiendo un anárquico itinerario, allí cerca también tenemos otro lugar venido de la voz popular: Las Ruedas, la columna vertebral que desciende desde el callejón del paseo, donde moraron las conocidas “Espiritistas, aquellas encantadoras señoras solían leer el porvenir a las chicas enamoradas, (por cierto recuerdo a su sobrino Antonio Figueroa Egea, compositor y arreglista musical, que adquirió cierta fama por su canción "¡¡Qué, Qué bueno!!"..., que en 1965 representó a España en el festival de Eurovisión en Nápoles, interpretada por la actriz y cantante Conchita Bautista) por cierto con poco éxito.

Esta calle, oficialmente denominada calle Diego Chico de Guzmán, ubicada justo en el  trasero de los palacios del Ayuntamiento (Casa Jaspe) y del Conde de Campillo, donde convergen varias vías: (los Poyos de Castellanos, la calle Saliente, Fortuna, y Zafra) y Eras Altas, por aquí vivieron los “Nogueroles”, familia de notables músicos, entre ellos destacan Juan Noguerol que ascendió hasta capitán de la Guardia de Asalto, además se recuerda a los sobrinos Antonio, violinista-trombonista, a los resobrinos Amado y Celso y al extraordinario fliscorno Antonio y el notable bombardino Juan, además de sus hermanos Martín y Ricardo, amén de los descendientes, una pléyade de instrumentistas que heredaron estas virtudes musicales de generación en generación. Todos ellos y algunos más, pertenecieron a los populares “Trece Negros” un conjunto musical (coro de procesión) que escoltaba a la Virgen de los Dolores en las procesiones de Semana Santa.
Así mismo en esta calle el notable artista Nicolás de Maya disfruta de las vistas privilegiadas que regala su morada en la casona que vivió 'tiempo ha' la familia Valero Elbal. También vivió entre tantos conocidos cehegineros, un diestro albañil Adolfo 'el Amasijo', y tantos otros vecinos distinguidos.
Y hace unos años el conocido periodista y político  Eduardo Sotillos, adquirió la parte trasera de la casa-panadería de la familia de los 'Quintos', para uso vacacional.
Por esta rampa, cada cuaresma derraman sus rezos los penitentes del antiguo Vía Crucis de la cofradía de 'Los Moraos' y allí aun perfuma el entorno un horno moruno, donde elaboraba el pan la familia de los Quintos, junto a aquel viejo negocio ya extinguido: La Carbonería de Miguel Ruiz ¡cuánto luchó aquel hombre vendiendo jabegones de carbón!, y también al por menor a las amas de casa que solían guisar en unos forneles donde se introducía el carbón y una vez encendido guardaba el calor mucho tiempo. Era un oficio ennegrecido, pero imprescindible para los hogares de la clase media, ya que las clases humildes no alcanzaban en su economía para adquirir semeja combustible.
Las Ruedas -calle Dalí-
Siguiendo con esa pequeña barriada de “Las Ruedas”, su apelativo nos hace intuir que los hiladores asentaban sus instrumentos de confección de las hilaturas para la industria alpargatera que tanto auge tuvo en cierta época ceheginera.
Así que, aquí tenemos otro nombre emanado de la tradición oral seguramente ignorado por muchos cehegineros.

Fuentes: Tradición oral y archivo municipal.