Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

martes, 26 de diciembre de 2017

BLAS TORRECILLA


BLAS TORRECILLA GÓMEZ.


La  alcaldía de d. Blas Torrecilla Gómez se enmarca dentro de la época de la Regencia y Gobierno Provisional del General Serrano. Fue elegido como Alcalde de Cehegín el 1 de enero de 1867, aunque anteriormente ostentó el cargo de primer Teniente de Alcalde. No comenzó con buen pie su mandato don Blas, el mismo día siguiente se produjo una revuelta de leñadores que provocó jornadas de extrema tensión en el pueblo, provocadas a causa del frío intenso por el temporal de nieve. Los jornaleros y leñadores acudieron en masa a los montes comunales a cortar madera para la propia supervivencia, lo que derivó a un enfrentamiento, hachas en mano, con las autoridades por interponerse en el acopio de leña. El Alcalde da orden a los guardas para que bloqueen los caminos y les corten el paso. En el Partidor de Abajo (lo que se conocía como los Caños) se provocó una situación casi sangrienta. En Acta Municipal de 4 de enero de 1867 se describe tal situación. Don Blas, previniendo sucesos trágicos, recomendó a la Guardia Civil que se abstuviese en la actuación represiva. En Acta de 12 de enero de 1867 se acuerda el arreglo de la fuente del Partidor o los caños del Partidor, que suministraban a la villa el agua potable, acordando que se embellezca y reforme, haciéndose una obra de sillería para la colocación de unos nuevos caños de bronce.
En el resto del periodo de don Blas Torrecilla como Alcalde de Cehegín hay que destacar otras dos actuaciones: el ensanche de la Plaza Mayor, en realidad una pequeña remodelación, sólo se derriban unas casas para dar algo más de amplitud, ya que el principal espacio lo ocupa el viejo castillo árabe, en estado casi ruinoso. La otra relevante actuación fue el nombramiento como hijo adoptivo de la villa a don Fernando Díaz de Mendoza y Uribe, marqués de San Mamés, (gran hacendado, y propietario de la casa solariega donde está ubicado el actual Casino de Cehegín). Se le realizó dicha distinción por traer la banda de música de la cofradía de San Juan (los blancos), de Caravaca, para actuar en las fiestas patronales cehegineras, como atestiguan las publicaciones de la época. La noticia se publicó en diversos periódicos, algunos de tirada nacional como el madrileño “La España”. Concluidas las fiestas, la banda fue acompañada por muchos cehegineros hasta Caravaca entre vítores y aplausos incesantes, hasta la casa del marqués, donde se obsequió a los concurrentes junto al ilustre cronista ceheginero don Ramón Chico de Guzmán, con un “apetitoso buffet”; al final del convite se improvisó un concierto, en honor de las fiestas de Cehegín de ese año.
Pero volvamos con nuestro personaje: más que sus días como regidor, la figura de don Blas Torrecilla se manifiesta como poeta y erudito: un espécimen a extinguir, un hombre de papeles y archivos, un cronista de intrascendentes sucesos localistas típico de las pequeñas poblaciones del siglo XIX que atesoraban sus escritos polvorientos sin pensar si llegarían a leerse, pero que a ellos les colmaba de posesivo orgullo. Ataviado siempre de oscuro con bufanda, parecía estar siempre helado, hasta que la primavera les despertaba algo los sentidos de viejo solitario casi desde la cuna, solo acompañado de una  criada gruñona que malguisaba para él. Pero se sentía feliz y no le interesaba publicar sus escritos, pensaba que los posibles lectores podían mancillarlos.
Para subsistir don Blas impartía clases particulares, así sentía gozar de una familia que no tenía, además de algunas rentas de una pequeña herencia. ¿Quién fue en realidad don Blas Torrecilla? ¿Qué realizaba en su vida diaria, en un pueblo como Cehegin?... En dónde emplearía sus horas él, que no gustaba de la letra impresa, seguramente sí en los viejos archivos del ayuntamiento, o de las iglesias, incluso en casas particulares. ¿Le dejarían husmear los grandes prebostes locales?



Eso sí, parece que elaboró un curioso manuscrito, una historia escrita a mano, cubierta de polvo, pero sin editar. Don Blas tuvo cierta querencia por el pasado de Cehegín y recopilación histórica.
Muchos manuscritos cehegineros: Dr. Yañez, Ambel, y don Blas, aunque después vinieron los de don Miguel Más, y otros recordados eruditos. Pero todavía queda tres incógnitas: ¿Cuándo nació don Blas…? Cuándo murió…?  Y el último enigma: ¿Qué fue del manuscrito…? 


Lo que sí hemos localizado es este poema a nuestra patrona Virgen de las Maravillas:
"Salve, Virgen gloriosa, astro luciente, / Prodigio de la gracia sin segundo, 
Elegida por Dios Omnipotente / Para Madre de Aquél que salvó al mundo; 
Salve, jardín frondoso, pura fuente / De copioso raudal, manso y fecundo; 
Salve, Virgen excelsa y sin mancilla, / De toda la creación la Maravilla.
Del Eterno escogida entre millares, / Al crearte tan perfecta, hizo un portento, 
Y tus gracias y dones singulares / Exceden al humano entendimiento. 
¿Qué podré yo decir en mis cantares / Para explicar tan grande pensamiento, 
Si al contemplar tus gracias, oh María, / No sabe qué expresar la lengua mía
Si te apellido Sol, tu luz fulgente / Más que todos los astros luce y brilla,
Y si te digo Estrella del Oriente, / Es palabra vulgar, cosa sencilla. 
Sólo el grande Hacedor, el Prepotente / Que en sus obras sorprende y maravilla, 
Él solo pintará con expresiones / Tu hermosura, grandeza y perfecciones. 
¡Oh Reina de bondad y de dulzura, / Que alivias con tu amparo los pesares, 
No habiendo una desgracia, una amargura, / Que Tú no endulces y que no repares! 
Tú eres la protección firme y segura / Que salva nuestra vida en sus azares, 
Siendo en toda ocasión, oh Estér dichosa, / De tu pueblo la Madre cariñosa."

Solo nos queda saber si su apellido en el callejero ceheginero, -calle Torrecilla-, fue dedicada en su recordación.

sábado, 9 de diciembre de 2017

ANTONIO GONZALEZ JIMENEZ (MOTOLITE)


Antonio González Jiménez –Motolite-




En una placa colocada en la fachada de la Plaza del Mesoncico, reza los orígenes de aquella recoleta plazuela, en la que tantos eventos has acaecido a lo largo de la historia de Cehegín, entre otros datos significa este extracto: “Es el lugar de la prolífica familia González, con el mudéjar epíteto Motolite (pastelero), que en el siglo XVI, por petición del concejo de Totana, una rama se desplazó a la primera pastelería de esa villa. Igualmente aparecen en la Villa de Bullas, en el siglo XVII, como promotores de un retablo de su iglesia...”

El Maestro Motolite (abuelo) elaborando peladillas.
Antonio González Jiménez nació el día 26 de septiembre de 1916 en Cehegín, tercera generación de una familia de confiteros y turroneros. Su padre y su abuelo además de tener el mismo nombre y primer apellido fueron profesionales de las dulcerías.
Debido a los racionamientos de la posguerra civil, escaseaba notablemente el azúcar, por lo que se hacía cada día más difícil elaborar los productos propios de pastelería. Por este motivo, toma una decisión drástica y cambia de actividad abriendo las puertas de un nuevo bar –MI BAR- dotado de los más modernos servicios de la dura época que le ha tocado vivir. Son los años cuarenta y la vida no da para más. Pero también otorga sus momentos felices. En el año 1944 –como anécdota, un martes y trece y de noviembre- contrajo matrimonio con la compañera de su vida Rafaela, maravillosa esposa y madre, gentil dependienta dotada de un proverbial sentido del humor y muy apreciada junto a su marido por todo el mundo.

Aquel establecimiento en la mismísima plazuela del Mesoncico, (corazón del Casco Antiguo ceheginero), es testigo de todos los actos emblemáticos de nuestra ciudad. Y allí están en los precarios años cuarenta, al pie del cañón, Antonio González Jiménez ‘Motolite’ y su esposa, ofreciendo tortadas y sus típicos dulces.




A partir de aquellos inseguros años, el maestro ‘Motolite’ fue creando un repertorio de elaboraciones tradicionales transmitidas por sus abuelos y que él a su vez donó a sus descendientes,  con lo que la familia Motolite ha endulzado a sus numerosos clientes, no sólo de la localidad sino de los pueblos limítrofes y de tantos y tantos amigos emigrados a la comunidad catalana que se llevaban, además del proverbial afecto, el dulce sabor ancestral.
Caricatura realizada por el P. Colsa una tarde en la Confitería.
 Antonio González, fue además hombre amante del arte y la creatividad, con un oído innato para la música, participó en las comparsas y funciones de zarzuela en su juventud y hasta en la ancianidad cuando todos los domingos tocaba la bandurria en el grupo del club de los pensionistas.

Concierto de la Rondalla de Pensionistas.
El 25 de abril de 1994 recibió de la Asociación Regional de Empresarios Pasteleros de Murcia una placa conmemorativa “…por su labor y buen hacer profesional en pro de la pastelería autóctona.” 
 Y el 26 de mayo de 1999 se le otorgó, de manos del presidente de la Comunidad Autónoma, el reconocimiento como “Empresa Centenaria” y la gratitud por parte de la Cámara de Comercio Industria y Navegación de Murcia por “…contribuir al desarrollo económico y social de la Región de Murcia…”


El Maestro, recibiendo la placa junto a tres de sus nietos.
Así, continuando los más de 120 años de trayectoria dulcil en la singular plazuela del Mesoncico, la familia Motolite a través de sus hijos Alfonso y Antonio y su hermano Alfonso, siguieron al frente del negocio, guardan con suma fidelidad la calidad y artesanía que les caracteriza lo que les han procurado tan sobresaliente reputación. Es el lugar de la prolífica familia González, con el mudéjar epíteto Motolite (pastelero), como lo atestigua la placa que preside la fachada de ese lugar Plaza del Mesoncico de Cehegín.
En la actualidad, sus nietos Alicia y Aurelio del Casar, prosiguen la tradición pastelera de sus ancestros y reforzada con pastelería de vanguardia y ubicados en una moderna cafetería-pastissería situada en la calle de Juan Ramón Jiménez de Cehegín. Su principal axioma, en el cual insistía reiterativamente a todo el mundo, era: “Todos los trabajos necesitan su tiempo, por lo que ninguna labor realizada con prisa puede salir bien.”




jueves, 7 de diciembre de 2017

AMBROSIO DE SALAZAR

AMBROSIO DE SALAZAR.

(Un gramático ceheginero en la corte francesa)



 Ya a principios del siglo XVII, Murcia exportó saberes. Es triste, pero en su 'patria chica', casi nadie lo conoce... No estaría mal que se honrara a esta figura poniendo su nombre en alguna calle o plaza de su pueblo: CEHEGIN. En cambio en la capital de la Comunidad murciana, hace tiempo que su nombre reza en el callejero, allá en el barrio del Carmen, a la verica del río Segura. 
Aventurero en las guerras de religión francesas, se dedicó a enseñar español en Francia. El rey Enrique IV de Francia y su esposa María de Medicis se llevaron entre los años 1574 y 1575 a don Ambrosio de Salazar, que había nacido en Cehegín, como traductor real y para que enseñara Lengua y Literatura Española a sus hijos. Tenía a la sazón don Ambrosio treinta y dos años de edad y fue muy apreciado en la corte hasta la finalización de su trabajo.
Debido a su prestigio fue contratado para dirigir un colegio de enseñanza española para alumnos de ambos sexos pertenecientes a la alta sociedad y la nobleza francesa. El colegio estuvo ubicado en Ruan y adquirió un gran prestigio en toda Francia mientras se mantuvo de director, cargo en el que cesó por tener que regresar de nuevo a la corte al ser nombrado secretario e intérprete del rey Luis XIII, esposo de Ana de Austria. Su laboriosidad y discreción hizo que fuera apreciado por los reyes y ampliamente recompensando en reconocimiento social y económico. 
En cierta ocasión el monarca sufría vómitos y dolores del abdomen y Salazar, recordando a sus antepasados cehegineros, le recomendó colocarse sobre el vientre una losa de piedra de Jaspe de Cehegín, asegurando que mitigaría sus dolores. 
Su labor le permitía largas pausas ante una mesa de trabajo a la espera de ser llamado por el monarca, lo que le facilitó desarrollar su gran afición por la literatura.
En el año 1637, cuando decía tener sesenta y dos años de edad, de los cuales treinta los había pasado enseñando en Francia a reyes, príncipes y nobles, se imprimió el libro 'Tesoro de Divina Lición'. A continuación editó Tratado de las cosas más notables que se ven en la gran ciudad de París y en algunos del reino de Francia”.
Es de subrayar que este original escritor publicó algunos libros en los dos idiomas, español y francés, como 'Almoneda General de las más curiosas recopilaciones de los reynos de España. (1612)'. 'Antorcha de la Conciencia' y algunas más que no han llegado a nosotros. Así mismo Ambrosio de Salazar tradujo muchos libros españoles a la lengua gala y esto posibilitó que muchos de los intelectuales de su época tuvieran acceso a lo mejor de la cultura hispana hasta esos tiempos, aunque lamentablemente no vivió para traducir las grandes obras del Siglo de Oro. 
Vivió en Paris al que debió dejar para siempre pasado el año 1654, ya que aún vivía en ese año en la ciudad y contaba 79 años de dilatada y prolífica vida. 
La Real Academia de la Lengua Española reconoce a Ambrosio de Salazar como uno de los grandes literatos españoles, y por ello figura en el Catálogo de Autoridades de la Lengua, publicado por la misma. 
Otras obras suyas son: 'Clavellinas de recreación', (1614)'
'Espejo General de la Gramática en Diálogos.' Rouen, (1614).
'Libro de flores diversas y curiosas', tres tratados, (París, 1619). 'Secretos de la gramática española' (1640).
'Tres tratados propios, para los que desean saber la lengua española.' París, (1643).
Así que, aquí tenemos a un ilustre ceheginero, desconocido para sus paisanos, que en su época fue un personaje digno de figurar entre los grandes gramáticos españoles.

domingo, 3 de diciembre de 2017

MARTÍN DE ZAFRA FERNÁNDEZ

DON MARTÍN DE ZAFRA FERNÁNDEZ

Calle de Zafra
Acaso su recuerdo sea considerado de menos valimiento que pudo ser; su vida política, su rectitud, su lealtad, su valentía y su generoso espíritu, le da la importancia entre los que lo conocieron. Don Martín nació el 2 de abril de 1827, a las once de la mañana, hijo de José María y Juana María, naturales de la villa de Cehegin y fue bautizado el 4 del mismo mes por el presbítero don Juan Rubio.
Desde joven manifestó ideas progresistas que florecieron en un talento elevado, lo que le ocasionó ser perseguido en 1867 por sus contrarios ‘conservadores’, cuando prendieron a 19 individuos con pretexto de ser leñadores dañinos, y realmente eran en su mayoría políticos amantes de su Patria; Entre figuraba don Martín y su amigo don Gregorio de Gea Buenafé, pero la providencia los salvó gracias a doña Rosenda Fernández de Guirao, que valiéndose de su hábil astucia y enterada de las turbias intenciones para después del apresamiento, ya en los muros del Cementerio, se personó doña Inés Chico de Guzmán e intervino con toda bondad cristiana evitando que hubiesen perecido en aquella aciaga noche.
Al año siguiente, después de la revolución de 1868, (“la Gloriosa, o Septembrina”), don Martín fue elegido presidente de la política local. 


Y ya en 1873, después del llamado “Sexenio Democrático”, cuando se proclamó la I República Española, nuestro don Martín fue elegido alcalde de Cehegín, años convulsos donde este prócer supo valerse gracias a su talento natural, su valor y su honradez, para librar a nuestro pueblo de ser saqueado por los carlistas, quienes llegaron a ofrecerle dinero para que consintiera a sus espurias pretensiones. Inicia su andadura como Alcalde de la villa de Cehegín el día 2 de marzo del año 1873, sustituyendo a don Francisco de Paula Pérez Zaragoza. Su Alcaldía coincide con el periodo final de la Primera República, siendo el último Alcalde republicano de Cehegín. 


Según información aportada por el archivero municipal, durante su mandato continúa haciendo énfasis en la defensa de los montes comunales, en acta de fecha 16 de mayo de 1874, se refiere a las cortas ilícitas de madera, pero también a las ocupaciones ilegales de terrenos del común de vecinos, una cuestión espinosa de la que los pobres salían muchas veces escaldados, y en la que los grandes hacendados no solían rendir excesivas cuentas. En este periodo tenemos los siguientes datos: El pago a Ignacio Cecilio, por conducir al cementerio los cadáveres de un peón caminero y dos pobres: 10 pesetas. Apagar el incendio del Coto: 52 pesetas y 50 céntimos. Al alcaide de la cárcel del Partido por el 2º semestre de su dotación del año 1872-1873: 91 pesetas y cincuenta céntimos. A don Alfonso Pérez Chirinos por el 2º semestre del alquiler del año actual de las casas y locales que ocupan los profesores don Agustín Perea y doña Josefa Alcázar: 150 pesetas. Al presidente de este Ayuntamiento por los socorros a enfermos y pobres, que ha acreditado, tiene hechos desde el mes de noviembre de 1873 hasta la fecha: 23 pesetas y 50 céntimos.
Por aquella época desertaron presos de Cartagena que se refugiaron en nuestra ciudad. Al tener conocimiento de ello, el alcalde De Zafra, se personó ordenando su detención y reclusión, librando a Cehegín de tan terribles huéspedes.
Con estas y otras muchas actuaciones transcurrió su vida política y social dedicada siempre haciendo el bien por su patria chica, esparciendo la semilla caritativa entre suyos y ajenos. Don Martín de Zafra falleció el 2 de diciembre de 1882, rodeado de todos los suyos. Y cuentan los antiguos que ese día llovió torrencialmente en Cehegín, de ahí la frase: "Ha llovido más que cuando enterraron a Zafra."


En recuerdo de su figura ceheginera de pro, el ayuntamiento le dedicó una calle cerca del paseo de la Concepción.