Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

domingo, 23 de diciembre de 2018

VUELVE A CASA POR NAVIDAD


VUELVE A CASA POR NAVIDAD...


La fiesta de Navidad como tal, tiene un origen pagano: ya para los babilonios eran los solsticios días mágicos, celebrados con hogueras, ritos y bailes. En el mundo romano también se conmemoraba el día del “Sol invicto”, Natalis Solis, (nacimiento de Mitra), el 25 de diciembre con motivo del paso del equinoccio de otoño al solsticio de invierno, en el cual los días con luz solar comienzan a alargarse. Se aprovechaba esta circunstancia para dar paso y celebrar el nuevo año civil.
Según la historia, ya se celebraba la Navidad en el año 354 en la ciudad de Roma; es en este entorno cultural y religioso donde se desarrollan las primeras comunidades cristianas, que al desconocer con exactitud el día del Nacimiento de Cristo y motivado por el sincretismo religioso que quiere llevar a cabo el emperador Constantino tras la “Paz de la Iglesia”, decreta en el año 321 que el domingo será el día del Sol para los romanos y el del Señor para los cristianos al identificarse a Jesucristo como el ‘Sol del mundo’, ‘Luz del amanecer’, como gusta nombrarlo el evangelio de Juan.

Una serie de tradiciones han ido incorporándose a lo largo de la historia y han enriquecido esta celebración: el canto de los villancicos; la iconografía del nacimiento y el belén, representada en el arte de la imaginería belenística, cuya manifestación en Cehegín la tenemos en el monumental belén de la Iglesia Mayor de Santa María Magdalena.; (Extraordinaria fama tiene el célebre Belén de Salzillo de Murcia); los Reyes Magos de Oriente y sus juguetes para los niños que sean buenos...; los suculentos banquetes y otras costumbres foráneas aunque ya casi arraigadas a nuestra cultura como el árbol de Navidad y sus colgantes obsequios; Santa Claus y Papa Noel, prematuros magos de occidente; las tarjetas de felicitación navideñas. En suma todo el espíritu que predomina en la sociedad de nuestros estos días.
Actualmente, la Navidad es una fiesta más profana que religiosa. Un amasijo de tópicos, una coctelera de parabienes casi anónimos. Tiempo de gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas familiares y según afirman ciertos sociólogos, propicia al estrés o a la depresión, debido a la gran tensión acumulada: elección de vestidos de fiesta, cotillones y cenas, etc. y todo a un ritmo frenético, como debe ser...
Brindemos....
Aunque no priman hoy esencialmente los valores humanistas, y la irracional brutalidad es almoneda al uso, fruto de una sociedad saciada y hastiada de tanto vacío espiritual. A pesar del tontinglés y demás ofertas consumistas. Pese a los despechados y recalcitrantes pseudoprogres que declaran su odio hacia las fiestas navideñas y todo cuanto representan, o los antagonistas que sólo en estos días se les despierta la conciencia, ya saben, los del “...siente un pobre en su mesa...” No obstante todo lo dicho, aquí tenemos de nuevo la conmemoración del nacimiento de Jesús en un mísero pesebre abandonado...

Hace años, cuando no gozábamos precisamente de esta sociedad del bienestar, la llegada de la Navidad se presentaba con una esperanzada dosis de ilusión, sobre todo para los pequeños, -¿quién no ha sido niño alguna vez?-; entonces no existía la tele, ni cierta publicidad subliminal; los únicos juguetes que conocíamos eran la clásica muñeca de trapo o el caballito de cartón, pero sólo para algunos privilegiados; o lo que algunas ingeniosas manos infantiles elaboraban, un carrito o un rústico patín a base de maderas viejas, equipado con ruedas engrasadas con tocino rancio (el que disponía de unos cojinetes desechados por algún tío mecánico era ‘el rey’). Evocaciones infantiles, sueños nostálgicos.
Muchos lectores recordaran también los ingeniosos juguetes que construía Antonio de Gea, (Catarrás), también conocido como "el mudo del Hospital", a base de viejos botes de conserva, y que luego vendían en el antiguo mercado ceheginero de los domingos. 
Los monótonos cantos evocadores de los niños de San Ildefonso, auguraban premios de Lotería y al mismo tiempo evocaban la llegada del tío lejano, en una suerte de Reyes Magos sucedáneos, ellos sí que traían “de la capital” auténticos juguetes: -“.... ha venido mi tío de Madrid y me ha comprado un mecano..., y una Mariquita Pérez para mi hermanica...”- presumíamos con ostentación ante nuestros amiguetes. Éstos con los ojos perplejos, aguardaban impacientes poder ver y aunque solo palpar aquellos mágicos regalos, que no estaban evidentemente al alcance de todos los españoles.  Como tampoco los champanes, turrones y golosinas de etiqueta negra. Y lo que hoy muchos quisieran degustar, los manjares caseros, aquellos mantecados y alfajores elaborados por primorosas manos femeninas, con recetas heredadas de nuestras abuelas. ¡Cómo olían aquellos rollicos de anís y de vino, o la miel de romero y la canela del alfajor!
Dulces de Pascua de Motolite
 Eran tiempos de escasez amigos, pero que no mermaba las esperanzas de los que creían y siguen creyendo en la gente, en la convivencia, en la buena fe, no solo para estos días, sino para todo el año. En esa estrella de Navidad con la que todos, alguna vez, soñamos.
¡¡Felices Fiestas!!
Antonio González Noguerol -Motolite-

domingo, 16 de diciembre de 2018

EL IMPERIO DE LOS OLORES

El imperio de los olores.

 “Son tus perjúmenes mujer/ los que me sulibeyan…”
Canción nicaragüense de Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina.


En otra época en los días previos a las fiestas navideñas, ciertos olores polarizaban la atmósfera de nuestras calles: efluvios de la miel, mezclada con las especias, las mantecas y los cacaos, los frutos secos tostados y todo un deleitoso catálogo de sabores que se elaboraban en los hogares ceheginenses. Llegaba la Navidad una de las fiestas más entrañables y evocadoras del año y el olfato se regocijaba en una lujuriosa borrachera de aromas confiteriles.
El Olfato, uno de los sentidos más insinuantes del ser humano, hacía de las suyas.

Ya aprendimos desde niños en la escuela: «El hombre goza de cinco sentidos, ver, oír, gustar, tocar y oler ».


Pues de este último se trata, del insinuante sentido del olfato.
Es evidente que los otros cuatro también disponen de méritos para cuidarlos: ¿Cómo podríamos vivir sin el Tacto? —la suave caricia, el placentero roce…— ¿Y privados de la Vista? —Debemos dar gracias a los cielos por conservar tan valioso instrumento que nos hace contemplar las maravillas de este loco mundo— pero anda que el Oído, ¡menudo regalo! —el cántico de los ramajes del bosque en una mañana de otoño o ¡la música de Bach!— y naturalmente el Gusto —la rapsodia de sabores que nos ofrece la vida— aunque todos ellos, sin la alianza de una herramienta como el Olfato, seguramente no serían iguales.
¿Nunca han sentido un estremecimiento al recibir la alusiva sensación de un olor? Un mundo variopinto que nos retrotrae a innumerables situaciones vividas a lo largo de nuestra existencia...
La dulce fragancia del bebé amamantado por el pecho de su madre. O el gozoso olor de las papillas calientes de harina tostada…
Hay perfumes que perturban el ánimo en situaciones inesperadas, te abrazan o te envuelven como un manto evocador. El ramalazo del primer amor: el pañuelo robado sagazmente e impregnado de la fragancia amada. La brisa marina, algas, peces, o en contrapunto, el perfume de la floresta: tomillo, romero…, —uno de los olores primarios junto a la menta—  el halo dulzón de los jazmines en complicidad con el mareante “galán de noche”. O la delicada esencia de la canela mezclada con el chocolate. ¿Sabían que ambos aromas son afrodisíacos...?
Y los relajantes efluvios de peluquería de señoras o de barbería, naturalmente de caballeros, -porque jamás he oído que existan barberías de mujeres, ¿ustedes sí...?-
La ropa recién lavada o el placentero desayuno de café recién hecho y tostadas calientes. Otros aromas nos soliviantan: El éter, otra emanación primaria —avinagrada o podrida—.
 El del arca recién abierta y el repelente pestazo a naftalina o alcanfor, otro de los grandes tufillos, ―olor a 'polilla', como solían decir nuestras madres— Olor a muerto, otro hedor primigenio —no muy agradable, por cierto—, y a flores de crisantemo para los difuntos… Y otros ofrecen cierto vaho placentero: el coche nuevo, extraño aroma ¿verdad?…o y su peculiar sustituto en nuestra tierra: el bienoliente “pero de trompa alcuza” —bálsamo de abuela—.

Famosos peros de trompa alcuza de Cehegín.

Olores todos percibidos por la mucosa olfatoria, el mágico órgano sensorial. Hay cientos de ellos...
La característica colonia de veterana meretriz, o el hálito de los ciegos de antaño — Olor a ciego... ¿No han olido nunca esa irradiación de los viejos invidentes…?— ¿Y el del puesto autumnal de castañas tostadas? ¡nostalgias antiguas que se refugian en los rincones del alma!
Anda que el olor que invade ya estos días a leña quemada por 
las decrépitas chimeneas de nuestro casco antiguo ceheginense. Qué gozada contemplar desde el paseo de la Concepción el entramado de tejados atufados por la humareda que se mezcla con la bruma vespertina. ¡Uuummmm!... ¡Cuántos aromas perdidos por los recónditos rincones de nuestro ánimo! Una sinfonía de perfumes. Una mixtura de ofrendas para el Olfato.


 ¿Y ese bálsamo que produce la libido, plena atracción de la pareja?  Es curioso cómo ciertos olores del cuerpo que ahora tratamos de eliminar y que escondemos con diversos productos perfumados eran, por el contrario, apreciados en otros momentos de nuestra historia. Así, podemos observar, por ejemplo, en la novela de Alberto Isúa "El amor en dos tiempos" (1931) que al protagonista le turbaban “la redondez y la blancura de los hombros” y “el efluvio delicado de las axilas de su amada.
¿Qué poder evocador poseerán los olores para que la mariposa hembra atraiga con tanto ardor al macho con sólo su perfume perturbador y a larga distancia? ¿Qué tendrá esa sustancia odorífera…? 


El almizcle (Al-Misk) generado por las feromonas de los animales a fin de atraer al sexo opuesto durante la época de celo es fundamental para la seducción. Es la feromona, la atracción sexual más segura para la reproducción.
Las gotas de almizcle recuerdan además al olor de la piel limpia y desnuda, recién salida de la ducha. Se trata de fragancias frescas aunque no ácidas, ideales para aquellas personas a las que no les gusta sentirse demasiado perfumadas.



La observación de que el sudor humano adquiere determinado olor sólo a partir de la adolescencia, insinúa que las feromonas pueden afectar, en algún momento, el comportamiento humano. 
Pero, no sólo es todo lo dicho el sentido del Olfato, también se compenetra con el Gusto, de tal manera, que forman un perfecto equipo. Las papilas gustativas pueden captar si un alimento está dulce o salado e incluso si es más o menos ácido o amargo pero jamás denotará si sabe a carne, pescado u hortaliza. Esto siempre deberá compartirlo con el sentido del Olfato que es quien en realidad reconoce si lo que degustamos “sabe” o, mejor, huele a ello. Por eso aseverábamos arriba la importancia capital de los sentidos, si careciésemos de la percepción del Olfato y además fuésemos invidentes y tampoco pudiéramos tocar ese alimento, nos podrían dar de comer cualquier cosa y lo consumiríamos tranquilamente sin apreciar sus características.  
«Hoy en día sabemos que nuestros bulbos olfativos, el punto en el que percibimos por primera vez un olor, están vinculados con la amígdala, el centro cerebral que gobierna el instinto, por lo que es fácil deducir que los olores tiene la capacidad de grabar y activar los recuerdos», explica Katherine Ellison, periodista de investigación galardonada con el Pulitzer, en su obra "Inteligencia materna".

También Marcel Proust mostró, hace algo más de un siglo, la poderosa interconexión que se da entre el olfato, el gusto, la emoción y la memoria, cuando escribió su famosa obra en la que el sabor de una magdalena daba pie al recuerdo de toda una vida.


Como afirmaba Manuel Díaz Prieto en La Vanguardia: «España, es para los especialistas, uno de los países del mundo que más se perfuma. La tradición árabe y una cultura olorosa que busca satisfacer los sentidos —diferente a la francesa o anglosajona, que tienden a tapar los olores— baña toda nuestra memoria sensorial».
Y es que el imperio de los olores es 
para los seres humanos mucho más importante de lo que siempre habíamos supuesto.
En definitiva, una de las maravillas de la Creación

Antonio González Noguerol .
NOTA: Algunos datos escogidos de diversas publicaciones.

domingo, 2 de diciembre de 2018

JARDINES Y PARQUES CEHEGINEROS



JARDINES Y PARQUES DE CEHEGIN


Nuestro pueblo Cehegín y su entorno, entre otros muchos regalos, recibió del Todopoderoso uno de los paisajes más maravillosos de la región murciana, puede presumir, como todos sabemos, de un Casco Antiguo declarado conjunto histórico artístico por su extensión y su belleza urbanística derramada a lo largo de siglos por iberos, cartagineses, romanos, visigodos, árabes o judíos, y naturalmente cristianos. Todos ellos conformaron este extraordinario hábitat. Pero no sólo es esto Cehegín, así mismo siempre ha gozado de una frondosa masa forestal, reconocida como “pulmón” de la Comunidad Murciana.

Paseo de la Concepción-Foto de Pablo López.
Pero hablemos de sus numerosos jardines y parques: el Paseo de la Concepción, dicen que es el mirador más impresionante de la comarca, privilegiado observatorio de casi todo la floresta ceheginera, es un espectáculo la floración de las arboledas en primavera:  la Plaza del Castillo, —sin castillo—

Recoleto jardín en la plaza del Castillo

Pero sin embargo, noble solar con otro sorprendente mirador y una pequeña zona ajardinada, solaz de la nostalgia y de los jubilados; así mismo distintos espacios lucen ornamentados por innumerables plantas y flores, como el de la placeta de San Francisco; el pequeño vergel junto al Parador de Dª Blanca; el recoleto jardín de la Esquina de la Virgen. Otro marco de reciente creación es la gran rotonda del Arco Romano, junto a la Estación de Autobuses, construido con sillares de la ciudad perdida de Alquipir, en el valle del Paraíso, desde allí nos ofrece un panorama con la Cuesta del Parador y la soberbia mansión de Dª Blanca.

Arco Romano -Foto A. González-
La restauración de la Balconada-Mirador de la Tercia, junto a la llamada Casa de Europa, en otro tiempo propiedad de un preboste ceheginero: don Juan Martínez-Oliva. 
Parque Ginés el Ciego -Monumento al agricultor-
Y dos de los parques orgullo de Cehegín, los más encantadores del noroeste murciano, el de Ginés Ibáñez “el Ciego”; Y el Juan Carlos I, ambos con diversidad de plantas y flores, una monumental fuente con chorros de colores y un pequeño auditorio al aire libre. 
Parque Juan Carlos I -fuente luminosa-
Y el segundo, y más moderno, con un sector lúdico-festero polivalente además de pista deportiva, ubérrimo vergel que cobija un pequeño paseo con el monumento dedicado al agricultor ceheginero, y flanqueado por bucólicos parterres adornados por el Monumento a las víctimas del Holocausto nazi y un pilón erigido en recuerdo del hermanamiento con la ciudad de Mataró. 
Cruz Jardín Convento-Foto A. González-
Y no digamos el hermoso Jardín del Convento, con la gran reforma que le presta una luminosidad diáfana, sin perder su identidad que le confiere la pequeña fuente del Pato y el pórtico con los monolitos trasladados en el año 1952 desde su primitiva ubicación en la Gran Vía.


Jardín del Convento

En otra época, se plantaron palmeras en toda aquella Gran Vía, posteriormente sustituidas por numerosos árboles de distintas especies repartidos, moreras, naranjos y plátanos, así como el almez, (árbol que cría 'aratones', legendarios frutos, y que tanto jolgorio propiciaba en el Cine en otros tiempos). Todos estos árboles se disputan hoy el protagonismo por las principales vías ofreciendo al viandante su agradable sombra. 
Estanque del parque Jinés Ibáñez-Foto A. González-
Algunos también recordarán aquello del Jardín de la Alegría, o el vergel floral que se empleaba para adornar los altares en el mes de Mayo o de María, con el periplo de la Virgen de Fátima por los barrios cehegineros. ¡Qué tiempos! recordemos algunos lugares de antaño con ornamentos florales, como los dos enormes macetones que flaqueaban el inicio de la cuesta del Paseo de la Concepción. 
Pl. Mesoncico (Con dos grandes maceteros en la escalinata. ¿Desaparecidos?)
O nuestras calles repletas de macetas con geranios y otros aliños y que el ayuntamiento promovió con unos concursos anuales al objeto de embellecer el lastimero entorno ceheginero, por cierto en aquellos años también hay que reseñar un peregrino concurso del consistorio. Consistía en encalar las fachadas para dar al pueblo carácter de limpieza y esclarecimiento y lo convirtieron en un amontonado laberinto lechoso, lo que no sopesó bien la municipalidad fue que Cehegín no pertenecía a los pueblos blancos de Andalucía, si no al noroeste de Murcia con un paisaje más bien ocre.  
Casco Antiguo -Foto Archivo
Pero esta es otra historia. Y para jardines, los del Edén Canarense, una sorprendente miríada floral a la vera del Argos mitológico y si le añadimos sus jugosas hortalizas, sobre todo los sabrosos tomates, aderezados con un poquito de sal y un buen chorro de aceite virgen de nuestras almazaras, y naturalmente todo ello regado con vino de la tierra, ya es para morirse de gusto. Pero de Canara hablaremos en otro capítulo.
Santuario Virgen de la Peña -Canara-
Fotos: del autor, y de otras publicaciones.