Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

lunes, 20 de abril de 2020

CRUZ DE LA DONCELLA


LA CRUZ DE LA DONCELLA. 



Cuántos parajes hermosos y a su vez llenos de poesía y misterio se esconden por nuestra tierra. Así es este lugar situado en una encrucijada del camino que conduce a la Fuente de Juan González y al Parque Ecológico de las Maravillas, muy cerca de la mina de Capel o Edisson donde se haya este letrero del título de esta entrada.
Se trata de una leyenda muy antigua, cuando estos caminos todavía de herradura se utilizaban para el pastoreo, y donde los arrieros cruzaban con sus carretas hacia lugares lejanos, luchando por antiguas veredas con animales de carga que se dirigen al poblado minero de Gilico y finalmente a la ciudad de Cieza, o sabe Dios adonde.


Por esos andurriales entre cabezos y pequeños montes, se cuenta esta triste historia, referida a una joven pastorcilla, natural de Bullas, que guardaba un rebaño de ovejas, cuando una fuerte tormenta con aparato eléctrico, descargo un rayo que la fulminó; pero para más incógnita hay otra versión que relatan viejos del lugar: "... allí pasó un terrible crimen, viajaba un arriero que se encaminaba a Cieza, y le llamó la atención la lozana hermosura de la zagala. ante lo cual afloró el deseo lujurioso del individuo, un desalmado sin escrúpulos que perdió el poco juicio que poseía e intentó violarla. La muchacha se defendió con todas sus fuerzas, ante esta oposición, el arriero forzó la situación con tal brutalidad que la asesinó."
Ante esta desgracia, alguien que conoció el drama, construyó una cruz con dos ramas de un árbol, atravesadas y atadas con una soga, que fue clavada en el lugar donde perdió la vida la infortunada "Doncella”.


A partir de entonces, al igual que en torno a otras desgracias o accidentes, se suele colocar en el lugar una lápida, un ramo de flores o una corona, en este caso los viandantes ofrecieron un singular homenaje a la pastorcilla: fueron colocando piedras junto a la cruz, que con los años han ido formando un pequeño montecillo en el entorno y que hoy podemos ver si pasamos por el camino.
En recuerdo de aquel luctuoso suceso, se conserva un cartelón indicando toda esta misteriosa leyenda, donde reza un pequeño verso que advierte: "...Por este lugar que has de pasar, una piedra has de dejar...l"

Nota: Algunos datos recogidos de la tradición oral y publicaciones entre ellas, 'Cehegin, Magia y Misterio' de F.º Ortega Bustamante.

domingo, 19 de abril de 2020

Muletillas y Latiguillos


FRASES ADVERBIALES, MULETILLAS Y LATIGUILLOS.  

(A propósito del día del Libro)

“Los que gobiernan ínsulas, por lo menos han de saber gramática”. (Cervantes).


Un 'latiguillo' es: una palabra o frase que se repite sin necesidad en la conversación y una 'muletilla': una voz que se repite por hábito. La inserción exagerada de estos vocablos: deprime el componente de imprevisibilidad que se espera del discurso del otro. (Fuente www.perfil.com).
Siempre se han utilizado este tipo de vocablos, que se han convertido en expresiones manidas: ¡Passa tío!, ¡Leche!”, “¡Joer!”, “¡Pijo!”, “Venga!” y otras más soeces y malsonantes que por ello no menciono. En la actualidad la 'muletilla' que gana la palma es: “¿Vale…? ¿Qué significa este dichoso: ‘¿Vale?', para seducir tanto a la mayoría del personal…? Sobre todo a esos 'jóvenes suficientemente preparados', que en cualquier discursillo o explicación trivial, reiteran con jactancia, después de una complaciente frase: '¿Vale...?' ¿Acaso es que el tradicional de acuerdo...?¿ya no sirve? o el¿está claro?’, o simplemente el ‘¿entendido?Parece que no, en este momento se usa: '¿Vale...?', ‘Vale’ por aquí, Vale por acá..., lo mismo para un roto que para un descosido. Y es que, como decía mi abuelo: En esta vida, todo se pega, menos la hermosura y el merengue que yo hago, que se deshace en la boca...


Y, por si fuese poco, de propina, nos invade en las redes sociales el lenguaje angloamericano, sustituyendo sustantivos, verbos, pronombres y conjunciones, por ejemplo:  'que' por 'k'; 'porqué' por 'pq'. 'muy gracioso' por 'XD'... y si vamos a las abreviaturas innumerables que circulan, ya es para volvernos el juicio: "Meme" (Imitación), que si "Fake" (Falso o Bulo), "Geek o friki" (Fanático de nuevas tecnologías), "Hacker", (Experto en computadoras), o prefijos como: "MB", "HTTP", "APP", que ya forman parte del lenguaje común. Todo un alocado maremágnum de extraños vocablos y siglas. ¡Estos anglófilos! (¿Será para ahorrar?), y eso que no son catalanes con fama de ahorrativos. ¡Con lo hermoso  y rico que es nuestro idioma castellano!
Pido excusas, ya que uno solo es un aficionado a juntar letras y no deseo enmendar la plana a otros mucho más formados. 
Sin embargo, si observamos a esta sociedad mimética, de aplauso fácil, donde abundan medios de comunicación desaforadamente materializados con "doctos" tertulianos, vividores 'sabelotodo', aunque analfabetos en muchas materias, maestros de muchos oficios, sobre todo para cobrar suculentos emolumentos por su servilismo, aunque oficiales de poca monta, nada es de extrañar. En suma, lo mediocre y vulgar instalado en nuestras vidas, todo ello gracias a esa cajita tonta que llaman TV, ciertamente no tan tonta, si no, que 'atontina' tendenciosamente.
Al inicio de la democracia se acuñaron diversas frases como: Yo diría...’; ‘Puedo prometer y prometo’; ‘De alguna manera’..., bastaron cuatro apariciones del presidente por la pequeña pantalla para que, desde los sesudos padres de la patria hasta los politiquillos de villorrio, parodiaran circunspectos la tópica frasecita; otra expresión, aunque deplorablemente célebre fue: ¡to’el mundo al suelo, coño!...; luego se puso de moda: por conziguiente’o ‘zin acritú’. Y no hace mucho “¡Viva el vino‼ y ‘España va bien’... O aquel arrebato de ¡Manda huevos...!”- que espetó cierto presidente del Congreso. En los últimos años se escucha una sobada expresión de boca de políticos desde las más altas instancias hasta la del más humilde villorrio: "Vamos a poner en valor, bla , bla, bla..." Pero lo que ha rizado el rizo es la ‘ingeniosa’ frase en política: “Y tú más…", que de momento es la que se lleva la palma en nuestra querida patria.


En otros tiempos algo lejanos, por nuestras hermosas tierras cehegineras, se escuchaban frases y muletillas muchos más ingeniosas, como aquel menesteroso vendedor de arena para fregar cacharros: ¡Arena, areeeeeeena!, aquel grito se convirtió en un eco mimético en Cehegín, Dios sabrá lo que pasaría por su cabeza, lo cierto fue que en el cine Alfaro cuando se mostraba alguna escena caliente, espetaba algún exaltado: “¡¡Arena, arena…!! Otros latiguillos arrabaleros fueron adoptados por el lenguaje habitual y bastantes lectores los recordarán: ¿Quién eres…? - ¡El vengador catorce!’; ‘Voy p’allá…, - Ya pa’qué!’; ‘¿A’vas...?’; ‘El pijo once...’, o aquella muletilla tan "graciosa" que encasquetaban algunos parásitos tabernarios de tango y mostrador: “¡Gáanduuul!”, no se sabe si dirigida a ellos mismos.
¡Qué gozada para Mr. Higgins! (Pigmalion).
Hemos de andarnos con ojo, “hay gente pa`tó” (como dijo aquel torero).
Hasta otro día amigos.  ‘¿VALE...?’

Antonio González Noguerol.

martes, 14 de abril de 2020

AÑOS BISIESTOS O DE LA CONFUSION


AÑO DE LA CONFUSION 

Cada cuatro años se repite - 2020 bisiesto.-



Como la Tierra tarda en una traslación alrededor del Sol 365 días más un cuarto de día, cada cuatro años se hace necesario añadir un día. Esto se hace en febrero, que era el último mes del año romano, y ese día añadido era llamado bis-sexto, de donde derivó lo de bisiesto.

Esta es la reforma llamada “juliana” ya que fue promovida por Julio Cesar. 


Como por entonces (año 709 de la fundación de Roma) ya se observaba la anomalía, al efectuar la reforma del calendario, fue necesario añadir de golpe 80 días. De esta forma se ponía al corriente en el cómputo del tiempo, pero ese año llegó a tener 445 días, por lo cual los romanos lo llamaron “Año de la confusión”.

La reforma juliana comenzó a entrar en vigor el año siguiente, o sea el 710 de la era romana, precisamente el mismo en que murió Julio Cesar. 
Por lo anterior, el calendario juliano consideraba que el año trópico estaba constituido por 365,25 días, mientras que la cifra correcta es de 365,242189, es decir, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Esos más de 11 minutos agregados a cada año, significan un día adicional cada 128 años.


Las autoridades, interpretaron mal la regla del triunviro, adaptaron bisiesto cada tres años, hasta que el emperador Augusto lo corrigió en el año 753 de la era romana. Este año es el principio de la era cristiana; por lo que los años 1, 2 y 3 contaron 365 días y el 4 fue el bisiesto, es decir con 366 jornadas, siguiendo luego la regla general hasta nuestros días. 

Algunos, por supuesto, aseguran que los años bisiestos traen mala suerte, -cuestión en la que no creo-, pese a la que le está cayendo en este bisexto 2020 a este loco planeta conocido como 'La Tierra', por culpa de este maldito virus, aunque se iniciara en 2019. Numerosas personas nacieron el 29 de febrero, por lo que cumplen cada cuatro años, alguien me apunta que ese día 29 es el cuatricumpleaños de nuestro actual presidente del gobierno, lo cierto es que menudo 'cumple feliz' le cayó encima al pobre.

NOTA: Diversos fuentes recogidas de varias publicaciones.


lunes, 6 de abril de 2020

Concilio Vaticano II -Apuntes-

55 Años de la Clausura del Concilio Vaticano II


El Concilio Vaticano II dio comienzo el 11 de octubre de 1962 y su cuarta, y última, sesión, concluyó con una solemne clausura celebrada el 8 de Diciembre de 1965.
El Vaticano II fue concebido, inicialmente, como una asamblea de marcada orientación pastoral, con la finalidad de establecer un “aggiornamento” (apertura), una adecuación de la vida estructural  y apostólica de la Iglesia a las necesidades del mundo contemporáneo. Una manera nueva de estar ante la sociedad y el mundo. Una ventana abierta a la humanidad por donde penetrase aire nuevo. El papa Juan XXIII manifestó al tiempo que abría una ventana: «Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior». En suma, una nueva primavera.
Elegido Papa el 28 de octubre de 1958, Angelo Giuseppe Roncalli tomó el nombre de Juan XXIII. Al igual que Pío XI, pensaba que el diálogo era la mejor forma para dar solución a un conflicto. El término “Aggiornamento” (Apertura) define el espíritu renovador de su pontificado. Convocó el XXI Concilio Ecuménico —que posteriormente fue llamado Concilio Vaticano II-, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico. El concilio fue inspirado en la figura del Papa Pío IX (Pío Nono) precursor del Concilio Vaticano I, inacabado, por cierto, y quien, según el Papa Juan XXIII, nadie en la historia de la Iglesia había sido tan amado y tan odiado a la vez.


La muerte del “Papa Bueno”, ocurrida poco después de la inauguración del Concilio, produjo hondo pesar en el mundo entero. Fue declarado Beato por S. S. Juan Pablo II  el 3 de septiembre del año 2000.
En aquellos años sesenta del siglo XX el ateísmo y el agnosticismo ascendían en el ranking cultural. El Vaticano II abrió horizontes transformadores. Reconociendo en el ateísmo “…uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo…” insistió en la amplia gama de modalidades del espíritu que abraza y en su complejidad. La Iglesia quería, por tanto, conocer las causas de la negación de Dios que se esconden en la mente del ateo y juzgaba que los motivos del ateísmo deben ser objeto de serio y profundo examen”. Reconocía incluso que, en el ascenso de un fenómeno cultural tan grave, los mismos creyentes tenían parte de responsabilidad…, no pequeña, pues entre las motivaciones que lo hacían posible se encontraba la “reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana”. Pues frecuentemente, con una formación religiosa descuidada, con la forma poco adecuada de proponer las verdades que creemos, con las carencias, en fin, de nuestra vida religiosa, moral y social, nosotros mismos hemos “velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión”. Y como es palmario la sociedad sigue igual o peor y evidentemente los pasos dados son en retroceso.
Al Concilio fueron invitados como observadores, no sólo miembros de todas las Iglesias cristianas (Ortodoxa, Protestantes y Evangélicas, en general) sino miembros de diversos credos desde creyentes islámicos hasta indios americanos. En el caso de la Iglesia Ortodoxa Rusa, por temor al gobierno soviético comunista, sólo aceptó tras recibir seguridades de que el concilio sería apolítico (es decir, de que no se reiteraría la condena al comunismo).
Si el de Trento, en el siglo XVI, había sido un concilio contra la Reforma, defensivo, el Vaticano II iba a ser receptivo. Si el Vaticano I, en el siglo XIX, fue un concilio afirmador de la autoridad, con la definición de la infalibilidad pontificia, El nuevo concilio partía de conceptos como la colegialidad, el laicado, o la dimensión participativa de todos los católicos.
De aquel Concilio Vaticano II emanaron tres grupos distintos de documentos: Constituciones (dos de ellas dogmáticas), Decretos y Declaraciones.
Entre las Declaraciones promulgadas por el Vaticano II está la denominada Nostra aetate o “Actitud de la Iglesia ante las religiones no cristianas”. En este documento se menciona expresamente, al hinduismo y al budismo y, con mayor relevancia al judaísmo y al islamismo.
El concilio Vaticano II dice textualmente:
 “Por consiguiente (la Iglesia) debe exhortar a sus hijos a que con prudencia y caridad, mediante el diálogo y la colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de la fe y la vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio culturales, que en ellos existen”
Y sobre el Islam, concretamente, dice:
La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes, que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma, como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia.
Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian la vida moral y honran a Dios, sobre todo, con la oración, las limosnas y el ayuno.
Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando el pasado, procuren sinceramente una mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y libertad para todos los hombres”.
            Firmado en San Pedro (Roma), 28 de Octubre de 1965. Yo, Pablo, Obispo de la Iglesia Católica.


En el discurso de clausura del Vaticano II, Pablo VI expresaba que el Concilio había trabajado pensando en todas las categorías humanas. En los gobernantes: «honramos vuestra autoridad y vuestra soberanía, respetamos vuestras funciones, reconocemos vuestras leyes justas, estimamos a los que las hacen y a los que las aplican, pero tenemos una palabra sacrosanta que deciros: sólo Dios es grande», declaró Montini, quien también habló a los intelectuales, científicos, artistas, mujeres y jóvenes. Una llamada al Ecumenismo Global.
La «Dignitatis humanae» afirmaba que la persona tiene derecho a una libertad religiosa, consistente en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción. Este derecho debe estar reconocido en el ordenamiento jurídico de los estados, afirmaba el Concilio. Se insistía más en la tolerancia con ideas religiosas no católicas, en lugar de afirmar que la verdad plena estaba en la Iglesia.
Durante el pontificado de Pablo VI (1963-1978) las doctrinas y las nuevas orientaciones pastorales del Concilio experimentan un notable empuje y desarrollo, la Iglesia se abre al mundo y se aleja de las disputas partidistas de la política, pero al llegar el pontificado de Juan Pablo II (1978-2005) aquel impulso inicial se frena y las esperanzas nacidas en este Concilio se evaporan. 
Ya, con el nuevo pontífice, Benedicto XVI, se abrían nuevas expectativas de apertura que quedan frustradas por algunas actuaciones claras de continuismo en los postulados de su antecesor.
Sin lugar a dudas los hombres de Cristo del siglo XXI no están de momento a la altura de los tiempos que corremos y deberán explicar alguna vez el porqué de su involución con criterios contrarios al aquel esperanzador Concilio Vaticano II
El nuevo pontífice Francisco, con gestos cercanos al 'Papa Bueno' ha vuelto a traer aires nuevos, intentando abrir otra vez los grandes ventanales de la Iglesia de Cristo. Así se intuía en las manifestaciones previas a su designación: 


(Ponencia de Jorge Mario Bergoglio ante los cardenales, previa al cónclave de su elección como Papa Francisco. Este documento incluye cuatro puntos): 
En el primer punto expresó: La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria. 
En el segundo párrafo caracterizó a la institución como: una Iglesia «autorreferencial», centrada en sí misma, una tendencia que enferma a la institución. 
En el tercer punto, Bergoglio profundizó en este problema. «La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia... y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual».
En el cuarto punto hizo un comentario sobre las características que él consideraba debía tener un papa actual. El pontífice sería, -explicó Bergoglio-, un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo... ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales. 
            
Antonio González Noguerol . 
Fuentes Consultadas: “Aggiornamento”; “Ecumenismo”; “Concilio Vaticano II”, y “Diversas lecturas y publicaciones”.                                                                             

miércoles, 1 de abril de 2020

MONSEÑOR ROMERO UN BUEN PASTOR




UN BUEN PASTOR.



-24 marzo de 1980, Lunes Santo- Hace 40 años del asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero. Su martirio, en plena celebración de la Eucaristía, conmovió profundamente a los cristianos y, en general a los hombres y mujeres de buena voluntad, a todos aquellos que tienen una seria preocupación por los derechos humanos y la suerte de los oprimidos.
Nunca se juzgó al asesino a sueldo que perpetró el homicidio, ni a sus instigadores, aunque su identificación fue siempre un secreto a voces en El Salvador. En su multitudinario funeral volvió a derramarse sangre de pacíficos y humildes ciudadanos que habían acudido a rendir homenaje al pastor que había dado la vida por sus fieles.
Los que pagaron por matarlo creyeron que, al eliminarlo, acallaban para siempre su voz, que era la del Evangelio, y echaban tierra sobre su memoria.


El efecto de su asesinato ha sido justamente el contrario. Basta visitar la catedral de San Salvador, la cripta en la que yace este buen pastor, para percatarse de que, lejos de haber enterrado su recuerdo, sigue bien vivo entre la gente, que se agolpa ante su sepulcro para celebrar eucaristía o prestarle veneración. En una de sus homilias, afirmó: "La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así encontrará su salvación" (11 de noviembre de 1977). 
Sus acciones son admiradas por los seguidores de la "Teología de la Liberación"; sin embargo, según su secretario, "Romero no estaba interesado en ella". La Iglesia católica lo venera como santo y algunos de sus fieles se refieren a él como San Romero de América. En 1979 fue nominado al Premio Nobel de la Paz, a propuesta del Parlamento del Reino Unido. Sin embargo, la laureada con este galardón aquel año fue Teresa de Calcuta.





El papa Francisco expresó en una carta enviada al obispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, que la beatificación de monseñor Romero «es motivo de gran alegría para los salvadoreños y para cuantos gozamos con el ejemplo de los mejores hijos de la Iglesia» y agregó: [...] Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia. Es necesario renunciar a “la violencia de la espada, la del odio”, y vivir “la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros”. Él supo ver y experimentó en su propia carne “el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás”. Y, con corazón de padre, se preocupó de “las mayorías pobres”, pidiendo a los poderosos que convirtiesen “las armas en hoces para el trabajo”. [...]



(Nota: Algunos datos extraidos de diversas publicaciones)