Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

viernes, 11 de diciembre de 2020

EL CABEZO Y SUS HISTORIAS

 BARRIADA DEL CABEZO

En el lugar donde se unen las calles Manuel Ciudad y la Cuesta del Parador, una casa-palacio, espejo de la casa solariega de don Amancio Marín en la calle Mayor, se entroniza dando paso a los visitantes que deseen recorrer las retorcidas arterias de la antañona barriada conocida como "El Cabezo"... 

Casa de Juan Marín de Cuenca.
Este edificio fue residencia de unos de los hijos de don Amancio: don Juan Marín de Cuenca y familia, en donde se ubicó uno de los bajos como central telefónica local. Según se cuenta, esta casa-palacio, fue construida por sus antepasados, a instancias de la viuda madre María Isabel, señora algo aprensiva, que no le gustaba mucho vivir colindante con un hospital en la calle Mayor. 
Aquí iniciamos este nuevo recorrido y nos adentramos en el Cabezo por el callejón entre la mencionada mansión y la morada del farmacéutico don Antonio Bañón; barrio judío con un conglomerado de calles conocidas como Vista Alegre, encima de Poniente y Sagunto casi todas con denominación de gestas heroicas como Numancia, Las Navas, Bailén, Clavijo y Pavía.

Calle Clavijo-Pavía
Y desembocamos con la singular calle Cantón, en recuerdo de un movimiento cantonalista decimonónico, quizás único en Murcia junto al de Cartagena. La calle Cantón, cuyo nombre fue cambiado después de la Guerra Civil por “Ortega Lorencio”, vivieron numerosos personajes castizos de la localidad como: 'Magritas' el talabartero de caballerizas y otras marroquinerías, uno de los más ilustres artesanos locales; (también fue 'Magritas' secretario en la siega del popular novillero Pedro 'Veloz'); don Pepe 'el Herrador' y su hijo Jesús (ambos maestros de la elocuencia y el ‘biendecir’); el maestro republicano Carlos Cabrera y su hija Lola, también maestra; otros protagonistas muy conocidos en la localidad: Fidel Cruz; Antonio Piñero; familia de Paco 'de Demetria'; Juan 'el Campanero'; Miguel Álvarez alcalde de Cehegín  en los años 40; la panadería de Antonio Noguerol; la carpintería de los 'Cañamones'. También se ubicó la fragua de Pedro Carrasco ‘Mazantine’, hábil artesano de la forja del hierro (Ver entrada en este blog) ..*.. Y pegado a la minúscula placita: Diego 'el Zapatero'  hace poco honrada y titulada con su nombre ¡Casi ná...! 


En aquella calle Cantón, junto a la citada herrería, se edificó hace poco la ‘Casa de las Monedas’ en recuerdo de un grupo de niños que jugaban con un viejo cofrecillo; sorprendentemente, en uno de los ‘porrazos’ que le propinaban jugando al fútbol, apareció, como un mágico cuento de Ali-Babá, una cascada de monedas de oro de la época isabelina.

Vista Alegre -al fondo Caravaca-
Continuamos el periplo por esos aledaños y nos podemos desviar hacia la calle Vistalegre, allí habitaron personajes como Juan Antonio ‘el del Bar Taurino’; José ‘el Moyica’ y su cuñado José María ‘el Chispe’. Zona de vivencias y viejos oficios: numerosos alpargateros cosiendo interminable 'docenas' de pares: Juan 'Tostones', Vicente 'el Melva', 'el Periño', o mujeres que elaboraban soga: 'La Sargenta', 'La Rodriga', 'La Ratona', o 'la Mata' que también acudía a las matanzas a darle vuelta a la sangre o a llenar morcillas y darle el punto y cuando se presentaba, ayudaba a las comadronas Maravillas la Cotes, y a Doña Consuelo Mira Vidal la bienhechora matrona que vivía en la calle Bailén, justo frente a su casa, se situaba la de Blas 'Madrugás', donde el bullicio no faltaba debido a la cantidad de descendientes —crió a 12 o trece hijos—. En cierta ocasión lo visitó un amigo después de muchos años sin verse y le preguntó: ¿“Cuántos hijos tienes, Blas…?”- éste le contestó: “Tengo once…” -el amigo exclamó: -“¡¡Meee cago en diez…!!”- y el socarrón de 'Madrugás' le contestó de nuevo: -“Pues ya que te pones, ¡cágate en los once…!”-


Enfrente hay un callejón, Calle Clavijo, donde se cocía pan y otros alimentos que llevaban las amas de casa, era el horno de la Laura y su sobrina Isabel. En suma un cúmulo de historias y anécdotas de la intrahistoria ceheginera repleta de vivencias de gentes que sin pertenecer a la burguesía, ni gozar de títulos deslumbrantes, formaban un microcosmos generoso, honrado y trabajador.

Calle Sagunto
Recorriendo el Cabezo llegamos a las inmediaciones de la calle Sagunto, paralela debajo de Vistalegre y calle del Ángel, (zona plagada de arbollones que desaguaban los detritus y aguas pluviales en dirección al río Argos, pasando por la acequia y el conocido Huerto Ruenas); en esta calle habitaba un personaje ingenioso: Antonio de Gea 'Chamarreta' -también conocido como el 'Mudo del Hospital' y 'Catarrás'-, solía confeccionar juguetes con latas vacías y  materiales reciclados y recorría las calles vendiéndolos en una burrita y en el mercado de los domingos en la calle Mayor.

Calle Cañaica -al fondo Villacis-

Y la aneja 'Cañaica', donde antaño se ubicó la carpintería del Frasquitoque, por allí, así mismo, vivió 'el Chancho', un antiguo limpiabotas, oficio hoy en desuso, también dedicado a innumerables oficios, como el de castañero..., también recordamos a la familia de los "Chinos", parientes de la famosa cantaora Dolores Abril, que fue esposa de Juanito Valderrama.

Plaza del teatro Alfaro.

Y el solar del Teatro Alfaro, -antes teatro Jacinto Benavente-, ..**.. (ver artículo especial en este blog), por aquí desfilaron los zarzueleros  cómicos más importantes del teatro español, así como compañías de aficionados locales, y qué decir de los años dorados del cine cuando las estrellas brillaban con luz propia. Así mismo vivieron y trabajaron algunos de los gremios más humildes y artesanos: Fernando 'el Avellanero', que entonaba una retantanilla ofreciendo: "Habas torrás, avellanas y garbanzos...” O 'el Bigotes' y 'el Rojo el Torraos', modestos vendedores de aratones (frutos del almez) los traviesos jovenzuelos lanzaban los menudos huesos como proyectil a través de canillas a guiso de cerbatanas. Al calor del viejo teatro vagaban multitud de tipos pintorescos: 'Juan Sinmiedo', 'el Alpargatón', Juan José 'el Bomba' y su sobrino Francisco 'el Majito', 'el Morroduro', 'el Seperiño', 'el Tijeras', Juan 'el Treshuevos', y 'el Vendecaro', 'el Galeoto' y el Títere', populares maquinistas del cine, y 'el Quitapenas', que calmaban sus penas y su sed en la entrañable taberna de Pedro de 'la Pichoncha'. (Ver artículo aparte en este blog***) y llegamos a la calle Pintor Villacis, desde donde se divisa por un callejón la placeta de los Carros y en el tramo superior la Barandica de la calle Mayor. 


Aquí en Villacis vivió una singular mujer barbuda, Ramona 'la Lavandera', mujer de una limpieza pasmosa. Pero de esta señora y de otros muchos temas hablaremos en otra entrada.

Fuentes: Tradición oral, y algunos archivos de historiadores.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

CUESTA DEL PARTIDOR Y SU BARRIADA.

CUESTA DEL PARTIDOR  Y ALEDAÑOS.

Cuesta del Partidor -Antiguos Poyos-

Hoy vamos a pasear por la Cuesta del Partidor de Abajo, seguramente una de las primigenias arterias que se abrieron para comunicar los arrabales con el 'centro histórico' de Cehegín. Denominada así desde tiempo inmemorial, debido a su cercanía con los recordados "Caños del Partidor de Abajo" y sus aledaños, formando una extensa tela de araña que contempla parte de la zona moderna ceheginera.
Al inicio de la escalinata se ubica aún "la Bodeguica", lugar donde fue recibida la Virgen de las Maravillas, patrona de Cehegín, tras su llegada desde Nápoles en el siglo XVIII.
 
Cuesta del Partidor
Ese laberinto de calles inician su trayectoria desde la columna vertebral que es esta Cuesta del Partidor, una de las primitivas entradas hacia la vieja fortaleza árabe, seguramente cuando estaba todo sin urbanizar. Hemos de tener en cuenta que hasta finales del siglo XVIII no se vio completada la urbanización de los extramuros que hoy conocemos como Casco Antiguo de Cehegín. Situada en el antiguo Portillo de San José de la Villa, daba acceso a la misma por aquella escalinata de piedra. A mitad de la calle cabe destacar un edificio singular con un reloj de sol de la segunda mitad del siglo IX, que aun se puede apreciar con claridad en un lateral de la fachada. Esta casona se utilizó para diversos servicios municipales: Falange Española, Guardería, Sindicato y otras instalaciones, además de las numerosas familias instaladas en el vecindario.
Finalizamos su fatigosa escalada en la recoleta placeta de San Francisco, donde se establecieron numerosos profesionales: Hojalateros y caldereros, carpinteros, alpargateros, el dentista Dr. Ortiz, y una tienda muy popular: la de María del "Maestro", esposa de Juan Abellán "Catarrás", gran emprendedor, fabricante de embutidos y helados, muchos recordarán un pasodoble publicitario que compuso el ciego "Medina" (Antonio Rodríguez), cuyo texto dice así: Desde Londres a Pekín todo el mundo está admirado / porque "Hermanos Abellán" en Cehegín se han destapado. / Con su fabrica "El Cerdito" hacen la revolución / con sus mejores chorizos y su especial salchichón. /  (Estribillo) / ¡Qué gordito, qué gordito! se pone todo el que tenga apetito,  /notarán, notarán, que comiendo jamón engordarán. / El cerdito, el cerdito, fabrica el salchichón más exquisito, / comprarán, comprarán, jamones y embutidos "Abellán". Todo aquél que su endeblez / combatir quiera al momento / del cerdito ha de comprar / los embutidos sin cuento. / Y verá como sus fuerzas en progreso  siempre irán / si se hace un gran devoto de "Embutidos Abellán.

Placeta de San Francisco.
También estaba emplazada la banca de Paco Puerta "el Botero", de allí salía su hermano Desgracias todos los días del año a cobrar con su cartera repleta de letras de cambio a visitar los comercios, y cuando el tendero se atrasaba en los pagos, con su estribillo eufemístico para no herir sensibilidades, señalaba la cartera, mirando al comerciante de turno:  —“Aquí te llevo..."—

Foto antigua de la placeta de S. Francisco

Y llegamos a una calle nombrada en otras entradas de este blog: 'La Fortuna', desde allí desembocamos a las calles: Torrecilla, (no sabemos si el título de la calle proviene de Blas Torrecilla -*-, que fue alcalde de Cehegín en 1867. Aquí vivió, así mismo, Manuel Fajardo, también alcalde en los años 1936-37); otras callejas bordean esta barriada: Olivericas, Portillo, y Floridablanca; en esta última se hallaba la morada de Andrés Berengüi "Andrés de las novelas", un adalid de la lectura, muchos recordarán que colocaba su puesto en el mercado del Mesoncico vendiendo y alquilando novelas del "Far-West" de Estefanía y policiacas, además de repartir a los abonados el diario ABC.


Así mismo por aquellos lares se ubicaron “las Carreras de Don Santos”, unos solares tapiados en donde se desarrollaba la industria del hilado, mediante una rueda que hacía rodar un mozalbete; a quien se le conocía como el 'amenaor'. Una posible deformación de “meneaor” o meneador de la rueda, entre tanto, el hilador iba desenmarañando un manojo de cáñamo rodeado a su cintura que se iba enredando formando la cuerda que se enrollaba mientras caminaba hacia atrás hasta completar la distancia de la carrera, de esta manera formaba, uno a uno, los numerosos tramos de hilo de cáñamo. 
Hay una conocida exhortación, un tanto soez, hacia los humildes mozuelos que se iniciaban en este trabajo, cuando se distraía y le daba a la rueda más lento, le espetaban: ¡Dale, 'amenaor'…, dale gandul, dale hijopuuu…! 
Todo un microcosmos sobre el 'Horno de don Santos', cuyo nombre reza en una recóndita calleja que sube desde la Tercia.
 

Seguimos más adelante y subimos por debajo de otro paso elevado con escalones, manzana del inmueble del popular practicante local: Juan 'el Párraga'. Y de nuevo nos situamos en mitad de la 'calle La Fortuna', en un pequeño pretil que mira a la calle Eras Bajas (allí moró la familia del gran fliscorno de la banda, Antonio Noguerol Puerta, patriarca de una saga de notables músicos), la 'señá Engracia'; Miguel de la Frasquita; y las familias Marín, Valera, Melgares y tantos otros vecinos; sigue la calle Dalí, (antaño Gabarrones, ahí realizaba sus trabajos de ebanistería Juanico hijo de la modista Vicenta), más abajo vivieron familias como el Galeoto; José Mª Durán; Corbalán; los Pollos; y un pintoresco matrimonio 'Concepción La Guija' y 'Juan el Calabacha'.


Ambas calles mueren en la calle Portillo donde nació el genial poeta y dramaturgo Lorenzo Fernández "Carranza"... entre tantos jocosos versos recuerdo con cariño, esta pequeña 'Loa a la gabardina' que solía recitar después de cualquier convite: 
¿No se le canta a natura...? / ¿No se le canta a la flores? / ¿Por qué no cantar, señores, / 
a la vulgar gabardina, / que nos cede sus calores / en estos días traidores / 
cuando el frío nos domina...?
¿Por qué no decir de paso / la utilidad que nos presta, / aunque esto no venga al caso..?
Que va de viaje el señor, / la recoge como un fardo / y la tira en un rincón.
Que por su uso rozada / su papel ya no resuelves, / del sastre eres transformada / 
y  tras unas retocadas / en canadienses te vuelves.
¡Yo te canto, gabardina, / prima telar del comando, / 
del abrigo  sobrina, / y parienta del tabardo...!
También vivieron personajes como: La tía Virgen; José Mª 'Chispe', (muchos años empleado del cine Alfaro); el Sr. Abril, (mayoral de los Condes del Campillo), y sus hijos Pepe y Narciso;  Jesús López Calvo (conocido como "Jesuslopez"), que fue maestro de la Villa y delineante-diseñador y director de la monumental obra del colegio de los PP. Franciscanos.  

Calle Portillo (restaurada)
Una zona muy concurrida que se une a la otra del Saliente que ya comentamos en otro de los artículos de este blog.
Seguiremos con más recorridos.

-*- Ver Torrecilla en este Blogs.
Fuentes: Archivo municipal, Alemán Sainz, y otros archivos y datos de la tradición oral.  Fotos de A. González, autor de este artículo.

domingo, 8 de noviembre de 2020

CALLE DE LA UNION.

 CALLE DE LA UNIÓN Y ALEDAÑOS. 

Seguimos nuestro periplo por las rutas ancestrales del singular Casco Antiguo de Cehegin. Hoy toca la Calle de la Unión, titulada así por confluir en ella las tres culturas: cristiana, árabe y judía que cohabitaban allá por los siglos XIV y XV,  es casi paralela a la Calle Mayor y discurre desde la Placeta de Los Carros hasta la misma Casa de Las Columnas. Por su configuración sinuosa de calles perpendiculares, propia del urbanismo árabe, este barrio nos ofrece una brillante muestra.

Calle de las Columnas .palacio del mismo nombre-

Precisamente, una de las callejuelas en cuesta que unen la Calle Mayor con la Unión, es la situada frente al conocido ‘Bar Sol’ y se llama ‘General Carreño’ (*Ver entrada en este blog), y continúan las calles Empedrado y Alonso de Góngora, ahí desembocamos a la izquierda a un callejón sin salida donde se ubica la presunta Sinagoga Judía local. Recóndita casita que posee una portada con símbolos religiosos hebreos que la tradición oral ha venido a llamar Sinagoga. Es de destacar su fachada enlucida y su entrada decorada por arcos de medio punto sobrepuestos, a modo de portal abocinado. Según los expertos en Historia del Arte consultados, el arco interior es de estilo gótico tardío, que puede ser de los siglos XV o XVI. Desde luego la casa tiene una antigüedad considerable. Quizás sea una de las casas más antiguas del Casco Antiguo ceheginero. 

Allí vivió muchos años un singular individuo: José Lorencio, personaje de tango y mostrador, bohemio y noctámbulo. Cuentan que solía decir: "Yo no sé cómo madruga tanto la gente para trabajar. No me he levantado a esas horas en mi vida y fíjate como vivo". En cierta ocasión, sobre las diez de la mañana, llamaron con insistencia en la puerta de su casa, y lo despertaron, eran dos testigos de Jehová con folletos religiosos. Pepe abrió soñoliento: — “¿Que quieres?” - Uno de ellos respondió — “Buenos días hermano, ¿usted cree en Dios?..., ¡es que llega el fin del mundo!”. —Lorencio replicó- “¿En Dios?... ¿Qué hora es...?” — “Las diez…” — “¿Vosotros creéis que estas son horas de creer ni en Dios ni en el diablo?... ¡A la mierda fuera de aquí!”—, así las gastaba aquel tipo esperpéntico.

Antigua casa de Francº Carreño.

Por estos andurriales desfilaron conocidas familias cehegineras: Montealegre; Peñalver; Espejo; García-Ripoll; Carreño; Paco 'el de la música' (Organista); Ramón 'el Zarra'; 'La Faita'; Partierra; Palicos; el obrador de Juan 'el Tortas'; Abril; Ibernón; Piñero; García Pareja; Barbería del Avellanero; Panadería Ródenas; Hita; y muchas familias más. Fue zona muy concurrida antaño, a la altura de la casa de las Columnas descienden las calles: La Luna, y Cadena (según dicen existió una cadena a modo de frontera entre la zona cristiana y mora). Y así podemos continuar el periplo en distintas direcciones; mientras que a la derecha bajan aun más el callejón más estrecho de la localidad, donde se juntan los tejados, y otro más ancho que cae en el antiguo obrador del turronero tío Nevao. 

Si seguimos calle Unión abajo, llegaremos a la Placeta de Los Carros, pero antes pasaremos por la casa de Juanito Massa, en aquel domicilio se perpetró un martes de carnaval la leyenda de la muerte de Massa, donde fue asesinado a facazos por dos enmascarados, un crimen sin desvelar, aunque se dice que la imagen del asesino quedó plasmada en las pupilas del muerto; después tenemos la casa de Rosita Pareja, cuyo tío fue un famoso miniaturista, ―el nombrado antes García Arévalo, en la calle de atrás― entre otras obras hay que destacar los retratos de los reyes Alfonso XII y esposa, pintados en sendos huesos de aceituna o cereza, así como diversos retratos en pequeños camafeos.

Calle La Unión (Antigua Casa Parroquial).

Y colindante “La Casa de los Curas” durante muchos años Sede Parroquial, donde habría que recordar al entrañable Don Gumersindo Corbalán, párroco durante más de 15 años; cuando llegó a Cehegín cuentan que le presentaron a Juana ‘la Menea’, popular y lozana dama, vecina colindante de la iglesia, cuando tomó posesión el párroco, le presentaron a los vecinos de la parroquia: “-Aquí le presento a la Menea…” – “Tanto gusto…,” contestó el socarrón cura, los asistentes se echaron a reír irónicamente, pero el cura se quedó extrañado sin entender el jolgorio. 

Placeta de los Carros.

Y llegamos al final de la calle, donde también se ubicó en los 50 del siglo XX la oficina de la Compañía Eléctrica, dirigida por Antonio Cano, en la mencionada Placeta de los Carros, justo debajo del Hospital de la Real Piedad, para desembocar en la calle Manuel Ciudad, donante de la casona ubicada encima y que fue colegio de las Monjas muchos años. Antes llamada calle Bovera. Pero esta ruta la emprenderemos otro día.

FUENTES: Tradición oral; Diversos archivos locales; Fotos: A. Gonzalez.

GENERAL CARREÑO

 EL GENERAL CARREÑO.

(UNA SAGA DE CAPITANES CEHEGINEROS)

(Cuyo nombre y escudo reza en la calle perpendicular a la calle Mayor de Cehegín)


Una larga tradición guerrera desde la llegada del 'Rey Sabio' Alfonso X,  avala a los cehegineros. El licenciado Cascales se hace eco de muchas de estas hazañas y otras las hemos escuchado o leído en tantas referencias. 

Comencemos con MARTÍN CARREÑO (capitán la Caballería 1490). Conocido como El Tuerto, intervino en la Batalla de las Alpujarras, bajo las banderas de Luis Fajardo, donde se cubrieron de gloria nuestros paisanos, en cuya batalla fue testigo presencial y cronista Ginés Pérez de Hita que compuso un romance: “De Zehegín han salido  / otros doscientos soldados, su capitán es Carreño / hombre en guerras avisado”.

En esta ocasión mandaba la infantería nuestro capitán Alonso de Góngora Jiménez. (La referencia nos la deja así mismo Marín de Espinosa).

Pedro Fajardo obliga al levantisco Marqués de Villena a entrar en la obediencia de doña Isabel de Castilla; durante la Conquista de Granada, son cientos de intervenciones guerreras las de los soldados y capitanes cehegineros, y existía una larga referencia de que iban varios entre los llamados Cien Caballeros de la Reina.

En la nutrida familia de los Carreño cehegineros, don Damián Carreño Carreño fue un personaje bastante interesante. Nacido en el año 1650. Hijo de don Antonio Carreño y López, y de doña María Carreño Yáñez-Espín. Don Damián fue Caballero de la Orden de Santiago, llegó a ser gobernador del Campo de Montiel, ocupando varios cargos también en el concejo de la villa de Cehegín, como regidor y Alcalde de la Hermandad por el estado noble.  Casó con doña Inés de Castro y Diente Morales, y de este matrimonio nacieron don Miguel Agustín Carreño y Castro, que fuese brigadier y Coronel del regimiento de infantería de Burgos, José Francisco Carreño, caballero de Calatrava y de doña Bárbara Josefa Carreño y Castro.

Y llegamos al citado personaje principal Miguel Agustín Carreño Roca de Castro y Muñoz, nació en Cehegín el día 1 de febrero de 1680. Era hijo de los citados don Damián Carreño y Carreño y de Doña Inés de Castro y Diente Morales. Siguió toda la carrera militar hasta alcanzar el grado de Teniente General, fue Gobernador de varias plazas africanas. 

Don Miguel Agustín fue Coronel y Brigadier del Regimiento de Infantería de Burgos y Comendador de Puertollano desde 1.745 a 1759, y también Caballero de Calatrava, en cuya Orden ingresó el 19 de Enero de 1745. Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, luchó en Portugal, Italia y Francia, alcanzando el grado de Teniente General. Fue Gobernador de Ceuta desde 1754 hasta su fallecimiento acaecido en dicha plaza, el día 1 de octubre de 1759. El general Carreño pertenece por línea paterna a una ilustre familia de fortísima raigambre ceheginera, ya que tanto su padre como su abuelo y su bisabuelo fueron nacidos y fallecidos en Cehegín. Su escudo luce en una de las casas exentas, a doble esquina, en las calles Mayor y la de su nombre.

EN LA CASA DEL GENERAL CARREÑO.- Edificio de carácter civil de siglo XVII, de estilo barroco. Posee dos plantas y ático. Destaca en su fachada lisa el escudo nobiliario de la familia, que está en posición esquinada y en el reza a su alrededor la siguiente leyenda. «ESTAS ARMAS DE LOS CARREÑO MANDO HACER DOÑA LUISA NZO CARREÑO ROCA. AÑO DE 1680». Según nos cuenta Andrés Baquero Almansa en su obra Rebuscos y documentos sobre la Historia de Cartagena, Cehegín, Mula y Murcia (1902): "...el Excmo. Señor D. Miguel Agustín Carreño, que después de haber ocupado en la milicia todos los grados, así inferiores como subalternos, llegó al que hoy meritísimamente goza de Teniente General de los Ejércitos de S.M. Católica, y así mismo se halla Gobernador de la plaza y presidio de Ceuta."

Otro vínculo de los Carreño: Casa DEL CONCEJO.- Abriendo la actual plaza del Castillo, se encuentra este edificio del siglo XVII, que es de estilo Barroco. Fue en un primer momento cárcel y posteriormente Ayuntamiento; hoy alberga el Museo Arqueológico (compartido con el Palacio de los Fajardo). Es un edificio de dos plantas, el inferior constituido por un porche, de dos arcos de medio punto sobre una columna toscana. El segundo cuerpo con dos vanos enmarcados por pilastras toscanas, sobre las que se desarrolla un frontón triangular de remate. En el entrepaño de esta composición destaca el escudo de armas de la ciudad y bajo este existe una placa con la lectura: «LA OBRA DE ESTAS CASAS I CÁRCEL SE ACABARON SIENDO ALCALDES ORDINARIOS DESTA VILLA DON ALONSO CARREÑO QUIROS POR EL ESTADO DE LOS HIJOSDALGO I GONZALO (ADA) POR EL ESTADO LLANO. AÑO 1676».

FUENTES: Abraham Ruiz Jiménez y diversos archivos. (No obstante, por si alguien desea profundizar en el tema de los Carreño, existe un extraordinario trabajo de nuestro amigo e investigador Antonio Peñalver Corbalán sobre este personaje ceheginero, publicado en “La Panorámica”.)



jueves, 29 de octubre de 2020

EL TENORIO Y OTRAS CELEBRACIONES

 'JALOGÜIN' Y EL TENORIO 

 -Con todo mi humor- 

Numerosas parodias adornan la historia de descreído de don Juan Tenorio de Zorrilla; por nuestro pueblo Cehegín, se solía recitar de esta índole: No es verdad ángel de amor que esta apartada orilla están asando morcillas y hasta aquí llega el olor…


Y es que otro año más se acerca la festividad de Todos los Santos y los difuntos, si los tiempos que vivimos fuesen normales, a estas alturas se estarían anunciando representaciones del eterno seductor, el machote de don Juan Tenorio, el prototipo de conquistador de damas. Pero ¡ay, qué dolor!, de unos años acá, se nos ha colado un intruso llegado de ultramar, con el chocante nombre de “Jalogüin” o como diablos le llamen, y los españolitos nos pusimos a importar calabacines, telarañas de algodón, fantasmas de pacotilla y rimas tan románticas como “truco o trato”. Y empezamos a disfrazar básicamente a nuestras criaturas de… ¡¡zombis‼, que no me parece mal, tal como anda nuestro mundo, es lógico que aligeremos las cosas transcendentales y nos riamos de los miedos, en especial del de la muerte ... 
Aunque nada nuevo nace bajo el sol: Ya en la España rural de la primera mitad del siglo pasado –concretamente en nuestro propio pueblo, Cehegín- antes de que llegasen a las aldeas el cine y la televisión, y nos trajesen esa fiesta estadounidense, los niños ponían en los rincones más oscuros de los balcones y miradores estas calabazas huecas, con ojos y boca, con una velita en su interior. Eran tiempos más precarios y la gente elaboraba la pulpa que se extrae de esas calabazas y cirigaitas (cidra cayote), el exquisito cabello de ángel o el calabazate confitado. Una anécdota ceheginera viene al caso: A cierto cura le trajeron una carga de “melones de año” y los niños vecinos le pidieron a coro: -¡¡Señor cura, señor cura!! ¿nos da usted unos cuantos melones para hacer unos farolicos…?- Y el clérigo, que además era muy glotón, les replicó con engolada voz: -¡Cuando me coma la molla…!


Sin embargo podríamos disfrazarnos de disoluto don Juan, o del fanfarrón don Luis Mejía, o de capitán Centellas, o del artero Ciutti y la alcahueta Brígida. Quienes tenemos cierto espíritu de doña Inés, no por los hábitos, sino por el gusto hacia los ‘canallas’, lo echamos de menos. Jugaríamos, como niños, a las pendencias callejeras entre espadachines, cementerios y apariciones que intentan arrastrarnos al infierno y un alma pura y enamorada que te redimirá. Cambiar eso por unas calabazas…, y para más inri, importadas del país de los gringos… ¡¡válgame dios‼… 
Por tanto, recomiendo leer de nuevo a Zorrilla y su Tenorio. Para saborearlo, regocijarse con un lenguaje anacrónico, casi olvidado y observar que en cierta época hablamos así y fuimos así. Ni mejores ni peores. Quizás los mujeriegos de ahora sean unos petimetres parvulillos y les convenga recordar al maestro. Y es que los donjuanes de ahora puede que ni sepan de donde les viene el nombre. Nunca habrán oído los celebérrimos versos que abrieron la antesala de doña Inés; si acaso el ángel de amor de la apartada orilla… A mí, sin embargo, como buen alumno de mi maestro Salvador Piñero, me atraiga más la renuncia de doña Inés a la decencia y a la vida, por el amor: ¡don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro de tu hidalga compasión, o arráncame el corazón, o ámame, porque te adoro.


Y como no es cuestión de tomarse la cosas muy en serio, también recomiendo los ‘ripios’ de Álvaro de la Iglesia en la célebre revista “la Codorniz”: -… cómo pian los pajaritos, pero de tonto tendré fama, si en escribiendo este telegrama, no me los como todos fritos…- O los del Tenorio tocólogo, esa preciosa joya que ha sido representada por actores locales, contando la historia de un tocólogo ceheginero que encarnaba el papel de don Juan, el médico tenorio, recitaba emocionado la escena del sofá: ¡Ah..! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla... - cuando apareció entre las bambalinas el marido de una paciente que estaba de parto, blandiendo amenazadoramente una faca, el atribulado doctor siguió rezongando: …va a romperme una costilla Frasquito el Afilaor…

A.G.N.-Motolite-

lunes, 26 de octubre de 2020

LAS CABALLERÍAS - FERAZ PARAISO VERDE-

 

LAS CABALLERÍAS 

–UN FERAZ PARAÍSO VERDE-


El Molinico, símbolo y pórtico de las Caballerías.

Se dice de antiguo que Cehegín es la “Tierra de Dios”, cuyo nombre proviene del vocablo “Theogin” que significa tal patronímico, por eso florecen en nuestro terruño lugares ubérrimos, llenos de verdor, repleto de fértiles arboledas y feraces huertas, como un "babilónico paraíso" entre los ríos Quípar y Argos, donde destaca el valle de ‘Las Caballerías’, un topónimo extraño que viene de la época del príncipe Alfonso de Castilla, que años después adornaría su nombre con el guarismo romano de una X, y el apelativo de “el Sabio” por su amor a la cultura, y si no fijémonos en ese testamento musical titulado “Las Cantigas de Santa María” que elaboró con su propia pluma y otros versos que significaron un gran aporte a la lengua culta del momento en la corte del reino, el galaicoportugués, que por su noble autor nos ha perdurado. El príncipe Alfonso, arribó en tierras de Murcia por 1243 con su séquito y entre sus primeras decisiones hace entrega de la tenencia de Cehegín y Caravaca a don Berenguel Entenza y a su hermano don Gouval  y ordena el repartimiento de aquellas tierras, entre las cuales destaca uno de los espacios más bellos, conocido por los lugareños con el ilustrativo apelativo de “Las Caballerías” (La voz del pueblo aún suele pronunciarlo con el compuesto "Caba-llerías).

Las Caballerías -el valle de Canara al fondo-

Por lo visto y según algunas leyendas caballerescas, en aquella época se planteó en Cehegín, al ser tierra de fronteras con Al’Ándalus, la necesidad de una mesnada bien entrenada y con carácter valeroso. Así mismo se pensó, en la crianza de cabalgaduras para uso de dichos ‘hijosdalgo’. Y ahí tenemos este soberbio paraje, aportando caballos que eran entonces los mejores compañeros de viaje de cualquier gentil-hombre que se precie, tanto para la batalla como para otras faenas agrícolas de los fértiles huertos cehegineros.


En suma un fiel amigo de aventuras, el caballero y su noble bruto, aunque en algunos casos no sabemos quien era más noble y más bruto, si el amo o el corcel. (Lo que ignoramos es si los españoles llevaron estas monturas que después usaron los charros, los gauchos y los llaneros en Sudamérica o los cow-boys en el Norte). 
Fuera de bromas, el caso es que don Alfonso hizo repartir 150 fanegas de regadío a 50 caballeros hijosdalgo, a condición de mantener en perfecto estado a su montura y armas para la defensa de Cehegín. Además les participó el privilegio de, a su fallecimiento, poder donar su plaza de caballero, según el mérito, al aspirante que considerasen apto para el servicio. De esta forma se mantuvo un pequeño ejército de caballería con 50 líderes a disposición del rey. (No sabemos si participarían en los típicos torneos medievales, donde se ponían de manifiesto la destreza en el manejo de la armas). Solo sabemos que, además de defender la fortaleza ceheginense, realizaron importantes proezas, como el célebre rescate de cautivos de los moros en la Cuesta del Reventón, avisados por Juan de Gea 'el Corredor'.** (Ver entrada en este blog).
Sólo los primeros meses de crearse esta milicia de “Las Caballerías”, la hueste entró en acción contra moros de las villas de los Vélez, “el Blanco y el Rubio”.

Paisaje de las Caballerías al fondo.

Ambel, que es quien relata muchas de estas aventuras en el capítulo 24 de su obra, le temblaría su pluma al contemplar estas acciones guerreras desde su confinamiento en la torre de la Concepción, impotente de no poder participar en ellas, y puede que hasta aflorara de sus ojos alguna lágrima al contemplar el Cehegín de sus amores en armas contra los moriscos.

Las Caballerías desde el Santo.

Si nos asomamos a los miradores cehegineros, tanto de la plaza del Castillo, como del paseo de la Concepción, quedaremos fascinados ante tan exuberante hermosura contemplando uno de los espacios más aventajados de la huerta ceheginera a la vera de antiquísimo rio Argos -el de los cien mil ojos-.

En la actualidad, cuando el caballo está en trance de engrosar la lista de los desempleados, solo los queremos para deportes de clase y poco más, nuestro vergel de “Las Caballerías” sigue deslumbrando a las gentes, si no renace la fiebre urbanística y lo ensombrece por disposición de las altas esferas.

FUENTES: Fco. Alemán Sainz), Gortin, Archivo Municipal y otros cronistas de la tradición oral. 

FOTOS: A. Gonzalez Niguerol.



lunes, 28 de septiembre de 2020

LA T.V. POR FIN LLEGÓ...

 

EL MILAGRO DE LA TELE POR FIN LLEGÓ

 


La TV, pronto llegará y todo cambiará, así escucharon los abuelos de nuestros jóvenes actuales, después de haber hecho la guerra y otras muchas penurias. Pues sí, la TV llegó y… ¡nada cambió…!, o sí…? Por aquellos años 60, en nuestra 'república' del Mesoncico, Fernando Moya, emprendedor y amante de las nuevas tecnologías (se diría ahora), montó su particular antena en los tejados más altos del Paseo de la Concepción y consiguió que viéramos, antes que nadie en la comarca: ¡¡la carta de ajuste de Aitana!! ¡Nada menos!..., la noticia corrió como un reguero de pólvora. ¡En Cehegín se empieza a ver la TV.!... 

Y la vida empezó a cambiar en este microcosmos como en tantos otros del planeta Tierra. Claro que cambió, en principio se instalaron receptores de TV en algunos bares y en el casino, entonces centro de ocio local y muchas familias vieron 'Gran Parada' y 'Un, Dos, Tres' '625 Líneas', '300 millones', 'Historias para no dormir' , 'El Gran Circo de la TV' con los inolvidables Gaby, Fofó, MIliki y Milikito, entre otros legendarios programas, y todos nos convertimos en seres más pasivos y posiblemente no tan felices como nos lo pintaban.

Desde la visión emocionada en blanco y negro de la llegada del hombre a la Luna hasta el dominio del mando a distancia, 'visionando', -¡¡qué palabreja!!-, visionando finalmente en preciosos colores, hasta desde el espacio exterior. 

Familia contempla la emocionante llegada a la luna.
Entonces, la TV se pobló de concursos millonarios, programas de viejas desgracias o amores repetidos, y sobre todo lo que llaman “Realitis” (los estadounidenses, siempre buscando ser tocados por los dioses). Las familias se sentaron en el santo cenáculo de la sala de estar, (no de ser), para disfrutar de los dulces sueños sucesivos. Quizá el mayor engaño de los medios televisivos es que no podemos dejar de creer en ellos: Si lo dice la TV es porque es verdad, -siguen diciendo algunos profetas de pacotilla-. De tanto aplaudir la gente se ha quedado sin palabras. Alguien se mueve en ‘la ventana tonta’ como una gallina clueca y todo el país vibra con la vuelta a sus orígenes, chistes ramplones y risa enlatada… ¡Qué gracia!... Hace tiempo la cadena CBS americana emitió en directo el Juicio Final y los telespectadores se lo creyeron, como se creen todo cuanto aparece en la sagaz pantallita.


60 años después, las vida sigue igual, en estos dolorosos y funestos días de pandemia, nos invade como por arte de magia otro disparate más que ha dividido este país, son "los bulos", enrareciendo el ambiente casi más que el maldito virus. Y para colmo estos adocenados programas "seudo-polítiqueros" con pretenciosos tertulianos sabelotodo que lo único que consiguen es enmarañar las disputas y crear discordias.
En resumen, cada vez es más habitual escuchar aquello de "es que yo ya no veo la tele", expresión muy escuchada entre la juventud y a los no tan jóvenes. Esto se debe en gran medida a que el formato televisivo, tal y como lo conocemos hoy en día, es un modelo que de aquí a poco tiempo estará obsoleto, o al menos eso es lo que nos parece; la realidad es que necesitamos nuevas fórmulas para nuestra castigada sociedad de consumo de la revolución tecnológica.   

Fotos de diversos archivos.