Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

jueves, 21 de enero de 2021

CALLES TERCIA Y F. PÉREZ VILLANUEVA

 CALLES DE FERNANDO PÉREZ VILLANUEVA y LA TERCIA.  

El Jardín de la Tercia, con su reciente restauración de la Balconada-Mirador, y la modernista mansión, en otro tiempo propiedad del preboste ceheginero, don Juan Martínez-Oliva, (hoy Casa de Europa), presiden orgullosamente todo el entorno de la calles de Fernando Pérez Villanueva y la Tercia. Estas arterias, aunque las eclipsó en su día la creación de la "Gran Vía", en otro tiempo fueron de vital importancia para Cehegín, ambas junto a la calle 'Mayor de Abajo' formaban un cinturón del levante, donde discurrían los caminos antiguos hacia las huertas y pedanías, así como todas las manifestaciones  religiosas hacia la 'Magdalena': Fiestas Patronales; Semana Santa; y la procesión del Corpus Christi, donde el fervor del pueblo se plasmaba en olorosos altares ornamentados de flores y preciosas imágenes.

La referencia más antigua que sabemos por el Archivero Municipal Jesús Hidalgo, es que este jardín existe desde tiempo inmemorial como plaza propiedad del Ayuntamiento de Cehegín, siendo su origen de terrenos comunales. Ya en 1896, aparece un Acta en que, con el intento de algunos vecinos para apropiarse del terreno, donde el Consistorio deja bien claro el asunto.


Allí se puede contemplar, majestuoso, adusto, elegante y monumental, el palacio de la Tercia, magnífico inmueble del S. XVIII, que fue también Cuartel de la G. Civil (hoy Hogar del Pensionista). Sin duda en torno a las cuales se construirán las casas de los principales potentados de Cehegín.

Las Casas de la Tercia son instituciones que aparecen tras la Reconquista en los territorios de jurisdicción señorial y de las Órdenes religiosas. Cuando los señores eclesiásticos y nobles fueron perdiendo capacidad de gobierno relevados por los concejos, esta institución pasó a llamarse Pósito Municipal.

Cehegín, como muchos conocerán, formaba parte de la Encomienda de la Orden de Santiago. Sabemos a través de “las Visitaciones de la Orden” que el pósito o alhorí se encontraba en el castillo y también que por la falta de espacio y la poca funcionalidad de aquel alcázar, en el siglo XVII se construyó un enorme edifico que tuviese ‘encomendadas’ las funciones de administración y almacén de las rentas que producían los bienes de la Orden en Cehegín. Según nos indica el archivero municipal: «…es entonces cuando al parecer se construye el palacio de la Tercia. En la “Visitación” de la Orden de Santiago del año 1625 ya se habla de la casa Tercia y de su enorme bodega y graneros».

Regla de la Orden de Santiago

El edificio es barroco y está estructurado en dos plantas y ático y su organización interna original venía marcada por el gran patio central, del que se accedía a casi todas las dependencias. Su bodega como hemos mencionado antes, es considerable, como es lógico para un edificio que tenía la función de albergar ingentes cantidades de vino.

Hoy en día esta espléndida bodega es la sede de la “Escuela del Vino”, restauradas muchas de sus instalaciones vinícolas, con un diáfano suelo acristalado que nos deja contemplar las enormes tinajas. En este entorno se suelen celebrar demostraciones gastronómicas y numerosos actos culturales. 

Bodega y Escuela del vino.

Decíamos antes que en esta mansión estuvo ubicada la oficina para el control de las rentas y aquí residía el director, que era un juez-administrador, bajo sus órdenes se ocupaba una cantidad determinada de cargos y personas contratadas para que la actividad funcionara correctamente.

Después de las desamortizaciones del siglo XIX, la Casa Tercia fue cuartel de la Guardia Civil, el primero que se instala en Cehegín. Posteriormente, como algunos sabrán, el cuartel de la “Benemérita” pasó a ubicarse en la calle Esparteros, en la casa-palacio de Álvarez Castellanos, en la actualidad sede del Juzgado de Paz y dependencias de Servicios Sociales. (De éste ya hablaremos en otra ocasión). Ya finalmente dicho puesto de la Guardia Civil pasó al moderno cuartel actual en la calle Pablo Neruda. Pero esta es otra historia.

Hoy es una gozada pasear por estas calles, con esos contornos de sabor modernista, ornamentados de olorosas flores que presiden casi todas las fachadas y sobre todo el apacible entorno del citado Jardín de la Tercia que le ha proporcionado una elegante prestancia al espacio urbano. Hasta los rincones sin salida, que se esconden fugitivos, le dan enigmática distinción: lugares como la bajada desde casa Peñalver hasta la Cuesta del Sto. Cristo; “El Hondico” que aporta su apodo a sus moradores; o el entronque a Veracruz.

Casas señoriales en la Tercia

Podríamos hablar de las gentes de otra época que vivieron en la calle Tercia y Pérez Villanueva, pero se haría interminable este relato. Por ello mencionaremos algunas de las familias que recordamos de antaño: la conocida familia Peñalver, con su  fábrica de alpargatas anexa a la ermita del Santo Cristo de la Sangre. -Enfrente la casa natal del genial novelista y poeta Salvador García Jiménez-; González Ciller; Guillén; García-Ripoll; Campicos; familia Martínez-Oliva; y entre medias, el inicio del “Camino Verde”, donde habitó el alcalde Valero Elbal y familia. 

Calle de F. Pérez Villanueva

Ya al otro lado del Jardín, continúa la calle Fernando Pérez Villanueva, donde moraron las familias de Diego Ruiz, los Góngoros, las Casonas de Navarro y de Ruiz de Assin, Artero y Mtnez.-Oliva, Anisados Lorencio, Ebanistería Antoñote, Isidro Tordesillas, Refrescos Soria, y algunos pequeños comercios, además de los diversos huertos anexos que fueron auténticos vergeles, hoy convertidos en edificios de nuevo cuño.

Los Caños del Partidor, pegados al muro del Huerto de Dª Virginia.

Y el ubérrimo huerto de doña Virgina Martínez-Oliva, donde tantos festejos se celebraron antaño, aspirando la fragancia de las flores y los hermosos frutales, con una escalinata abierta en dos corrientes, rematando un simbólico balcón torneado. En el lateral presidían los célebres "Caños del Partidor".

Fuentes: Tradición oral y archivo Municipal. Fotos del autor y otros.

martes, 12 de enero de 2021

FUNDACION HOSPITAL DE LA REAL PIEDAD DE CEHEGÍN

Hospital de la Real Piedad de Cehegín 

(Hijas de la Caridad de San Vicente Paul)


 Mas vale un ‘toma’ que dos ‘te daré. 
(Miguel de Cervantes.)

Como prometí, seguimos conociendo un poco más esa institución ejemplar que es el Hospital de la Real Piedad de Cehegín. Regido por el Patronato de la Fundación, en cuyos estatutos se exige que los patronos han de ser personas de la localidad de saludable moralidad además del Alcalde, el párroco de la Magdalena y el Conde de Campillos -descendiente de los fundadores don Pedro Mª Chico de Guzman y su hijo Ramón (El Doncel de Cehegín), que generosamente donaron su casa-palacio para la instalación del hospital. 
Testamento de D. Pedro María Conde de la Real Piedad. 
"El nuevo Hospital comenzó a funcionar en 1890; su nombre incluye el título Nobiliario del Fundador, a quien se otorga así un justo homenaje. Es mi voluntad se establezca a mi fallecimiento en la casa de mi habitación, situada en la placeta del Sol de la referida villa, un hospital de hombres y mujeres... en dicha casa se harán las reparaciones y obras que fuesen convenientes, serán asistidos los enfermos por cuatro Hermanas de la Caridad y los sirvientes necesarios y por un médico... dirigirá al hospital y administrará sus rentas una Junta compuesta por un Director-Jefe que será el sobrino del testador..., el Cura párroco, el alcalde del pueblo de Cehegín... y cuatro vecinos de buena conciencia... esta Junta la presidirá el Alcalde y el Hospital llevará el nombre de la Real Piedad."
Ya en los años 80 el hospital aumentó su capacidad al recibir el palacio anexo donado por el insigne sacerdote don Amancio Marín de Cuenca. 

Casa-palacio de don Amancio Marín -Hoy Hospital-

Pero sería injusto por mi parte no poner sobre la palestra la importancia capital que la comunidad de las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul ha representado para el establecimiento benéfico a lo largo de tantos años. Hacia el ocaso del siglo XIX, en el primigenio Asilo de San José, -germen de lo que sería el citado hospital-, local anexo a la Ermita de la Concepción, (hogar del legendario Martín de Ambel: “...acogido a sagrado de por vida, por un asunto de honor...”)-, llegaron las primeras religiosas, capitaneadas por Sor Reverdy y Sor Gardieu, y comenzaron a aliviar muchos sufrimientos y matar el hambre de numerosos necesitados.

Fachada del antiguo colegio de monjas "Hijas de la Caridad"

Bastantes cehegineros recordarán la personalidad de aquella hija adoptiva de nuestra villa: Sor Catalina Campos, superiora durante muchos años y «madre» por antonomasia. Cuando algún ciudadano hacía referencia de ella, no necesitaba citar su nombre, con solo mencionar «La Madre», todos sabían a quien se aludía.

Alumnos años 40 con La Madre, Izq-

Recuerdos azulinos de la niñez, encaminándonos: las niñas con sus cabás y los chicos balanceando las carteras hacia el colegio con nuestras preceptoras; la entrañable sor María, toda una vida dedicada a desvelar las primeras rayas a varias generaciones de niños, seguramente la maestra infantil más querida de este pueblo.

Niñas del Colegio en una fiesta del llamado "Rebañito", en la puerta del Hospital.

La vivaz e inteligente Sor Rosa, la culta y tolerante Sor Vicenta o la “catalana” Sor María Eulalia con su “chasca” en ristre, además de muchas más Hermanas de la Caridad que a lo largo de los años se nos han difuminado.

Niños Colegio Monjas con sor Mª Eulalia

Desde aquella mansa plazuela del Mesoncico de nuestros amores, después de una dura jornada, cuántas noches de frío son testigo de generosas salidas, aventando raudas las blancas e inmaculadas cornetas (peculiar rebozo de las Hijas de Luisa de Marillac), con destino a los últimos arrabales puntarroneros, fieles a su vocación, en auxilio de algún necesitado de la providencial penicilina u otros cuidados imprescindibles para la supervivencia. Eran tiempos muy precarios y la Fundación recurría a cuanto saliese al paso para obtener fondos. 

De ahí aquellos famosos festivales taurinos que fueron nombrados en toda España. Durante casi medio siglo la elite de la tauromaquia ha lidiado en nuestro coso centenario; diestros como: Currito de la Cruz, Parrita, Villalta, El Gallo, Bienvenida y Ortega, Aparicio o los vivarachos Hermanos Corpas –que toreaban al alimón- y tantos otros que hicieron el paseillo por nuestro coso taurino y que nunca dudaron en ofrecerse a torear gratis en favor de aquel digno asilo. Finalizada la corrida, pasaban a visitar el Hospital, donde eran agasajados con unos pañuelos de seda bordados primorosamente con la inicial de cada diestro conjuntamente con las medallas de la «Milagrosa», la recordada superiora se las prendía en el pecho por su colaboración desinteresada. El Mesoncico, vibrante, les obsequiaba con profusos aplausos del pueblo que se aglomeraba para ver de cerca a sus ídolos

Escudo de Cehegín, creado con serrín coloreado por Miguel Muñoz de Maya.

En aquella recoleta plazuela del Mesoncico, años después, Pepín Liria pertrechado con un pequeño delantal, a guisa de muleta, que le prestaban sus vecinas, brindaba sus primeros naturales de salón a "las reverendas" desde aquel improvisado coso de la Barandica. 

Antonio Zarco, solista barítono y un grupo de cantantes años 50.



Dentro de tantas iniciativas para obtener ayudas a tan loable empresa humanitaria, se organizaban funciones de teatro, comedias, zarzuelas y conciertos por aficionados locales como una recordada actuación capitaneada por la polifacética maestra Paquita Soria, junto a la profesora Carmen de Montes, pianista, esposa del director de la banda de música municipal.

Las alegres monjitas, a las órdenes del admirado Dr. Bernal, también ayudaron a traer al mundo a numerosos bebés en el antañón hospital y curaron muchas heridas; mitigando pesares y desgracias y cuando llegaba el momento infausto no dudaban en amortajar piadosamente al interfecto.

Fachada Hospital con escudo angular a las dos caras.

En la actualidad esta laureada fundación humanitaria es respetada por todo el mundo, por fortuna con otros medios económicos pero sin limitar la importancia del amor para los más ancianos, ha ido relevando en sucesivas etapas a la comunidad de religiosas dignamente capitaneadas por la superiora, acompañadas de sus profesionales auxiliares y dirigidas por el Dr. Félix Nieto, conformando un gran equipo terapéutico que con un cariño extraordinario alargan sus templadas y cristianas manos a los más menesterosos.

Lamentablemente, hace unos pocos años, por decisión de la superioridad, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, después demás de un siglo sirviendo a los más necesitados, dejaron la Comunidad de religiosas de Cehegín, aunque siempre quedará el poso de una labor encomiable y generosa, perpetuada en los anales de la sociedad ceheginera.

 Antonio González Noguerol. 2021.

Fuentes: Diversos archivos, tradición oral y fotos del autor y otros archivos