Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

miércoles, 22 de septiembre de 2021

CUESTA DE MORENO

 

CUESTA DE MORENO


Cehegín, vetustas callejas, arcaicas mansiones, viejas bodegas de antiguas soleras.

No sabemos el origen del apelativo de esta antigua calle; hay una leyenda urbana, relatada por nuestros ascendientes, asegurando que siempre se llamó ‘Cuesta Moreno’ en honor al padre Francisco Moreno, como sabemos, el franciscano que negoció, por mediación de los hermanos Peretti en Nápoles, el encargo al escultor Nicola Fumo, para cincelar la imagen de la Virgen de las Maravillas.
Lo que si podemos afirmar es que en el callejero urbano de 1827 de Cehegín, aparece como Calle Moreno, y en 1900 ya se denominaba "calle de la Princesa". En 1903, acuerda el Ayuntamiento recomponer esta travesía que estaba en muy mal estado. En Acta Capitular de fecha de 6 de septiembre del mismo año, otra disposición aprueba la apertura de la nueva farmacia abierta en esta calle de la Princesa, nº7, desempeñada por el licenciado d. Leandro de Gea y de Moya. Lo cierto es, que posee ese donaire entre linajudo y burgués decimonónico, que le da ese toque elegante y a la vez misterioso.

En aquella fatigosa y empinada cuesta, aun desfilan casi todas las procesiones de Semana Santa, desde tiempos inmemoriales subían y bajaban los tronos portados por fornidos anderos y las bandas que sacaban el fuelle de sus pulmones para tocar cuesta arriba. La procesión de Viernes Santo por la mañana, es tradición que se inicie en esta Cuesta.

Después de la guerra civil se le designó a la mitad de la calle, desde la confluencia de Tío Cayetano hasta el Sto. Cristo, como "Antonio González Egea" (parece que fue un familiar del sacerdote Antonio José González Sánchez, apodado en Cehegín como "Cura Capel" o "Cura de Ello", seudónimo que él mismo se adjudicó), y la parte hasta el Mesoncico siguió dedicada a Elías Martínez Rico, uno de los maestros de escuela más conspicuos que han pasado nunca por este pueblo.

Procesión  Mañana de Viernes Santo por 
Cuesta Moreno

Don Elías fue un maestro profundamente vocacional, sus enseñanzas, novedosas para la época, consiguieron un alumnado muy aventajado. Fue un docente entregado a los demás, que lo llevo a la concesión de la Cruz de Alfonso XII en 1902 y, más tarde el ingreso en la Orden de Isabel la Católica, por el brillante estado de educación e instrucción en que aparecen los niños a su cargo. Después de jubilarse, poco antes de 1920, como hemos señalado arriba, se le tituló con su nombre a la Cuesta, donde había estado su escuela durante muchos años, una casona lindante a la casa parroquial actual.

Casona de Elías Martínez

Con el advenimiento de la Democracia, fue sustituida de nuevo por el nombre actual: “Cuesta de Moreno”. Aunque bien pudo haber seguido como "Elías Martínez" y añadir el otro tramo con el primitivo "Moreno".

Cuesta Moreno al fondo el Mesoncico

Esta Vía, fue y sigue siéndolo, una de las arterias principales que fluyen desde el corazón de Cehegín, que era la plaza del Mesoncico. Curiosamente, al inicio de la Cuesta, una callecita entronca con el nombre de Segisa que da la vuelta a la manzana y desemboca de nuevo, aproximadamente frente a la casa Parroquial, bien puede referirse al topónimo de Cehegín, procedente de una deformación lingüística (Segisa=Cehegín), aunque hay quien lo asocia con "Siyasa", la antigua ciudad musulmana de Cieza.

Calle Segisa
La Cuesta Moreno es una vía muy populosa, en otras épocas han residido numerosas familias entroncadas con la burguesía local, si empezamos a enumerar desde el Mesoncico, tenemos el lateral de las casonas del preboste don Octavio Ruiz y de María Cristina -hermana del conde de la Real Piedad-, inmueble que tenía arrendado a las familias del farmacéutico Dimas Agudo Alguacil, y el fabricante de alpargatas Francisco Peñalver Jiménez. 

Cuesta Moreno se une a calle Picasso

Y penetramos en la Cuesta con la bodega de d. Octavio; las moradas de: Pepa ‘la Zapatera’; Juan Carrasco (Trifulco); casa-escuela del citado Elías Martínez; la tienda de comestibles del tío Siro; María Vargas, (Vda. del farmacéutico Francº Ortega Lorencio) y su dama de compañía "Pitrasa", -con nombre muy peculiar, por cierto-; Servando Cruz Bañón, (más conocido como ‘don Servando’, cuya fachada está mamposteada con sendos escudos nobiliarios), un personaje de leyenda, por sus tribulaciones en los casinos y negocios de importación; Paca Pérez, ilustre enfermera practicante y fundadora de la cofradía de “Las Blancas”; Antonio Melgares de Aguilar, otro preboste local, también mecenas de “Los Coloraos” de S. Santa -hoy Casa Parroquial-; más abajo inicia la calle tío Cayetano, de quien ya hablamos en otra entrada de este blog.

Casona de don Servando

Y entramos en el otro tramo: casas de Juan de la Yegua, Juan de la Vicenta, popular ebanista; Antonia González Egea, Vda. de Ciller -Capel-; Valentina Carrasco, que fue jefa de la Sección Femenina de Falange Española; José el Ciego -maestro de bandurria y guitarra-, además existía una barbería regentada por Rafael Espín -el Pollo- y su hermano Juan, y otras casas, entre la que destacaba al final la de Luis el de Cuartico, encargado de las Pompas Fúnebres (en aquellos tiempos se encargaba de los entierros de las categorías 1ª-, que utilizaba caballos con penachos, 2ª-, para clases medias y 3ª- clases humildes, que eran los más corrientes), además empresario de transportes y autos de línea; y otra casona que habitó un personaje muy conocido: Francisco Párraga, apodado “Paco Tabiques”, donde desemboca al santo Cristo y calle Mayor de Abajo. Todo un microcosmos urbano de moradas encantadoras que le prestan ese singular encanto a esta hermosa "Ciudad de las Maravillas".

Cuesta Moreno, se une a Mayor de Abajo.

Naturalmente, hacemos recordación de otros tiempos, todos los vecinos mencionados hace años pasaron a mejor vida, por lo que ahora vive otro vecindario, en algún caso familiares de los aludidos.  

Fuentes: Tradición oral y testimonios de antiguos vecinos, fotos del autor y de viejos archivos.

lunes, 6 de septiembre de 2021

CUESTAS DE LAS MARAVILLAS Y DE LOS HERREROS -ANTAÑONAS ARTERIAS DEL VIEJO CEHEGIN-

 DOS CUESTAS CON MUCHA HISTORIA

 (HERREROS Y MARAVILLAS)

Casco Antiguo -Ladera del Puntarrón.-

"Mi viejo Cehegín de cuestas con fatiga..." (Carranza).

Continuamos otro periplo por las calles del singular Casco Antiguo ceheginense: Al sur de la Plaza Vieja, entre la sombra alargada de la Parroquia Mayor, nos dirigimos a la populosa Cuesta de las Maravillas, enclavada en lo que fue parte del Cehegín musulmán, como lo atestiguan las excavaciones realizadas en la zona, donde restos de casas arracimadas, han donado, entre la escondida barbacana que rodeaba la magnífica fortaleza,  muchísima cerámica de la época, y aún se asientan varios caserones, como la del Sr. Torres (conocido como “El Tripitas), que conserva su ruinosa decadencia.
 
Cuesta de las Maravillas -casa Torres-
Otra casona más abajo, fue cooperativa de alpargatas y labor para mujeres que confeccionaban soga. También, cuentan que en esa vieja mansión practicaba sus tormentos la Santa Inquisición. 

Cuesta de las Maravillas (Casa de la Inquisición)

En los siglos XVI, XVII y XVIII, se tenía la costumbre de denominar a muchas calles con el nombre de algún vecino, por eso fue titulada en el año 1827 como del residente don Antonio Pérez, para en 1853 pasar a llamarse Maravillas, lógicamente, en honor de la patrona de Cehegín y como muestra del fervor del vecindario, cuando en otro tiempo discurrían todos los desfiles por esta recóndita Cuesta. Era impresionante contemplar a los anderos cargados con los pasos en Semana Santa o la Virgen de las Maravillas, en Fiestas Patronales, prácticamente reptando, subían a la Imagen Divina alzada en su pesado trono. En una  procesión se rompió un anda y el trono se balanceó, de tal suerte, que, “milagrosamente”, no se desplomó la imagen, porque quedó trabado en una reja.

  

Fuente de las Maravillas
En una de las distintas plazuelillas que se han conformado, al derruir tantas casas abandonadas en mal estado, nos encontramos con la placeta de las Maravillas, (donde se ubicó la Fuente del mismo nombre, que, en ciertos tiempos apagaba la sed al vecindario).


Plaza de las Maravillas.

El 20 de enero del año 1944, debido a las torrenciales lluvias, se desmoronó un trozo de la muralla que aguantaba a la calle Nueva, bajando los escombros hasta la cuesta de las Maravillas, arrastrando cuanto halló a su paso. (En esta tragedia fallecieron los niños, Juan y Jesús). 




Por el año 1898 vivían 106 vecinos, 15 braceros, cabezas de familia, uní sepulturero, un pastor, una lavandera, varios propietarios, un alpargatero, un carpintero y un empleado municipal. El resto eran madres de familia y menores. La población se mantuvo hasta los años 50 del siglo XX, y al producirse la emigración de los 60, bajó considerablemente. 

Pero sigamos ‘cuestabajo’, después de diversos recovecos y viejas placetas, que fueron tristes moradas e inicio de calles centenarias, desembocamos en el tan aludido Mesón Viejo y Poyo Colorao, donde puede apreciarse una placa en una fachada que indica: “Fecha de su construcción: 1672”, allí se une a la otra Cuesta, la de los Herreros, otra vetusta arteria, muy importante en su época.


Cuesta Herreros en la actualidad


En los años 50, moraban entre otros, las familias de Ginés 'el Ciego' -"veía" cada peldaño y cada agujero de los anchos poyos de la Cuesta mejor que los videntes-; Antonio Durán “Toneja” -en cuya fachada está mamposteada una placa de cerámica con la imagen de la Virgen de los Dolores, indicando la fecha de construcción 1772-; y la de Ramón Moreno Marín, peculiar casa, al inicio de la calle, fue durante años el emblema de la barriada.

Cuesta de los Herreros -Coso a la drcha.-


¡Cuántas fotos señalaron esta emblemática casona ocre de preciosos adornos romboides! Allí, bajo la mirada de las encantadoras terrazas del Casino de Cehegín y de las Casas-palacio de la calle Mayor. 


Antigua panorámica, donde se aprecia la casa aludida de los Herreros.

La Cuesta de los Herreros en el siglo XVI, al igual que su vecina de Las Maravillas, comenzó a tener tal topónimo, como otras arterias con nombres de ciudadanos de diversos oficios importantes de la sociedad ceheginera. Aquel solar fue cedido a Alonso Martínez, herrero, "para que pueda construir una casa de su propiedad". Seguramente por eso fue quien empezó la ubicación de los herreros en esta calle. En el siglo XVII ya se conocía esta calle como de “la Herrería”, nombrada en la documentación municipal. Hoy lugar enracimado con ese bello y misterioso Jardín del Coso. 


Cerámica del año 1772 -Mamposteada en una fachada-


Escondidas callejas, como Juan de Gea, héroe contra los moros en la célebre aventura de la Cuesta del Reventón, y la desaparecida calle de Las Carnicerías. Desde entonces siempre ha permanecido con ese nombre, como calle o cuesta de los Herreros.


Otra panorámica antigua con la Cuesta de los Herreros.
 

Al parecer, en los siglos XVII y XVIII, hubo más de un herrero artesano en esta calle, lo cual es lógico, dado que cada gremio tendía a instalarse en zonas donde los oficios estuviesen próximos. Así ocurrió con otras calles con los nombres de Pañeros, Alfareros, Carpinteros, Alpargateros, Esparteros, Cantarería, Tejera, etc. 


Calle  José Cava y prolongación del Mesón viejo

Al fondo de todo este bucle, diversas calles se casan con el Poyo Colorao y Mesón Viejo, (con sus viejas tabernas de garbanzos y vino recio), al final de la Mayor de Abajo, nacen las de Francisco Salzillo, José Cava, la Parra, el Pilar y el Tollo (algunas asoladas y desaparecidas del callejero), que confluyen con la calle Paisanos, en el populoso y legendario Puntarrón. Caminos aledaños de la Cuesta de la Orden de Santiago, en ella se encuentran tejas firmadas y fechadas en 1715. -De ahí la maldición -muy ceheginera- de: “¡me ca… en la orden cana...!”- y seguimos bajando y admirando algunas casitas encantadoras ocupadas por familias extranjeras, que miran al saliente hasta llegar a la casa de Maravillas ‘la Lázara’, -amable mujer, muy condescendiente- y al fondo desembocamos junto al viejo Puente del Santo.


Puente del Santo, desde la Piedra del Judío.

¡Y el río Argos!, en aquellos veranos de antaño, con la 'vaeras' inundadas de zagales, y ranas que croaban lamentándose de su sino en la sartén de la taberna del Barras. Si echamos la vista atrás, observaremos el inexpugnable precipicio rocoso con restos de la muralla impregnada de siglos y batallas entre moros y cristianos. 

Como vamos percibiendo, casi todas las calles del Casco Antiguo ceheginero, poseen un sinfín de historias para el recuerdo. Por ello seguiremos 'tirando del hilito'. 


FUENTES: Archivo Municipal, otros historiadores y tradición oral, fotos del autor y de diversas publicaciones.