Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

viernes, 22 de julio de 2022

LA MAGDALENA TEMPLARIA

 LA MAGDALENA ILUSTRADA DE CEHEGIN

A propósito de la festividad de Sta. María Magdalena día 22 de julio 


La escultura de la Magdalena fue durante mucho tiempo la efigie principal del templo ceheginero, situada en el altar mayor, donde mostraría todo su esplendor con sus elementos decorativos y sus matices de policromía que ensalzarían su belleza. Al cambiar la representación de la santa, la imagen no cumplía con los cánones de la iglesia, y hubo que sustituirla. ¿Una ‘Magdalena sabia’ que no coincide con los preceptos litúrgicos? ¿Evangelizó la Magdalena…? ¿Era instruida…? Para una sociedad como la judía, poner a una mujer al mismo nivel que los discípulos de Jesús, era demasiado atrevido. Y no lo olvidemos, Jesús y los suyos –sobre todo san Pablo– eran judíos. 


Milagrosamente, se conserva, en madera muy ajada, casi desfigurada, es una efigie gótica de María Magdalena y se encuentra en la parroquia mayor de Cehegín. Y, nota indagadora, con la mano izquierda sujeta bajo su seno un libro.  En su mano derecha sostiene además un cáliz que algunos evocan el Santo Grial, donde conserva la sangre derramada de Jesús en el momento de la crucifixión. En la cabeza luce una mitra y sus ropajes simbolizan atributos principescos, y no de pecadora/prostituta, como la transformó Trento. Su origen es confuso, aunque sugiere estar relacionada con los templarios. 

Puerta principal del templo -arriba la imagen de Magdalena en la hornacina-

Parece ser que fue mucho tiempo la imagen titular del templo ceheginero, hasta después del Concilio de Trento, ya que la escultura no cumplía con los cánones establecidos, por lo que se trasladó al exterior de la iglesia ceheginera, ubicada a la intemperie en la hornacina del pórtico principal durante tres siglos; en tantos años la madera de la escultura sufrió una serie de deterioros que le dieron el aspecto actual. Durante los años 80 se realizan unas obras en la fachada y fue cuando se descubrió que era una imagen de madera, entonces se decidió retirarla y guardarla en el interior de la Iglesia.


Que la Magdalena fue algo más que una prostituta perdonada y aceptada, con ciertas reservas, en el círculo de Jesús, parece claro. Con todo ello, el enredo ideado por el escritor de intrigas fantásticas, Dan Brown, en el sentido de llevar la descendencia jesusina de Magdalena a los Merovingios francos es fantasía pura y novelesca. Pero, que los templarios, sombríos animadores de la unión de las tres religiones, hicieron de la Magdalena algo, que siglos más tarde el Concilio de Trento desbarataría, es asunto igual de claro que lo anterior. De hecho, hay muy pocas imágenes de Miriam de Magdala, -María Magdalena- con los símbolos apostólicos, es decir, con el libro evangelizador y demás atributos, ya se encargaron a partir de Trento de mutilar muchas de estas efigies, tanto en pinturas como en imágenes y demás iconografías. Por lo cual consagró a la Magdalena penitente. Una imagen bien distinta de ésta tan ajada de Cehegín.

Retablo antiguo destruido por la barbarie en 1936.

Lo que sí es seguro es que la imagen de la Magdalena ‘ceheginera’ es aportada por el Temple. Es una joya intocable. Se conserva dentro de una urna acristalada, en la entrada de la sacristía de la Magdalena de Cehegín, y sería loable realizar una reconstrucción virtual, para que la gente apreciase qué pensaban de la Magdalena los templarios y muchos cristianos antes de Trento.

Primer plano de la Magdalena templaria

El Temple dejó en Cehegín clara muestra de una Magdalena de nivel intelectual superior a la prostituta penitente de Trento. Pero, ¿Cómo pensar en una Magdalena apostólica…? La Bailía Templaria de Caravaca, Cehegín y Bullas fue efímera. Llegaba en 1266 y se disolvía en 1314, casi tan sólo cuarenta años más tarde, tras el perverso juicio que el Rey de Francia Felipe IV ‘el Hermoso’ y el papa Clemente V, propiciaron para despojar a la Orden de sus riquezas. Por ello Jacobo de Molay y los otros 3 dirigentes del Temple fueron condenados a morir quemados en la hoguera. Aún circulan leyendas de tesoros templarios escondidos por el Sur de Francia.

Todo un enigma sin descifrar. Pero esta es otra historia.

Fuentes: Diversas publicaciones, archivos, y bibliografía, Fotos del autor, y de otros coleccionistas.

 

        

domingo, 17 de julio de 2022

¡¡CUÁNTO BOCHORNO...!!

 


¡VAYA BOCHORNO...!   (I)

HUMORADA VERANIEGA

Atardecer ceheginero ("Casi ná")

¡UF..., QUÉ CALOR...!. Y es que cuando no tenemos otro argumento de qué hablar, exclamamos estas frases y algunos, cuando no tenemos otro tema de qué escribir, hacemos lo propio.   

Deberíamos acordarnos del albañil, el agricultor, el probo campesino, abrasado bajo el sol implacable de las tierras del noroeste de Murcia, donde sólo pueden refrescarse con un ‘alpardel agua que cabrillea alegremente por las regueras, además de su “tecnificada refrigeración: la socorrida sombra de una higuera. Lástima que no podamos gozar como antaño de aquellas profundas ‘vaeras’ del río Argos donde tantas capuzones nos dábamos mezclados entre las ‘mariquitas’ y las frescas hierbas de los azudes o buceando en los temibles sifones de la vía férrea donde algunos valentones se atrevían a atravesar. Cómo ha cambiado la vida de aquellos españolitos de 2ª división en vías de desarrollo.

 Hoy somos de otro linaje, hemos ascendido y nos hemos convertido en masoquistas veraneantes de temporada, hay que lucir las carnes morenas, venteando la chicha quemada. Menos mal que el agua salada todo lo cura. No hay más que acercarse a Benidorm, -dicen que con ínfulas neoyorquinas-, y verán lo que es turismo de masas. 

Benidorm a tope.
Y como siempre Marbella, “la soberana del poderío andalú”, ¡sin miserias!, la ‘gente guapa’ campa por sus respetos, nada de desarrapados vagabundos y andrajosos choricillos. —otros chorizos de más envergadura están camuflados por aquellos andurriales,— allí sólo accede ‘gente de orden’ y algunos ‘españolitos de bien’ ¿se imaginan ustedes?...: magníficos hotelitos, servicios de lujo por todos sitios, limpieza, pocos ruidos, playas inmaculadas con reserva del derecho de admisión, nada de ‘marijuanas’ (drogas flojas, quiero decir), espléndidas rubias encajadas en 'trikini', o como dicen los modernos en “topless” bajo mínimos, y esbeltos machos ibéricos de cuerpos danone, puteo a manta, el paisaje paradisiaco, calor (el justo), potentes automóviles discurriendo por anchas calzadas... ¿Un mundo feliz…?, a la manera del telefilme Los vigilantes de la playa. Y por si nos aburre la playa, también podemos jugarnos los cuartos que nos sobren del veraneo.

La milla de oro.

Lo malo es que hoy con estas estrafalarias costumbres en cuanto a la vestimenta, lo mismo se confunde a un millonario con un mendigo, porque tipos desarrapados con vaqueros agujereados los ves hasta en las cenas de gala.

No es por nada, pero sinceramente, prefiero el fresco verano ceheginero con sus noches serenas y mágicas, paseando por los recovecos llenos de duende e inacabables leyendas mágicas de nuestro incomparable Casco Antiguo.

Volviendo al inicio de este artículo, la verdad es que nos quejamos enseguida de las variaciones climáticas y es que somos un enclenque microcosmos, tan poquita cosa, que cualquier rayico del padre Sol nos procura la mayor de las extorsiones.

Cehegín laberíntico, palacios, casas y tejados desparramados por doquier.

Como sentenciaba el tío Godepe, superviviente de la División Azul: — “...no resistís nada, ni el frío ni el calor, ¡anda que si hubieseis luchado en el frente de Stalingrado! —El gran Gila desvariaría: — “¿Oiga… ¿Es el enemigo? ¿pueden parar la guerra unas horas para dormir la siesta…? es que hace mucho bochorno, y además tenemos el cañón averiado, pues el sargento metió la cabeza y como la tiene tan gorda no hay forma de desatascarla…

Aunque, para bochorno el que sufrimos estos días con los “padres de la patria”. ¡¡Déjense de una vez de tanta disputa, con lo de “quítate tú que me ponga yo” y remánguense, que hay mucha faena pendiente!! Pero claro, como no esperemos a que acaben las vacaciones… aquí no trabaja ni Manuel 'Afeitagatos'.

AgnMotolite

jueves, 7 de julio de 2022

RÍO ARGOS -EL DE LOS CIEN MIL OJOS-

 El viejo río Argos, el de los Cien Mil Ojos.

(Impresiones estivales)

Panorama de Cehegín con el puente de piedra y el Argos.

Una bandada de gaviotas planea por el Cantal Blanco. Van a saciar su sed al arroyo que nace junto a la casita de los Montalvos, pero una suave ventolera hace cantar a los cañaverales que espantan a las avecillas sedientas.

Puesta de sol en el Argos.

Debajo, frente al monumental Puente de la Vía y junto a las hoyas vecinas, brota un nacimiento de agua cristalina donde las mariquitas saltan y bailan al son del cabrilleo del río, los matorrales verdean tiernos y si deseamos refrescarnos, nada más placentero que abuzarnos y sorber unas tragantadas de líquido elemento en su plenitud de frescura. Los boscajes del río Argos, han estado siempre presentes en la vida de los cehegineros. Han asistido a los conciertos de batracios que en las noches de estío claman al cielo pidiendo agua para sus humedales estériles.

Puente de la Vía -o del Tunel-
A la madrugada llegarían el Punchas, el Porras o el Rojo el Torraos a capturar las más hermosas ranas para degustarlas en casa Barras. Porque hay que ver lo ricas que están a la plancha las ancas de rana. Quien las ha probado lo sabe.

El río Argos cabrillea después de la riada

Luego al mediodía, bajo el sol implacable de la canícula, los zagales se capuzan en la vaeras y juegan a batallas acuáticas mientras una rebaño de borreguillas, conducida por Juanito el Macanas, mordisquea los suculentos verdores del cauce. 
El Argos discurre manso bajo el puente de Piedra, al fondo el Molino Chico
El Argos prosigue su vertiente en busca del padre Segura, pero antes le esperan extraordinarias aventuras, un poco más abajo ha de atravesar el otro puente, el de Piedra que vigila imponente la silueta ceheginense que se muestra espléndida. Si paseamos al atardecer por ese ostentoso paseo de la Ronda de Poniente, a la vera del meandro que forma el Casco Antiguo, en las faldas del casi desaparecido Huerto Ruenas

Foto antigua con niños bañándose en una vaera del Argos.

En el hondo del Cubo, podemos recorrer una senda que nos muestra las decrépitas ruinas de algunos de los molinos de Cehegín, el del Morcillo, el del Cubo o el del Papel, y si seguimos río abajo podemos localizar algunos que apenas se sostienen en pie como el de los Reondos, y ya cerca de San Ginés todavía muele el de Pedro Franco, antaño conocido como Molino de la Pólvora. Cuántos molinos harineros movidos por la fuerza hidráulica de las acequias cuya agua moría en el río. Algún día será menester realizar un severo estudio de ellos.

Molino de la Peña del Judío

Es curiosa la analogía de nuestro río Argos con la Mitología. Toda una sucesión de encuentros. Porque hay que resaltar que Argos fue el señor de los Cien Mil Ojos, el sueño de los puentes cehegineros.

Hay que ver los inagotables cañaverales que brotan en las riberas del Argos y qué habilidad en las manos de los hortelanos para construir cercas y tenderetes para los tomates y otras plantas de hortalizas y no digamos la cantidad de objetos que fabricaban: flautas de caña que los pacientes huertanos confeccionaban para deleite de los pequeñuelos. 

Cañaverales del Argos, cerca del Cubo.

Personajes como el tío Picho, siempre ensimismado por las riberas, laborando con las cañas o los mimbres preciosos canastillos para venderlos en el mercado semanal de los domingos en la república del Mesoncico; o el ingenio de los recolectores furtivos del río Argos, ganándose el pan como podían en los momentos precarios de aquellos míseros años, ofreciendo en la puerta del cine Alfaro los frutos del almez, los populares aratones, cuyos huesecillos eran lanzados como proyectiles, a través de un trozo de caña a guisa de cerbatana para diversión de la 'Torraera' y correctivo a los burgueses del patio de butacas, que apetecían los asientos de la fila 11 para atrás, como refugio.

Peña del Judío, Molino y Puente del Santo

Canutos de caña que los guardias municipales con un celo desmedido solían aprehender y pisotear y si era menester llevarse p`arriba al 'cuartico repeso' al infractor. —“ir p’arriba”, significaba llevarlo detenido hasta el cuerpo de guardia, popularmente conocido como cuartico de repeso— También servían las flautas de caña, igual que Dafnis, como diversión del cabrero en las largas horas de pastoreo, donde afinaba dulces melodías y chistaba a alguna cabrita extraviada.  Si Dafnis y Cloe hubiesen habitado en Cehegín puede que se hubiesen perdido también en nuestros cañaverales del Argos, porque quién sabe las parejas que se habrán extraviado por aquellas selváticas riberas. 

Lavanderas lavando ropa en un churrillo.

¡Río Argos, cuánta historia encierras en tu cauce!
¿Recuerdas aquellos viejos tiempos cuando las lavanderas ejercían su duro oficio entre guijarros, mientras los viejos verdes se asomaban por el Puente Santo a contemplar las pantorrillas de las más descuidadas?

Pero aquella fue otra época.

 AgnMotolite

lunes, 4 de julio de 2022

ORFEÓN CEHEGINERO -UN SUEÑO CANORO-

 EL ORFEÓN CEHEGINERO

"Canta y no llores, corazón, no llores más, volverá la aurora y la noche triste se la llevará..."

Corría el año 1958, y afloraron en Cehegín varios focos culturales que transformaría nuestra modesta vida de pueblo; emigrábamos del 'blanco y negro' para penetrar en un 'mundo de color'. Y vio la luz una nueva agrupación musical: el Orfeón Ceheginero. Penetrábamos en los mágicos años 60, y surgía aquel revolucionario lema "Haz el amor y no la guerra...", 


En nuestro país, sin mucha prisa, pero sin pausa, se iban abriendo expectativas para la juventud donde desarrollar actividades culturales, no en vano, comenzaron a fundarse espacios de lectura como la biblioteca municipal, que regentó Ramón Moreno, y otra que se abrió en el aula de cultura ‘Román Bono’ de la Caja de Ahorros del Sureste de España, cuya responsabilidad recayó en Gracia de Paco.

En los camerinos del teatro, -estreno de vestidos femeninos-.
De igual forma se iniciaba una etapa de convivencia social y de ocio, una sociedad salida de años de penuria y zozobra, necesitaba abrirse a un nuevo escenario. Y así se pensó en reunir a la juventud aficionada al canto que tanto ha gustado y practicado nuestro pueblo.

Qué jóvenes éramos todos.
Al socaire de la industria alpargatera, en las plazuelas del Casco Antiguo, sobre todo en la Plaza Vieja, al tiempo que el 'chamarí' y la 'almará' marcaban el compás, los alpargateros forjaban una escuela de cantores, entonando al paso de las zagalas airosas, las rancheras de Negrete y los tangazos del rey Gardel; o las soleás y fandanguillos que José ‘el Buses’ o Alfonso ‘el Carriano’ y otros herederos del duende minero de Cehegín, que no desmerecían al gran Manolo Caracol y que hacían del flamenco su ceremonial diario, acompañado de la correspondiente cinta de vino de la tierra, en las atávicas tabernas a la vera del viejo Castillo. De aquellas canteras y de 'otras alturas', se fue entresacando una pintoresca amalgama canora de todas las clases sociales de la villa.

Más juventud, y muchos ya desaparecidos.

A la sombra de aquel panorama y dirigidos por Joaquín Mínguez Marco, director de la banda municipal de Cehegín, se fraguó el Orfeón Ceheginero, con un porcentaje elevado de intérpretes que carecían de una elemental formación musical, asombro de muchos músicos que no entendían cómo se podían aprender obras del Renacimiento y además en latín, simplemente de oído.

Concierto de fiestas patronales, en la piscina municipal -acompañados por la banda ceheginera-

Lo primero, fue seleccionar las voces de sopranos, contraltos, tenores primeros y segundos, barítonos y bajos, el subdirector y pianista Pedro López “Salazar”, se encargaba de esta labor, -recuerdo una divertida anécdota, Javier ‘el Palomista’ y Lucas ‘el Garibolo’, alardeaban con ásperos mugidos, para dirimir cómicamente quien ‘bajaba’ más, emitiendo las notas más graves del pentagrama, a riesgo de ahogarse. Y, le tocó el turno a Sebastián ‘el Pierdepueblos’, que acudió con aureola de tenor ligero, el pianista, comenzó a subirle el tono en cada frase: "Lalalalalá, lalalálalaaaa", y para asombro de los asistentes el tenor lanzó un concluyente ‘Re de pecho’, a riesgo de estallar todos los cristales del edificio con el consiguiente susto colectivo. 

En la escalera del Casino, en el convite después del concierto.

Otro notable tenor fue Antonio el Púas, intérprete solista de la ‘Gran Jota Aragonesa’, además del bajo solista, nuestro entrañable amigo Antonio Zarco. Y comenzaron los ensayos en la vieja academia de la banda de música, situada en calle -entonces- Hnos. Carrasco, debajo del Casino. Se inició con obras que permanecen aún en el recuerdo de aquel largo centenar de voces mixtas: "Maite", de Sorozábal, "El Romeral", habaneras como "En barquito de nácar", "Era una flor" y "Canción Amatoria", el "Ave María" de Victoria, las misas pontificales de Perossi, y un holgado etc. 

Ermita de la Concepción -Debut del Orfeón-, dir. P. López.

El Orfeón Ceheginero, tuvo unos años exitosos entre 1958 y 1968, dirigido por el maestro Mínguez, hasta su marcha a un nuevo destino. la dirección la asumió el infatigable Pedro López, ejerciendo de subdirector Antonio Zarco. 




Debut del orfeón. -Programa de mano-  


Pedro López Sánchez, entonces director de Radio Popular de Cehegín, emisora ubicada en la sacristía de la Concepción, templo desacralizado, sin culto; allí se inició una nueva etapa, y con  más obras del Renacimiento, como el Responsorio de Tinieblas de Victoria y diversas partituras de música sacra, motetes y misas, hasta que se hizo cargo el flamante director de la banda, Antonio Martínez Nevado, con quien acudimos al afamado Certamen Internacional de Habaneras de Torrevieja, entonces en la cima de los festivales españoles. 


Cuando en 1962 el maestro Nevado obtuvo la plaza de director de la banda de Lorca y Cuevas de Almanzora, solía acudir a los ensayos desplazándose a Cehegín, lo cual fue meritorio, hasta que recibió el destino en la banda de Caravaca. En Cehegín, recogió el cargo de la banda municipal el maestro afincado en Tobarra, Pedro Gil Lerín, por cierto, autor de un precioso ‘Himno a Cehegín’, cuya partitura anda en paradero desconocido. Pero esta es otra historia.

En el Certamen de Habaneras de Torrevieja.

El orfeón, ofreció numerosos conciertos locales y las ceremonias religiosas de las fiestas patronales, semana santa, y otras celebraciones y, como hemos relatado, se había presentado al Certamen Internacional de Habaneras de Torrevieja, así como una actuación en Abarán ante las autoridades provinciales en un Certamen literario-musical cuyo presidente del jurado fue el popular periodista y crítico teatral Alfredo Marquerie, también actuó en la ciudad de Hellín en el colofón de un certamen de Teatro, por todo lo cual necesitaba un aumento en la subvención, que le fue concedida con la cantidad de 5.000 ptas., porque, además, había que ayudar a los gastos que se le generaban al director Martínez Nevado que, este año, venía desde la ciudad de Lorca. 

Concierto de Fiestas Patronales en la plaza del Castillo.

Finalmente retomó la batuta el mencionado Pedro López, pero por desgracia, los tiempos iban cambiando y el orfeón, fue perdiendo fuelle en poco tiempo, pese a los esfuerzos del este recordado amigo y director. 

De aquel colectivo musical nació un sentimiento de amistad que aun perdura entre los que seguimos en "la viña del señor", así mismo Cupido se dedicó a traspasar corazones y numerosas parejas unieron su destino en el seno del orfeón.

Hoy gozamos del 'Coro Clásico' y el 'Coro y Orquesta Ciudad de Cehegín', dos conjuntos de una calidad indiscutible y la laureada banda de música de la 'Sociedad Musical',  así como otros grupos canoros que van configurando una notable inquietud musical. Y es que el pueblo que canta, siempre es un pueblo feliz y Cehegín es un pueblo cantor.

 FUENTES: Fotos publicadas en diversos archivos y en el archivo del autor de este artículo.

sábado, 2 de julio de 2022

MIGUEL Y JUAN -DOS PERSONAJES POLIFACÉTICOS.-

 

MIGUEL  Y    JUAN  (Dos hombres buenos).

” Despacito y buena letra: El hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”          (A. Machado.)

Juan y Miguel -Una pareja singular-
  El calor nos asfixia, despedimos un caluroso junio mediatizado por unos medios de comunicación, valga la expresión, empeñados en meternos las “dos patas por un calzón …”- como diría aquel viejo socio del casino-.  Pero yo no comparezco en estas páginas para esto, sino para hablar de Cehegín ‘mi pueblo y el vuestro’, como cantó el poeta.

¡Qué hermoso lugar tenemos!

Cuando regreso de algún viaje y atravieso el Puente de Piedra, freno suavemente, como exhortando a los que me siguen, -“Ese es mi pueblo.., ¿Es impresionante... verdad?,  Pues seguidme si queréis todavía más... - y me lanzo alegremente hacia la Cuesta del Parador. Nos congratulamos con la torre de Doña Blanca, permanente vigía de la Peña Rubia y desembocamos en el Mesoncico de nuestros amores, rincón de encuentro con patricios locales. Allí otean la afluencia dos de ellos, nada menos que Juan Párraga y Miguel Muñoz, amigos y vecinos de toda la vida, ambos residen en la calle de La Fortuna y curiosamente, años atrás, tambien en calle Bovera, hoy Manuel Ciudad. El saludo de los viandantes les niega el sosiego deseado.

Párraga, un hombre polifacético, practicante, dentista, e inventor. Cuando dejar atrás el Cantón era poco menos que una odisea, Juan ya visitaba algunos países europeos en busca de fortuna. A su regreso alcanzó con tremenda perseverancia el título de practicante de medicina, profesión que ha sido su vocación durante más de cincuenta años. En los años de escasez, recibir unos frascos de la panacea de Alexander Fleming, era casi un milagro y cuando el crío, o la decrépita abuela exhalaban agónicos suspiros, aparecía providencial Juan ‘el Párraga’ con aquella bendita penicilina venida de Dios sabe dónde. Durante toda una época fue el indispensable sanitario de nuestra localidad, allí donde hubiese un enfermo, allá concurría nuestro hombre, sobre todo si se trataba de gente humilde. De esta forma alimentó su desmesurada humanidad, su carisma de hombre bueno, merecedor del respeto de todos sus conciudadanos.

La bendita penicilina

Asimismo, Juan fue un hombre imaginativo y heterogéneo, innovador en numerosos campos, inventor de un café instantáneo que habría hecho sombra al mismísimo nescafé; quizá le falto crearlo en estos tiempos del americano márketing donde la publicidad tiene la última palabra.

Pero sigamos con el otro entrañable personaje: 

Una tarde de Casino. Miguel Muñoz de Maya lee tranquilamente un periódico. Ante unos cafés, la charla discurre sobre el próximo partido de fútbol: Madrid–Barcelona, hay controversia sobre qué alineaciones presentará cada equipo y un socarrón parroquiano comenta: -...pues aquí tenéis a Miguel Muñoz..., (así se llamaba a la sazón el entrenador del Real Madrid) - y señala al popular pintor…(?) que, impertérrito sonríe benévolamente ante la irónica afirmación. He aquí la campechana nobleza de nuestro personaje.

Tertulia de socios del casino.

En los años mozos, ayudaba a su padre en la faena familiar, también Miguel, como toda su saga, cordial maestro albañil, aunque en realidad su vocación se encaminaba hacia el campo del dibujo y la pintura. Y así emprendió el aprendizaje, explorando constantemente desde su parca economía, visitando otros maestros, hasta conseguir emanciparse en el noble oficio de pintor decorador.

Sus imitaciones de zócalos, entonces muy en boga, eran notables. Innumerables hogares de esta villa están adornados por la hábil brocha de Miguel. También realizó sus pinitos con retratos al óleo y dibujo, si bien su obra maestra es el gran retrato de nuestra patrona Nuestra Señora de las Maravillas, colocado como telón en la hornacina del camarín del convento de los PP.FF. y que sólo es visible cuando está ausente la imagen de la Virgen (Fiestas Patronales y otros eventos).

Miguel y señora, delante del citado retrato.

¡Cuántas gentes habrán rezado delante de esa primorosa pintura ignorando su autor! Miguel “el pintor”, ya en el otoño de su vida recuerda con nostalgia cuando el venerable Padre León Arana, le encargó aquel trabajo: “Muñoz, ¡Te atreverías a retratar a la Virgen de las Maravillas!”, con la resolución que presta la juventud, no se lo pensó dos veces y adquiriendo unas pocas pinturas con sus mínimos ahorros y con lo que los menesterosos franciscanos pudieron adelantarle, puso manos a la obra. Al carecer de andamios y otros artilugios concibió la feliz idea de colocar el telón dentro del cuadro de escaleras de su casa, de esta suerte, bajando y subiendo peldaños fue esbozándolo. Según contaba elaboró una extraña mezcla con yema de huevo y otros mejunjes para darle cierto toque personal al retrato, mezclando las escasas pinturas y otros pigmentos que consiguió gracias a la generosidad del Maestro Constantino el fotógrafo, así consumó su espléndida obra para orgullo de nuestro pueblo. Miguel hace unos años falleció dulcemente, con la tranquilidad que le caracterizaba, a la avanzada edad de más de cien años.

Aquí tenemos pues, dos avezados cehegineros que han recorrido una larga etapa, sufrido trágicos avatares y gozado entrañables momentos, y hoy es la hora de entregarles nuestro reconocimiento.

Fotos: de diversas publicaciones, del autor, y de Miguel Muñoz (hijo).

Agnmotolite.