Apodos de Cehegín

Diccionario del Noroeste

Recorrido por mi pueblo

domingo, 19 de mayo de 2024

LA CASA DE JASPE -HOY CONSISTORIO DE CEHEGÍN-

 LA CASA DE JASPE.

Aquí tenemos un ejemplo de los numerosos palacios cehegineros, que dieron lustre en su época a nuestra vetusta villa de Cehegín. Se trata de la llamada “Casa de Jaspe”. Sede de la actual Casa Consistorial.

El edificio es de estilo barroco, estructurado en tres plantas y ático, y posee una gran cimbra o sótano con bodega (Otra de las innumerables bodegas de la localidad). La casa está estructurada en siete ejes. Son de resaltar la puerta principal decorada con pilastras y dintel de piedra marmórea de la zona, y la escalinata de estilo imperial, realizada en piedra franca de la Peña Rubia, donde destaca la lámpara central que preside dicha escalera, una pequeña obra de arte. Resulta que fue comprada por los antiguos propietarios para ser donada a la Iglesia, aunque fue rechazada ¿Por qué...? Por un delicado detalle: una figura femenina que muestra sus dorados senos. ¿PODEMOS OBSERVARLA EN ESTA IMAGEN? -El párroco sí fue capaz, y naturalmente rechazó el obsequio escandalizado-.

Aseveran que la citada escalera tiene solo una parte de los escalones desgastados, pues eran de paso para la servidumbre, mientras el otro tramo permanecía alfombrado para uso exclusivo de los señores, y conducía a la parte más noble de la casa, donde se hallaban los salones y dormitorios, y ahora lleva al Salón de Plenos y diversas oficinas. El primer cuerpo está decorado con mármoles en jaspe de las canteras de Cehegín.  En el segundo cuerpo destacan las molduras y frontones de tipo mixtilíneo y escudos a ambos laterales del balcón principal.  En el piso superior posee pequeños huecos con balcones.  El salón de estilo rococó se pintó en el año 1.793 con firma del autor con un grifo.

Cabe destacar de esta casa las puertas, labradas a ambos lados, con una labor excelente de carpintería. También es digno de mención que para la construcción de la casa se emplearan 6.000 pinos de Gran Porte, de los montes de Cehegín, como lo refleja el documento que se conserva en el Archivo Municipal.

Hoy en día, lógicamente, como sede del Ayuntamiento de la localidad, la casa está acondicionada, pero, no por ello, se ha perdido la majestuosidad que lo caracteriza y convierte en uno de los edificios civiles más hermosos de Cehegín.

La Casa de Jaspe, está ubicada en calle de Francisco López Chicheri, nº 5. El edificio fue construido en el siglo XVIII sobre un solar concejil que fue cedido, como era costumbre, para su edificación. Fue propiedad a mediados del siglo XVIII de don Gregorio Chico de Guzmán. Posteriormente pasaría a la persona de don Ginés Chico de Guzmán y Buendía, por medio de herencia de su hermano don Pedro Ignacio. Don Ginés Chico de Guzmán la donó posteriormente a su sobrino don Pedro Gregorio Salazar y Chico de Guzmán, de la rama hellinera de los Chico de Guzmán. Después, la casa sería vendida a don Pedro Massa y Pérez Chirinos, casado con doña Juana Lorencio Clemente. Luego pasaría a propiedad de su hija doña Josefa Massa Lorencio, -entendida en Cehegín como doña Pepa Massa- esposa del erudito don Miguel Mas de Béjar, y de aquí a doña Juana y doña María Mas Massa, hermanas, hijas de los últimos, las cuales, en última instancia, venden la casa al Ayuntamiento de Cehegín por un importe de 1.100.000 pesetas en el año 1.969, siendo alcalde de la localidad don Juan Peñalver Espín. Doña Pepa, falleció en 17 de febrero de 1966.

Don Miguel Mas de Béjar fue hijo del afamado médico valenciano don Miguel Mas y Soler, fallecido en 22 de marzo de 1902 y de doña María de Béjar y Ciller, que murió en 9 de agosto de 1918. De familia de sangre noble por los cuatro costados, doña María era hija de don José de Béjar Jiménez y de doña Asunción Ciller y Bernaldo de Quirós, y por lo tanto don Miguel Mas de Béjar heredó sangre de una gran parte de las más importantes familias nobles cehegineras. En esta casa nacieron sus hijas doña Juana, que casaría con el conocido médico, hijo adoptivo de Cehegín, don José Luis Pérez Villanueva, y doña María Mas, casada con don Juan Ramón Giménez Godínez, que dirigió la sucursal local del Banco Español de Crédito en la plaza del Mesoncico. Sin duda una familia importante y representativa de la sociedad, y también de la cultura de Cehegín. No hay que olvidar que don Miguel Mas de Béjar era historiador y hombre muy culto. Fue diputado provincial por el Partido Liberal, de Canalejas. Falleció en el año 1962.

viernes, 19 de abril de 2024

 

LA HISTORIA ¿UNA FARSA?

 “La Historia es aquello que aseguramos que pasó pero que nos encantaría saber cómo…”


Dice un cartel en la entrada del siniestro campo de concentración de Austwich:
 
“El hombre que olvida su historia, está condenado a sufrirla de nuevo…”

La historia está preñada de ejemplos recurrentes, analogías de las que podríamos extraer numerosas soluciones de conflictos, pero el hombre “erre que erre” no ceja en sus despropósitos desde el principio de los tiempos. Es tal el egoísmo que nos socava, la miopía sufrida de tanto mirarnos el ombligo, que somos incapaces de renunciar a nuestras vanidades para lograr una sociedad más justa para todos. La pregunta que con mayor frecuencia se hace a los historiadores es, si la Historia tiene una utilidad. Si podemos extraer lecciones de ella. O si será una farsa tendenciosa elaborada por un grupo de perversos charlatanes.

Cuando la gente habla de lecciones históricas quiere decir que desea estar segura de que la Historia sigue unas normas similares a las científicas. Pero, si fuera una ciencia nos permitiría saber hoy lo que ocurrirá mañana.  ¿Porqué no es así entonces? ... la respuesta radica en la variable imprevisible, o sea el Hombre…, un ser que a través de los siglos ha variado el signo de la Historia simplemente por cualquier locura intemperada, por un empecinamiento recalcitrante o, en algunos casos, simplemente por negarse a “torcer el brazo”.

 Nick Ut, captó una de las imágenes más desgarradoras de la historia de la guerra de Vietnam, -ejemplo de la brutalidad de las guerras-.
     Es curioso que en el siglo XXI sigamos los mismos pasos que se sucedieron a lo largo de las crónicas históricas. ¿Avances…? Sí, sustanciosos, sobre todo en la técnica y en la ciencia, donde se han marcado grandes hitos. En las demás cuestiones de la sociedad de este mundo mundial, como diría mi amigo Luis el Periño, apenas se han producido cambios que podamos considerar totalmente enjundiosos. Y eso que nosotros en nuestras latitudes, en el llamado primer mundo, no nos podemos quejar, al fin y al cabo, pertenecemos a la Sociedad del Bienestar y de la libertad de expresión. Sin embargo, sufrimos a los mismos sumos sacerdotes presidiendo los “templos de la vida”; iguales fariseos, saduceos, paganos y escribas, doctos en la perversión; los “tiburones” del poderío continúan disponiendo los bolsillos de los siervos; los mismos fundamentalistas, los hipócritas de siempre, suscriben nuestras creencias, atemorizando al personal con soluciones arcanas y con su propio miedo, que sustentan. Pavor a perder sus privilegios obtenidos por medios ilícitos o deseo imperioso y codicioso de recuperarlos. ¿Será ese el oscuro objeto de tanta crispación? 
  
escalada peligrosa

           Alcanzar la cima de la montaña es un poderoso símbolo de logro y autorrealización. En términos psicológicos, esto se traduce en comprender profundamente quiénes somos y nuestro lugar en el mundo. ¡Cuánto cuesta escalar los peldaños…! Y si acaso logramos ascender alguno, si podemos, no resistimos la tentación de regresar al estatus anterior temiendo caer rodando escaleras abajo.
¿Ignoran estos visionarios mercachifles que la sociedad va delante de las leyes…, que cualquier decisión, que tanto cuesta asumir, ya ha sido contraída por la gran mayoría de las gentes…?  Sin duda, el pueblo asume con mayor facilidad los cambios que sus gobernantes. Pero ellos, anquilosados en el tiempo, prefieren sostener el axioma del Príncipe de Salina del Gatopardo: “Es necesario cambiar algunas cosas para que nada cambie…” Así, oprimiéndonos los unos a los otros, el pez gordo sigue merendándose al chico, y de esta forma vamos encauzando la Historia que algún día nuestros nietos se encargarán de enjuiciar. 


 

viernes, 8 de marzo de 2024

LA ORDEN DEL TEMPLE EN EL NOROESTE DE MURCIA

 LA ORDEN DEL TEMPLE 

-EN LA COMARCA DEL NOROESTE DE MURCIA-


Caravaca, Cehegín y Bullas son tres localidades ubicadas en la región de Murcia, en el sureste de España. Durante la Edad Media, estas áreas estuvieron vinculadas a la presencia de la Orden del Temple, que tenía propiedades y controlaba ciertos aspectos de la vida civil y religiosa en la región. La Bailía Templaria de Caravaca, Cehegín y Bullas, es un término que hace referencia a una región geográfica y administrativa en la España medieval que estuvo bajo la influencia de Los Templarios, una orden militar cristiana fundada en el siglo XII durante las Cruzadas. La bailía, también conocida como bailía templaria, era una división territorial similar a un distrito o señorío que estaba gobernada por los caballeros templarios.

Esta Institución era una de las órdenes militares más poderosas y ricas de su época, y tenía una presencia significativa en la Península Ibérica. Aunque su principal función era la de proteger a los peregrinos cristianos en Tierra Santa durante las Cruzadas, también desempeñaron un papel importante en la defensa de los territorios cristianos en la península ibérica contra los musulmanes durante la Reconquista.

La Bailía Templaria de Caravaca, Cehegín y Bullas es un ejemplo de cómo la Orden del Temple influyó en la organización territorial y en la historia de la región de Murcia durante la Edad Media. al igual que otras propiedades y territorios de la Orden en la Península Ibérica, existió hasta su disolución en el siglo XIV, suprimida por el Papa Clemente V en el año 1312, después de enfrentarse a acusaciones de herejía y corrupción. Como resultado, sus propiedades y territorios fueron confiscados por la Corona y distribuidos entre otras órdenes militares y órdenes religiosas.

La fecha exacta en que la Bailía Templaria de Caravaca, Cehegín y Bullas dejó de existir como una entidad gobernada por templarios puede variar dependiendo de los detalles históricos específicos de la región y cómo se llevaron a cabo las confiscaciones y redistribuciones de tierras después de la disolución de la mencionada Orden. Sin embargo, en general, se puede decir que la bailía dejó de existir como una entidad templaria después de su supresión. Llegaba en 1266 y se disolvía en 1314, casi tan sólo cuarenta años más tarde, tras el perverso juicio que el Rey de Francia Felipe IV “el Hermoso” y el papa Clemente V, propiciaron para despojar a la Orden de sus riquezas. Por ello Jacobo de Molay y los otros 3 dirigentes del Temple fueron condenados a morir quemados en la hoguera. Aún circulan leyendas de tesoros templarios escondidos por el Sur de Francia. Todo un enigma sin descifrar.

Después llegaría la Orden de Santiago, pero esta es otra historia.

Fuentes: Diversos archivos y publicaciones. 

jueves, 1 de febrero de 2024

LA ERMITA DEL SANTO CRISTO DE LA SANGRE DE CEHEGÍN

 

LA ERMITA DEL SANTO CRISTO DE LA SANGRE DE CEHEGÍN

(TAMBIEN TITULADA "CRISTO DEL MILAGRO"


La ermita de la Sangre de Cristo construida a finales del siglo XVI, está íntimamente relacionada con la cofradía del mismo nombre, y fue construida por los dichos cofrades hacia el año 1590, que fue en el que se instituyó dicha cofradía. 
Esta cofradía se revitalizó con la devoción, muy franciscana al Santísimo Cristo del Milagro, hasta el 1870. Según el erudito Jesús Hidalgo, archivero local, dice un Acta Capitular del año 1771: La Cofradía y ermita de la Sangre de Christo, situada en el pueblo, y establecida con lizencia del Ordinario Eclesiástico y aprobadas sus Ordenanzas por dicho Real Consejo en Provisión de 3 de marzo de 1590, según que así se manifiesta de un traslado simple que para en su archivo y exhibió uno de los mayordomos de dicha cofradía. Zelebra quatro funciones, una la de la Circuncisión del Señor, otra la de la Ymbenzión de la Santa Cruz, otra la de San Blas y la otra la de los Santos Médicos. 
Pensemos que estamos en el siglo de oro murciano (Salzillo, Belluga, Floridablanca y una larga pléyade de artistas, clérigos y políticos). El retablo del altar mayor, lo fabricó el escultor retablista lorquino Agustín López, (que también creó el impresionante retablo del altar mayor de la Iglesia Mayor de Sta. María Magdalena desaparecido en 1936), por lo que finalizada la guerra civil fue quitado el del Santo Cristo para ser reutilizado en la Parroquia de Sta. María Magdalena Magdalena, donde continua presidiendo el Altar Mayor.


A lo largo de su ya larga, muy larga historia, esta ermita ha pasado por muchos avatares. Ha sido objeto de disputas, cambios de condición, peligros de ruina y una larga lista de interesantes sucesos históricos. En sí misma, fue el punto de, no se sabe de si partida o llegada del antiguo Vía Crucis, dando a entender que comenzaba en la Ermita del Santo Cristo de la Sangre y terminaba en la de la Concepción, ascendiendo por la calles de la Tría, Saliente y Cirugeda. Este recorrido fue conocido como el Camino de los Pasos, que jalonaba con una especie de pilares las estaciones.


En el siglo XVII los franciscanos intentaron instalarse en la ermita, pero la fuerte oposición y las disputas entre la parroquia y los franciscanos, que ya de por sí eran muy frecuentes, además del poco interés que el Concejo tenía en ello, dieron, al final, al traste con la pretensión.
finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la dejadez y falta de dinero llevaron a la ermita a caer en un serio peligro de ruina, tanto que hubo que tomar cartas en el asunto por parte de todas las autoridades, tanto civiles como religiosas. En un Acta Capitular del año 1906, siendo alcalde de Cehegín d. Amancio Sánchez de Amoraga y Ruiz de Assín, se dice lo siguiente:
Se hace patente la situación de casi derrumbe inminente de la ermita del Santo Cristo, por lo que, ante tal situación, que no puede aplazarse por más tiempo, se solicita la ayuda de los vecinos para que con sus donaciones se pueda pagar la obra de dicha edificación religiosa, ya que ni Ayuntamiento ni Obispado puedan costearla.


Es curioso que en el año 1909 se convirtiera en Parroquia independiente, pero por muy poco tiempo, y la problemática que suscita la situación en que se hallaba la ermita del Santo Cristo volvió al debate municipal. En otro documento de tres de enero de 1911 se dejó claro que la situación era desastrosa. Según el Acta, en el año 1909 no solo se erigió en parroquia dicha ermita, si no también la de la Soledad, y nos aclara varias cuestiones, al respecto de este tema y de la ruina de la ermita: Las cuales tienen nombrados sus curas y asignados sus sueldos y derechos de fábrica, y que el importe de unas y otras está depositado en las arcas episcopales de la Diócesis, suma de 7000 pesetas, sin que el mencionado personal haya tomado posesión de sus cargos.
Poco después volvía a depender de la Parroquia de Santa María Magdalena, ya que la solución que se había dado al problema no fue ni mucho menos la más adecuada. 


En los años 50, parece ser que llegó a sufrir desperfectos cercanos a la ruina total
del edificio, pero Felipe Peñalver Palud, a la sazón alcalde de Cehegín, consolidó la ermita, y una de las naves fue anexionada al edificio colindante que ubicaba su industria del cáñamo y alpargatería.
Con reparaciones puntuales y arreglos para poder mantenerla en pie, ha ido corriendo el tiempo y ya recientemente en los años 90 del siglo XX se restauró totalmente y sirve de sede a 'los Moraos' de la cofradía de Nuestro P. Jesús Nazareno. 

Fuentes: Archivo Municipal y otras publicaciones. fotos del autor y otros.





sábado, 13 de enero de 2024

¿VIAJEROS O TURISTAS?

 

           SLOW TRAVEL (VIAJAR TRANQUILO)

“Y después me dijo un arriero, que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar…”

 (José Alfredo Jiménez)

No es lo mismo un turista que un viajero. Viajar es conocer lugares y gentes, sabores y olores, culturas y tradiciones. — ¿Cómo dice…? — ¿Que tiene prisa? — Entonces no sigamos con el tema...

Hace unos meses escribía en otro artículo sobre esos vocablos de moda en Occidente: Slow Down (Cultura de la Templanza), una innovación sobre la mesura, la idea de tomarse la vida con más tranquilidad y a su vez realizar las cosas del quehacer diario con el tiempo necesario para que el trabajo esté bien hecho. Un canto a la pausa, una apología de la placidez.

Pues bien, estos días que muchos “afortunados” regresan de las ansiadas vacaciones, me viene la reflexión sobre la cultura del viaje. Pero no la forma actual de 'turismo de masas', lo que conocemos hoy como transitar por esos mundos de Dios: Ir a cualquier lugar lo más rápido posible —es bien sabido algunas conversaciones de barra de bar, sobre quién tarda menos minutos en desplazarse a cualquier destino—.  Todos los adelantos, como todo en la vida, aportan pros y contras: las autovías impiden gozar de las maravillas del campo y de la visión cercana de las villas del trayecto, y sin duda, seguridad y rapidez.

 
El ‘AVE’ es un medio de transporte rapidísimo, pero…, ¿qué ha sido de aquellas apacibles paradas en las viejas estaciones desde donde se podía disfrutar de los monótonos ofrecimientos de los vendedores ambulantes, mientras aguardábamos el volteo de la campana anunciando la salida del convoy? Cuando viajamos como un correcaminos, nos perdemos los pequeños detalles que consiguen que cada sitio sea excitante y único. Deslucimos la aventura del viajero, ese encuentro con lugares desconocidos y culturas distintas. El espejismo de la meta nos impide contemplar el trayecto. El peregrinaje observador, la aventura del camino, es otra cosa. ¿Cómo podemos confundir el viaje con una carrera a más de 250 km. hora para llegar cuanto antes a nuestro destino, enclaustrados en un tren de alta velocidad como si viajásemos en un cohete supersónico? Y al final, al regreso de nuestro cómodo periplo, cuando en la lista de cosas a descubrir está todo comprobado, volvemos a casa más cansados que cuando salimos y acaso más defraudados y aburridos. —“Me gusta andar…, pero no sigo el camino, pues lo seguro ya no tiene misterio…”— así canta Facundo Cabral en la voz de Alberto Cortez.

Esa es la razón por la que el desplazamiento lento puede ganar terreno. El viaje pausado busca disfrutar del espacio (transitar en trenes antiguos o barcaza o bicicleta o a pie); tomar nuestro tiempo para sumergirnos sobre la cultura local; momentos para desconectar y relajarnos; y ante todo gozar de las cosas pequeñas. ¿No se han emocionado cuando aparece emergiendo sobre el horizonte de una carretera secundaria un pueblecito encantador con su torre y su peculiar silueta? ¿A que han sentido ganas de salirse del trayecto y lanzarse a la aventura del conocimiento del lugar? Hay que tomárselo con calma. No hay prisa. Les puedo asegurar que es de lo más gratificante.

Visitar París y no apresurarse hacia los Campos Elíseos o a ver de cerca la Torre Eiffel no es ninguna herejía turística, si se opta por instalarse en un tranquilo hotel y, desde ahí, explorar las inmediaciones y hablar con las personas que viven y trabajan en ellas. Porque puede ocurrirle como a un amigo, que presume de muy trotamundos, que cuando regresó de París comentaba entusiasmado la visita: —«…es una maravilla, grandes colas de todo el mundo, tuvimos que esperar una mañana entera en la pirámide del Louvre..., muchos fotógrafos japoneses, menudos pasillos tiene el museo..., también estuve en el d’Orsay, un gentío por todos sitios» —Le pregunto: —«Pero bueno y ¿qué tal?..., la expresión artística, el espíritu de los grandes maestros, la técnica, te habrás detenido minuciosamente, el misterio de la Gioconda» —; nos replica un tanto mosqueado: —«Pero bueno, cómo se nota que no has ido..., acaso crees que puedes pararte a ver algo tranquilamente, ¡joder!, necesitarías meses para ello..., para eso son las fotos que he sacado y que ya te enseñaré…». (¿)

El movimiento Viajar Tranquilo (Slow Travel) prefiere las ciudades pequeñas y los pueblos a las grandes urbes. Elige los alojamientos rurales y que el viaje discurra sin abusar de las autopistas. Parando de vez en cuando para conocer por dónde vamos, y cómo va cambiando el paisaje campestre y humano mientras viajamos. En concreto un pueblo como este de la foto CEHEGÍN.

Pero, por lo visto, parece que la obligación de la proyectada aventura nos condiciona y debemos seguir la ruta mas corta para llegar a tiempo al destino prefijado por las agencias de viajes. Es obvio que no vivimos en un mundo ideal y a menudo tenemos que viajar más rápido de lo que quisiéramos. Pero al menos deberíamos intentar, siempre que sea posible, un modo de viaje más sosegado. Nos proporcionaría placer, mejores recuerdos y mayor sostenibilidad. No movemos a diario muy cerca de lugares maravillosos y, paradójicamente, recorremos medio mundo para bañarnos en playas iguales que las de nuestro entorno. Recordemos que el Viajar Tranquilo es conocer bien un lugar en muchos días, en vez de conocer muchos sitios superficialmente. Despacico y con buena letra es como mejor llegará a esta nueva —aunque no tan novedosa— forma de entender el tiempo de ocio.

 Antonio González Noguerol