LA ECONOMÍA y LA CULTURA
“Los empresarios desean verse libres del gobierno cuando prosperan,
pero protegidos cuando les va mal.” William Simon.
pero protegidos cuando les va mal.” William Simon.
Parece que el Estado del Bienestar se tambalea ebrio de índices, primas, rescates y demás circunloquios bursátiles. No es para menos, tengamos en cuenta que el sector financiero sufre una bajada de ganancias. O lo que es igual, que en vez de ganar una millonada de millones, los dividendos se han reducido a “una miríada, de miles de millones”.
Aunque lo verdaderamente grave, patético, intolerable, infame y cuantos sinónimos queramos añadir, es la situación de quien pierde el trabajo y está endeudado desde la coronilla hasta las uñas de los pies. -«Si no se hubiese prestado tan fácilmente…»- pretenden justificar algunos impresentables..., sin embargo procuran echarle tierra encima a la avalancha de imputaciones por lo cuatro puntos cardinales que cada día aparecen en los medios.
Napoleón decía: -“En las guerras mueren siempre los mismos”-, y con esto de la economía ocurre otro tanto: Siempre les toca pagar el pato a las mismas personas.
Y es que, “Poderoso caballero es don dinero”, como aseveraba el descreído Francisco de Quevedo.
Las cuestiones relacionadas con la educación y la enseñanza, la ecología, las bellas artes, la historia y otras materias humanísticas han quedado postergadas, han caído en la tenebrosa red de los recortes. ¿Es lógico que con la equivalencia a la inversión sanitaria española en un año, se adquieran unos cuantos futbolistas de esos llamados galácticos? ¿O el presupuesto de seudo-programas y otras bazofias televisivas? –«Es que ellos generan riqueza y estamos en una economía de mercado...», mantienen los neo-conformistas… ¿Riqueza para quien…? Está claro: Para quién todos sabemos… La verdadera riqueza la generarían los millones de españoles que reclaman un trabajo digno y que por consiguiente activarían notablemente el consumo, que a su vez, haría volver a crear puestos de trabajo. Ellos son los que verdaderamente subirían el índice de productividad. Eso lo sabe el más tonto del pueblo. ¿Cómo no lo van a saber los sesudos economistas…? En cambio quien sí se ha enriquecido sospechosamente es cierto sector: –“A río revuelto ganancia de pescadores..”-
La elefantiasis de la economía ha pervertido la senda de la sociedad democrática del bienestar social. La trituradora mercantilista ha desviado el verdadero sentido de nuestra existencia y ha configurado una monstruosa maquinaria especuladora ramificada hacia todos los sectores de la sociedad; estamos forjando un ser eficiente, pero sin talento, deficitario en creatividad (esto sí que es ‘déficit’); sus únicas emociones aflorarán al teclear el ‘Clic’ a la tecla del ‘Intro’. Se aburrirá soberanamente contemplando una puesta de sol y su única turbación se la producirán los datos macroeconómicos.
¿Qué será de la eficacia económica sin una verdadera sociedad a quien servir…? naturalmente, con políticos, empresarios y trabajadores honrados, pero también con los maestros y artesanos, con los creadores y artistas, la gloria de un nuevo Renacimiento.
Ya lo reclamó hace poco, con extraordinaria lucidez, el Papa Francisco en su discurso en el Parlamento Europeo: El Pontífice instó a una Europa "envejecida y reducida" a que "redescubra su alma buena" y que "no gire en torno a la economía", sino todo lo contrario, es decir, que la Economía esté al servicio de los hombres, no al de unos pocos. Ya lo aseveraba con extraordinaria lucidez mi amigo Manolo: “No entendemos que para sacar a España a flote haya que hundir a muchos españoles…”
Pero la realidad amigos, es que el librepensamiento y la ilustración han sido proscritos, la vulgaridad campa por nuestros respetos y sufrimos unos administradores sometidos a la supremacía financiera. El personal con auténtico criterio anda de vacaciones. “Ande yo caliente, y ríase la gente…”— sigue recitando, (actualizado, como se dice ahora), el irónico y borde Quevedo. O, como rezongaba mi amigo Paco el Supersabio: Es evidente que el dinero puede comprar una cama, pero no las ganas de dormir...; libros, pero no la inteligencia; alimentos, pero no el apetito; una hermosa casa, mas no un hogar; seguro que medicamentos, pero no la salud; lujos, todos, pero ¿y la cultura...?; muchas diversiones, aunque seguro que no la felicidad; alguna religión, mas no la salvación; un pasaporte a donde sea, pero no al paraíso.
Aunque lo verdaderamente grave, patético, intolerable, infame y cuantos sinónimos queramos añadir, es la situación de quien pierde el trabajo y está endeudado desde la coronilla hasta las uñas de los pies. -«Si no se hubiese prestado tan fácilmente…»- pretenden justificar algunos impresentables..., sin embargo procuran echarle tierra encima a la avalancha de imputaciones por lo cuatro puntos cardinales que cada día aparecen en los medios.
Napoleón decía: -“En las guerras mueren siempre los mismos”-, y con esto de la economía ocurre otro tanto: Siempre les toca pagar el pato a las mismas personas.
Y es que, “Poderoso caballero es don dinero”, como aseveraba el descreído Francisco de Quevedo.
Las cuestiones relacionadas con la educación y la enseñanza, la ecología, las bellas artes, la historia y otras materias humanísticas han quedado postergadas, han caído en la tenebrosa red de los recortes. ¿Es lógico que con la equivalencia a la inversión sanitaria española en un año, se adquieran unos cuantos futbolistas de esos llamados galácticos? ¿O el presupuesto de seudo-programas y otras bazofias televisivas? –«Es que ellos generan riqueza y estamos en una economía de mercado...», mantienen los neo-conformistas… ¿Riqueza para quien…? Está claro: Para quién todos sabemos… La verdadera riqueza la generarían los millones de españoles que reclaman un trabajo digno y que por consiguiente activarían notablemente el consumo, que a su vez, haría volver a crear puestos de trabajo. Ellos son los que verdaderamente subirían el índice de productividad. Eso lo sabe el más tonto del pueblo. ¿Cómo no lo van a saber los sesudos economistas…? En cambio quien sí se ha enriquecido sospechosamente es cierto sector: –“A río revuelto ganancia de pescadores..”-
La elefantiasis de la economía ha pervertido la senda de la sociedad democrática del bienestar social. La trituradora mercantilista ha desviado el verdadero sentido de nuestra existencia y ha configurado una monstruosa maquinaria especuladora ramificada hacia todos los sectores de la sociedad; estamos forjando un ser eficiente, pero sin talento, deficitario en creatividad (esto sí que es ‘déficit’); sus únicas emociones aflorarán al teclear el ‘Clic’ a la tecla del ‘Intro’. Se aburrirá soberanamente contemplando una puesta de sol y su única turbación se la producirán los datos macroeconómicos.
¿Qué será de la eficacia económica sin una verdadera sociedad a quien servir…? naturalmente, con políticos, empresarios y trabajadores honrados, pero también con los maestros y artesanos, con los creadores y artistas, la gloria de un nuevo Renacimiento.
Ya lo reclamó hace poco, con extraordinaria lucidez, el Papa Francisco en su discurso en el Parlamento Europeo: El Pontífice instó a una Europa "envejecida y reducida" a que "redescubra su alma buena" y que "no gire en torno a la economía", sino todo lo contrario, es decir, que la Economía esté al servicio de los hombres, no al de unos pocos. Ya lo aseveraba con extraordinaria lucidez mi amigo Manolo: “No entendemos que para sacar a España a flote haya que hundir a muchos españoles…”
Pero la realidad amigos, es que el librepensamiento y la ilustración han sido proscritos, la vulgaridad campa por nuestros respetos y sufrimos unos administradores sometidos a la supremacía financiera. El personal con auténtico criterio anda de vacaciones. “Ande yo caliente, y ríase la gente…”— sigue recitando, (actualizado, como se dice ahora), el irónico y borde Quevedo. O, como rezongaba mi amigo Paco el Supersabio: Es evidente que el dinero puede comprar una cama, pero no las ganas de dormir...; libros, pero no la inteligencia; alimentos, pero no el apetito; una hermosa casa, mas no un hogar; seguro que medicamentos, pero no la salud; lujos, todos, pero ¿y la cultura...?; muchas diversiones, aunque seguro que no la felicidad; alguna religión, mas no la salvación; un pasaporte a donde sea, pero no al paraíso.
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