EL CASTILLO DE CEHEGÍN.
Vamos a hacer abstracción de la prehistoria, y a comenzar con noticias que se escribieron hace más de cinco siglos sobre los orígenes de Cehegín que figura como villa antigua en el reino de Murcia, situada en la ribera del río de Canara y es discutida que fue poblada por griegos, antes del nacimiento de Jesucristo, cuando una gran flota de navíos arribaron a las costas del Mediterráneo y de la actual Cartagena pasaron a Argos, en la ribera del citado río de Canara.
Los griegos que confraternizaron con los iberos nativos a los que, diríamos, civilizaron, reciben la invasión de los cartagineses y. tres siglos antes del cristianismo la invasión de los romanos.
Con la llegada del cristianismo se realizan conversiones al paso de los Varones Apostólicos y sus discípulos, especialmente San Segundo y San Eufrasio. El año 306 sufrieron martirio en Argos durante la persecución de Diocleciano, San Restituto y San Crispido que sembraron con su sangre la semilla cristiana.
Tras esto tenemos la invasión de los visigodos, que se asentarían en Begastri, y luego a la postre la penetración del Islam.
Cehegín árabe foto virtual |
Begastri (foto virtual). |
Castillo virtual Cehegín. |
Este castillo, poseía numerosas habitaciones, salas y habitáculos con chimeneas: sala de armas, y varias torres, como la del Alhorí, la del Mirador, la torre Mocha, la del Homenaje, la torre Ciega y la de la Garita.También contaba el castillo con un gran aljibe para recoger las aguas del cielo y suministrar a los vecinos de la fortaleza. Y varias bodegas donde guardar vinos y otros alimentos. Varios dormitorios con chimenea. En la parte baja, se situaban las caballerizas, pesebreras y otras bodegas. Y encima los pajares. En una barbacana, estaban los corrales donde se criaban gallinas ponedoras, pollos y conejos.
Sin duda el castillo era inexpugnable por la parte norte, donde estaba situado el Pozo y el Alcázar. Y por la puerta principal de la plaza Vieja, guardada por dos grandes torres y un extraño foso con puente levadizo, el cual en el tiempo que el Reino de Granada estuvo en poder de los sarracenos, todos los días antes de ponerse el sol se levantaba, y hasta el amanecer no se bajaba.
Antigua Puerta de la Villa. |
Así mismo, en la torre llamada del Pozo, se ubicaba una casa fuerte, donde labraron un pozo, que con notable secreto por debajo de tierra, siempre estaba lleno de agua azucarada abastecida por el Río de Canara (Argos), sin peligro de poder ser descubierta por los enemigos. Y para que los vecinos de la Villa pudiesen coger el agua del pozo con seguridad, tiraron dos fachadas de fuerte muralla (faldones), dejando entre medias una callecita o estrada encubierta, hasta llegar a una escala de piedra espaciosa y fuerte, por donde con seguridad bajaban a coger el agua.
Torre del Ladrón de Aguas. |
Transcurridos bastantes años e iniciado el siglo XVIII surgirá un paulatino abandono de aquel hermoso castillo-fortaleza que dio lugar a un notable deterioro, favoreciendo ya a principios del siglo XX el habitáculo para algunos particulares de la ciudad a la vez que un centro docente.
El rápido aumento de población deja pequeña la antigua plaza de abastos existente en los soportales de la Plaza Constitucional, convertidos en carnicerías, pescaderías y otros puestos donde se realizaba el mercado semanal, y se engendra la idea de demoler el Castillo para ampliar el mercado de abastos.
Allí asentaron sus pequeños y humildes negocios innumerables comerciantes: Elena la Toneja; la barbería de Joaquín el Manías; el bar La Tapa; Una modistilla; La Panadería de Antonio Noguerol; El Gato Negro (Bar); La casa de José el de la Pinisa; El Lavao (primero barbería y luego Comercio de empanadillas y magdalenas); Ana Inés Zapata(salazones); El Amado carnicero; Pepe el Fresco; El Toneja; La Menchas; Taberna del Barras; la casa de la Gaspala; Juana la Menea; Santos Gómez y tantos otros que están cobijados en el arca del olvido.
El desmantelado castillo tenía su entrada frente al actual portalón de la iglesia parroquial, formada por unos anchos escalones cuesta arriba, presididos por un arco bellamente ornamentado. Fue lo último que se mantuvo en pie pero incomprensiblemente destruido. Todos aquellos restos fueron inhumados en la cimentación de una nueva vía: la conocida calle Camino Verde, que comunicaría el Casco Antiguo con el Barrio de las Maravillas, atravesando la flamante Gran Vía.
El rápido aumento de población deja pequeña la antigua plaza de abastos existente en los soportales de la Plaza Constitucional, convertidos en carnicerías, pescaderías y otros puestos donde se realizaba el mercado semanal, y se engendra la idea de demoler el Castillo para ampliar el mercado de abastos.
Allí asentaron sus pequeños y humildes negocios innumerables comerciantes: Elena la Toneja; la barbería de Joaquín el Manías; el bar La Tapa; Una modistilla; La Panadería de Antonio Noguerol; El Gato Negro (Bar); La casa de José el de la Pinisa; El Lavao (primero barbería y luego Comercio de empanadillas y magdalenas); Ana Inés Zapata(salazones); El Amado carnicero; Pepe el Fresco; El Toneja; La Menchas; Taberna del Barras; la casa de la Gaspala; Juana la Menea; Santos Gómez y tantos otros que están cobijados en el arca del olvido.
Restos Castillo. |
Puerta principal del Castillo (Pintura). |
Lo cierto es que son tantos los vestigios de esta zona ceheginense y tantas las incógnitas, que dan para una apasionante investigación aun pendiente a estas alturas.
FUENTES: Algunas fotos del archivo de Fco. Ortega, datos de diversas publicaciones, y otros de los historiadores Abraham Ruiz, Salvador Martínez y Archivo Municipal.
FUENTES: Algunas fotos del archivo de Fco. Ortega, datos de diversas publicaciones, y otros de los historiadores Abraham Ruiz, Salvador Martínez y Archivo Municipal.