JUAN DE GEA “EL CORREDOR”
FLORES Y NARANJOS 1928 - Cehegín
de MANUEL GUERRERO TORRES
Vínose en algarada un rey muslín; / tala la vega y a la villa avanza,
y a maldición, y a muerte y a venganza, / tocaron las campanas de Cehegín.
Y fué este toque un toque de clarin; / Caravaca a los moros se abalanza,
y en la morisma rompe con su lanza / Egea el ceheginero paladín.
Y sonaron de nuevo las campanas, / dando paz a las gentes comarcanas;
la vega floreció tras la victoria / y aún pródiga repleta las paneras:
y desde entonces, solamente a gloria / repican las campanas cehegineras.
Placa antigua de la calle Juan de Gea. |
Alegoría de las huestes de Alfonso X. |
La leyenda sobre el tal “Corredor”, es, como veremos, una historia de moros y cristianos. Los musulmanes habían llegado desde los Vélez, ―el ‘Rubio’ y el ‘Blanco’―, hasta las proximidades de Cehegín, saqueando caseríos y robando el ganado, además de capturar, para la cautividad, gran número de granjeros y labradores cehegineros.
Alarmada la tropa local, habían enviado emisarios a Moratalla y Caravaca para que salieran al paso del enemigo uniéndose a los “Cincuenta del rey sabio”.
Cuando llegaron al paraje de la 'Hoya de don Gil' (Sierra de Burete), “Juan el Corredor”, -así apodado por sus aptitudes atléticas-, abandonó la hueste, y dando la sensación que huía y poniendo a prueba su corazón, remontó la conocida ‘Cuesta del Reventón’ hasta la cima -como si compitiese en una fatigosa carrera de montaña- y desde allí divisó la tropa mora que persistía en sus rapacerías.
‘El Corredor’ encomendándose a su patrona la Virgen de la Peña, y astutamente camuflado por la pinada, se aproximó a la morisma dando grandes voces llamando a la caballería de Cehegín: -«¡A mí, caballeros de don Alfonso…!»- y a la de sus vecinos de Caravaca y Moratalla: -«¡Adelante valientes guerreros...!»- A todos los convocaba de inmediato, como si realmente aguardasen detrás de la colina cercana, indicándoles que el enemigo estaba allí. Alarmaba a viva voz, sin pausa el Corredor, como si anduviesen a su lado: «¡¡Apresuraros, acelerad el paso..!!», cuando en realidad no sabía ni por donde vendrían. Y en un alarde de astucia y arrojo se lanzó, como si estuviese respaldado por la mesnada, gritando contra los invasores: «¡¡A por ellos…, que son pocos…!!».
‘El Corredor’ encomendándose a su patrona la Virgen de la Peña, y astutamente camuflado por la pinada, se aproximó a la morisma dando grandes voces llamando a la caballería de Cehegín: -«¡A mí, caballeros de don Alfonso…!»- y a la de sus vecinos de Caravaca y Moratalla: -«¡Adelante valientes guerreros...!»- A todos los convocaba de inmediato, como si realmente aguardasen detrás de la colina cercana, indicándoles que el enemigo estaba allí. Alarmaba a viva voz, sin pausa el Corredor, como si anduviesen a su lado: «¡¡Apresuraros, acelerad el paso..!!», cuando en realidad no sabía ni por donde vendrían. Y en un alarde de astucia y arrojo se lanzó, como si estuviese respaldado por la mesnada, gritando contra los invasores: «¡¡A por ellos…, que son pocos…!!».
Fue tan realista la comedia, que, contrario a toda lógica, los moros ni se cercioraron, sólo huyendo desatinados dejaron allí el ganado y los cautivos, los cuales se desataron las ligaduras como pudieron con dientes y piedras afiladas y se dispersaron por los bosques en retirada hacia Cehegín.
Los sarracenos, agrupados de nuevo, sospecharon que algo raro había sucedido y volvieron sobre sus pasos, pero lo que fue simulacro ahora era realidad, y el alboroto de cabalgaduras anunció la llegada de gran tropel de armas de la comarca, que enfrentándose en dura refriega consiguieron derrotar a la morisma.
Así Juan de Gea, conocido como “El Corredor”, cumplió como Ulises ‘El Astuto’.
Nuevo Jardín de El Coso. |
Fuentes: Tradición oral, Martín de Ambel, Alemán Sainz y otros archivos.