LA TABERNA DEL PICHONCHO.
(Pequeña semblanza de un personaje de la bohemia ceheginera)
Pedro Álvarez Moya, popularmente conocido en Cehegín como "Pedro el de la Pichoncha", ha tenido llenazo esta noche, su taberna, colindante con la entrada a la Torraera del Cine Alfaro, repleta de parroquianos, como cada jornada, agotó sus manjares de dioses: los suculentos 'Minchirones' y el sabroso 'Rin-ran', aunque no el vino, pues siempre guarda remanente del caldo acristalado, tanto del Tarato como de Carreño, sus proveedores favoritos.
Restos del Teatro-cine Alfaro (días antes de ser demolido, 1990) |
Ya es medianoche y están cerrando el cine Alfaro, ha concluido “La última” —así se cita popularmente al postrero pase—, un gran film de vaqueros: “Dos cabalgan juntos”, del maestro John Ford, protagonizada por Richard Widmark y James Stewart… -aún se oyen las pataletas de la “Torraera” cuando cabalgan los ‘buenos’-. En las tres sesiones se acabaron las entradas. Se nota que era el ‘Día del Productor’, un genial invento del empresario Blas Puerta, rebajando el precio de las entradas al 50% cada miércoles.
Pero sigamos con los últimos devotos de aquella venerable bodega, hombres de tango y mostrador, cada jornada ventilan afanosamente, según afirman, ‘asuntos trascendentes’, esta noche tratan sobre sus días de "mili": el Seperiño, un tipo muy nervioso que tartajea mucho y Juan el ‘Treshuevos’, presume que nació con tres testículos y cuando se los vieron en el campamento, le dijo el sargento: -“Así me gustan mis soldados, no con un par si no con tres…”- y lo nombró furriel. Juraron bandera en Lorca y ambos narran las típicas aventuras de reclutas, el otro contertulio, un tipo pequeñuso y redicho conocido como el tío Prisuelillo, procedente de Mataró, les cuenta jocoso: “… yo si que se la zampé a los militares, alegué que era estrecho de pecho y que además sufría sordera y me libré de la mili. Y eso que al marcharme el sargento me tiró una caja vacía por la escalera, para comprobar la sordera, pero yo me hice el tonto...”- Cuenta que acaba de regresar de la vendimia de Burdeos (Francia), y asegura que es el mejor vino del mundo. Los otros dos arguyen: -"… tú que pijo sabes de vino, el vino de Cehegín es incomparable, mucho mejor que el francés"-, y siguen apurando la tercera botella.
En otro velador, Frasquito ‘el Majito’ y el tío Juanico ‘el Garranchal’, clientes asiduos, rematan además de otra botella de vino, el pucherico con la cena que cada noche acostumbra a llevarle su mujer al ‘Garranchal’. La esposa siempre le reprende: -“Esta es la última vez que te traigo el puchero, porque este no es sitio para entrar las mujeres”. Así mismo no falta algún cantor improvisado o troveros y poetas sorprendiendo a los parroquianos con los sollozos de Fleta en el “Adiós a la vida”, o los jondos jipíos del cante de Caracol: "Y en el burro mando yo / Yo soy el amo del burro / Y en el burro mando yo / Cuando quiero, digo ¡Arre!/ Y, cuando me paece, ¡Sooo! / ¡¡Arre burro que ya es tarde!!".
Entretanto, Pedro termina de limpiar su taberna, no en vano es el cantinero más pulcro de la localidad, los vasos siempre están impolutos y además antes de servir la bebida, repasa todo con su inmaculada toca, por si acaso.
Pedro de la Pichoncha y su cuñado.-en primer plano 'el 3 huevos-
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Entretanto, Pedro termina de limpiar su taberna, no en vano es el cantinero más pulcro de la localidad, los vasos siempre están impolutos y además antes de servir la bebida, repasa todo con su inmaculada toca, por si acaso.
Siempre anda tarareando, con muy buen oído, alguna romanza mientras faena, imitando a su ídolo Marcos Redondo, y es que Pedro fue, así mismo, un sorprendente barítono interviniendo en numerosas zarzuelas de aficionados cehegineros, presume de saberse de memoria todos los papeles de Molinos de Viento y de la Marcha de Cádiz.
Inquebrantable forofo del Atlético de Bilbao, aquel de los Zarra, Panizo, Gainza y compañía, también fue Pedro un notable futbolista, le apodaban “la Moto” y junto al gran portero “El Pistolas”, el extremo Bartolo de “Juan Luz” y el médico don Santos, con otros populares cehegineros, alineaban un gran equipo cada domingo en el antiguo campo de tierra del Almarjal.
Una de las peregrinas aficiones de Pedro de la Pichoncha fue su interés por los gatos callejeros. Cada noche, al cerrar la taberna, infinidad de mininos sin amo esperaban las exquisitas sobras, -cabezas y raspas del pescado y algunos pellejos de bacalao-, que Pedro devotamente guardaba.
Inquebrantable forofo del Atlético de Bilbao, aquel de los Zarra, Panizo, Gainza y compañía, también fue Pedro un notable futbolista, le apodaban “la Moto” y junto al gran portero “El Pistolas”, el extremo Bartolo de “Juan Luz” y el médico don Santos, con otros populares cehegineros, alineaban un gran equipo cada domingo en el antiguo campo de tierra del Almarjal.
Una de las peregrinas aficiones de Pedro de la Pichoncha fue su interés por los gatos callejeros. Cada noche, al cerrar la taberna, infinidad de mininos sin amo esperaban las exquisitas sobras, -cabezas y raspas del pescado y algunos pellejos de bacalao-, que Pedro devotamente guardaba.
Era un espectáculo ver al tabernero presidiendo su ejército gatuno en procesión por la ‘Cañaica’ hasta su domicilio en la calle Pintor Villacis. Por la puerta de Antonia "La Pedro-Manuel" había un tronco de noguera utilizado como asiento durante más de sesenta años, allí permaneció perenne como símbolo de la carpintería de su marido el tío Frasquito "el Gachopo ". Los gatos más veteranos se orinaban en el tocón, y cuenta las gentes del lugar que era una venganza de los mininos contra el viejo ebanista, porque le cortó el rabo a uno de ellos que maullaba y se reía insistentemente en su puerta. (Podría ser descendiente del risueño "Gato de Cheshire" el de Alicia en el País de las Maravillas).
Lo cierto es que una vez saciado el cortejo gatuno, los vecinos eran obsequiados, otra noche más, con el melancólico concierto de maullidos. Minutos después con el último “Miau…”, Pedro les ordenaba: -“Ale, cada cual a su casa…” y los damnificados felinos se disgregan por los solitarios callejones del Casco Antiguo ceheginero.
Calle Pintor Villacis |
Espero que sirva de sencillo homenaje esta remembranza a un humilde tabernero que entonó los gaznates de tantos personajes de aquel templo de la facundia ceheginera.
Antonio González Noguerol.
NOTA: Algunos datos de la tradición oral y otras publicaciones.
Antonio González Noguerol.
NOTA: Algunos datos de la tradición oral y otras publicaciones.