Desde mi Buhardilla Mesonzoica
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martes, 20 de marzo de 2018

SEMANA SANTA Y MUSICA

SEMANA SANTA MUSICAL

Jurado del Primer Certamen de Exaltación del Pasodoble (años 80).
Cehegín es música en Semana Santa, esta cuestión es evidente, no sólo por las marchas pasionarias que tanto color dan a los desfiles, también por la estruendosa tamborada de la, ya consolidada, Concentración de Bandas de Tambores y Cornetas. Igualmente goza de una iconográfica muestra de imaginería que despierta la admiración a su paso, de la cual destacan, justo es señalarlo, las tallas de San Juan ‘El Discípulo Amado’ y La Piedad, conocida popularmente como Virgen de las Angustias, además de otras atractivas imágenes, conducidas por vigorosos anderos y penitentes engalanados con primorosas túnicas. Pero con sinceridad hemos de reconocer que la semana de pasión ceheginera no sería tal, si faltasen esas estremecedoras melodías fúnebres que resuenan solemnes por las calles de esta montaña mágica que es nuestro pueblo y que evocan el drama del Gólgota... Sin embargo no sólo es ésto, porque en nuestra población la Semana Santa, virtualmente empieza, casi, cuando las paganas máscaras se despojan de su descreído disfraz y entonces comenzamos a entonar las tradicionales novenas en la iglesia de la Soledad, partituras decimonónicas con el regusto operístico de Arrieta o Eslava, conservadas gracias al tesón de perseverantes aficionados que a lo largo de los años han logrado inmortalizar sus notas en nuestra memoria.
Por ello, nuestro pueblo goza de predicamento en estas fechas y desde los tiempos heroicos siempre destacó por sus atavismos estéticos en el arte musical.
Hay que bucear en sus raíces, explorar sus ancestros, y nos asombraremos de la cantidad de peculiaridades que guardamos en el baúl de nuestros antepasados.
Sí amigos, Cehegín es música en estos días, el pasodoble, suerte de marcha con ese paradójico alborozo que se mezcla con el dolor por la Pasión de Cristo y con la confianza de la anunciada Resurrección.


Es la cromática armonía que ejerce de mediadora entre el Cielo y la Tierra palpitando sin tregua desde la Creación y entonando la Marcha Triunfal de la Vida...
¿Quién no ha sentido escalofríos al escuchar las bandas penetrando en la Iglesia de la Magdalena?... ¿A cuántos no le han aflorado las lágrimas a los sones de “Nuestro Padre Jesús Nazareno” en el proverbial saludo a los ancianos del Hospital de la Real Piedad?.. ¡Menudas cadencias inundan la recoleta Placeta del Mesoncico brotando de los eufónicos ’pitos’ de nuestra Laureada Banda!

Vieja foto de "los Trece Negros"
Desde el siglo XVIII, con la primitiva Banda Municipal, pasando por el recordado conjunto de los Blases o los populares Trece Negros, hasta nuestros días con el novel conjunto apadrinado por la cofradía de los Coloraos o la soberbia banda de la Sociedad Musical de Cehegin; como cada año, escucharemos a los “coros” (siempre se llamaron ‘coros’ a las bandas de música que acompañan las distintas cofradías semanasanteras), rivalizando en la interpretación de las hermosísimas obras: Jesús Preso, la Madrugá, Nuestro Padre Jesús o Mater Mea.


Así, en Viernes Santo, día emblemático, Cehegín, perpetuando su secular tradición, glorifica con marchas y pasodobles que se adueñan de las conmemoraciones en torno a la auténtica Resurrección del Crucificado y el triunfo sobre la Muerte, verdadero legado para toda la humanidad, acaso influenciados por los mitos de la cultura grecorromana: Orfeo y Euridice o Atis y Cibeles, allí donde fluye el río del olvido y las almas de los muertos aguardan la inapelable sentencia final. Es entonces, a través de la música, cuando las Parcas claudican ante la inmortalidad del Universo.
De esta forma evocamos la Victoria del Cristo en su bajada a los infiernos espantando al poder de Lucifer: “Cristo antes de la resurrección permaneció en la morada de los muertos.”(Hb 13.20). Y (Juan 5.23.) “Cristo bajó a las profundidades para que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan”.
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