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domingo, 8 de octubre de 2017

COLL


José Luis Coll. (Entre los humoristas justos)
 R.I.P. (Él diría “R”abiando “I” “P”ateando)

   Epitafio a José L. Coll: “Aquí yaceré algún día. Pero no hay prisa."


Se nos fue Coll, se marchó hace años, sin ruidos ni estridencias, en busca de su álter ego el larguirucho Tip, que ya le llamaba hace tiempo desde lo alto, gritándole: —«Dame la manita Pepe Luí…»— seguramente para llevarlo por esos paisajes surrealistas que tanto cultivaron.
Autor, entre otras obras humorísticas, de su 'Diccionario Coll', un libro en el que repasaba y deformaba en clave de humor diversas voces de la lengua castellana. En aquella nomenclatura, Coll catalogaba por orden alfabético distintas palabras escogidas por su sonoridad o por su doble sentido, por ejemplo: “maniático” (“loco por vivir en el ático”); “estupidiez” (“realizar la misma idiotez 10 veces”); “shacerdote”(“emperador persa que no se lavaba nunca”); “bromear” (“mear en broma”); "anocente" (culo libre de culpa); "baltasor" (rey mago metido a monja); "remera" (puta con piragua); "trajodia" (pieza teatral en la que mueren todos los que joden), etc.
Coll, conocido como el “humorista del bombín”, criticó en varias ocasiones el humor actual, en el que abunda "lo obsceno y lo irreverente", por lo que "muy a menudo caemos en lo burdo y lo cicatero”. El cómico defendía la necesidad de una hilaridad provocada por "el talento, la cultura, el buen gusto y la cortesía", ya que de otro modo los humoristas —"auténticos historiadores de su tiempo"— estarían contribuyendo a educar mal a su público.
Como decíamos arriba formó parte junto a Luis Sánchez Polack “Tip” de una de las parejas más populares de los años de la 'Transición Política Española'.
Al igual que el gran Gila, ofrecían un humor corrosivo, sutil, vivo, audaz, en suma, el auténtico humor heredado del inolvidable semanario “La Codorniz”.
El fenomenal duetto supo tratar con descarada socarronería aquellos tiempos de incertidumbre política y social de nuestro país. Curiosamente Tip, fue de 'derechas' mientras que Coll todo lo contrario, de  'izquierdas'. Pero, paradójicamente, formaban el contrapunto de la escena humorística. ¿Que hubiese sido de Coll sin las locuacidades esperpénticas de Tip o viceversa con aquellos giros surrealistas? 
De esa forma, anduvieron en el candelero televisivo durante varios años haciendo las delicias de los telespectadores. Sirva de ejemplo entre una larga lista de divertidos epitafios, estos que transcribimos: A Fraga: “Sabía que un día u otro estaría entre la mayoría”. A Felipe González: “No me traigáis rosas, traedme capullos”.
En estos días de crispación colectiva y ‘vinagrera política’, sería bueno recordar a este estrafalario dúo, a esta alocada pareja, que hizo del contrapunto su bandera, demostrando que no sólo son compatibles las ideas contrarias, si no, más bien, necesarias como la vida misma. Imaginemos un mundo donde sólo hubiese una opción: ¿Cómo podría hacer frío si no existíese el calor? ¿Podríamos sonreír, si sólo hubiese llantos? ¿Izquierda sin derecha? Entonces ¿qué…, mancos?
¿Se concibe la música de Bach sin el contrapunto? ¿Sólo melodía? No, el mundo en que vivimos está configurado por la pluralidad. Así fueron Tip y Coll.
Y es que todo va unido y establecido por el Creador de tal manera que se necesita la polifonía, al menos en este planeta llamado Tierra. Es decir, que pese a los dogmáticos del pensamiento único, el mundo está creado variopinto y múltiple, y  aderezado con un generoso sentido del humor. Como el de los geniales "Tip y Coll".
Y como ellos prometían al finalizar cada actuación, repetimos: —«La próxima semana hablaremos del gobierno»—
  
 Antonio González Noguerol
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