Desde mi Buhardilla Mesonzoica
Buscando...
jueves, 29 de octubre de 2020

EL TENORIO Y OTRAS CELEBRACIONES

 'JALOGÜIN' Y EL TENORIO 

 -Con todo mi humor- 

Numerosas parodias adornan la historia de descreído de don Juan Tenorio de Zorrilla; por nuestro pueblo Cehegín, se solía recitar de esta índole: No es verdad ángel de amor que esta apartada orilla están asando morcillas y hasta aquí llega el olor…


Y es que otro año más se acerca la festividad de Todos los Santos y los difuntos, si los tiempos que vivimos fuesen normales, a estas alturas se estarían anunciando representaciones del eterno seductor, el machote de don Juan Tenorio, el prototipo de conquistador de damas. Pero ¡ay, qué dolor!, de unos años acá, se nos ha colado un intruso llegado de ultramar, con el chocante nombre de “Jalogüin” o como diablos le llamen, y los españolitos nos pusimos a importar calabacines, telarañas de algodón, fantasmas de pacotilla y rimas tan románticas como “truco o trato”. Y empezamos a disfrazar básicamente a nuestras criaturas de… ¡¡zombis‼, que no me parece mal, tal como anda nuestro mundo, es lógico que aligeremos las cosas transcendentales y nos riamos de los miedos, en especial del de la muerte ... 
Aunque nada nuevo nace bajo el sol: Ya en la España rural de la primera mitad del siglo pasado –concretamente en nuestro propio pueblo, Cehegín- antes de que llegasen a las aldeas el cine y la televisión, y nos trajesen esa fiesta estadounidense, los niños ponían en los rincones más oscuros de los balcones y miradores estas calabazas huecas, con ojos y boca, con una velita en su interior. Eran tiempos más precarios y la gente elaboraba la pulpa que se extrae de esas calabazas y cirigaitas (cidra cayote), el exquisito cabello de ángel o el calabazate confitado. Una anécdota ceheginera viene al caso: A cierto cura le trajeron una carga de “melones de año” y los niños vecinos le pidieron a coro: -¡¡Señor cura, señor cura!! ¿nos da usted unos cuantos melones para hacer unos farolicos…?- Y el clérigo, que además era muy glotón, les replicó con engolada voz: -¡Cuando me coma la molla…!


Sin embargo podríamos disfrazarnos de disoluto don Juan, o del fanfarrón don Luis Mejía, o de capitán Centellas, o del artero Ciutti y la alcahueta Brígida. Quienes tenemos cierto espíritu de doña Inés, no por los hábitos, sino por el gusto hacia los ‘canallas’, lo echamos de menos. Jugaríamos, como niños, a las pendencias callejeras entre espadachines, cementerios y apariciones que intentan arrastrarnos al infierno y un alma pura y enamorada que te redimirá. Cambiar eso por unas calabazas…, y para más inri, importadas del país de los gringos… ¡¡válgame dios‼… 
Por tanto, recomiendo leer de nuevo a Zorrilla y su Tenorio. Para saborearlo, regocijarse con un lenguaje anacrónico, casi olvidado y observar que en cierta época hablamos así y fuimos así. Ni mejores ni peores. Quizás los mujeriegos de ahora sean unos petimetres parvulillos y les convenga recordar al maestro. Y es que los donjuanes de ahora puede que ni sepan de donde les viene el nombre. Nunca habrán oído los celebérrimos versos que abrieron la antesala de doña Inés; si acaso el ángel de amor de la apartada orilla… A mí, sin embargo, como buen alumno de mi maestro Salvador Piñero, me atraiga más la renuncia de doña Inés a la decencia y a la vida, por el amor: ¡don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro de tu hidalga compasión, o arráncame el corazón, o ámame, porque te adoro.


Y como no es cuestión de tomarse la cosas muy en serio, también recomiendo los ‘ripios’ de Álvaro de la Iglesia en la célebre revista “la Codorniz”: -… cómo pian los pajaritos, pero de tonto tendré fama, si en escribiendo este telegrama, no me los como todos fritos…- O los del Tenorio tocólogo, esa preciosa joya que ha sido representada por actores locales, contando la historia de un tocólogo ceheginero que encarnaba el papel de don Juan, el médico tenorio, recitaba emocionado la escena del sofá: ¡Ah..! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla... - cuando apareció entre las bambalinas el marido de una paciente que estaba de parto, blandiendo amenazadoramente una faca, el atribulado doctor siguió rezongando: …va a romperme una costilla Frasquito el Afilaor…

A.G.N.-Motolite-

Compartir en :
 
Back to top!