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domingo, 8 de noviembre de 2020

CALLE DE LA UNION.

 CALLE DE LA UNIÓN Y ALEDAÑOS. 

Seguimos nuestro periplo por las rutas ancestrales del singular Casco Antiguo de Cehegin. Hoy toca la Calle de la Unión, titulada así por confluir en ella las tres culturas: cristiana, árabe y judía que cohabitaban allá por los siglos XIV y XV,  es casi paralela a la Calle Mayor y discurre desde la Placeta de Los Carros hasta la misma Casa de Las Columnas. Por su configuración sinuosa de calles perpendiculares, propia del urbanismo árabe, este barrio nos ofrece una brillante muestra.

Calle de las Columnas .palacio del mismo nombre-

Precisamente, una de las callejuelas en cuesta que unen la Calle Mayor con la Unión, es la situada frente al conocido ‘Bar Sol’ y se llama ‘General Carreño’ (*Ver entrada en este blog), y continúan las calles Empedrado y Alonso de Góngora, ahí desembocamos a la izquierda a un callejón sin salida donde se ubica la presunta Sinagoga Judía local. Recóndita casita que posee una portada con símbolos religiosos hebreos que la tradición oral ha venido a llamar Sinagoga. Es de destacar su fachada enlucida y su entrada decorada por arcos de medio punto sobrepuestos, a modo de portal abocinado. Según los expertos en Historia del Arte consultados, el arco interior es de estilo gótico tardío, que puede ser de los siglos XV o XVI. Desde luego la casa tiene una antigüedad considerable. Quizás sea una de las casas más antiguas del Casco Antiguo ceheginero. 

Allí vivió muchos años un singular individuo: José Lorencio, personaje de tango y mostrador, bohemio y noctámbulo. Cuentan que solía decir: "Yo no sé cómo madruga tanto la gente para trabajar. No me he levantado a esas horas en mi vida y fíjate como vivo". En cierta ocasión, sobre las diez de la mañana, llamaron con insistencia en la puerta de su casa, y lo despertaron, eran dos testigos de Jehová con folletos religiosos. Pepe abrió soñoliento: — “¿Que quieres?” - Uno de ellos respondió — “Buenos días hermano, ¿usted cree en Dios?..., ¡es que llega el fin del mundo!”. —Lorencio replicó- “¿En Dios?... ¿Qué hora es...?” — “Las diez…” — “¿Vosotros creéis que estas son horas de creer ni en Dios ni en el diablo?... ¡A la mierda fuera de aquí!”—, así las gastaba aquel tipo esperpéntico.

Antigua casa de Francº Carreño.

Por estos andurriales desfilaron conocidas familias cehegineras: Montealegre; Peñalver; Espejo; García-Ripoll; Carreño; Paco 'el de la música' (Organista); Ramón 'el Zarra'; 'La Faita'; Partierra; Palicos; el obrador de Juan 'el Tortas'; Abril; Ibernón; Piñero; García Pareja; Barbería del Avellanero; Panadería Ródenas; Hita; y muchas familias más. Fue zona muy concurrida antaño, a la altura de la casa de las Columnas descienden las calles: La Luna, y Cadena (según dicen existió una cadena a modo de frontera entre la zona cristiana y mora). Y así podemos continuar el periplo en distintas direcciones; mientras que a la derecha bajan aun más el callejón más estrecho de la localidad, donde se juntan los tejados, y otro más ancho que cae en el antiguo obrador del turronero tío Nevao. 

Si seguimos calle Unión abajo, llegaremos a la Placeta de Los Carros, pero antes pasaremos por la casa de Juanito Massa, en aquel domicilio se perpetró un martes de carnaval la leyenda de la muerte de Massa, donde fue asesinado a facazos por dos enmascarados, un crimen sin desvelar, aunque se dice que la imagen del asesino quedó plasmada en las pupilas del muerto; después tenemos la casa de Rosita Pareja, cuyo tío fue un famoso miniaturista, ―el nombrado antes García Arévalo, en la calle de atrás― entre otras obras hay que destacar los retratos de los reyes Alfonso XII y esposa, pintados en sendos huesos de aceituna o cereza, así como diversos retratos en pequeños camafeos.

Calle La Unión (Antigua Casa Parroquial).

Y colindante “La Casa de los Curas” durante muchos años Sede Parroquial, donde habría que recordar al entrañable Don Gumersindo Corbalán, párroco durante más de 15 años; cuando llegó a Cehegín cuentan que le presentaron a Juana ‘la Menea’, popular y lozana dama, vecina colindante de la iglesia, cuando tomó posesión el párroco, le presentaron a los vecinos de la parroquia: “-Aquí le presento a la Menea…” – “Tanto gusto…,” contestó el socarrón cura, los asistentes se echaron a reír irónicamente, pero el cura se quedó extrañado sin entender el jolgorio. 

Placeta de los Carros.

Y llegamos al final de la calle, donde también se ubicó en los 50 del siglo XX la oficina de la Compañía Eléctrica, dirigida por Antonio Cano, en la mencionada Placeta de los Carros, justo debajo del Hospital de la Real Piedad, para desembocar en la calle Manuel Ciudad, donante de la casona ubicada encima y que fue colegio de las Monjas muchos años. Antes llamada calle Bovera. Pero esta ruta la emprenderemos otro día.

FUENTES: Tradición oral; Diversos archivos locales; Fotos: A. Gonzalez.

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