UN PASEO POR EL VIEJO CEHEGÍN
CALLEJÓN DE LA CÁRCEL |
PLAZUELA DE LAS ERAS VIEJAS |
En Esparteros vivieron populares personajes de esta villa como Modesto Espín y doña Gabina; el Maestro Buenaventura García-Ripoll, además de sastre, diestro violinista; Juan Noguerol, notable músico y su cuñado Rafael Florenciano, hábil artesano de la fragua y gran aficionado al "Arte de Cúchares"; por la parte trasera de la Fonda Lorencio salió Manolete hacia el coso ceheginero y allí le esperaba Florenciano, que le espetó: “¡Manolete, eres más grande que el callejón de doña Gabina…!!, ante cuya exclamación el torero le miró extrañado –“Y..., ¿Quién es esa señora…?”-
En esta calle la familia Montserrate Chumillas ha restaurado la monumental casa-palacio de la Encomienda y en cuyo trasero aparece un bello patio imitando el estilo greco-romano.
Y retornamos a la Estafeta, corazón de "las Tres Culturas", donde los gremios se esparcían por sus contornos. En esta zona, habitaron conocidas familias cehegineras relacionadas con el mundillo comercial y profesional, cercano a la plaza y los mercados semanales: Los Tonejas, del gremio de pescateros; el taxista Felipe Ruiz Valero; Juana la Jardinera; Vicente el Tobalo; Pepe Ródenas, asegurador y edil municipal: comienza en Esteban Zarco y termina en la placeta del Gral. Juan Jesús Mellado y Zafra, propietario de la casa del lugar, que adorna su fachada con bellas rejas y balcones de artesanía del hierro, este militar realizó toda su carrera en el siglo XIX, de soldado raso a suboficial, se jubiló con la categoría de general de brigada. Este inmueble estuvo, muchos años después, destinado a fonda; allí se hospedaron personajes como los famosos toreros Juan Belmonte, Rafael Gómez ‘el Gallo’ y numerosos personajes de la época.
Rodeando la ‘placeta Mellado’, moraron entre otras familias, El Niño Rojo; Jesús el Pavo, saxofonista de la banda y polifacético músico. En esta importante, aunque corta calle, cuentan que estuvo establecida la primera estafeta de Correos local. En mitad de la arteria deriva la reducida callejuela ‘El Águila’ hasta entroncar con Regino Lorencio. En la plazuela Mellado, nace la arcaica calle de las Columnas, cuyo nombre le viene por la vetusta casa-palacio, finalizando en la calle de La Unión, (ya comentada en este blog).
CASA DE LAS COLUMNAS.- Siglo XVIII y estilo barroco, fue la antigua Corregiduría. Es un edificio esquinado de dos platas con fachada lisa, en donde destaca su puerta de acceso enmarcada por dos columnas adosadas con un ventanal en la parte superior y en extremo un escudo nobiliario con guardapolvo, perteneciente a la familia Sánchez de Amoraga. Dichas columnas dan nombre a la calle donde se encuentra esta Casona.
Por esta vertiente, como el resto del casco histórico municipal se amontonan las casas, de tal forma que es una labor muy espinosa describir su situación y sus numerosas anécdotas. Por allí aún se conserva los singulares vestigios almohades, donde se esconden los secretos de mil batallas adosados en las antiguas murallas árabes unidas al Alcázar, seguramente las más importantes de la región. Bajamos por la calle de Regino Lorencio, canónigo del obispado de Cartagena, Provisor Eclesiástico, Vicario General, Juez Ordinario de Causas Pías y Testamentos. Doctor en Sagrada Teología y Magistral de la Sta. I. Catedral de Murcia y Director Espiritual de la Academia Politécnica Murciana. Una personalidad en la vida eclesiástica murciana. (En otra entrada de este blog, referimos con más detalle la figura de este extraordinario orador).
En esta cuesta, antes denominada San Zenón y Rocines, se ubicaban las legendarias tabernas de El Chaparro* y La Puñalá*, aquí vivió, mi amigo José el Buses, gran cantaor de saetas y flamenco, y el popular sacristán de la Magdalena, Luis Martínez, personaje notorio y polifacético por sus innumerables actividades, fundador de una escuela social nocturna para jóvenes obreros, y por la popular chocolatada en la Misa de Alba el día 8 de diciembre, a la sazón “Día de la Madre”. Por estos barrios, pululaban numerosos tipos de la facundia, como El Chelé, el Chete, el Alejo Menor, el Toti, y otros muchos que daban colorido y gracejo a esta barriada.
En dicha vía existen casas de verdadera ganga, como la de Juanico ‘el Alejo menor’ que estuvo tiempo en venta por 5.000 ptas., y enlaza con calles como; Peñicas, nombres que evocan los despeñaderos riscosos de las faldas de la fortaleza ceheginera, y que nos conduce directamente a la plaza de la Soledad. Por este trayecto se unen las calles de Sta. María Magdalena (debajo de la Iglesia) donde aún se conservan pasos elevados y restos de la muralla del Castillo de Cehegín, Villegas, Revueltas, Marmallejo, Rocines, Maiquez, y Riscales, otro topónimo relacionado con los riscos y peñascos que cimentaban las vetustas murallas del fortín.
Todo un microcosmos medieval, donde el paseante introduce su imaginación en numerosas aventuras de capa y espada, que hacen posible el grupo teatral que interpreta escenas de las historias de legendario Martín de Ambel.