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martes, 27 de agosto de 2024

Y CEHEGÍN VOLVIÓ A CANTAR

 

Y Cehegín VOLVIÓ A CANTAR...

La música es el eco de nuestras alegrías, penas, sueños y esperanzas.

La banda municipal, dirigida por Arturo Canalejas, aguarda frente al hospital de la Real Piedad al orador sagrado para las funciones religiosas de fiestas patronales, para escoltarlo hasta la parroquia.

No vamos a desvelar a estas alturas ningún secreto si afirmamos que Cehegín es un pueblo cantor. Aunque suene a tópico, de nuestro pueblo siempre han florecido excelentes músicos y cantores.
Según consta en el archivo municipal: el día 24 de marzo de 1878, por acuerdo de la Corporación, se creó la plaza de director de la Banda Municipal de Música dotándosele con un sueldo anual de 1.000 pesetas, la misma cantidad se fija como gratificación a repartir entre el resto de músicos del conjunto, y que les será entregada cada año en las fiestas patronales. El día 20 de junio del mismo año, tomó posesión el primer maestro de la banda de música: Don Mariano Marín García. De la mano de este hombre se inició un fructífero periplo hasta el día de la fecha. Desde entonces, se han sucedido numerosos acontecimientos, entre los que cabe destacar el 2º premio del Festival de Bandas de Alicante, aparejado al título de “Laureada Banda” y otorgando el primer premio de solista al fliscorno Antonio Noguerol Puerta.

Es justo recordar a maestros de la talla de Joaquín Nogueras, Manuel García Ferrer, Francisco Valero, Joaquín Mínguez, o quizás el más entrañable para los que, de alguna forma, hemos estado cerca de la banda en aquellos prodigiosos años 60: Antonio Martínez Nevado. También recordamos con admiración a instrumentistas como Lucas García o Rosendo Rodríguez, Antonio y Juan Noguerol, Francisco Jiménez, que fue trompeta solista de la orquesta del Gran Teatro del Liceo de Barcelona y una lista interminable de extraordinarios músicos; una pléyade musical, que en los “locos” años veinte hicieron las delicias de los aficionados, cuando los proverbiales conciertos en el palco del paseo de la Concepción eran interpretadas fragmentos sinfónicos y selecciones de nuestro género lírico. Así mismo, la banda ofrecía conciertos al aire libre en algunas placetas o en el palco de la música del Paseo de la Concepción.
Concierto de la banda municipal en la plaza de la Verja -años 50-

Por los años sesenta del siglo XX, Cehegín cantaba: llegaron a crearse hasta tres grupos zarzueleros amén de otras compañías de comedias. Es difícil nombrarlos a todos, pero destacaríamos a cantantes locales como: Pedro Zafra, María la Choclina, Pedro de la Pichoncha, La Niña Amor, Bartolo de Juanluz, Pepe 'el de la Vía'..., que interpretarían obras de la entidad de Molinos de Viento  o  Cádiz, cuya famosa marcha es lo más recordado por la generación de nuestros padres.

La Parranda, solista Antonio Zarzo -Barítono-

Al socaire de la industria alpargatera, en las plazuelas del histórico Casco Antiguo, sobre todo en la emblemática Plaza Vieja, a la sazón en toda su pujanza, al tiempo que los chamarís* marcaban el compás y las almarás* 'apuñalaban' las suelas de cáñamo, los alpargateros fraguaban una auténtica escuela de cantores; allí se entonaban desde las rancheras de Negrete hasta los tangazos del rey Gardel; o las soleas y fandanguillos con que nos obsequiaban José el Buses o Juan el Carriano y que no hubiesen desmerecido ante el gran Manolo Caracol.  (*Almarás: especie de punzón largo con el que se cosían las suelas de cáñamo de la alpargata. **Chamarí: Mazo con mango para golpear la suela.)


Por aquellos mágicos años sesenta, época de revoluciones con el lema Haz el amor y no la guerra, surgió un foco de cultura que transformaría nuestra modesta vida de pueblo; emigrábamos del blanco y negro para penetrar en un mundo de color. Y apareció como por arte de magia el Aula de Cultura “Román Bono Marín”, un loable proyecto para entronizar el saber en una sociedad rutinaria. Un hombre providencial afrontó el empeño: Abraham Ruiz Jiménez, volcado sobre todo cuanto oliese a formación intelectual. Así nosotros, jóvenes aislados en una recóndita villa de la provincia de Murcia, comenzamos un idilio con las bellas artes, sobre todo con la música; escuchamos a innumerables artistas interpretando a Chopin, Beethoven o Mozart..., famosos pianistas de la talla de Rafael de Solis, Leopoldo Querol y Manuel Carra o arpistas como la internacional Marisa Robles.

Recital de piano por Rafael de Solis

Y menudos conciertos ofreció en aquel oasis instructivo la orquesta de pulso y púa de Ginés el Ciego, nuestro llorado maestro de guitarra. De allí afloró el germen triunfal del Quinteto Ibáñez en el programa de TV “Salto a la fama”. 

Orquesta de plectro. dir. Jinés Ibáñez

El contrapunto de Bach se implicaba con nuestras pavanas populares. Y llegó otro 'salto' esta vez en los certámenes internacionales de plectro de Logroño donde el grupo obtuvo el gran premio del ministerio de Educación y Ciencia. 



Ver 2ª fila del dia 15 - actuación del Quinteto Ibáñez -

A la sombra de aquel ateneo se forjó el Orfeón Ceheginero, con un porcentaje elevado de intérpretes que no solo carecían de una elemental formación musical, sino incluso alfabética; asombro de muchos músicos que no entendían cómo se podían aprender obras como el Coro de Nabucco o piezas del Renacimiento y además en latín. Fueron relevantes sus numerosas actuaciones por las comarcas vecinas, y hay que subrayar su actuación en los primeros Certaménes de Habaneras de Torrevieja, entonces de fama internacional.


Recuerdo aquellos primeros días, cuando seleccionaban las voces de las distintas cuerdas según la tesitura de cada cual, le tocó el turno a Sebastián, apodado ‘el Pierdepueblos’, con aureola de tenor lírico. Nuestro intrépido director Pedro López -Salazar- comenzó a subirle el tono exigiéndole en cada frase un escalón más alto, y para asombro de todos los asistentes el tenor lanzó un determinante Re sobreagudo o de pecho, que hizo vibrar todos los cristales del edificio con el consiguiente susto colectivo. Otros anecdóticos personajes aun nos hacen sonreir: Javier el Palomista y Lucas el Bajo, alardeando con roncos sonidos que emitían las notas más graves del pentagrama, a riesgo de ahogarse, para dirimir cómicamente quien 'bajaba' más. Sin duda hilarantes escenas entre jóvenes con ganas de facundia. Cantamos obras que permanecen aún en el recuerdo de aquel largo centenar de voces mixtas: Maite, El Romeral, En barquito de nácar, Era una flor, Ave María de T. L. de Victoria, Ave Verum Corpus, numerosos motetes y misas pontificales, etc. 



Para el próximo año 2025 que se proyectan grandes fastos para la conmemoración del 300 aniversario de la presencia de nuestra Patrona en esta tierra, sería oportuno rememorar lo expuesto anteriormente organizando un certamen de conjuntos corales y bandas de música que podría ser el pistoletazo de salida de una nueva edad de oro musical ceheginera, gozamos de la infraestructura: el Coro Clásico y el Coro y Orquesta Ciudad de Cehegín, dos masas corales de una calidad indiscutible y la excelente banda de la Sociedad Musical de Cehegín, esta ciudad necesita despertar de su letargo, sólo es necesario un eficaz palco de música que podría perfectamente ubicarse en el hermoso parque de Ginés el Ciego, estoy seguro que sus vetustos huesos se removerían de gusto..., sólo hace falta voluntad de quien corresponda para realizarlo. Ya sabemos que los pueblos que cantan están más cerca de la felicidad. 

Coro Ciudad de Cehegín, actuación en la Catedral de la Almudena de Madrid, acompañado de la Banda de la Sociedad Musical de Cehegín.

 Y entonces, Cehegín volvería a cantar...

Antonio González Noguerol  

 

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