CRUZ DE BEGASTRI.
El cristianismo se difundió en nuestra región durante los siglos II y III d.C, como lo demuestran las excavaciones arqueológicas, sobre todo en Begastri, que fue la Sede Episcopal Tardo Romana- Visigoda. Hay una tradición de la visita de San Pablo a esta sede, cuyas referencias comentaba el insigne Padre Isidoro Rodríguez, muriendo sin encontrar la lápida que conoció de joven, la cual hablaba de esta visita, de lo cual no dudo, puesto que existe la misma tradición en Lezuza, Albacete, de la predicación de San Pablo, siendo éste uno de los muchos pueblos dependientes de la Sede Episcopal de Begastri.
Durante la etapa visigoda, del siglo V al VII, hubieron momentos de crisis, ya que eran arrianos (negaban la divinidad de Cristo), aunque después se convirtieron al catolicismo con Recaredo.
Precisamente en el mencionado Cabecico Roenas fue encontrada la Cruz monogramática de Begastri o Crismón de Begastri, una de las cruces cristianas más antiguas de España y, tal vez, una de las más antiguas de Europa, pues está datada en el siglo VI pero se cree que podría ser algo anterior (de finales del siglo IV principios del siglo V).
Esta cruz está repleta de simbolismo, hasta el punto de poder interpretar sus elementos en conjunto para extraer una lectura equivalente a “Cristo Rey, el principio y el fin de todas las cosas”.
Así, esta Cruz de Begastri, procedente del Cabezo de Roenas de Cehegín (Murcia), es uno de los pocos municipios romanos de la Región de Murcia, más tarde sede episcopal de la ciudad visigoda Begastri.
La técnica empleada en la elaboración de la cruz, inicialmente pudo ser la fundición, posteriormente trabajada a forja con lima o cincel. La alegoría de Cristo no puede ser más completa: el ancla, el pez y el crismón, con una insistente repetición del símbolo de Cristo en la cruz, en la R. de su nombre, en Jesus Christus Filius Salvator. Esta cruz, de carácter latino, aunque se inspire en la tradición griega y pueda ser obra hispana e incluso de la región, dada la tradición broncista desde época ibérica, es una pieza de taller hispano-romano; la parte de la cabecera de la cruz contiene el monograma de Cristo, unido por una cadenilla a otra cruz más pequeña inscrita en un círculo. La cabecera y los extremos de la cruz principal estuvieron posiblemente unidos por dos figurillas de delfines simbolizando los cristianos en torno al Salvador.
Su decoración en ambas caras indica que estas cruces se usaban, entre otras ceremonias, en procesiones, en la consagración de iglesias y altares, presididas por el obispo begastrense y en el resto del tiempo permanecían en lugar destacado del prebisterio, incluso hay una hipótesis de que permanecía auroleada por una gran lámpara encima del altar mayor.
La cronología de esta clase de piezas resulta problemática, ya que si bien el tipo de arnés se remonta al siglo II, suelen encontrarse en las necrópolis tardorromanas de los siglos IV y V. Las prácticas religiosas cristianas durante estos siglos se ven reflejadas en la liturgia visigoda o mozárabe que adquirió carácter propio durante este periodo y continuó entre estos últimos en el territorio dominado por el Islam, como sucedió con la Virgen de la Peña, en la pedanía ceheginera de Canara.
Conocemos la existencia de estos ritos por la inscripción encontrada en una mesa de altar, donde el Obispo de Begastri, Acrusminus, consagró la Basílica de San Vicente. En este altar había guardada una reliquia de este mártir, celebrando su fiesta el 22 de Enero.
Hacia 1920, se dividió el Cabezo de Begastri o (“Cabecico Ruenas” llamado así por los cehegineros), en dos partes para trazar un desfiladero por el que había de transitar la vía férrea (hoy convertida en ‘Vía Verde’) que uniría Caravaca con Murcia; los trabajadores de aquella obra todavía recuerdan haber hallado “muchas piedras con letras y otros objetos” que fueron sepultando en una hondonada cercana y en paradero desconocido.
Esta Proto-Cruz Monogramática de Begastri, una de las más antiguas de España, subsiste gracias a Cristóbal Sánchez de Amoraga, a la sazón, alcalde de Cehegín, que, a finales de los años 40, se encontró con una persona (unos cuentan que José ‘el Piños’ y otros la esposa de un obrero de la vía), que portaba numerosos objetos de metal de aquellos terrenos de Begastri y los iba a vender a una chatarrería, donde le habían ofrecido 8 o 10 pesetas, el alcalde, cuando observó entre ellos una extraña Cruz, le ofreció 50 pesetas, desconociendo el valor específico que se escondía en ella, disposición afortunada, para que hoy disfrutemos de esta extraordinaria joya.
Ara del altar de Begastri. |
Hacia 1920, se dividió el Cabezo de Begastri o (“Cabecico Ruenas” llamado así por los cehegineros), en dos partes para trazar un desfiladero por el que había de transitar la vía férrea (hoy convertida en ‘Vía Verde’) que uniría Caravaca con Murcia; los trabajadores de aquella obra todavía recuerdan haber hallado “muchas piedras con letras y otros objetos” que fueron sepultando en una hondonada cercana y en paradero desconocido.
Restos arqueológicos de la Ciudad de Begastri. |
De esta suerte, la Cruz Paleocristiana de Begastri ha sido protagonista en diversas exposiciones, entre ellas, hace unos años en la capital murciana fue la estrella de la exposición “Huellas”.
Así mismo preside la rotonda de entrada principal a Cehegín, al igual que se ilumina de noche otra Cruz en la falda de la Peña Rubia, nuestra Montaña Mágica donde señala la ruta a los viajeros.
Tres monumentales joyas que son el orgullo de nuestro pueblo, esta Cruz de Begastri, la Dama Ibérica de Cehegín, y naturalmente la patrona Virgen de las Maravillas (estas dos últimas obras daremos cuenta en otra entrada de este blogspot.)