Fuente de la Cagueta.
Y si observamos tranquilamente, percibiremos la música que entona el viento desde las cumbres tañendo las arpas de la floresta. De ahí la leyenda relatada por Martín de Ambel sobre Juan de Gea ‘el Corrior’ (Corredor), -*- llamado así por sus facultades deportivas, se enfrentó a una partida de moros: “…habiéndose apartado de su hueste, subió por la cuesta del Reventón hasta la sierra de Burete al ojear una partida de moros que llegaban desde la comarca de los Vélez. El Corrior, comenzó a lanzar grandes voces simulando llamar a las caballerías de la comarca de Cehegín, como si anduviesen cerca. Y encomendándose a la Virgen de la Peña movió tal alboroto con piedras, palos, y todo lo que halló para producir extraños sonidos; los sarracenos cayeron en el ardid y huyendo rápidamente dejaron en libertad a los cautivos que llevaban presos…”. Pero esta es otra historia, aunque sin duda bastante apasionante.
Y es que nos beneficiamos de un territorio tan hermoso, tan ubérrimo, quizás el último paraíso de la región, pero somos incapaces de valorarlo en toda su riqueza. Desgraciadamente cada día vamos deteriorando más y más nuestro civilizado entorno. No cuidamos el medio ambiente, es más, no sólo lo descuidamos sino que procuramos, como una maldición irracional, maltratarlo a diario con nuestras actitudes irresponsables, hipnotizados con las promesas mercantilistas de un falso progreso que incapacita para frenar tanta negligencia. ¿Será por eso la impostura de la administración estadounidense negándose a firmar el protocolo de Kioto, ubicándose a ultranza en la más absoluta impunidad? Y eso, que no pasa jornada sin que nos lo recuerden los medios de comunicación y los responsables de la salud.
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