Observando el mundo
(LA MAGIA 'GEOMÉTRICA' DE LA NATURALEZA)
Si observamos nuestro entorno
podemos comprobar que todo cuanto ha creado la Naturaleza terrestre posee formas curvas o
redondas, más o menos abstractas.
Hasta lo que conocemos como el Universo
podemos catalogarle como centrífugo y redondeado. Cualquier fruto es curvo,
nunca veremos una hortaliza, un ser nacido de la Madre Tierra con formas angulares.
Es, la Geometría de la Naturaleza.
Es, la Geometría de la Naturaleza.
¿Alguna vez hemos contemplado un animal que posea cabeza cuadrada…? –sólo los empecinados, aunque evidentemente en metáfora-. ¿Y un pez que parezca un pentágono…? Un tronco, una caña, un tallo…, todo es elíptico. ¿Por qué el huevo es ovalado? ¿Y el vientre…? Los ojos, ¿no podrían ser cuadrados…? ¿Y las orejas o el ombligo, por qué redondeados...? Dos gotas de agua.
Panales -inicial mente circulares, luego adoptan esas formas hexagonales- |
Observemos cómo las formas esféricas son comunes en la Naturaleza |
Si continuamos observando
veremos que todo lo cuadrado o simétrico lo hemos creado los hombres; esas
monumentales jaulas rectangulares donde moramos, un cajón, una cama, hasta la
primera rueda se hizo cuadrada, pero la razón nos enseño que debía ser redonda
si queríamos que girase.
Cuando algún atrevido ha
creado un edificio de formas esféricas o elípticas, no ha faltado tiempo para
tacharlo de loco y excéntrico; como si fuese locura intentar imitar al Creador
de todas las cosas. Es más sencillo secundar las amorfas ideas de los pragmáticos,
diseñando engendros geométricos lineales, análogos, que sólo esperan recibir
abundantes beneficios en detrimento del arte y el fuste de donde fuimos
creados.
Y es que el hombre se cree algunas veces el rey del Universo, por esas pequeñas conquistas que ha logrado a lo largo de los siglos
y olvida que pertenece a un humilde microcosmos, a un pequeñísimo hormiguero,
que en comparación con el universo es infinitamente más microscópico que
cualquier cosa imaginada. Un simple soplo inclemente de las alturas puede
acabar en segundos con nuestra vanidosa especie. Y en cambio somos tan egoístas
que nos comemos unos a otros por imponer nuestro seudo-poderío sin siquiera
reflexionar que todo es polvo y ceniza.
No advertimos que por mucho que pisoteemos la hierba, como
nuevos atilas, en la próxima primavera renacerá y con más fuerza. Esa es la
suerte que disfrutamos, si no, todo habría reventado ya como un nuevo caos.
Nota: Algunos datos extraídos de fuentes enciclopédicas.
Nota: Algunos datos extraídos de fuentes enciclopédicas.