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jueves, 2 de mayo de 2019

FIELATO Y PEONES CAMINEROS


CASILLAS DE LOS PEONES CAMINEROS Y EL FIELATO.


Hay que ver la cantidad de cosas que han desaparecido del paisaje de nuestro entorno a través de los años —suponemos que como en tantos otros lugares-.
El ferrocarril, con su caminos de hierro desde Murcia y sus pasos a nivel de las carreteras. Así mismo a la entrada de Cehegín, muy cerca del paso a nivel, se ubicaba la casilla de los “Peones Camineros” (aún está en pie), unos operarios que antiguamente se encargaban del mantenimiento en las carreteras y caminos, cuando por las carreteras, como indica su nombre, transitaban carretas.
Cehegín C-3314 Km2, Cehegín-Calasparra C-415 KM 57, Mula-Caravaca.


El reglamento del cuerpo se promulgó el año 1908, y es un ejemplo de aquellos tiempos sin apenas derechos laborales. Por ejemplo, leemos el artículo 21:
“Las obligaciones del peón caminero, como guarda y encargado de los trabajos de conservación de la carretera, son:
1.ª Permanecer en el camino todos los días del año, desde que salga el sol hasta que se ponga.
2.ª Recorrer todo su trozo para reconocer el estado del camino, de sus obras de fábrica, paseos y arbolados y de los repuestos de materiales. 
3.ª Prevenir los daños que ocasionan los transeúntes en el camino, advirtiéndoles lo dispuesto en las ordenanzas ó reglamentos de policía, y denunciar á los contraventores.
4.ª Ejecutar los trabajos de conservación que sus jefes le ordenen, bien sea por tarea ó en otra forma, sin más descanso que las horas señaladas para almuerzo, comida y merienda. 
Y de esta índole diversos artículos más... y ¡todos los días del año! (Casi parecía un régimen penitenciario más que laboral). 
En las carreteras comarcales todavía subsisten algunas casillas, donde dormían y guardaban las  herramientas, con su aviso kilométrico. Con razón toda la vida se ha conocido aquel paraje de Cantalobos como “la Casilla”.


En las entradas principales del pueblo también se situaban las casetas del Fielato, nombre popular que recibían estas garitas para recaudar los arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías, aunque su nombre oficial era el de “Estación Sanitaria”, ya que aparte de su función recaudatoria servían para ejercer un cierto control sanitario sobre los alimentos que entraban en las ciudades. Una casilla se ubicaba en el Cantón, junto a la carpintería de los Rosendos, frente a taller actual de Antonio el Veneno y la otra aproximadamente entre el antiguo taller de Juan Francisco Abril y el actual supermercado Mercadona. Así, el tráfico de cualquier mercancía adquirida en otras ciudades debía pasar por esta especie de aduana, donde quedaba registrada su procedencia legal, previo pago del correspondiente arbitrio. 

Este tipo de control estuvo en vigor sobre todo en los tiempos de los racionamientos hasta principios de los años sesenta del siglo XX. En la actualidad los fielatos han sido sustituidos por otros mecanismos con los que el Estado puede controlar la fiscalidad y la sanidad de los alimentos. 


 El término fielato procede del fiel o balanza que se usaba para el pesaje. Otro lugar para control de pesos y medidas del mercadillo semanal y de los comercios de la localidad, se situaba en el llamado “Cuartico de Repeso”, anexo al Cuerpo de Guardia de la Policía Municipal. Algunos guardias encargados de aquella misión fueron, Alfonso Padilla y Javier de Maya, entre otros.

Restos de una casita del fielato.
Igualmente que los Peones Camineros, la jornada del Fielato era de sol a sol. Aunque, como siempre la picaresca española procuraba transgredir estos centinelas por otros caminos, veredas o sendas donde se introducía de estraperlo la mercancía, eludiendo el pago correspondiente.  

NOTA: Algunos datos son extraídos de diversas publicaciones.
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