LOS CAÑOS DEL PARTIDOR
FUENTE DE LOS CAÑOS DEL PARTIDOR
Hay sitios ancestrales de Cehegín, dignos de mención, aunque se muestren como evocación para los pocos que los conocieron o para quienes lo saben por tradición oral. Nos referimos a los Caños del Partidor. Fueron ubicados en la calle Ginés de Paco, justamente donde inicia la calle Mataró.
Cerca de la popular Bodeguica donde también estuvo situada la ermitica de San José, propiedad de don Diego José de Góngora Espín en el siglo XVIII.
Hace más de sesenta años que desaparecieron estos famosos Caños, los últimos vestigios se mostraban en una tapia y un canal que lindaba por el huerto de Dª Virginia Martínez-Oliva.
Escalinata del jardín-huerto de Dª Virginia |
Ya no existe la verja ni el nostálgico huerto con tintes aristocráticos donde estaba entronizada una bella escalera decimonónica, ni aquel Partidor de aguas que servía como suministro y gozo a las gentes de Cehegín. Allí se reunía el vecindario con sus cántaros a llenarlos de agua. También abrevaban infinidad de animales que llegaban de las huertas al pueblo, incluidas las diligencias y las galeras y coches de caballos que arribaban a la villa. Pero no solo éstos apagaban su sed, también la gente solía refrescarse en los chorros de la fresca y cristalina agua de la acequia del Partidor: “Decretaron sus Mercedes que en atención a que el agua que trae la acequia del Partidor que es del heredamiento del Campo, que riega la maior parte desta huerta, y de donde se abasteze esta villa y sus vecinos para el gasto de beber por ser la acequia más limpia que ay, se thoma en la partida de la rinconada, término de Carauaca quasi entre términos y el azud donde se toma dicha agua del río está inmediato a hazienda y viñas de don Blas Capel, presbítero de dicha villa…” Acta Capitular de 1 de agosto de 1720. Archivo Municipal de Cehegín.
Hasta entonces, la localidad se nutría de aljibes, acequias y sobre todo del río Argos, donde también se lavaba la ropa y secaba al sol extendida entre los guijarros.
Mujeres lavando en el río. |
Las acequias han sido elemento esencial desde la época islámica. También es cierto, que, durante esta época, estaba penado el ensuciar el agua del río y las acequias, habida cuenta de los problemas que generaba la suciedad en las aguas, sobre todo en cuestiones de salud pública, por depender tanto del río Argos. Al fin y al cabo, el agua de las acequias principales provenía de este río.
La obra originalmente tenía previsto el arreglo del camino del Partidor de abajo y la formación del conducto para traer el agua, y aunque el camino se arregla relativamente pronto, la obra de los caños se inicia, por fin, en agosto del año 1754, construyendo 335 varas de pared (unos 280 metros) de mampostería de piedra y cal de 1,26 metros de grueso por la que se conducirían las aguas hasta un pilar de piedra fuerte con cuatro caños, junto al empedrado del camino y además la conducción de aguas para la población, y fueron inaugurados el 24 de agosto de 1759, en una gozosa y calurosa mañana, cuando aún ni siquiera existía el solar de las bodegas Carreño, ni pasaría por la imaginación de los cehegineros que, siglos después, todos aquellos solares serían ocupadas por muros de cemento divididos en viviendas parecidas a “pequeñas jaulas” y en el cruce cercano se instalaría un monumento en honor al alpargatero y la industria que fue eje fundamental de la economía local.
Foto años 60, ya desaparecida la pilastra con los caños. |
Según las actas capitulares municipales del año 1738, se decretó un auto de repartimientos entre Ayuntamiento y vecinos para la “obra del Partidor de abajo”, al objeto de gestionar el debido suministro en la encrucijada de caminos, uno para el convento de San Esteban extramuros y otro para los diferentes pueblos vecinos. Después de muchas disputas la obra fue adjudicada a un tal José Ballés de Lorca. Ostentaban las alcaldías Pedro Gregorio Álvarez Fajardo y Pedro de Paco Carreño.
Aquel hermoso abrevadero con sus cuatro restallantes caños transformaron Cehegín, imagínense, saciar las necesidades sin bajar al río o las acequias. Los cántaros iban y venían y las tinajas incrustadas en aquellos soberbios tinajeros forrados de azulejos de Manises, rebosaban de agua cristalina en las moradas cehegineras, el comercio crecía en los alrededores y las industrias de aguardientes y otras fábricas, además de los excedentes para riegos agrícolas. En suma, aquel evento supuso una especie de pequeña revolución industrial de Cehegín. Se dice una frase proverbial sobre la mujer ceheginera: “Son tan guapas porque beben agua del Partidor…”
Siendo alcalde de la villa don Blas Torrecilla Gómez, en Acta de 12 de enero de 1867, se acuerda el arreglo de 'la Fuente del Partidor o Caños del Partidor' , que suministraban agua potable a la villa, acordando que se embellezca y reforme, haciéndose una obra de sillería para la colocación de nuevos caños de bronce.
Los caños del Partidor supusieron un notable avance para las condiciones de abastecimiento de agua de la villa, y serían utilizados de forma principal para el suministro, hasta que en 1924, durante el mandato de don Antonio López Gómez, (a) Antonio Cola, que inició el proyecto de construcción de la red municipal de agua potable, una mejora fundamental en todos los aspectos para el desarrollo del pueblo, y sobre todo cuando el Ayuntamiento se adhiere a la Mancomunidad de los Canales del Taibilla en noviembre del año 1927, siendo alcalde de la localidad don Fidel González Olivares.
Los Caños del Partidor” han quedado en el recuerdo inmortalizados por viejas fotografías y pinturas que testimonian algo digno de evocar a las futuras generaciones y que supuso a los cehegineros del siglo XVIII un progreso en cuanto a higiene y servicio público se refiere.
Los Caños del Partidor” han quedado en el recuerdo inmortalizados por viejas fotografías y pinturas que testimonian algo digno de evocar a las futuras generaciones y que supuso a los cehegineros del siglo XVIII un progreso en cuanto a higiene y servicio público se refiere.
Cuesta del Partidor (antes de reformar los fatigosos poyos actuales) |
Bien merecería en su evocación, instalar una pilastra donde manaran unos chorros de agua, aunque fuese del Taibilla, que sirvieran de adorno y también para apagar la sed de los viandantes. ¿Porqué no…?
A. González Noguerol. Motolite
(Nota: Algunos datos y fotos recogidos en Archivo Municipal y otras publicaciones)