Hospital de la Real Piedad de Cehegín
(Hijas de la Caridad de San Vicente Paul)
Mas vale un ‘toma’ que dos ‘te daré.
(Miguel de Cervantes.)
Como prometí, seguimos conociendo un
poco más esa institución ejemplar que es el Hospital de la Real Piedad de Cehegín.
Regido por el Patronato de la Fundación, en cuyos estatutos se exige que los
patronos han de ser personas de la localidad de saludable moralidad además del
Alcalde, el párroco de la Magdalena y el Conde de Campillos -descendiente de los fundadores don Pedro Mª Chico de Guzman y su hijo Ramón (El Doncel de Cehegín), que generosamente donaron su casa-palacio para la instalación del hospital.
Testamento de D. Pedro María Conde de la Real Piedad.
"El nuevo Hospital comenzó a funcionar en
1890; su nombre incluye el título Nobiliario del Fundador, a quien se otorga
así un justo homenaje. Es mi voluntad se establezca a mi
fallecimiento en la casa de mi habitación, situada en la placeta del Sol de la
referida villa, un hospital de hombres y mujeres... en dicha casa se harán las
reparaciones y obras que fuesen convenientes, serán asistidos los enfermos por
cuatro Hermanas de la Caridad y los sirvientes necesarios y por un médico...
dirigirá al hospital y administrará sus rentas una Junta compuesta por un
Director-Jefe que será el sobrino del testador..., el Cura párroco, el alcalde
del pueblo de Cehegín... y cuatro vecinos de buena conciencia... esta Junta la
presidirá el Alcalde y el Hospital llevará el nombre de la Real Piedad."
Ya en los años 80 el hospital aumentó su capacidad al recibir el palacio anexo donado por el insigne sacerdote don Amancio Marín de Cuenca.
Alumnos años 40 con La Madre, Izq- |
Recuerdos azulinos de la niñez, encaminándonos: las niñas con sus cabás y los chicos balanceando las carteras hacia el colegio con nuestras preceptoras; la entrañable sor María, toda una vida dedicada a desvelar las primeras rayas a varias generaciones de niños, seguramente la maestra infantil más querida de este pueblo.
Niñas del Colegio en una fiesta del llamado "Rebañito", en la puerta del Hospital. |
La vivaz e inteligente Sor Rosa, la culta y tolerante Sor Vicenta o la “catalana” Sor María Eulalia con su “chasca” en ristre, además de muchas más Hermanas de la Caridad que a lo largo de los años se nos han difuminado.
Niños Colegio Monjas con sor Mª Eulalia |
Desde
aquella mansa plazuela del Mesoncico de nuestros amores, después de una dura
jornada, cuántas noches de frío son testigo de generosas salidas, aventando
raudas las blancas e inmaculadas cornetas (peculiar rebozo de las Hijas
de Luisa de Marillac), con destino a los últimos arrabales puntarroneros,
fieles a su vocación, en auxilio de algún necesitado de la providencial
penicilina u otros cuidados imprescindibles para la supervivencia. Eran
tiempos muy precarios y la Fundación recurría a cuanto saliese al paso para obtener
fondos.
De ahí aquellos famosos festivales taurinos que fueron nombrados en
toda España. Durante casi medio siglo la elite de la tauromaquia ha lidiado en
nuestro coso centenario; diestros como: Currito
de la Cruz, Parrita, Villalta, El Gallo, Bienvenida y Ortega, Aparicio o
los vivarachos Hermanos Corpas –que
toreaban al alimón- y tantos otros que hicieron el paseillo por nuestro coso taurino y que nunca dudaron en ofrecerse a torear
gratis en favor de aquel digno asilo. Finalizada la corrida, pasaban a visitar el
Hospital, donde eran agasajados con unos pañuelos de seda bordados
primorosamente con la inicial de cada diestro conjuntamente con las medallas de
la «Milagrosa», la recordada superiora se las prendía en el pecho por su
colaboración desinteresada. El Mesoncico, vibrante, les obsequiaba con profusos aplausos del pueblo que se aglomeraba para ver de cerca a sus ídolos.
Escudo de Cehegín, creado con serrín coloreado por Miguel Muñoz de Maya. |
En aquella recoleta plazuela del Mesoncico, años después, Pepín Liria pertrechado con un pequeño delantal, a guisa de muleta,
que le prestaban sus vecinas, brindaba sus primeros naturales de salón a "las reverendas" desde aquel improvisado coso de
la Barandica.
Antonio Zarco, solista barítono y un grupo de cantantes años 50. |
Dentro de tantas iniciativas para obtener ayudas a tan loable empresa humanitaria, se organizaban funciones de teatro, comedias, zarzuelas y conciertos por aficionados locales como una recordada actuación capitaneada por la polifacética maestra Paquita Soria, junto a la profesora Carmen de Montes, pianista, esposa del director de la banda de música municipal.
Las alegres monjitas, a las órdenes del admirado Dr. Bernal, también
ayudaron a traer al mundo a numerosos bebés en el antañón hospital y curaron
muchas heridas; mitigando pesares y desgracias y cuando llegaba el momento
infausto no dudaban en amortajar piadosamente al interfecto.
Fachada Hospital con escudo angular a las dos caras. |
En la actualidad esta laureada fundación humanitaria es respetada
por todo el mundo, por fortuna con otros medios económicos pero sin limitar la
importancia del amor para los más ancianos, ha ido relevando en sucesivas
etapas a la comunidad de religiosas dignamente capitaneadas por la superiora, acompañadas
de sus profesionales auxiliares y dirigidas por el Dr. Félix Nieto, conformando un gran
equipo terapéutico que con un cariño extraordinario alargan sus templadas y
cristianas manos a los más menesterosos.
Lamentablemente, hace unos pocos años, por decisión de la
superioridad, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, después demás de
un siglo sirviendo a los más necesitados, dejaron la Comunidad de religiosas de
Cehegín, aunque siempre quedará el poso de una labor encomiable y generosa,
perpetuada en los anales de la sociedad ceheginera.
Fuentes: Diversos archivos, tradición oral y fotos del autor y otros archivos