LA PEDANIA DE BURETE
(Burr-etum )
La antaño pedanía de Burete, situada a los pies de la sierra del mismo nombre, es un bucólico valle con riquísima floresta de oliveras, almendros y sobre todo pinares, donde se respira paz y sano aire de las sierras cercanas. Su topónimo de raíz ibérica tiene su lugar en la Historia local: Burr, que significa ‘montaña’ y Etum, enraizado en el latín de significado ‘abundante’: Burretum, que se derivó en el castellano "Burete". En otra época hubo ricos yacimientos de magnetita y de jaspes, y se dice que tiempos de los romanos existió una mina de oro. Su topónimo se refleja en la Historia con un viejo caserío del siglo XVII, reconvertido hoy en casa rural, y nos recuerda que el lugar fue poblado y explotado, en sus facetas agraria y mineral. En el año 1868, la entonces diputación de Burete, hoy pedanía, tenía censadas un total de 31 casas, que acogían a 120 almas empadronadas allí. Esta población incluye a hombres, mujeres y niños. Los residentes eran en su mayoría, colonos que trabajaban tierras en régimen de arrendamiento y cuyas casas de residencia eran también propiedad de los arrendadores. También había jornaleros que residían en régimen de alquiler.
Además, se ubicaban las casonas de Antonio Sandoval, el conde de Bazalote, José María de Béjar, Alonso de Góngora, Juan Oliva, Ramón Oliva, Francisco Melgares, Santos de Cuenca, Gregorio Piñero y tantos otros personajes de la élite económica local. En el año 1898 se asentaban en Burete 42 casas, en las que moraban 180 habitantes censados, así como una escuela rural. En los papeles de don Miguel Más, escribe sobre su ermita que: “… se acoge a la advocación de San José, favorecida por los fieles de su partido, tiene un capellán que celebra misa los días de precepto para los feligreses que, con sus limosnas, acuden al socorro de todo lo necesario para ella…”
En Antigüedades de la Villa de Cehegín, de Martín
Ambel y Bernad, escrito en torno a 1657, podemos leer: Contra la parte del
mediodía de la villa de Cehegín y algo más de una legua de distancia de ella,
hay dos montañuelas medianas, si bien la una es menor que la otra, en cuyo
medio forman entre las dos un apacible y hermoso valle, conocido por el nombre
de Val de Burete, todo el cual está compuesto y adornado (además de las muchas
casas y bodegas o lagares que en él hay) de una larga serie de peonadas
fértiles viñas, las cuales producen un fruto que, después de ser copioso vino,
es de tal valor, que el de Lucena ni el de Pedro Jiménez de Málaga no sé si le
igualan. Tiene muchos árboles de todos los provechos y muy grande número
de fanegas de tierra de labor, que todo se riega con las aguas de un cristalino
arroyo, el cual trae su principio y origen de cierta fuente que nace al pie de
una de las montañuelas dichas [...] Que la sierra, la fuente y el arroyo son
conocidos con la voz de sierra, fuente y arroyo de Burete. En otra parte
del texto nos vuelve a informar de Burete y de una supuesta mina de plata:
[...] al pie de una sierra mediana a quien llaman de Burete, algo más o
menos de 50 pasos apartada de una hermosa fuente [...] hay una mina de
acendrada plata, cuya experiencia y manifiesto se hizo por Fernando López Bonaque.
Cascada en una de las pozas del arroyo. |
Teniendo este texto nos queda claro que antes,
incluso, del siglo XVII, esta Sierra y su valle debían estar habitados, aunque
fuera por una escasísima población. En el año 1868, la entonces diputación de Burete, hoy
pedanía, tenía censadas un total de 31 casas, que acogían a 120 almas, o sea,
120 habitantes totales empadronados allí. Esta población incluye a hombres,
mujeres y niños. Los residentes eran en su mayoría, colonos que
trabajaban tierras en régimen de arrendamiento y cuyas casas de residencia eran
también propiedad de los arrendadores. También había una gran proporción de
jornaleros que residían en régimen de alquiler normalmente. Entre todas esas
casas estaban las de don Antonio Sandoval, el conde de Bazalote, don José María
de Béjar, don Alonso de Góngora, don Juan Oliva, don Ramón Oliva, don Francisco
Melgares, don Santos de Cuenca, don Gregorio Piñero, y otros tantos personajes de la élite económica
local.
En el año
1898 había en Burete 42 casas, en las que había 180 habitantes censados. En los
papeles de don Miguel Más, escribe sobre la ermita que: … se acoge a la
advocación de San José, favorecida por los fieles de su partido, tiene un
capellán que celebra misa los días de precepto para los feligreses que, con sus
limosnas, acuden al socorro de todo lo necesario para ella… Antiguamente cada 19 de marzo, día de san José, se celebraba la fiesta del santo patrón, con una eucaristía y posterior procesión con la imagen por los caseríos y finalmente un convite con baile, donde solía acudir alguna rondalla de pulso y púa, como la de Ginés el Ciego. La ermita fue restaurada hace unos años a expensas de Joaquín Parreño Navarro, para que se mantenga el culto. Aunque en la actualidad, y debido a los pocos habitantes, parece que no se siguen estas tradiciones.
Ermita dedicada al patronazgo de San José |
Desde luego, Burete siempre ha constituido un lugar de paso, ya que, adentrándonos en el valle, siguiendo su actual carretera, podemos llegar a La Paca, para enlazar con la carretera de Lorca-Caravaca, que fue el camino natural para venir a Cehegín, por esta zona llegamos a pintorescos parajes como "La Peñica del Viento", bello topónimo que hace alusión a los indómitos vientos que azotan en ciertas épocas.
Casa de la Gloria |
Por aquellos lugares escondidos entre los bosques, desde la carretera nos topamos con una bella escalinata pétrea que nos conduce hasta la "Casa de la Gloria", de estilo modernista, de una belleza sorprendente que fue propiedad de las conocidas "Boticarias", Srtas. Ortega Lorencio, con unos parajes de pinares arrolladores, cerca de la fuente de la Hoya de don Gil (el ceheginero la conoce como “Aholla’on gil”), donde en otros tiempos gozaban los cehegineros de las típicas ‘giras’ familiares, con sus correspondientes viandas en el ‘Domingo de Resurrección’.
A veces afloran de los rincones del olvido, aquellas largas tardes de estío, al socaire de los amigos, que en sus casas de campo veraneaban y nos ofrecían una merienda aderezada con guitarras, canto y vino a la luz de los maravillosos atardeceres de la sierra de Quípar, donde el sauce llorón entonaba su particular melopea.
Pero Burete, pese a
ser pedanía de Cehegín, ha quedado un tanto relegado en materia de
infraestructuras, situación que ayuda a mantener este pintoresco paisaje, que
hoy día queda para el agro y el puro disfrute de senderistas y vecinos. en sus cumbres destacan las canteras de mármol rojo y gris,
famosas por todo el mundo; la cuesta del
Reventón (en otro artículo de este blog, relato la historia que
aconteció, de Juan de Gea “el Corredor” contra los moros que cruzaban esta zona
con cautivos cristianos: Por el valle de Burete / un pastor deja el rebaño /
por el río Quípar cruza / por el Quípar ya ha cruzado; por las calles de
Cehegín / altas voces llegan dando: / “¡Alarma, Alarma, vecinos; / alarma,
alarma cristianos!, / que por el Campo de Coy ya están los moros entrando…»).
Fuentes diversas: Tradición oral, Alcázar Pastor, Archivo Municipal y otros historiadores. Fotos: Ricardo López.