NOSTALGIAS
Nostalgias de escuchar tu risa loca... (Tango)
Sostienes, con cierta displicencia, que no es conveniente vivir de recuerdos, que hay que olvidar la gran aventura de lo acontecido, que hemos de afrontar el presente y sobre todo otear el por venir, y mordazmente aludes a Ionesco cuando dogmatiza, ante lo absurdo de la existencia, que: “… el pasado mata, ahoga, aísla, ciega…” Pero también admitirás que la vida sería una eterna peregrinación por parajes perdidos sin el tormento de la añoranza. Como asevera Emmanuel Geibel: - “¿Debemos acaso afligirnos porque una hermosa felicidad huyó rápidamente?”– Un breve encuentro y un largo recuerdo hacen el alma rica y libre, aunque asome la nostalgia por las rendijas de nuestras buhardillas…
Viejos recuerdos |
Guateque años 60 |
¿Te acuerdas…? Aquella juventud jovial y airosa, con las mejores galanuras,
paseando por los verdes paseos domingueros, oteando el fugitivo rompeolas de
los puentes ceheginenses que se miraban, a la sazón, en los azules espejos de
los ‘babilónicos’ Argos y Quípar... Por el arroyuelo que descendía de La
Pollera, el agua, cabrilleante, tarareaba bucólicas estrofas chisporroteando
los ribazos adonde las revoltosas muchachas en flor, a la sombra de los
encandilados mancebos, refrescaban sus mejillas sazonadas por los soles
desnudos. En esas alamedas se aventaban los sueños adolescentes al son de la
dulce balada que el soplo primaveral canturreaba a través de los ramajes
centenarios del Camino de la Estación. El ‘caballo de hierro’ frenaba lastimoso
en su arribada, atufando con sus bufidos los prados de esmeralda, que cubrían con
un manto de ubérrimos ababoles, borrachos del licor de la rociada, mostrándose
espléndidos para la merienda de un famélico rebaño que codicioso mostraba su
alegría con el filarmónico sonsonete de los cencerros. Eran cadencias de la
placentera mocedad.
Marmallejo nocturno |
¡Desearía ser un Ícaro para contemplarte en lo alto y descender con el tibio sol de la tarde hasta abrazarte!, y a la manera de Serrat poder cantar: “... Quién fuese abrigo para andar contigo…” Insistes tenaz, con la cínica influencia de los prosaicos: “…no es recomendable la nostalgia…” ¿Y cómo podemos subsistir así, sin la utopía de la ‘búsqueda del tiempo perdido’…? ¿No comprendes, que en este atardecer de ausencias nos hemos hecho mayores soñando con inefables castillos aunque sean fuegos de artificio? Igual que Ulises, navegamos por mares extraviados contemplando las aves que nos señalan la ruta fiable porque se han averiado los sextantes y hemos estado a punto de zozobrar en brazos del ‘enemigo’. Pero no debemos ‘regomeyar’, ni inquietarnos, aunque se acerquen crepúsculos, volverán, con las ‘oscuras golondrinas’, otros pletóricos amaneceres. Vivimos en los corazones que dejamos tras nosotros y eso no es morir.
Me estrujas acusándome de romántico, –y acaso de cursi, intuyo-, pues has de saber que, como un siervo de la gleba, siempre permaneceré a tu lado.
Panorama de Cehegín |
Debes excusarme Cehegín amado, pero, ¿Cómo no sentir nostalgia de ti, de tu ubérrimo paisaje, de tus proverbiales paradojas, de tu altivez decadente y tu pusilánime modestia?... Qué le vamos a hacer si nací a la sombra del ‘Parador’, bajo el halda del Mesoncico. Sin duda, es la pertinaz saudade que abrasa intensamente…