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lunes, 24 de octubre de 2022

El mito de don Juan Tenorio.

 EL MITO DE DON JUAN TENORIO. 

Clamé al cielo, y no me oyó. / Mas, si sus puertas me cierra, / de mis pasos en la Tierra  / responda el cielo, no yo... 

(don Juan Tenorio -Zorrilla-)


¿Quién no ha oído hablar alguna vez sobre el mito del arrojado y disoluto don Juan Tenorio?... Nos acercamos al 'Mes de los Santos' y es proverbial la representación en los teatros de este drama de José Zorrilla, por su alusión a los difuntos en la escena del cementerio. Todo el mundo sabe también que el seductor pretende conquistar a la agraciada novicia doña Inés de Ulloa. Los otros dos personajes secundarios tienen motivos para querer vengarse del perverso Tenorio: don Luis Mejía, porque don Juan ha seducido a su prometida doña Ana de Pantoja; y el padre de la joven Inés, don Gonzalo, porque Tenorio es el presunto violador de su hija. Además, se distinguen otros personajes: el fiel criado Ciutti; la artera alcahueta Brígida y Buttarelli el tabernero de la Hostería del Laurel de Sevilla, entre una numerosa nómina de comediantes.


No es raro escuchar susurros entre el público repitiendo los versos del inmortal don Juan, al tiempo que los actores. Como dijo una vez un amigo: Solo me sé de memoria el Padrenuestro y el Tenorio. Y es que esta exuberante obra teatral, es tan universal y posee tal fascinación que desde su estreno en 1844 en el Teatro de la Cruz de Madrid, ha sido representada por todo el mundo y puede compararse a cualquiera otra del genial Shakespeare. Grandes actores adquirieron fama por el codiciado papel: Julián Romea, Emilio Thuiller, (actor vinculado al teatro de Caravaca); o Enrique Borrás, otro grande de la escena; el clásico Ricardo Calvo; o Guillermo Marín con más 5.000 actuaciones a sus espaldas…, incluso nuestro paisano Francisco Rabal fue también un digno Tenorio. No es menos apetecido el papel de doña Inés, desde María Guerrero hasta Concha Velasco, encarnando a la dulce Inés de Ulloa que transforma el corazón de don Juan y finalmente consigue su arrepentimiento.

De siempre esta obra ha sido objeto de parodias y anécdotas y podemos aseverar que ha ocurrido de todo en escena: en cierta ocasión un descontento don Luis Mejía, después de oír los éxitos de don Juan —¡72 mujeres seducidas en un año!— improvisó los siguientes versos: Para terminar las listas de estas locas aventuras, ahí va, si me apuras, ¡la prueba de mis conquistas! … y en ese punto, 14 o 15 niños irrumpieron en el escenario gritando: ¡Papá, papá...!.... También el lance en que don Juan mata al Comendador ha incluido alguna anécdota: al disparar le falló la pistola a don Juan y enfurecido dijo: “¡Muérete…!, ¡...de vergüenza!”, el Comendador, complaciente se tiró al suelo. Y en otra ocasión se produjo un fallo similar, y don Juan dio un puntapié al Comendador, quien se desplomó exclamando: ¡Ah!, ¡Tenia la punta de bota envenenada!. Y es que el público disfruta siempre con estas divertidas “morcillas”.

Asimismo en nuestros teatros de Cehegín se ha representado el Tenorio, e incluso una solazada caricatura titulada 'don Juan Tenorio Tocólogo', publicada en los años veinte, en una editorial de Madrid, y representada recientemente por el Grupo de Teatro “El Molino”, que narra una historia que ocurrió en Cehegín. (Por cierto, que en estos días se repone en Cehegín esta fábula del Tenorio por el Grupo mencionado). En ella aparecía don Miguel Más, nuevo médico recién llegado al pueblo y un grupo de jóvenes socios del casino local. Todas las tardes se reunían tertulias en aquella sociedad donde estos personajes ociosos discutían de todo lo nacido, deseosos de cambiar un poco los aletargados días donde nada reseñable ocurría.


Así se gestó la representación del Tenorio, personaje encarnado por don Miguel. Numerosos avatares precedieron al estreno de la obra, desde una paciente del doctor Mas, a punto de dar a luz, hasta contratar unas féminas de la capital del Segura para los papeles femeninos, ante la negativa de las jóvenes de la localidad que consideraban la representación moralmente escandalosa. Se comentaba por Cehegín, al ver el grupo de chicas recién llegadas en el tren de Murcia.-¡Qué poca vergüenza la de estos señoritos, traerse una fulanas aquí!- Y por fin se debutó, y la representación transcurrió con normalidad, hasta que llegó la célebre escena del sofá. Frasquito “el afilador”, marido de la parturienta, asomó entre bambalinas apremiando al médico por señas que su mujer estaba de parto…, el tocólogo, don Juan, nervioso por la insistencia del Afilaor, que le amenazaba con una faca, atribulado, cambió el texto exclamando: No es verdad ángel de amor que esta apartada orilla va a romperme una costilla Frasquito el Afilaor- Es evidente que la carcajada fue general. En otra recordada representación de actores aficionados cehegineros, en la escena del convento cuando Inés cae desmayada en brazos de don Juan y ambos salen fingiendo un incendio, lo que realmente sucedió es que fue 'raptada de verdad' en un coche de punto hasta los baños de Mula; el público impaciente, formó tal pataleta hasta que hubo de suspenderse la función. ¿Qué no se habrá escrito de este ilustre fanfarrón, irreverente, chulo, y desenfrenado personaje que jamás existió…?  ¿O acaso si vivió …?

Escena del sofá.

Las primeras referencias históricas de don Juan hablan que el omnipotente conde-duque de Olivares y su confidente el protonotario de Aragón, Jerónimo de Villanueva, incitaron a Felipe IV, "el rey planeta", a una visita secreta a un convento madrileño para obtener los favores de una hermosa novicia llamada Margarita de la Cruz. El protonotario, cuya casa lindaba con aquel convento en la calle de la Madera, abrió un agujero en la pared colindante por el cual podría pasar el Rey a la alcoba de la joven novicia. Una noche, envueltos en sus oscuras capas los tres conjurados penetraron en el convento. Pero se vieron frustrados por la astuta priora que, advertida de los deshonestos planes, colocó a una monja en un improvisado lecho mortuorio rodeada de velas y con las manos cerradas sobre un crucifijo. Aterrorizados, los perversos notables salieron aprisa del convento. Les había jugado mala pasada el destino… ¡y la superiora! Aunque se asegura que el monarca Felipe IV, cuando se enteró de la broma, volvió al convento y ganó por fin la voluntad de la novicia. 
Otra versión cuenta que el primer don Juan, al que dio vida Tirso de Molina en su drama El burlador de Sevilla y convidado de piedra, se escondía el cortesano conde de Villamediana, don Juan de Tassis, supuesto conquistador y amante de la reina Isabel de Borbón, que se paseó por el coso de la plaza Mayor de Madrid, llevando una cinta en el sombrero con el siguiente texto: Son mis amores reales. Lo cual afrentó de tal manera al esposo de Isabel, don Felipe IV, que días después el conde pereció misteriosamente.

Filósofos y escritores como Gregorio Marañón veían a don Juan como un muchacho inmaduro: El hombre verdadero, en cuanto es un hombre maduro, deja de ser don Juan. Ramón Pérez de Ayala encuentra en don Juan al hombre universal: por el carácter, en cuanto representa algo substancial al sexo masculino, y que se halla más o menos desarrollado, acaso latente, tal vez activo, en todos los hombres. Además, es don Juan un cosmopolita. Y lo que ningún crítico duda es que, pese a sus defectos, don Juan es español hasta la médula. don Juan tiene un carácter que todos los españoles llevamos dentro… afirmaba también el gran actor Guillermo Marín.

 ¿Y por qué ese magnetismo que emana del descreído Tenorio? En cierta ocasión el gran filósofo Ortega y Gasset dijo al respecto: con pocas excepciones, los hombres pueden dividirse en tres clases: los que creen ser donjuanes; los que creen haberlo sido, y los que creen haberlo podido ser, pero no quisieron…

Antonio González Noguerol (Motolite) 

Fuentes: Diversos archivos, fotos y tradición oral


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