EL LENGUAJE 'MODERNO'
“Sólo nos damos cuenta del valor del
idioma cuando tenemos que poner un telegrama.”
Evaristo Acevedo. –Humorista-
Real Academia Española de la Lengua |
Hace tiempo que venimos observando numerosas peculiaridades que van incorporándose, sin pausa, pero sin prisa a nuestro acervo cotidiano. Es sabido, aunque a los madrileños les moleste, que donde peor se habla el castellano es en la capital de España. Podríamos poner numerosos ejemplos gráficos: «La regalé un perfume muy bueno» en vez de «Le regalé… etc.» -el 'laísmo'-, o «De Madriz al cielo» sustituyendo la consonante final “d” por “z”, y así numerosos giros del rico lenguaje cervantino. No sólo localismos procedentes del variado paisaje ibérico, sino también de otros lugares muchos más lejanos, como el vocablo de moda "fake news" (porqué no decir falsa noticia o Bulo). Lo realmente preocupante, es la agresión que sufre hoy nuestra ancestral lengua, además del turismo y la inmigración que suelen deteriorarla notablemente, los medios de comunicación debieran ser el garante de la pureza lingüística. Ni mucho menos pedimos cerrar las fronteras filológicas en un mundo globalizado cada día más, serían medidas absurdas, pero sí, exigir a los profesionales de la comunicación que cuidaran con esmero sus expresiones oratorias. Nuestra TVE, —por no nombrar a las otras que son vergüenza ajena— es un ejemplo palmario del mal hablar. Populares locutores profesionales, parlantes orates, desde sus púlpitos mediáticos, maltratan a diario la hidalga lengua castellana, ilustres tertulianos flagelan sin piedad los cimientos del lenguaje que tanto ha costado enriquecer a escritores y artistas.
Hoy
la sociedad de consumo exige contundencia en sus mensajes, aunque hieran sin
piedad el intelecto. Sufrimos ―o gozamos, según quien― un constante bombardeo
publicitario incitando al más desaforado consumismo. Los anuncios subliminales
se adueñan de nuestra vida y así podemos percibir mensajes exacerbados.
Hace
unos días escuchaba por radio el anuncio de unas radiografías digitales que ofrecían
algo así: Obtenga unas “magníficas” mamografías.... y bla, bla... Pues qué bien, pensé. Menos mal que serán magníficas, sobre todo si dan
positivo. ¡Qué bárbaro!
Y otro que aseguraba que: ...le damos la oportunidad de ganar miles de euros, si realiza estos cursos que son los “mejores del mercado” .... como si ofertaran melones. Y es que vivimos en eso, en un vastísimo mercado donde todo se compra y se vende al mejor postor, naturalmente pujador de dinero.
Habría que recordar aquellos hermosos versos de Ataualpa Yupanki cantados por Alberto Cortez: Solamente lo barato se compra con el dinero… Pero sigamos con el tema que nos ocupa: el castigado lenguaje castellano. Es tanta la influencia anglófila en nuestra cultura que como todos sabemos se ha puesto de moda un impresentable seudodialecto conocido como spanglish. Un ejemplo palmario son estas fotos de la señal de tráfico, 'Stop', que demuestra lo dicho: en nuestra querida España es así, y en cambio en los pueblos hispanohablantes de América usan la otra 'Pare' y también 'Alto' .
Una especie de lengua descafeinada y edulcorada con lamentables vocablos que sonrojarían al mismísimo Quevedo, y mira que sería difícil abochornar al cáustico de don Francisco. Y así hablamos en esta sociedad macroeconómica, macarrónica, afligida, hipotecada y paupérrima, totalmente influenciada por un cóctel de palabrejas angloamericanas.