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miércoles, 11 de enero de 2023

BARBERÍAS DE CEHEGIN

Los barberos y sus barberías.

El Barbero es la persona cuya ocupación es afeitar, cortar y acondicionar el  cabello. Su lugar de trabajo se le conoce como "Barbería", que era además lugar de interacción social y 'discurso público', donde los ciudadanos debatían sobre temas de actualidad mientras aguardaban el turno para el servicio. 
Según el Catastro de Ensenada del año 1.755, auténtica joya histórica, en aquel año, practicaban en Cehegín el oficio de barbero ocho profesionales.


En la actualidad se les llama peluquerías —dicen que suena más fino— pero, de toda la vida se les conocía como barberíasEstos establecimientos proliferaban tanto como las tabernas, hemos de tener en cuenta que eran sólo para hombres y evidentemente el trabajo más corriente consistía en el afeitado de barbas, (de ahí el título de barbería), aunque se realizaban algunos servicios más, como: arreglo de patillas y cogote, flequillo, recorte de pelo y el denominado servicio completo, o sea todo lo dicho pero en una sesión. Así mismo, en tiempos pasados, ejercían desde la cirugía artesanal, pasando por sacamuelas, curanderos, oculistas de colirios para los ojos, incluso quitar el frenillo al 'preciado tesoro' de los niños. Además solían vender champús, tintes, pomadas y demás artículos para embellecer el cabello. 


Algunos clientes se rasuraban lunes, jueves y sábados, mientras que otros, en días alternativos, teniendo en cuenta que se trabajaba incluso los domingos debido a la celebración del mercado semanal por la calle Mayor. En Cehegín, suponemos que como en todas las villas, las barberías eran centros de reunión donde además de arreglar el pelo, solían 'tomárselo' a algunos, produciéndose divertidísimas anécdotas.


Numerosas barberías jalonaban la zona: en la plaza del Castillo, se ubicaban las del 'Lavao', y 'El Manías', dos de los más tradicionales barberos; junto al callejón de doña Gabina, se situaba la barbería del 'Maestro Churrascas', ayudado por su sobrino Rosendo Berengüi, -por cierto, entrañable amigo nuestro-; más abajo en la calle Gral. Carreño, frente al horno del 'Zupos' estaba la barbería Samper; y más abajo en la calle de la Unión ofrecía sus servicios Ángel ‘el Avellanero’; ya entrando al Mesoncico, la de José Mª Arévalo; y justo debajo de la placeta de la Barandica, al inicio de la calle Pedro Mª Chico, se encontraba la de Federico García-Ripoll, una de las barberías más antiguas de Cehegín. En la cuesta Moreno, había otra, regentada por los hermanos Espín, Rafael y Juan, apodados 'los Pollos', junto a la casa de Valentina Carrasco.

Y regresamos de nuevo arriba, a la calle López Chicheri, el tan nombrado Juan Pedro, inventor de un mágico colirio ocular, además de curandero y notable rapabarbas; Pepe el Bulí, y el otro entrañable fígaro, Ginés López. Todos ellos, gozaban de gran popularidad entre su extensa clientela que protagonizaba las más peregrinas historietas. Y es que, además de peluquerías de caballeros, como hemos referido antes, eran auténticos y disparatados cenáculos. En estos locales se sucedieron infinidad de episodios, desde la fundación, en la barbería del Churrascas, de una cofradía de Semana Santa, los 'azules' de la Virgen del Primer Dolor, hasta organizar un equipo de futbol titulado 'Peña Bulí' F.C. 


Allí se entonaban tangos y rancheras, tan a la moda entonces y se hablaba de política cuando estaba terminantemente prohibido, se debatía sobre lo divino y lo humano, se sabía si algún ciudadano portaba cuernos o si se habían llevado alguna zagala al huerto, y se gastaban hilarantes bromas que luego causaban el regocijo de la gente. Por ejemplo, al carecer el local de aseos, el barbero se acercaba a su casa a usar el váter: Mientras, sentaron un pollinico en el sillón con el paño blanco por encima, simulando ser un cliente, en esas llegó un señor mayor algo miope y preguntó al borrico: -"¿Me toca después de usted...?"- En otra ocasión metieron en la barbería una Isetta, un mini automóvil de los años 60 apodado “Huevo”, 'primo hermano' del afamado "Biscuter", o aquella celebrada anécdota de un parroquiano que se quedó dormido plácidamente en el sillón y mientras el barbero pagaba una letra
al cobrador Deogracias, otro cliente cogió la maquinilla y practicó al durmiente varios trasquilones, con la única opción que pelarlo al cero, mientras seguía dormitando. Otro recordado barbero fue el Maestro Ezequiel García-Ripoll en la C/ Ginés de Paco, (frente a la casa de Amancio ‘el Sargento’). Finalmente hay que mencionar otros barberos que recordamos: Por el barrio de la plaza de Toros: ‘el Sindicato’ y ‘los Remolinos’.

El barbero Remolinos
 Ginés 'el Cojo' que oficiaba en la Plaza Vieja y años después se estableció frente al instituto de Cehegín; En la Verja se situaba la barbería de José Mª Salazar, que luego regentó su ayudante Pepe Ortega. En la calle del Convento afeitaban a los del Barrio, José Mª 'el Ventanas', Antonio 'el Cubilo'. 



Por cierto hemos leído en la revista "Guía del peluquero y barbero", publicada en Madrid entre los años 1874 al 1877, el siguiente texto: "Hemos oído hacer grandes elogios de los conocimientos que en nuestro arte, y muy especialmente en la preparación del cabello, posee nuestro compañero don Martín García Ripoll, residente en Cehegín, pueblo de Murcia. (...), visto lo mucho que sabe hacer este peluquero, aseguramos que llega a la altura de los grandes profesionales de peluquería de ciudades importantes..." (Intuimos que posiblemente este Martin, debió ser el padre de citado maestro Ezequiel).


También recordaban nuestros progenitores, la figura de la primera "barbera y sacamuelas" de Cehegín, conocida como "La Maestra Gañana", a la que adjudicaban un exabrupto muy popular, cuando alguien soltaba alguna necedad, dice: "
y el pijo once, como decía la maestra Gañana." -He de subrayar que a las mujeres peluqueras se les llamaban "peinadoras".- 


Seguramente se nos habrá pasado alguno, por lo que no estaría de más que algún amable lector nos lo recordara, mientras evocamos aquellos dulzones perfumes del Lucky o Varón Dandy con los que estos entrañables fígaros refrescaban la cara y el cogote de nuestros progenitores.

 Fuentes: Tradición oral. fotos de publicaciones. (Agradecido a mi amigo Esteban Berengüi por su información acerca de Martín Gcia. Ripoll)

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