SLOW TRAVEL (VIAJAR TRANQUILO)
“Y después me dijo un arriero, que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar…”
(José Alfredo Jiménez)
Hace
unos meses escribía en otro artículo sobre esos vocablos de moda en Occidente:
Slow Down (Cultura de
Pues bien, estos días que muchos “afortunados” regresan de las ansiadas vacaciones, me viene la reflexión sobre la cultura del viaje. Pero no la forma actual de 'turismo de masas', lo que conocemos hoy como transitar por esos mundos de Dios: Ir a cualquier lugar lo más rápido posible —es bien sabido algunas conversaciones de barra de bar, sobre quién tarda menos minutos en desplazarse a cualquier destino—. Todos los adelantos, como todo en la vida, aportan pros y contras: las autovías impiden gozar de las maravillas del campo y de la visión cercana de las villas del trayecto, y sin duda, seguridad y rapidez.
Esa es la razón por la que el desplazamiento lento puede ganar terreno. El viaje pausado busca disfrutar del espacio (transitar en trenes antiguos o barcaza o bicicleta o a pie); tomar nuestro tiempo para sumergirnos sobre la cultura local; momentos para desconectar y relajarnos; y ante todo gozar de las cosas pequeñas. ¿No se han emocionado cuando aparece emergiendo sobre el horizonte de una carretera secundaria un pueblecito encantador con su torre y su peculiar silueta? ¿A que han sentido ganas de salirse del trayecto y lanzarse a la aventura del conocimiento del lugar? Hay que tomárselo con calma. No hay prisa. Les puedo asegurar que es de lo más gratificante.
Visitar
París y no apresurarse hacia los Campos Elíseos o a ver de cerca
El movimiento Viajar Tranquilo (Slow Travel) prefiere las ciudades pequeñas y los pueblos a las grandes urbes. Elige los alojamientos rurales y que el viaje discurra sin abusar de las autopistas. Parando de vez en cuando para conocer por dónde vamos, y cómo va cambiando el paisaje campestre y humano mientras viajamos. En concreto un pueblo como este de la foto CEHEGÍN.
Pero, por lo visto, parece que la obligación de la proyectada aventura nos condiciona y debemos seguir la ruta mas corta para llegar a tiempo al destino prefijado por las agencias de viajes. Es obvio que no vivimos en un mundo ideal y a menudo tenemos que viajar más rápido de lo que quisiéramos. Pero al menos deberíamos intentar, siempre que sea posible, un modo de viaje más sosegado. Nos proporcionaría placer, mejores recuerdos y mayor sostenibilidad. No movemos a diario muy cerca de lugares maravillosos y, paradójicamente, recorremos medio mundo para bañarnos en playas iguales que las de nuestro entorno. Recordemos que el “Viajar Tranquilo” es conocer bien un lugar en muchos días, en vez de conocer muchos sitios superficialmente. Despacico y con buena letra es como mejor llegará a esta nueva —aunque no tan novedosa— forma de entender el tiempo de ocio.