Santa Maravillas de Jesús.
Desde niña
su inclinación a la virtud humanística fue muy notable. En su juventud, debido
a su posición, alternaba con la alta sociedad, conociendo el mundo para
comprender que no podría satisfacer su corazón. Además de sus estudios privados
de lenguas y cultura general, dedicada su vida piadosa a las obras de
beneficencia y caridad, ayudando a pobres y a marginados. Leía asiduamente las
obras de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz y así decidió consagrarse
a Dios en el monasterio de Carmelitas Descalzas de El Escorial (Madrid). Allí
recibió el nombre que le encaminaría a la santidad “Maravillas de Jesús”. Amaba
también intensamente a la Santísima Virgen, y así escribió: “Uno de los motivos
que me inclinaron al Carmelo fue el ser por excelencia la Orden de la Virgen”. Desde
el Escorial siente la llamada del Altísimo pidiéndole que funde un Carmelo en
el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, donde se halla el
monumento al Sagrado Corazón de Jesús, por lo que junto a otras tres monjas se
instalan en Getafe para desde allí proyectar el futuro Monasterio. Al que
siguieron otras nueve fundaciones de Carmelitas Descalzas en España y una en la
India.
Una santa ceheginera, hija de Luis
Pidal y Cristina Chico de Guzmán marqueses de Pidal o del Carrascalejo. Nació
en Madrid, pero vinculada a Cehegín desde la infancia. Le impusieron este
nombre por Nuestra Señora de las Maravillas. Por todo ello, y aprovechando los fastos en
honor a los 300 años de la venida de nuestra patrona, deberíamos reivindicar
esta figura de la iglesia, santa Maravillas de Jesús.
En palabras de Alfonso Gil: “Santa Maravillas fue alegre, andariega, emprendedora, culta, comprometida… ella ocupará pronto una de las hornacinas de nuestros templos para recordarnos que el camino terrenal sólo tiene dirección hacia el cielo.”
Aunque hoy, lo único
que ha merecido en nuestra tierra es su humilde efigie orando ante el Cristo
del Carrascalejo y un sencillo oratorio a la entrada de la vecina ciudad de
Bullas, mientras en este Cehegín de las Maravillas, apenas la conocemos.
Canonizada por la Iglesia católica en
2003, es considerada una de las grandes místicas del siglo XX. El 11 de
diciembre de 1974 murió santamente en el Carmelo de La Aldehuela (Madrid), el
penúltimo de los fundados por ella, donde se venera su cuerpo. Su lema de vida no puede ser más claro y teocéntrico: “Lo que Dios
quiera, como Dios quiera y cuando Dios quiera”.