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viernes, 9 de octubre de 2015

SONRÍA POR FAVOR.

SONRÍA POR FAVOR.

"Ni quiero tus risas, ni quiero tus llantos...,     Pues todo son risas, pues todo son llantos..."


La risa es el delicioso vino para el alma, el elixir mágico que nos hace ser mejores personas. La Tragedia y la Comedia marchan enlazadas por la vida, acompañándonos por todo el sendero.

Haciendo el payaso.
Una vez que sabemos reír, podemos vivir; la risa es la graciosísima declaración de amor que ha confesado el ser humano de que la existencia vale la pena vivirla; el hombre siempre guarda la esperanza de obtener cosas mejores y las busca resueltamente. Para lograrlas ha de cambiar su rumbo de vida; por eso se produce la risa; para pitorrearse de cómo son las cosas, para derrumbar, como si de un castillo de naipes se tratase, todos los convencionalismos despejando el espacio para ser sustituidos por otras opciones superiores. 
La gente amargada tiende a ser, además de pesimista, perversa, envidiosa de la felicidad ajena. Son incapaces de reírse, incluso  de sí mismos; no sabrían gastar una inocentada ni a su propio cónyuge. Son miserables, porque no hay mayor riqueza que tener sentido del humor y ejercerlo. Y además si son irascibles generan energías negativas que bloquean los canales causando perdida de apetito, cabreos, taquicardias, estreñimientos y otras irregularidades. Para ser más concretos: especímenes con cara de garrote. Tipejos que si no tienen más remedio que contestar al saludo, te ofrecen un feble ‘gruuññg’ por respuesta. Les agobia la prisa; no aguantan a nadie; ¿acaso les duelen las muelas? ¿O es que se les escapa el tren...? Son incapaces de aguardar pacientemente, con humor, cualquier retraso, cualquier interrupción...

Gesto huraño.
¿Saben la definición de la diezmillonésima parte de un segundo?: Es el tiempo que transcurre desde que se pone verde el semáforo hasta que suena la bocina del coche que nos sigue...
Para semejantes mortales existe un remedio. Le llaman risoterapia: cura la depresión y demás enfermedades sicosomáticas por medio de los cambios emocionales. Es una especie de choteo científico. Reír mucho pero en serio. Esta clase de risa produce una  sana fatiga que hace eliminar desde la mala leche hasta el insomnio. 
Ginés El Lorquino, hombre atormentado y desganado por naturaleza le reprochaba a Pedro El Risicos su permanente gesto risueño: ¡Coño..., Perico, ¿no sé de qué pijo te ríes tanto...?, le espetaba –  ¡Joer Lorquino!, ¿De qué va a ser?, ¡Que eres más triste que un entierro de tercera...!

Ancianos carcajeando.
Parece que los años hacen que la gente pierda las ganas de reír: según algunas estadísticas, un niño de 5 años llega a sonreír unas 400 veces al día, el adulto sólo de 15 a 100 veces según el optimismo de cada cual. Algo penoso si supiéramos que una buena carcajada es capaz de relajarnos más que un sedante.
Sabían ustedes que en el año 1930 la gente reía 19 minutos al día y en 1980 sólo reía 6 minutos... y ya, diez años más tarde en 1990, lo reducía a tan solo 3 tristes minutitos...
¿Qué le ocurre a la Humanidad?... ¿es que se nos han acabado las pilas?... ¡Con lo fácil que es reír!.. Y lo complicado que es llorar. Y si no, hagan la prueba: pónganse delante del espejo y traten de realizar ambas cosas; ¿a que es mucho más enojoso llorar?... Con una simple carcajada a mandíbula batiente ponemos en acción casi los 400 músculos que tenemos en el rostro, en cambio con el entrecejo fruncido sólo se ejercitan levemente unos cuarenta o cincuenta de ellos.

Einstein un tipo con sentido del humor.
Reírse es muy saludable. Según experimentos científicos, cuando reímos, las glándulas sudoríparas comienzan a trabajar a destajo, la piel se desintoxica, el espíritu se alimenta, se hace mejor de cuerpo y nos entran ganas de vivir. Las personas muy guasonas tienen más esperanza y calidad de vida que los taciturnos.
Ya brincado el inicio del siglo XXI, después de la estadística sobre la risa, esperemos no habernos transformado en una civilización hierática y atribulada.  
Bien es cierto que en determinadas circunstancias hay pocos motivos para sonreír, ni siquiera para que el rictus de la comisura labial se curve contumaz como a los japonesitos: asesinatos, drogas, violaciones, paro, el antónimo de libertad, etc.; aunque no es menos cierto que si recurriéramos a la sonrisa, seguro que florecerían soluciones para muchos problemas.
¿Recuerdan aquella frase publicitaria de hace años?: "¡Sonría, por favor...!"
Así que, riamos amigos, aunque sea de nosotros mismos, es barato y muy sano...                 

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