Desde mi Buhardilla Mesonzoica
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lunes, 12 de febrero de 2018

LOS YANQUIS Y MR. TRUMP

DESDE MI BUHARDILLA MESONZOICA
(Bienvenido mister Trump)

 “¿Mueren cien mil? ¿No importa?
 ¡En nombre de la Patria cuántas infames negociaciones!” 
António Botto  (Baionetas da morte (1936), un alegato contra la guerra).

¿Han observado algunas películas americanas (de EE.UU. naturalmente), donde ciertos aventureros nunca se quedan sin dinero?: “el Él” (O sea el protagonista), cae en paracaídas sobre un asolado desierto y no sé cómo se las arregla el tío que siempre encuentra quien le socorra. Por lo visto poseen patente de corso en situaciones límite, algún tipo de tarjeta de crédito de metal extraterrestre que les ampara en cualquier escenario, por muy difícil que se presente.  ¿Se imaginan un hipotético gringo abandonado de la mano de Dios y sin que nadie le dé un soplo en el ojo...? ... ¡Yo no!...
¿Pero se han fijado en el cine actual, sobre todo el norteamericano? Se preconiza como nunca la eficacia de la fuerza y la violencia. Todo cuanto sea persuasión y dialogo ha quedado relegado al pasado.




Si el film es de guerra, los americanos nunca pierden, siempre burlan y vencen a los japoneses o nazis que parecen los tontos del pueblo aunque sean oficiales o jefes.
Y si es del Oeste: otro tanto, siempre gana el vaquero guapo de siete pies de alto, -(antes se decía de seis pies, pero con los alimentos transgénicos actuales han crecido un pie)-, en detrimento de los indios que parecen ajilipollados y pequeñajos, menos el gran jefe ‘Toro peligroso’ que es algo más alto y espabilado –no se lo digan a nadie pero mi confidente Perico Paquete aseguraba que se notaban sus estudios en Harvard-.
Ya en los tiempos del patilargo Gary Cooper y el janglón de John Wayne -¿A que no sabían que ambos andaban así de chulos, trampaleando, porque tenían fastidiada la cadera?-. Como decía, si nos fijábamos un poco y contábamos las balas que disparaba un ‘colt’, no se les acababan las municiones "ni a tiros", liquidando a más de 200 malvados con lo que se practicaba justicia ejemplar.




¿Y es que esa es la imagen que tenemos de estos estadounidenses: una nación beligerante y maniqueísta donde los ‘buenos’ deben aplastar a los ‘malos’, sobre todo en estos últimos años en los cuales han espoleado de tal manera a la sociedad que nacen como setas los asesinatos, violaciones, terrorismo y toda clase de delitos. En suma: crispación total.  Y eso que aplican sin ningún pudor la pena capital.




¿Es de verdad así la grandiosa nación norteamericana… Y no como cantaba nuestro Nino Bravo en los ilusionados sesenta? Se acuerdan: “Cuando Dios hizo el Edén pensó en América…” ¿Cómo es posible un país así, en donde nacen poetas como el autor de ‘Hojas de Hierba’ Walt Whitman que escribió versos como estos: "Me celebro y me canto, / y lo que es mío debe ser vuestro, / pues cada átomo me pertenece tanto como os pertenece a vosotros”.
Pero esta es otra historia.
Y es que estos yanquis son el colmo. Sin embargo poseen más petróleo que nadie, aunque no sea suyo. Y si no que se lo pregunten a los jeques árabes y kuwaitíes o a los venezolanos (Aunque ahora les han salido ranas ‘los bolivarianos). Al presente están en ello con los ‘sirios’, pues al resto ya los tienen cogidos por ‘ése’ sitio…
Ellos, según aseguran generosamente, lo que desean es que no haya pobres ni desgraciados, sólo gente lista y cualificada, competitiva, agresiva, muy alta y muy atractiva y quien quiera progreso tiene que despabilar.


En suma,”la excelencia”, -como se dice ahora-, con autoestima, trabajadores, ambiciosos, optimistas, gentes que se gustan a si mismos o lo que es igual: autocomplacientes. Ellos saben el secreto del éxito, lo malo es que de momento ignoran la receta para alcanzar la felicidad. Ese es su enorme fallo, su gran frustración. Ahí no les valen los alquimistas.
Hace años aseveraba el intelectual liberal Antonio Garrigues Walker: “…un país en el que no se pueda juzgar a un rico, o una aldea global donde los países poderosos disfruten de impunidad total, es imposible que funcione bien...” y por la parte que nos toca, de igual forma nos irá a sus aliados. Pero ¿Quién se puede meter con los amos?
Y así va la rueda de la fortuna americana, una mascarada en la que en el fondo los auténticos beneficiados son las multinacionales que todo los controlan, desde a usted, querido amigo lector, hasta el último mono de la película. Como diría Juan de la Santa: “…aquí no se libra ni cristo…”


Antonio González Noguerol
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