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jueves, 1 de febrero de 2018

PLAZA DEL CASTILLO DE CEHEGIN


LA GRAN PLAZA DEL CASTILLO

Reconstrucción virtual de Fco. Ortega Bustamante.

(“Castillo en el aire" Una joya perdida jamás recuperable).

Si no de todos, de casi todos, es sabido que Cehegín contó en lo más alto de su casco antiguo, con su castillo, lugar clave donde se ejercía la influencia y control económico. Con la construcción de la Casa de la Tercia finalizó la última función de la añosa fortaleza ceheginera que administraba las rentas de la Encomienda. A partir del siglo XVI el castillo se fue quedando atrapado entre las casas, al igual que la muralla de la villa y así permaneció hasta el siglo XX, cuando en 1957, se firmó su "sentencia" para ser derribado definitivamente.
Anteriormente la plaza del Castillo fue el centro neurálgico de la población, extendiéndose a sus dos grandes ejes la Puerta de Canara –entre el Coso y la calle Mayor de Abajo- y la Puerta de Caravaca en el barrio del Marmallejo en dirección a la Soledad.

Restos de la muralla y Puerta de Caravaca

Los primeros datos sobre la Plaza aparecen sobre 1621, donde se acuerda: que por carecer de plaza acomodada conforme a los habitantes, ya que la existente es pequeña y carece de algunos servicios, como dependencias adecuadas, cárcel y ayuntamiento con suficientes dependencias, etc., sería conveniente remodelar la zona para habilitarla a las necesidades locales."
Se procedió a la realización de las obras derribando las casas de doña Juana de Angosto y doña María Rubio para el suficiente ensanche del lugar y así obtener el definitivo auge comercial de la villa y así convertirse en el centro de la vida social, cultural y artística de Cehegín. Es en 1725 cuando se procede a concluir la parte sin edificaciones: “el sitio del pretil, lugar despoblado sin adorno de casas.”

Soportales de la plaza -foto A. González-

Aquella plaza pública se utilizó para infinidad de eventos, como los festejos en honor del entonces patrón San Zenón (desfiles y alardes de moros y cristianos, comedias, suelta de vaquillas.) y sitio para instalar el mercado semanal, también para exposición de bandos y edictos, discursos políticos… etc. La plaza se cerraba para estos actos con maderos y tablas lo que le confería un aspecto encantador para los festejos.
Y llegamos a mediados del siglo XIX, en el 1868 la plaza es insuficiente para el progreso que demanda la población y se piensa en remodelar la zona urbanística y los aledaños con una recomposición encargándoles a diversos alarifes y arquitectos.
Será diez más tarde, 1878, cuando se recomponen las aceras y empedrados de la calle Mayor, así como la plaza porque “siendo las vías públicas más principales, las que se encuentran  en un estado deplorable para el tránsito.” De esta manera son sustituidos los viejos empedrados por adoquines y hormigonado de aceras, quedando configurada la plaza además de la Iglesia Mayor, el Ayuntamiento y Cárcel y el resto con casas y establecimientos comerciales y bares, algunos en los bajos del castillo y en los soportales para tiendas o casonas-palacio con viviendas –estas columnas ocultas en los soportales procedían de las ruinas del cercano asentamiento de Begastri-.
Llegamos al siglo XX, y hacia 1923 se produce una petición para derrumbar el castillo y ampliar la plaza de abastos. De nuevo en 1928 se insiste en demoler la fortaleza. Finalizada la guerra civil, ya en 1948 aun se sigue con la idea de hacer desaparecer el viejo castillo.
Ruinas del Castillo a medio derruir (Ceheginet)

Y nos situamos en 1955, tras consultas a la comisión de Monumentos y a la Asociación de Amigos de los Castillos, terminan las consultas y estudios sobre el tema, el cual fue calificado “como joya perdida jamás recuperable”. (Aseveraba un amigo arquitecto: -“En Cehegín no construimos castillos en el aire, si no que los demolemos”)
Después de tantos avatares y desaparecido el Castillo-fortaleza, hoy encontramos un amplio y monumental espacio con zonas verdes flanqueado de bellas fachadas, y uno de los miradores más espectaculares del Noroeste de Murcia.

Bellísima perspectiva de la  Iglesia Mayor y plaza del Castillo.

Las notas negativas son haber permitido que los automóviles se adueñen anárquicamente de un paraje tan especial, convirtiendo la espléndida y pintoresca plaza en una Gran Cochera y la invasión de un lamentable cableado que afea y desmerece la riqueza turística del entorno.
¿No se podría haber construido un estacionamiento subterráneo y de paso soterrar los cables…?

(Algunos datos recogidos de diversas publicaciones).
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