JARDINES Y PARQUES DE CEHEGIN
Nuestro pueblo Cehegín y su entorno, entre otros muchos
regalos, recibió del Todopoderoso uno de los paisajes más maravillosos de la
región murciana, puede presumir, como todos sabemos, de un Casco Antiguo
declarado conjunto histórico artístico por su extensión y su belleza
urbanística derramada a lo largo de siglos por iberos, cartagineses, romanos,
visigodos, árabes o judíos, y naturalmente cristianos. Todos ellos conformaron
este extraordinario hábitat. Pero no sólo es esto Cehegín, así mismo siempre ha
gozado de una frondosa masa forestal, reconocida como “pulmón” de la Comunidad
Murciana.
Paseo de la Concepción-Foto de Pablo López. |
Pero hablemos de sus numerosos jardines y parques: el Paseo
de la Concepción, dicen que es el mirador más impresionante de la comarca,
privilegiado observatorio de casi todo la floresta ceheginera, es un espectáculo
la floración de las arboledas en primavera:
la Plaza del Castillo, —sin castillo—
Pero sin embargo, noble solar con
otro sorprendente mirador y una pequeña zona ajardinada, solaz de la nostalgia
y de los jubilados; así mismo distintos espacios lucen ornamentados por
innumerables plantas y flores, como el de la placeta de San Francisco; el
pequeño vergel junto al Parador de Dª Blanca; el recoleto jardín de la Esquina
de la Virgen. Otro marco de reciente creación es la gran rotonda del Arco
Romano, junto a la Estación de Autobuses, construido con sillares de la ciudad
perdida de Alquipir, en el valle del Paraíso, desde allí nos ofrece un panorama
con la Cuesta del Parador y la soberbia mansión de Dª Blanca.
Arco Romano -Foto A. González- |
La restauración de la
Balconada-Mirador de la Tercia, junto a la llamada Casa de Europa, en otro
tiempo propiedad de un preboste ceheginero: don Juan Martínez-Oliva.
Y dos de
los parques orgullo de Cehegín, los más encantadores del noroeste murciano, el
de Ginés Ibáñez “el Ciego”; Y el Juan Carlos I, ambos con diversidad de
plantas y flores, una monumental fuente
con chorros de colores y un pequeño auditorio al aire libre.
Y el segundo, y
más moderno, con un sector lúdico-festero polivalente además de pista deportiva,
ubérrimo vergel que cobija un pequeño paseo con el monumento dedicado al agricultor
ceheginero, y flanqueado por bucólicos parterres adornados por el Monumento a
las víctimas del Holocausto nazi y un pilón erigido en recuerdo del
hermanamiento con la ciudad de Mataró.
Cruz Jardín Convento-Foto A. González- |
Y no digamos el hermoso Jardín del Convento, con la gran
reforma que le presta una luminosidad diáfana, sin perder su identidad que le
confiere la pequeña fuente del Pato y el pórtico con los monolitos trasladados
en el año 1952 desde su primitiva ubicación en la Gran Vía.
En otra época, se plantaron palmeras en toda aquella Gran Vía, posteriormente sustituidas por numerosos árboles de distintas especies repartidos, moreras, naranjos y plátanos, así como el almez, (árbol que cría 'aratones', legendarios frutos, y que tanto jolgorio propiciaba en el Cine en otros tiempos). Todos estos árboles se disputan hoy el protagonismo por las principales vías ofreciendo al viandante su agradable sombra.
Jardín del Convento |
En otra época, se plantaron palmeras en toda aquella Gran Vía, posteriormente sustituidas por numerosos árboles de distintas especies repartidos, moreras, naranjos y plátanos, así como el almez, (árbol que cría 'aratones', legendarios frutos, y que tanto jolgorio propiciaba en el Cine en otros tiempos). Todos estos árboles se disputan hoy el protagonismo por las principales vías ofreciendo al viandante su agradable sombra.
Estanque del parque Jinés Ibáñez-Foto A. González- |
Algunos
también recordarán aquello del Jardín de la Alegría, o el vergel floral que se
empleaba para adornar los altares en el mes de Mayo o de María, con el periplo
de la Virgen de Fátima por los barrios cehegineros. ¡Qué tiempos! recordemos
algunos lugares de antaño con ornamentos florales, como los dos enormes
macetones que flaqueaban el inicio de la cuesta del Paseo de la Concepción.
O nuestras calles
repletas de macetas con geranios y otros aliños y que el ayuntamiento promovió
con unos concursos anuales al objeto de embellecer el lastimero entorno
ceheginero, por cierto en aquellos años también hay que reseñar un peregrino
concurso del consistorio. Consistía en encalar las fachadas para dar al pueblo
carácter de limpieza y esclarecimiento y lo convirtieron en un amontonado
laberinto lechoso, lo que no sopesó bien la municipalidad fue que Cehegín no
pertenecía a los pueblos blancos de Andalucía, si no al noroeste de Murcia con
un paisaje más bien ocre.
Casco Antiguo -Foto Archivo |
Pero esta es otra historia. Y para jardines, los del Edén
Canarense, una sorprendente miríada floral a la vera del Argos mitológico y si
le añadimos sus jugosas hortalizas, sobre todo los sabrosos tomates, aderezados
con un poquito de sal y un buen chorro de aceite virgen de nuestras almazaras,
y naturalmente todo ello regado con vino de la tierra, ya es para morirse de
gusto. Pero de Canara hablaremos en otro capítulo.