EL PINTOR “PAREJA”
Francisco García Arévalo
–¿UN ARTISTA DESCONOCIDO?-
En una ruinosa callejuela con nombre del Pintor Villacis, que desciende desde el Mesoncico por la estrecha escalinata junto a la capilla del Hospital de la Real Piedad y se prolonga hasta los Olmitos, en el mismísimo corazón del casco antiguo ceheginero, se encuentra la ya desvencijada casa natal del miniaturista García Arévalo, en cuya desconchada fachada una nostálgica lápida reza textualmente: -«Cehegín, a su hijo, el pintor miniaturista Francisco García Arévalo, *31-VIII.1873. +8-III-1937. Fiestas del año 1955.» El mejor representante de la floración artística de Cehegín.
Calle Pintor Villacis. (Donde nació Gª Arévalo) |
Nos referimos al pintor Francisco García Arévalo, -"el Pintor Pareja"-, como también se le conocía en el pueblo de Cehegín, por ser hijo de don Francisco García Pareja, alcalde durante la dictadura de Primo de Rivera.
Estudió dibujo y pintura en Murcia en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde obtuvo una beca de la Diputación para seguir sus estudios en diversas escuelas como la de Bellas Artes de Valencia y San Fernando de Madrid y Roma.
Es paradójico que teniendo tan cerca el paisaje ocre ceheginero, saturado de cromatismos, Arévalo insistiera siempre en el retrato miniatura, dejando a un lado la naturaleza muerta.
Foto del pintor recogida en una publicación |
En sus temporadas ceheginenses pintó un óleo de la Virgen de las Maravillas, que se encuentra en paradero desconocido, y en Cehegín se conservaban otros tres retratos al óleo (según dicen en casa de Rosita 'Pareja', la sobrina del pintor, ya fallecida y que fue esposa de Antonio de Hita).
Un mundo liliputiense, este microcosmos misterioso, donde el cuerpo se resiste a resumirse, cercenado como un busto, asomado al ventanal del ‘dije’ o del medallón descansando en sublime pecho femenino. Y es que el miniaturismo hace de la obra pictórica una singular permanencia de rostros o imágenes encadenadas alrededor del cuello. Seres queridos, devociones religiosas, incluso amores desdeñados, hacen de la miniatura algo que no es del todo ostentoso. No pertenece ni a la intimidad ni a la publicidad. El retrato-miniatura posee un sentido intimista mayor que el resto de la pintura. Algo capaz de permanecer al alcance de la mano como objeto de caricia.
Antigua foto de Rosita 'Pareja'. |
Por eso la capacidad de García Arévalo llega a singulares extremos que parecen penetrar en lo mágico. Su pintura, realizada con pinceles de un pelo o como mucho dos, bordaba los rasgos en las delgadas láminas de marfil, (según cuentan, en épocas precarias, extraía este material de libritos de la primera comunión) con el riesgo de que una mosca traviesa se posara en la pintura aun fresca y le hiciera repetir la faena.
Como asevera un crítico de este minúsculo arte: “La miniatura culminó en el siglo XVIII y se divulgó XIX, para ser derrotada por la fotografía. Delicados rostros de mujer que hoy contemplamos sin otro amor que encariñarnos con la obra de arte, en otros tiempos miradas llenas de nostalgia se posarían sobre el sutil esmalte del recuerdo. Muchas veces al contemplar una colección de miniaturas hemos pensado que cruzábamos estremecidos por un cementerio de almas.”
También pintó algunos lienzos que andan en paradero desconocido, sabemos de uno de la Virgen de las Maravillas y así mismo otro grande de sus dos hermanas abrazadas.
También pintó algunos lienzos que andan en paradero desconocido, sabemos de uno de la Virgen de las Maravillas y así mismo otro grande de sus dos hermanas abrazadas.
Pintura atribuida a Gcia. Arévalo. (foto Juan Fco. Fdez.) |
Estamos en 1913, año que Marcel Proust termina su célebre obra "En busca del tiempo perdido", está recién reinaugurado el Teatro de la Zarzuela, después del terrible incendio que lo arrasó, y la reina Victoria y la Infanta Isabel suelen visitar el estudio de García Arévalo en la calle Juan de Austria madrileña, y allí termina dos miniaturas de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia y otra del príncipe de Asturias Alfonso-Pío, plasmadas en sendos huesos de cereza. Estos retratos, junto al de Goya, viajan a Munich donde Arévalo obtiene un premio en la Exposición Universal de Bellas Artes, pero los tiempos son intranquilos estamos al borde de la I Guerra Mundial. Munich fue para el pintor, el arranque, la fama, aunque una fama miniaturizada, pero que él amó en su limitaciones.
Retrato de Elvira de la Torre, sobre porcelana, del pintor miniaturista. (Foto gentileza de Encarna Abellán) |
Aquí presentamos una reseña del diario "El País", de aquellos años, donde testimonia el éxito de este pintor ceheginero en la corte madrileña:
Le gustaba trabajar en las horas de los noctámbulos, cuando los poetas y los músicos se inspiran en las musas de la noche, acompañado de humeante café cargado de genio, sacando chispa de luz en los colores reducidos a la mínima expresión. Fue el suyo un mundo menor, sin otra peripecia que la de servir al recuerdo.
¿Pero quién recuerda hoy, a estas alturas, al "pintor Pareja"?, en este Cehegín ruidoso y amigo de algarabías nocturnas. ¿Cuántos cehegineros conocerán la discreta figura de este genial Francisco García Arévalo que murió a los sesenta y cuatro años, en 1937 en plena guerra civil, lejos de Cehegín...?
Calle Pintor Villacis. (donde nació Gª. Pareja). |
Calle del barrio de San Antonio, dedicada al pintor. |
La única evocación, -además de la citada placa en su desvencijada casa natal-, fue hace bastantes años con su nombre a una sencilla calle en el nuevo barrio del Almarjal, adyacente al Instituto Vega del Argos.
Antonio González Noguerol
Nota: Fuentes consultadas en diversas publicaciones, fotos: A. González, archivo Fco.Ortega, y otras.