Tiempo de Cabañuelas
“En agosto, frío en rostro”. (Después de las cabañuelas, el tiempo
cambia y refresca).
La otra
tarde, escuché en la radio unos comentarios sobre Las Cabañuelas. Me despertó
tal interés que me dio pie para este artículo uniendo lo escuchado a otros
datos que guardaba, así como referencias orales de mis antepasados.
Las
cabañuelas formaban parte de los vaticinios y adivinaciones empleados por
nuestros antecesores como medio para predecir el tiempo atmosférico. Algo así
como las herramientas usadas hoy por los servicios meteorológicos. Eran de uso
más o menos generalizado hasta principios del pasado siglo. Reemplazadas por el
Almanaque Zaragozano y otros medios similares, pervivieron hasta los años 50
del siglo XX.
En Cehegín como en cada pueblo del Señor, siempre hemos tenido viejos adivinos, antiguos aurúspices como aquel desarrapado buhonero apodado 'el tío la Moa' (de la Moda), que vendía el Almanaque Zaragozano y si indagabas más te espetaba: "¡Vienen tiempos difíciles con rayos y truenos!... y algo más que no puedo demostrar porque podría parece blasfemia."
Recuerdo a
mi abuela, atemorizada por las predicciones que señalaban las cabañuelas,
aseverar: —«Nene, vamos a recogernos que esa cabañuela tie malasombra…, no te se ocurra bañarte en las “vaeras” del río que 'pués' pillar unas calenturas…»— o aquella vecina alcandora que le gritaba a su hijo, cuando se iba a bañarse a los sifones del tren: "Ten cuidiao, y como 'tiahogues', aquí no vengas porque te amanso a apargatazos..."
Y es que el
porvenir siempre ha sido causa de supersticiones. Pero el futuro, por suerte,
es inescrutable. El hombre, con las facultades tan limitadas que posee, no
puede prever las contingencias futuras más que en una órbita muy reducida.
La
previsión del tiempo se puede realizar sólo con manifestaciones muy palmarias y
muy estudiadas, contando además con sofisticados aparatos de observación y sólo
para un plazo muy corto de días. E incluso así, tampoco puede darse todo el
crédito a aquello que va revestido de forma científica como es la actual
predicción del tiempo.
Sin
embargo, las cabañuelas se basan en largos siglos de observación y comprobación
de los fenómenos atmosféricos llevada a cabo por gentes que conocían y
dependían del cielo. No necesitaban relojes, ni brújulas o atacires, ni otros
artilugios, el sol y las estrellas bastaban para aclararles las incógnitas. La
gente que durante generaciones vivió en pleno contacto con la Naturaleza y alejada
de las ciudades, observaba los fenómenos físicos desconociendo sus leyes y
necesariamente caía en brazos de las supersticiones.
El
presagio es una especie de adivinación o conocimiento de
las cosas futuras por medio de señales que se han visto o de intuiciones y sensaciones.
Los presagios son
debidos todos al azar. Los augurios intentan buscar una relación entre lo
sucedido y las causas que puedan haberlo desencadenado, aunque apartándose del
orden lógico de las cosas, pero las Cabañuelas no fallan nunca, somos nosotros
que no las entendemos lo suficiente para saber interpretarlas.
Cabañuelas es diminutivo de cabañas, en las cuales habitaba
el pueblo judío cuando iba errante en busca de la Tierra Prometida.
Ya entonces hacían sus observaciones y sacaban sus pronósticos
obteniendo muy acertadas conclusiones sobre los años de vacas flacas y vacas
gordas.
De esta forma ¿Qué son, pues, las Cabañuelas…? Son un
fenómeno climatológico muy rápido y diverso que se produce en el firmamento
desde el 1 al 13 de agosto, ambos inclusive, todos los años y que después
encaja perfectamente en los 12 meses del año siguiente. Las Cabañuelas no
terminan el 13, después siguen Las Retorneras o «de retorno», a la inversa
desde el 14 y hasta el 25, las cuales son el complemento de todo el conjunto. Nos
podríamos extender pero sería muy prolijo el tema. Podríamos explicar el
significado de ciertas cabañuelas como la de “a derechas”, otras “a retaculas”,
la “Santa Lucía” o la catedral de las Cabañuelas: “La Candelaria”.
A lo largo de los siglos se han escrito muchas conjeturas y
han ocurrido numerosos avatares, algunos incluso anunciaban el fin del mundo. Y
continuarán aconteciendo muchas más, sucederán altibajos, sin embargo nunca sucederá
nada que no hayamos conocido a lo largo de la historia.
La mano del hombre influye algo en los eventos y sería provechoso
cuidar el medioambiente, puesto que muchos de los vaivenes que descomponen los
ciclos meteorológicos son ocasionados por las agresiones que perpetramos a
diario contra nuestro planeta.
Según apuntan entendidos en la materia, los primeros 49 años
corresponden a 7 ciclos de 7 años cada uno, que también pudieran ser 6,5 que
son la mitad de los 91 años que componen los 13 ciclos y que al mismo tiempo
confrontan perfectamente con las Cabañuelas del hemisferio Sur, que comienzan
el 2 de febrero y además festividad de la Candelaria, de ahí el nombre citado
anteriormente.
Los grandes cambios climáticos no tienen lugar en enero, como
algunos aseveran, sino que dan comienzo en el mes de agosto y en período de
Cabañuelas, aunque comencemos a contabilizarlos en enero para completar años
enteros: conclusión, en agosto del año 1993 tuvimos un cambio climático que
ajustó las ciclos y cada estación en su sitio. Siete años después, en el 2000,
2007 y 2014, se repitió la suerte y se produjo otro cambio climático en período
de Cabañuelas. El mes de agosto desajustó otra vez el tiempo, mojó los puntos
secos y fue más tibio, o sea los períodos secos más fríos y los mojados más
suaves y templados. En agosto
desajustó otra vez el tiempo, mojó los puntos secos y fue más tibio. 2019 nos
ofreció Julio y Agosto bastante calurosos. Luego “alguien” nos regaló el funesto
y misterioso virus, 2019-20, y llegó el
impredecible 2021, que debía ajustar los ciclos de nuevo, pero fue un año loco, como este 2022 que no sabemos cómo se portará finalmente.
Así al menos lo aseguraba mi amigo y confidente, experto en cabañuelas Pedro 'el
Risicos'.
A.González Noguerol (Motolite)
NOTA: Algunos datos y
fotos proceden de diversas publicaciones.