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domingo, 9 de agosto de 2020

LA BODEGA DE LOS FRANCESES DE CEHEGÍN y OTRAS BODEGAS.

 

La Bodega de los Franceses 

(Monsieur Bacqué)

Puerta principal de la bodega en calle Velázquez.

Si hoy día paseamos por el Barrio de las Maravillas de Cehegín y preguntamos a cualquier vecino por la vieja “Bodega de los Franceses”, si acaso, nos indicará que estuvo situada en la calle de Velázquez, y poco más podrá explicarnos, pues la historia de esa bodega y de los promotores de su construcción hace tiempo que cayó en el olvido, solo encontraremos una larga nave en tejavana medio derruida y abajo un gran patio descubierto donde actualmente ejerce de almacén de materiales de construcción. En los tiempos florecientes de la industria del cáñamo y la alpargatería, este lugar también se adaptó para confeccionar la hilatura con las llamadas "carreras" donde los hiladores y los "meneaores" (ayudantes para hacer girar la gran rueda) ejercían aquel oficio.

Patio trasero de la Bodega (Almacén de Construcción -calle Begastri-)

En estos tiempos del siglo XXI se habla mucho de vinos, se sabe bastante, aparecen numerosos  enólogos y doctos del "jugo de los dioses". Se realizan catas, acompañadas de retóricos conferenciantes, amenizadas con algún género musical, y religiosamente se chocan las copas santificando el brindis con maridajes y demás bagatelas con rebuscados epítetos. Pero hay que ver que poco se habla de lo que supuso para Cehegín y su comarca, la historia de sus viñedos y sus innumerables bodegas.

Las tierras de nuestra comarca constituyen uno de los viñedos más antiguos de España. Desde la época neolítica hasta hoy, un sinfín de generaciones han cultivado las viñas de esta tierra y elaborado vinos y aguardientes que demandaba la población, cuyo territorio sufrió como ningún otro la destrucción de sus viñedos por la filoxera. 

Bodega de una casona ceheginera

La segunda mitad del siglo XIX es una revolución para el mundo del vino en la capital vinícola del noroeste murciano: Cehegín, que a la sazón, era el 'reino del morapio', se le consideraba la bodega de la región murciana, no existía casa principal que careciera de bodega con enormes tinajas que conservaban el rico néctar de Baco y se observa con asombro cómo la llegada de comerciantes franceses a la localidad en busca de caldos hace elevar los precios, y dispara la producción. La fortuna sonríe a los descendientes de los íberos o iberos, que introdujeron el cultivo de la vid y la elaboración de vinos y aguardientes en estas fértiles tierras del noroeste murciano.

Pisando uva - Azerbaiyan en el siglo IV a. C.
Pero hagamos un poco de historia: Uno de esos comerciantes de vinos resulta ser un tal monsieur Augustin Bacqué y Rossetin, natural de Perpiñán, quien arribó al puerto de Alicante, en torno a 1878. Llegó buscando vinos con los que cubrir las necesidades de su clientela. La producción de Jumilla era insuficiente para sus encargos, por ello, se desplazó a la comarca ceheginera donde los viñedos eran capaces de producir grandes cantidades del ‘jugo embriagador’. Así, monsieur Bacqué decidió construir la que sería “la mayor bodega de la zona”. Se sabe que llegó a Cehegín por la ruina de su negocio en Jumilla y que contaba con el aval de su compatriota Pierre Menat para adquirir los terrenos del “Llano del Convento” (en lo que pocos años más tarde sería la calle Velázquez, pensemos que la zona estaba aun sin urbanizar).

Mapa de la Bodega en calle Velázquez

En los diarios ‘Las Provincias’ de Levante  y ‘La Paz’ de Murcia, en 21 de julio de 1891, publica que en la ‘Bodega de los Franceses’ se producía aguardiente con destino al mercado francés: En la bodega de los franceses situada en el Barrio de las Maravillas de Cehegin, está montándose, y dentro de muy poco empezará a funcionar, un aparato destilatorio y rulatorio movido a vapor destinado a extraer alcohol de vino hasta de 40 grados para exportarlo a los mercados de Francia; habiéndosenos manifestado por persona bien enterada, que quemará diariamente el artefacto dicho, más de 70 hectolitros de vino. El caso es que estas noticias despertaron en Cehegín gran expectación, se mostraba como una posible solución a muchos problemas en el negocio vitivinícola, el aroma del licor que da la vida, prometía impregnarse en un esperanzador futuro. Sin embargo, el propio periodista llamaba la atención de que los franceses no habían abierto su bodega para elaborar vino. ¿Qué había impedido a Agustín Bacqué abrir su bodega?: Debido al retraso en las obras de la bodega, solo pudo abordar la elaboración de aguardientes a partir de mediados de agosto de 1891. Por ello, el crédito de Bacqué se agotó. Y se le amontonan las demandas de los acreedores. En septiembre de 1.891 el Juzgado de Caravaca procede al embargo, en concreto la maquinaria y la bodega, lo cual obliga a Bacquè a marcharse de Cehegín. En diciembre, el Juzgado dicta sentencia condenatoria contra el bodeguero, pero se desconoce su paradero. Parece que regresó a Francia, pues en esa misma época expiraba el tratado franco-español. Pero la bodega de los franceses está hipotecada a favor de Pierre Menat, el avalista, -el otro francés- y el dinero obtenido será primero para Menat y lo que exceda para el resto. Sorprendentemente, Bacqué no ha perdido su bodega en Cehegín, pero él y Menat desconocen su fortuna. Queda así la bodega abandonada y sin dueño que la gestione, por tanto, nunca llegaron a elaborar vinos en la “Bodega de los Franceses”.

Nave de la bodega -calle Velázquez-.

 En 1.913, el Ayuntamiento de Cehegín procede a embargar y subastar la bodega para cobrar las deudas que Agustín Bacqué Rossetin (todavía propietario de esta finca): Contribución Urbana del año 1.900 por 4,69 pesetas, y con hacienda por 358,21 pesetas, que cubriría con creces la deuda hipotecaria a favor de Menat, los gastos de la subasta y la deuda tributaria. Durante años quedó el dinero de la deuda hipotecaria a disposición de Pierre Menat y Bigué y sus herederos, en la tesorería municipal hasta la prescripción, resultando finalmente lucrado con la misma el Ayuntamiento de Cehegín.

Por aquellos años se pone de moda un extraño deporte, procedente del Reino Unido y que se está practicando entre los deportistas de las minas del Río Tinto; se le conoce como Foot-ball, con un éxito sin precedentes se enfrentan dos grupos de jóvenes con ropa de sport, tratando de golpear con el pie a un balón, para conseguir llegar a sendas porterías de forma rectangular, una en cada extremo de la cancha. Y Cehegín piensa en la construcción de un campo de fútbol que se construirá en los terrenos de la ‘Bodega de los franceses’. Pero de esta historia hablaremos otro día.

(Fuentes: Diversos archivos y publicaciones. Tradición oral. 'Vinos Malditos'. fotos: A. González).

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