Desde mi Buhardilla Mesonzoica
Buscando...
sábado, 2 de julio de 2022

MIGUEL Y JUAN -DOS PERSONAJES POLIFACÉTICOS.-

 

MIGUEL  Y    JUAN  (Dos hombres buenos).

” Despacito y buena letra: El hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”          (A. Machado.)

Juan y Miguel -Una pareja singular-
  El calor nos asfixia, despedimos un caluroso junio mediatizado por unos medios de comunicación, valga la expresión, empeñados en meternos las “dos patas por un calzón …”- como diría aquel viejo socio del casino-.  Pero yo no comparezco en estas páginas para esto, sino para hablar de Cehegín ‘mi pueblo y el vuestro’, como cantó el poeta.

¡Qué hermoso lugar tenemos!

Cuando regreso de algún viaje y atravieso el Puente de Piedra, freno suavemente, como exhortando a los que me siguen, -“Ese es mi pueblo.., ¿Es impresionante... verdad?,  Pues seguidme si queréis todavía más... - y me lanzo alegremente hacia la Cuesta del Parador. Nos congratulamos con la torre de Doña Blanca, permanente vigía de la Peña Rubia y desembocamos en el Mesoncico de nuestros amores, rincón de encuentro con patricios locales. Allí otean la afluencia dos de ellos, nada menos que Juan Párraga y Miguel Muñoz, amigos y vecinos de toda la vida, ambos residen en la calle de La Fortuna y curiosamente, años atrás, tambien en calle Bovera, hoy Manuel Ciudad. El saludo de los viandantes les niega el sosiego deseado.

Párraga, un hombre polifacético, practicante, dentista, e inventor. Cuando dejar atrás el Cantón era poco menos que una odisea, Juan ya visitaba algunos países europeos en busca de fortuna. A su regreso alcanzó con tremenda perseverancia el título de practicante de medicina, profesión que ha sido su vocación durante más de cincuenta años. En los años de escasez, recibir unos frascos de la panacea de Alexander Fleming, era casi un milagro y cuando el crío, o la decrépita abuela exhalaban agónicos suspiros, aparecía providencial Juan ‘el Párraga’ con aquella bendita penicilina venida de Dios sabe dónde. Durante toda una época fue el indispensable sanitario de nuestra localidad, allí donde hubiese un enfermo, allá concurría nuestro hombre, sobre todo si se trataba de gente humilde. De esta forma alimentó su desmesurada humanidad, su carisma de hombre bueno, merecedor del respeto de todos sus conciudadanos.

La bendita penicilina

Asimismo, Juan fue un hombre imaginativo y heterogéneo, innovador en numerosos campos, inventor de un café instantáneo que habría hecho sombra al mismísimo nescafé; quizá le falto crearlo en estos tiempos del americano márketing donde la publicidad tiene la última palabra.

Pero sigamos con el otro entrañable personaje: 

Una tarde de Casino. Miguel Muñoz de Maya lee tranquilamente un periódico. Ante unos cafés, la charla discurre sobre el próximo partido de fútbol: Madrid–Barcelona, hay controversia sobre qué alineaciones presentará cada equipo y un socarrón parroquiano comenta: -...pues aquí tenéis a Miguel Muñoz..., (así se llamaba a la sazón el entrenador del Real Madrid) - y señala al popular pintor…(?) que, impertérrito sonríe benévolamente ante la irónica afirmación. He aquí la campechana nobleza de nuestro personaje.

Tertulia de socios del casino.

En los años mozos, ayudaba a su padre en la faena familiar, también Miguel, como toda su saga, cordial maestro albañil, aunque en realidad su vocación se encaminaba hacia el campo del dibujo y la pintura. Y así emprendió el aprendizaje, explorando constantemente desde su parca economía, visitando otros maestros, hasta conseguir emanciparse en el noble oficio de pintor decorador.

Sus imitaciones de zócalos, entonces muy en boga, eran notables. Innumerables hogares de esta villa están adornados por la hábil brocha de Miguel. También realizó sus pinitos con retratos al óleo y dibujo, si bien su obra maestra es el gran retrato de nuestra patrona Nuestra Señora de las Maravillas, colocado como telón en la hornacina del camarín del convento de los PP.FF. y que sólo es visible cuando está ausente la imagen de la Virgen (Fiestas Patronales y otros eventos).

Miguel y señora, delante del citado retrato.

¡Cuántas gentes habrán rezado delante de esa primorosa pintura ignorando su autor! Miguel “el pintor”, ya en el otoño de su vida recuerda con nostalgia cuando el venerable Padre León Arana, le encargó aquel trabajo: “Muñoz, ¡Te atreverías a retratar a la Virgen de las Maravillas!”, con la resolución que presta la juventud, no se lo pensó dos veces y adquiriendo unas pocas pinturas con sus mínimos ahorros y con lo que los menesterosos franciscanos pudieron adelantarle, puso manos a la obra. Al carecer de andamios y otros artilugios concibió la feliz idea de colocar el telón dentro del cuadro de escaleras de su casa, de esta suerte, bajando y subiendo peldaños fue esbozándolo. Según contaba elaboró una extraña mezcla con yema de huevo y otros mejunjes para darle cierto toque personal al retrato, mezclando las escasas pinturas y otros pigmentos que consiguió gracias a la generosidad del Maestro Constantino el fotógrafo, así consumó su espléndida obra para orgullo de nuestro pueblo. Miguel hace unos años falleció dulcemente, con la tranquilidad que le caracterizaba, a la avanzada edad de más de cien años.

Aquí tenemos pues, dos avezados cehegineros que han recorrido una larga etapa, sufrido trágicos avatares y gozado entrañables momentos, y hoy es la hora de entregarles nuestro reconocimiento.

Fotos: de diversas publicaciones, del autor, y de Miguel Muñoz (hijo).

Agnmotolite.

Compartir en :
 
Back to top!