EL CIEGO MEDINA.
Don Antonio "Medina" (Con su sobrino Juan el Rada) |
En realidad su nombre era Antonio Rodríguez Sánchez, pero todo el mundo lo conocía como don Antonio Medina o el “Ciego Medina”.
Ilustre invidente, compositor de música, pianista y violinista, amén de virtuoso intérprete de diversos instrumentos como los llamados de plectro o pulso y púa: bandurrias, laúdes y guitarras, cuya técnica carecía de secretos para nuestro personaje.
Compuso abundantes piezas para esta disciplina musical: pasodobles, valses y pavanas, así como arreglos de famosas obras de los grandes genios: Schubert, Bach, Falla, Albéniz, Granados.
Su creación más conocida es “Dulzuras”, un encantador vals de salón con regusto decimonónico, popularizado por el Quinteto Ibáñez que era incluido en todos los conciertos con un éxito arrollador.
Su creación más conocida es “Dulzuras”, un encantador vals de salón con regusto decimonónico, popularizado por el Quinteto Ibáñez que era incluido en todos los conciertos con un éxito arrollador.
En el año 2.008 el "Dúo Piantur" (Instrumentos de Plectro y Piano) armonizado por Antonio Agustín González Hidalgo, incluyó este exquisito vals en un CD.
10 vals dulzuras
10 vals dulzuras
Director de la extraordinaria orquesta de pulso y púa de la ONCE murciana, -una de las mejores de España-, con la que logró cuantiosos éxitos a nivel internacional. (También formó parte activa de esa legendaria agrupación el recordado Jinés Ibáñez Ruiz, discípulo predilecto de Medina.)
Además fue notable gestor administrativo en la ONCE, donde dedicó casi toda su vida profesional, alcanzando el cargo de subdelegado en la región de Murcia.
Hombre muy conocido y querido en la capital del Segura, donde concurría habitualmente a las tertulias y actos culturales. Así mismo, acudía a diario al Real Casino de Murcia en la calle Trapería a charlar y participar en juegos como el dominó en el que fue un experto, ganando algunos campeonatos pese a su discapacidad visual.
En diversas épocas contribuyó en Cehegín a elevar la cultura musical de muchísimos músicos locales. Así como emplear dilatados empeños en mejorar la técnica guitarrística de numerosos aficionados. Sobre todo de aquel gran intérprete: Antonio Clemente, conocido en cierta época como ‘el dios de la bandurria’, con el cual formó un notable dúo con extraordinario éxito.
Patio Pompeyano Casino de Murcia. |
Director musical en representaciones de comedia y zarzuela, muy en boga por los años treinta del siglo XX. Podemos subrayar obras como: “La Marcha de Cádiz”, “Gigantes y Cabezudos”, “Molinos de Viento” por no citar otras zarzuelas de menor renombre, así como las revistas: “Las Leandras” o “La Hechicera en Palacio” y algunas funciones de autores locales.
También gratificaba los oídos en aquellas apacibles tardes del casino ceheginero donde interpretaba preciosas obras de cámara de su creación y de los grandes compositores, acompañando, con aquel piano Pleyel de la vetusta sociedad, a otros ilustres intérpretes locales.
Incluso creó música para la precaria publicidad de la época de posguerra, y una especie de cántico promocional relativo a la empresa de embutidos de Juan Catarrás, con un estribillo que rezaba algo así:
“¡Qué gordito, qué gordito! se pone todo el que tenga apetito,
notarán, notarán, que comiendo jamón engordarán.
El cerdito, el cerdito, fabrica el salchichón más exquisito,
comprarán, comprarán, jamones y embutidos "Abellán".
lará, lará, …”
Conocido por algunas generaciones que recordamos con afecto su humana generosidad, su simpatía y cordialidad, su innato sexto sentido que suplía la discapacidad de su ceguera.
Como anécdota hay que resaltar sus visitas al pueblo en aquellos placenteros veranos de los años 60 cuando nos intuía sin mediar palabra, tan sólo con su caluroso apretón de manos. Y sobre todo, seguramente, por su proverbial devoción al entonces llamado “sexo débil”, reconociendo a las mujeres guapas con sólo saludarlas y aspirar su perfume.
A este ilustre artista deberíamos reivindicarlo para Cehegín, no en vano siempre paseó orgulloso su origen por todos sitios, por ejemplo, cuando sus estudios madrileños, donde conoció al gran autor del “Concierto de Aranjuez”, el maestro Rodrigo, empapándose de su genio musical.
Cuando se han prodigado reconocimientos a tantos personajes insignes de este pueblo, sería un buen momento para recordar a este músico, que planeando por lo espacios cehegineros, como los pájaros errantes, entona sus inolvidables melodías a la espera de merecer los honores de sus conciudadanos.